Despues de revisar lo que sabían hasta el momento, Robert y Steven dejaron el trabajo a un lado para comportarse como dos amigos que no se ven desde hace mucho tiempo: charlaron, rememoraron momentos vividos juntos, se pusieron al día de sus vidas...
Al día siguiente la tardanza en acostarse y, probablemente, también el alcohol que habían bebido juntos, le paso factura a Steven, que acudió a primera hora a enviar un telegrama con dolor de cabeza y deseando que hubiese más nubes en el cielo para que la luz no fuese tan fuerte.
El contenido del telegrama era sencillo: la invitación a Nicholas a venir en cuanto pudiese y a pasar unos días en su casa.
El resto del día lo dedicó a las tareas de sus investigaciones en el Smithsonian
Al día siguiente al mediodía, a la vuelta de unos recados, Nicholas se encontró con un telegrama en su buzón. Era la contestación a aquél que previamente le había enviado a su amigo Steven. En él éste le invitaba a unírsele en cuanto pudiese para preparar el viaje a Viena e incluso le ofrecía a que se acomodase en su casa durante lo que durase la estancia.
Dado que el trayecto hasta Washington DC no era excesivamente largo, y ya que tampoco tenía mucho más que hacer allí en Nueva York, Nicholas pensó que la mejor opción era tomar el expreso nocturno del día siguiente. Así podría dormir durante el viaje y llegar allí a primera hora. Ya que todavía no se había cambiado aprovechó para bajar a la oficina de telégrafos y cursar uno a Steven notificándole sus intenciones. Dado que no era la primera vez que lo visitaba le dijo que si no lo recogía en la estación iría ya para su casa.
Nicholas pasó la mayor parte del día siguiente resolviendo algunos asuntos que requerían su atención. Después de eso, preparó la maleta (ropa, neceser de aseo, no mucho más) y guardó en su maletín unos cuantos libros y toda la información que había recopilado hasta ese momento. A continuación cogió su equipaje y se dirigió a la estación en taxi.
El viaje fue bastante cómodo, de hecho la trucha que le sirvieron a la cena en el vagón restaurante estaba deliciosa. Después de eso se dirigió a su litera para dormir, y cuando se quiso dar cuenta ya se encontraba en el andén de la estación de Washington, buscando a Steven con la mirada.
Al llegar a casa por la noche Steven comprobó que tenia un telegrama en le buzón. Al parecer, Nicholas había aceptado su invitación.
Se levantó temprano, y despues de prepararse se acercó a la estación de trenes. Le pidió al conductor del taxi en el que había venido que lo esperase un rato y entró. Como siempre, la estación de trenes era un hervidero de gente, y tardó unos momentos en localizar a Nicholas en el andén, que parecía buscarlo con la mirada, aunque aún no lo había visto.
Se acercó hasta él y le dió un golpe amistoso en el hombro.
-Diría que has hecho un pacto con el diablo para llegar siempre puntual, pero puesto que si te dedicases a comerciar con tu alma, te podrían detener por firmar cheques sin fondo, sé que no lo harías. El diablo tiene a los mejores abogados a mano. Vamos, te llevaré las maletas, viejo truhán, el taxi está esperando fuera. Ya sé, ya sé, creiste que no llegaría; pero ya sabes...cualquier cosa por sorprenderte.
--- Pues dicha sea la verdad, con lo despistado que eres a veces, debo confesar que se me pasó por la cabeza tal posibilidad. ¿Qué tal, Steven? --- a la vez que estrecho su mano ---, me alegro sumamente de verte. Tranquilo, la maleta no pesa demasiado, ya sabes que viajo ligero. ¿Y bien, qué tal las cosas por aquí? ¿Algún nuevo libro en preparación?
De regreso al apartamento de Steven ambos tuvieron tiempo de ponerse al día respecto a sus vidas, relatando sus respectivos viajes, expediciones, borracheras y otras anécdotas diversas. Cuando llegaron al piso Steven le enseñó la habitación en la que se acomodaría. Nicholas abrió su maleta y sacó de ella una botella.
