Partida Rol por web

Con sus pies calzados con sandalias, Rong Wei chapotea al entrar en la nueva sala. El ambiente cargado de humedad hace que un escalofrío recorra su nuca, y la visión de todos aquellos documentos mojados lo llena de un sordo pesar. Quizás el intento fallido de abrir la puerta activó algún mecanismo para inundar la biblioteca… quién sabe cuánto del saber acumulado se habrá perdido.

Entornando los ojos, el sabio consigue ir construyendo la figura de una gran estatua al fondo de la sala, representando quizás a alguna divinidad sentada en su trono.

… ¿Será Él? ¿Aquel del que habla el Libro Rojo?...

Cuando sus ojos no consiguen vislumbrar más formas por la escasa luz, el kithano se centra y se pone a hacer lo que mejor se le da: buscar soluciones. Rebusca tan solo un instante entre sus ropajes y saca un pequeño frasco, acto seguido se acuclilla y coge algunas piezas que ha visto durante su escrutinio, e improvisa varias antorchas rasgando la parte baja de su túnica. Echa el aceite y se acerca a uno de los pebeteros para prender la tela… Pero no enciende. La humedad le ha jugado una mala pasada.

-Mmmmmmmm…-

El vanir entra tras la sinuosa Iona, espada en ristre y con ojos inquisidores. Calma… solo sus aguados pasos y el gotear del papel mojado. Consigue distinguir una brillante estatua al fondo, y ve como Rong Wei parece absorbido por ella. De pronto el sabio empieza a improvisar unas antorchas.

…Parece que no estaba tan embobado como parecía. Se mantiene aquí y ahora…

El poco generoso elogia mental dura poco en la cabeza de Ulfner al ver que la tela no arde. Baja la espada y decide echarle una mano a Rong, no es momento de perder el tiempo.

-Trae aquí, así es imposible que se encienda-

Los ruidos de desaguado y chirridos de mecanismos pusieron de los nervios a Zelata, que aún no había bajado del todo la guardia tras las advertencias de Talitha. Cuando por fin la puerta se abrió ante ellos pudo respirar tranquila por un momento, ya que parecía que en la sala no había nada esperándolos.

No era especialmente estudiosa pero le sorprendió que los habitantes de aquella ciudad, a quienes imaginaba como sabios y adoradores del conocimiento como Rong, hubieran inundado su propia biblioteca destrozando su contenido; aunque en aquél momento aquella no era la mayor de sus preocupaciones. Al fondo se vislumbraba el destello de lo que parecía una estatua enorme. Aunque aún no estaba lo suficientemente cerca Zelata juraría que se trataba de la que habían venido a buscar; al fin y al cabo estaba dentro de la biblioteca como les había indicado el viejo sabio, y era la única que se habían encontrado por el momento.

- Misión cumplida. Al menos por ahora. - Aunque el tono general de Zelata era de satisfacción, no podía evitar preguntarse cómo iban a cargar con aquella cosa enorme hasta su carreta. - Thalita, tú y yo delante mientras iluminas el camino. Que los demás nos sigan de cerca hasta que tengamos otra antorcha. - añadió su última frase al ver los intentos frustrados de Rong por encender una, sin duda mojada por toda la humedad que les había acompañado  desde que habían entrado en aquél lugar.

Iona obedeció las órdenes de la "dama de acero" y se colocó tras la nómada para iniciar la exploración de aquella nueva sala. Algo intranquila por la poca iluminación decidió fiarse del buen ojo de Talitha, quitándose de la cabeza camuflarse entre las sombras sin ver nada. 

Te cubro la espalda Talitha, espero no tropezarme contigo.

Sus pies volvieron a humedecerse con los charcos del lugar, recordándole su último traumático chapuzón. El vello se le volvió a erizar al revivir aquella traumática experiencia . 

No pienso bañarme en un año,  

El joven del norte y el khitano intentan crear antorchas usando los materiales que más a mano tienen. Mientras que Rong derrocha totalmente el aceite en el suelo, Ulfner aprovecha un poco del óleo y consigue empapar un buen trozo de tela seco unido a un madero con unas cuantas tiras de cuerda. Al acercarla a la lampara de Talitha, prende en seguida iluminando su área. 

Tanto la ladrona como la guerrera de acero se acercan a la estatua con mucho cuidado, teniendo que derribar por el camino las dos estanterías que las entorpecen el paso, las cuales curiosamente caen con extrema facilidad convirtiéndose en polvo instantaneamente no dejando ni rastro de ellas. Iluminadas ténuemente por la lampara de la nómada y ahora también por la antorcha de Ulfner. La estatua de cerca revela que es de bronce, mas parece que el tiempo no ha mellado para nada su pulida superficie. La estatua se alza ante ellas refulgiendo, de hecho en ella rebota poca luz que hay en la sala.

En ella algo extraño hay... las dos muchachas no tardan en sentirse incomodas al pasar mucho rato mirándola. Los valientes quedan en la sala en silencio total...

La mujer del desierto escucha el ya conocido sonido

-Bum, bum... bum, bum... bum, bum...

Con cada vez más fuerza... es más... podría asegurar que su origen era esa sala... Pero lo escuchaba en toda la totalidad, como si la envolviera.

La ladrona recordó que quedaban, del cofre abierto con su gran maestría, tres redomas por identificar. Esta se las ofreció al sabio a la luz de las antorchas. Wrong, sabes que són estas redomas?

Mientras Iona observó la descomunal estatua, rascándose la cabeza.

El encargo que nos hicieron consistía en llevarnos esta estatuilla?

 .....mmmm pues como no sea, que nuestro poderoso sabio Wrong tenga un conjuro para reducirla, no tengo idea de como lo haremos?  

y encima los mandriles de afuera acabaron con nuestro carro.

Toda absorta con el resplandor que desprendía aquella extraña representación de un Dios o a saber que tipo de criatura, un mal presentimiento recorrió todo su cuerpo. Aquella desconocida figura daba muy malas sensaciones a la Zamoria. 

Casi que prefiero salir por pies de este templo y la maldita ciudad.

Las redomas repiquetean entre sí al cambiar de mano, y el sabio se dispone a identificar su naturaleza inmediatamente, es muy posible que les sean de ayuda. Por lo menos su cabeza podrá redimir la torpeza de sus manos.

-Por supuesto...-

Esboza una cínica sonrisa cuando escucha el irónico alago de Iona, y se acerca lentamente a la estatua pera examinarla mejor.

Ulfner por fin enciende la antorcha, negando con la cabeza en silencio por la ineptitud del sabio kithano. Sin decir nada, chapotea hacia los laterales de la sala, recorriendo sus paredes con su nueva fuente de luz para ver si consigue divisar la ansiada salida de la que Rong pronosticaba su existencia.

…Esa estatua no nos la podemos llevar, es estúpido, con salir de aquí me doy con un canto en los dientes…

Rong se pone a ojear el libro buscando información sobre la estatua. Encuentra una serie de especificaciones sobre su uso. Por lo visto la estatua estaba pensada para ser movida y trasladada de un lado a otro, donde se requiriese. Por lo que lee esta operación solía ser hecha por un par de sacerdotes. Sobre su uso... es más complicado, solo un pasaje, que haya entendido, le da algo de información sobre ello. 

-Una vez que se ha cargado el ingenio, este guarda en él la energía hasta que es requerida por (texto emborronado). 

En cuanto a la figura que representa... No te suena de nada. Sabes que un toro alado suele ser una deidad común entre los pueblos del oeste, los shemitas, turanios, y demás razas por el estilo, puede que incluso los zamorios, adoren a algún dios con características similares. Sin embargo, ésta representación es nueva para ti... aunque... Un texto que leíste en Zamboula, en el templo de Erlik cuando buscabas información para el viaje, te asalte ahora a la mente. En un principio no le diste importancia, simplemente no le viste sentido... Pero ahora...

-Él vino montado en el toro cósmico, el cual le envolvía. Con la carne del toro moldeamos el ingenio como señal del pacto con el grande...

Iona: El encargo que nos hicieron consistía en llevarnos esta estatuilla?

Que hubiera añadido ese diminutivo le sacó una sonrisa a Zelata. - Bueno, nunca le prometimos que se la llevaríamos entera - sugirió en el mismo tono que Iona, aunque sin mucha convicción, al fin y al cabo la estatua era de bronce y sería difícil romperla si se atrevieran a intentarlo.

Sin embargo aquella no era la mejor situación para bajar la guardia, y de hecho la estatua le parecía tan extraña que la guerrera afianzó de nuevo su escudo, movida por un instinto que no podía describir. - Los nativos de aquí tuvieron que moverla de algún modo. Además, el sabio dijo que la usaban para algo además de para adorarla. - Zelata iba hablando a medida que intentaba recordar la conversación del viejo sabio, aunque no había memorizado las palabras exactas.

Buscando un modo en que pudieran llevarse la estatua para llevársela, Zelata se acercó a la estatua. Creía que tal vez encontraría un hueco donde poder encajar el eje de las rueda de una carreta, pero mientras lo pensaba lo primero que examinó fue el rostro de la estatua movida por la curiosidad y aquella extraña sensación que tenía desde que la habían visto.

Rong musita palabras ininteligibles mientras examina su libro y la estatua alternativamente. Finalmente parece que empieza a extraer algunas conclusiones.