--- Sé perfectamente que tu hospitalidad no suele ser gratuita, y en estos casos prefiero siempre pagar por adelantado y no quedar a deber. Aquí tienes, este coñac francés gran reserva me ha costado una pequeña fortuna, pero confío en que sabrás apreciarlo. Bueno, bueno, bueno, ¿qué me puedes contar de Robert?, hace tiempo que no sé nada de él.
-Ayer mismo estuvimos cenando juntos. Le dije que venías, así que supongo que si no le hacemos una visita antes, lo tendremos por aquí alrededor de las seis. Y ya que hablamos de tu telegrama, me sorprendió que tu también estuvieses metido en la subasta en Viena. Y Robert. Aunque debo reconocer que me sentiré menos incómodo con alguien a quien conozco cerca. Lo que me lleva al propósito de tu visita. ¿Me equivoco al creer que no estás aquí sólo para volver a ver a un viejo amigo? Lo digo porque, aunque como amigo me encantaría acompañarte a visitar los monumentos de Washington y sus museos, y recorrer contigo las atracciones turísticas de las que disponemos, creo que en tu caso la principal atención de la ciudad será el poder continuar con tu trabajo. Y por eso tengo una propuesta para tí. Aún es temprano, tanto Robert, como tú y yo estamos interesados en el mismo asunto, y a esta hora aún tenemos tiempo para realizar numerosas gestiones o consultar archivos. Lo que tengas en mente. Así que esto es lo que sugiero: dejas tus cosas y te refrescas un poco, yo cojo mis notas, mi cuaderno y el "pago por mi hospitalidad" y nos vamos a visitar a Robert. Cuando lleguemos ya estará en su despacho. Podemos hablar de lo que vamos a hacer, comparar notas y decidir entre los tres un plan de actuación. ¿Qué te parece? Por supuesto, también puedo sacarte uns fotos junto al monumento a Lincoln, si es a lo que en realidad habías venido
--- Creo que podemos dejar el tour turístico para otro día. Me parece buena idea lo de ir a visitar a nuestro amigo Holmes. Lo tengo todo en mi maletín. Déjame refrescarme un poco y vamos.
Tras asearme un poco salimos hacia el despacho de Robert. El trayecto hasta su oficina no es excesivamente largo. Cuando llegamos, Robert nos recibe amablemente.
Iba a describir algo de la susodicha oficina, pero eso es tarea de personaje de Robert.
Bien, ya que Robert sabía que iba a venir su amigo decidió pasarse por su oficina para ordenarla un poco pensando que Nicholas iba a criticar algo el desorden reinante en la misma. Así que cuando llegaron Nicholas y Steven al día siguiente vieron la oficina más ordenada que de costumbre.
- Buenos días, mira quién nos ha venido a ver, no? Que no tienes tiempo para tus amigos, sólo trabajo y más trabajo ...
Lo siento pero ando un poco liado, y mi conexión falla por momentos. Pero intentaré estar más en la "pomada".
Nicholas puedes describir mi oficina o criticarla, jejeje ... (ya hice una breve descripción en los primeros post).
Pues no, al final no la describí mi oficina pero recuerdo que lo tenía en mente. Lo único que puse es que dentro de mi casa tenía mi despacho. Intentaremos "parchear esto" ...
Si queréis, podemos adelantar un poco la línea temporal, suponer que todos estáis ya al corriente de lo descubierto hasta ahora por uno y por otro, hacer unas pocas averiguaciones más (pero pocas), y pasamos al viaje, que por cierto aún no hemos hablado de eso.
--- Cierto es que he estado bastante ocupado últimamente, cierta expedición arquelógica en Egipto ha requerido de mí más tiempo del necesario. Pero aquí me tienes y, créeme ---eleva su maletín y le da unas palmaditas--- tenemos los tres mucho de lo que hablar y planear antes de cierta subasta...
Hago esta entrada a modo de "fundido en negro" de la escena, si os parece bien. De todos modos, si fuese necesario se puede seguir.
- Bueno, pues entonces nos pondremos a ello después de la cena y hablaremos largo y tendido. Bien, vamos que os invito a cenar fuera.
Tras la citada cena en el Whell´s Restaurant, un restaurante decente, no tan refinado coma para el gusto de los amigos de Robert pero un buen restaurante con una amplia selección de exquisitos platos.
Después de eso, se dirigieron al apartamento de Robert, el cual no distaba más de 400 metros, y allí tomar tranquilamente una copa mientras desglosaban todas las informaciones que disponían los tres amigos.