-No vas desencaminada, Zelata. Parece que está diseñada para ser movida y trasladada de un lado a otro, donde se requiriese. Creo que un par de sacerdotes bastaban para realizar la operación… ¿Qué pone aquí? – EL sabio se aproxima para leer mejor con la escasa luz - Una vez que se ha cargado el ingenio, este guarda en él la energía hasta que es requerida por... Vaya, se ha borrado – Se queja Rong Wei negando con la cabeza levemente. Se incorpora de nuevo y se rasca su afeitada cabeza, en la que ya asoma una sombra de cabello.

-Mmmm… creo que esta estatua representa de alguna manera, quizás incluso menos desvirtuada, el toro alado de los panteones orientales. Encaja bastante bien con un texto que leí antes de llegar aquí, que hablaba del Toro Cósmico y el pacto con Él… Amigos, creo que estamos ante un ingenio construido con un material venido del más allá, y creo que cuando llegó, no lo hizo solo…- Un escalofrio recorre la espalda del kithano, devolviéndolo a la realidad. Sin perder el tiempo se pone a palpar la estatua en busca del mecanismo para moverla, quizás la salida este oculta por la misma estatua.

- Hay que buscar la forma de desplazarla… -

Al entrar en la habitación la Talitha guarda el arco y saca su cuchillo para defenderse de cualquier peligro, ya que sostener la lámpara es crucial debido a la poca iluminación, y a la ayuda que necesitan de ella para encender la improvisada antorcha. 

La nómada se mueve por la habitación, algo distraída, no atendiendo demasiado a lo que dicen sus compañeros...la estatua la sorprendió en un principio...primero le dio miedo...pero luego se dio cuenta de que el sonido no provenía de ella, si no de las propias paredes...del propio aire...

La muchacha iluminó las paredes laterales, buscando algo, aunque no sabía el qué exactamente

La zamoria le enseña a Rong las redomas. El khitano las observa y tras unos instantes bajo la tenue luz determina que debe de ser algo muy usado por los sabios como arma ofensiva; Fuego Demoniaco de Acheron. El sabio conoce que es un material extremadamente inflamable y de gran poder destructivo.

Tanto la ladrona como la guerrera de Poitaín como el khitano se juntan para examinar la estatua. Todos ven que efectivamente, aunque el material tiene el color del bronce no es tal metal... es... otra cosa. Un metal extremadamente frío, incluso para los estándares de lo que debería ser. Un frío que quema si se toca con las manos desnudas. Por suerte tiene unos asideros a los laterales. Al unisino tanto Iona como Zelata se miran y hacen el esfuerzo de levantar la estatua. Está es alzada inmediatamente en el aire. Ambas mujeres quedan impresionadas con lo ligera que es la descomunal estatua. 

Tanto Ulfner como Talitha empiezan a investigar la gran sala. Ambos tienen una constante sensación de que algo les observa... Curiosamente, al igual que antes pasara con Iona y Zelata en su avance hacia la estatua, las estanterías que parecían entorpecer su camino desaparecían al más leve toque... como si nunca hubiesen existido. Ambos convergen en el mismo punto, donde ven una palanca de metal de más o menos un metro y medio de largo, que está incrustada dentro de un raíl. Pero algo más llama la atención. Al rededor de ella aparece envuelta una especie de ¿cuerda?... ¿un alga?... Algo que chorrea agua aún... 

De golpe esa cosa se mueve rápidamente zigzagueando obligando a Ulfner y a Talitha a echar un paso atrás para evitarlo. Cuando sus miradas se redirigen una temible criatura aparece gimiendo, babeante, enorme y amenazadora ente sus ojos. ¿Donde estuvo todo este tiempo?

El grupo no puede soportar tal impresión... Todos sucumben ante lo visto y empiezan a temblar descontroladamente. Las manos no aguantan lo que sostienen, las piernas les cuesta responder y la boca se les ha quedado seca.

Uno de los tentáculos de la cosa se mueve sinuosamente hasta llegar frente al guerrero del norte abriéndose delante de él lentamente, de forma vertical. Al abrirse deja entrever una luz... Una luz que brilla con un color indescriptible. Esa luz se clava en la mente de Ulfner transportándole muy lejos de ahí no pudiendo hacer nada para evitarlo... el guerrero ya no estaba en esa habitación...

Otro de los tentáculos sale disparado contra Zelata, mas ésta es capaz de interponer su escudo a tiempo bloqueandole y evitando así un golpe de una fuerza considerable. 

Iona se quedó petrificada ante la visión de aquella nauseabunda abominación. Pero el cerebrito de la Zamoria funcionaba con unos engranajes alimentados con su legendaria codicia y sed por el Oro. Había conseguido el objeto de la misión, que paradójicamente podían transportar gracias a "la gran fuerza de sus poderosos músculos". Y teniendo a mano la estatua con la cual sería recompensada con un merecido botín, sus neuronas sólo permitían hacerle ver montoncitos de brillantes monedas. Ignorando la monstruosidad aparecida de la Oscuridad gracias a una fuerza interior renacida amén a su insaciable Codicia.