Que os parece la escena? Algo escueta, tal vez? La verdad es que mi tiempo es limitado últimamente ...
-Veamos, tenemos información sobre todos los lotes excepto el 3, 10 y 13. Supongo que si queremos saber algo más, podemos consultar las bibliotecas de Viena. En cuanto a Auspberg, sabemos que su reputación es impecable. Yo había planeado marcharme cuanto antes y hospedarme en algún hotel tranquilo. Uhmmm-reflexionó Steven-No sé si hospedarnos juntos es lo mejor, ya que podría despertar sospechas sobre nuestra colaboración en el asunto; por otro lado, nos hará más fácil reunirnos sin ser vistos ni oidos por extraños. Lo que más me interesa es conocer a las personas que van a pujar, sus intereses y sus fondos. Si queremos saber hasta dónde podemos llegar pujando sin quedarnos con un objeto que no nos interesa, será mejor saber cuanto antes quienes son los otros compradores y lo que podemos esperar de ellos. Por cierto- se le ocurrió de repente- ¿Podremos consultar a Walker en viena?,¿ sabeis si también irá?
Cita:
Naturalmente.
Pero no sería muy buena idea que se os viera juntos en Viena, porque levantaría sospechas.
- Bien tios, entonces tendremos que acordar las reservas del viaje y de la estancia allá en Viena, mañana podremos hacerlo, y por mi parte también tengo un asuntillo pendiente con la embajada austríaca. Y tras lo cual siguieron disfrutando de la velada contando anécdotas de los diferentes viajes ...
Bien, como ya sabéis, Viena está en Europa, y vosotros no.
Para el viaje, os informa el Smithsonian, lo más cómodo y efectivo es ir en barco. De Nueva York a Hamburgo hay línea regular (210 $ el billete de segunda clase, 600 $ el de primera; la institución paga a sus empleados el billete de segunda), y desde allí hasta Viena se puede ir en tren por unos 12 $. La subasta tendrá lugar de aquí a dos meses, por lo que hay tiempo de sobra para los preparativos. El trayecto en barco dura unos 9 días.
El Smithsonian paga unas dietas de 4 libras esterlinas británicas (unos 20 $) diarias para alojamiento y comidas, lo que da para un hotel excelente en Viena. Después de la Gran Guerra, el antiguo sistema monetario austríaco quedó destruido por la misma y por la enorme inflación. Mientras se gestaba un nuevo sistema, basado en el shilling (=chelín) de oro, todas las transacciones importantes se hacían en libras esterlinas. El cambio oficial es 1 libra a 5 dólares (como he dicho antes), pero evidentemente en la calle puede ser algo diferente. Todavía circula el viejo sistema monetario basado en coronas austríacas, de valor desdeñable.
--- Mi querido Robertt, creo que el viaje y la estancia es el menor de nuestros problemas, ya que el Smithsonian se encargará muy probablemente de ello. Únicamente debemos recordarles que discretamente nos hagan reservas en hoteles diferentes pero no muy alejados, y ya allí fijar algún lugar en el que nos podamos reunir sin levantar sospechas. Un café, por ejemplo. Los cafés vieneses gozan de gran fama, especialmente sus postres, os encantará la Sachertorte ---se reclina en la silla y prosigue---.
Pero volviendo a lo que nos interesa, me escama sobremanera el porqué de este "chanchullo". Quiero decir, ¿qué interés puede tener una institución tan seria como esa en estos "artefactos"? Tal vez tú puedas averiguar algo al respecto, después de todo tu trabajo es averiguar cosas, ¿no? --sonríe descaradamente--- Del mismo modo, coincido con el amigo Steven en que deberemos averiguar también lo que podamos respecto al resto de los asistentes, pero me temo que probablemente no podamos hacer nada al respecto hasta llegar allí. Lo que sí convendría hacer es estimar el valor de estos objetos (1), y así planificar la puja.
En cuanto a los objetos que faltan. Como bien dices, steven, podemos intentar averiguar algo en Viena mismo, tal vez en la casa de subastas misma.
(1) Hay alguna manera de hacerlo ahora?
Yo estoy dispuesto a viajar a Viena cuando quiera el máster.