Ni de coña bicho horroroso. No te intempondrás entre esta ladrona y su recompensa. Y menos tras tragar kilos de arena, ser apedreada por una banda de marsupiales y pa postre ahogada de forma muy poco elegante. Esta señorita te hará tragar tus tentaculitos. Que  te parece si para empezar te "caliento" un poquito.

Iona agarraó una de las redomas que el sabio había identificado como el "fuego demoniaco de Acheron" y la "intentó" lanzar para que explotara en "La Cosa". Pero aquella redoma no explotó rebotando varias veces por el suelo.

Por los Dioses, esta redoma debería ser defectuosa. 

Escondiéndose luego entre las sombras.

La chica del desierto se queda quieta de pavor unos instantes...ese ruido de su mente se había manifestado en forma de un terrible ser que les estaba atacando...pero no iba a dejar que el miedo volviera a invadirla, no ahora que sus compañeros, que tanto la habían ayudado estaban en peligro, sobre todo Ulfner.

La muchacha dejó caer su daga y su lámpara con cuidado mientras sacaba de nuevo su arco y sus flechas. No se iba a acercar demasiado a esa criatura venida del mismo infierno.

Colocó una flecha, tensó el arco y disparó rápidamente contra el repugnante engendro que tenía delante suya. Justo después aprovechó para darle una patada a Ulfner que se encontraba a su lado en el suelo para ver si despertaba.

Zelata estaba entumecida. No lo había creído posible, pero aquella criatura que había aparecido como por arte de magia era como el horrible dibujo de los pergaminos de Rong, algo que parecía sacado de unas terribles pesadillas. La guerrera temblaba ante la presencia de aquél monstruo enorme y desconocido, pero cuando uno de los tentáculos se dirigió hacia ella fue capaz de desviarlo gracias a su escudo y los reflejos que había entrenado en decenas de batallas.

Y mientras ella dudaba Iona y Talitha se habían arrojado valientemente a enfrentarse contra aquella criatura, ¿cómo podía ella quedarse atrás? Se suponía que como sus aliados todos los demás estaban bajo su protección, y sin embargo Zelata sentía que era ella quien estaba siendo defendida. Olvidandose por un instante de sus duda, y hasta de su miedo, la guerrera se libró de su escudo y su martillo entregando por completo su protección a su armadura y a su diós, y desenfundando su fiel espadón se preparó para arrojarse contra el enemigo con toda su furia. - ¡Resistid, compañeros! -

Los pulmones de Rong Wei se vacían en el momento en el que la criatura se materializa ante ellos.

…Ya está aquí…

Sus dedos se agarrotan alrededor de su bastón, y sus rodillas parecen desfallecer un instante. Pero no. Aunque su mente no había conseguido desentrañar la naturaleza exacta de lo que ahora tenían delante, sabía más de Él de lo que Eso creía. El conocimiento es poder, y Rong estaba dispuesto a enarbolarlo con más fuerza de la que hacía falta para manejar el espadón de Zelata.

Aquel monstruo vendría de más allá de las estrellas, pero Yaguitta, también. Le aconsejaba y le guiaba, y ahora, a través de El Venido, ejecutaría a ese cósmico mal. Yaguita sería la mano, Rong sería el arma, y su cerebro sería el filo con el que haría rodar la cabeza de ese ser.

Miro a su alrededor y vio determinación en los ojos de sus compañeros. Su mente empezó a trazar un plan.

- ¡No tenemos miedo! –

Sin perder un minuto, el sabio se gira hacia la estatua, que las dos muchachas habían levantado con suma facilidad, e intenta empujarla y desplazarla de su posición actual. Esperando que detrás o bajo ella haya algo que les pueda servir de ayuda.

-¡No os fieis de lo que vean  vuestros ojos!- Grita el kithano mientras empuja.

La ladrona se ocultó para untar con veneno sus dagas, oculta de la vista del monstruo. Talitha carga su arco y suelta la cuerda que restalla en toda la sala. La flecha avanza a toda velocidad hasta impactar certeramente en la cabeza de la bestia, la cual emite un quejido lastimero que llena todo. El dolor causado hace que se estremezcan todos sus tentáculos, perdiendo Ulfner el contacto visual con el apéndice que le mantenía fuera del mundo y volviendo en sí. Zelata toma posición a fin de poder atacar a la bestia posteriormente, por desgracia para ella, pierde tiempo al caer en la trampa de que la estantería frente a ella es real, pero en cuanto la toca esta se desvanece sin dejar rastro. Rong intenta mover la estatua para dejar al descubierto la baldosa que ocupa. Tras mucho esfuerzo, pues su fuerza es más bien escasa, levanta levemente la estatua, lo cual revela... nada. Bajo ella no hay nada.