Partida Rol por web

Si los estaban esperando, serían más difícil sorprenderlos. Lo más factible era crear el caos dentro de la torre y obligarlos a salir. De esa forma podrían atacarles uno por uno por la única salida que tenían.

- Estoy de acuerdo con maese Hulfur. Debemos obligarles a salir de la torre. Si no podemos infiltrarnos dentro por otra entrada, puesto que no hay otra forma de adentrarse en la torre, podríamos usar algún truco. La otra opción es, como sugiere Ulkhan, que alguien se escabulla dentro y luego asaltarles con la caballería.

Esma se quedó pensativa, sopesando las consecuencias de cada opción.

- A través de ese agujero podríamos saber la posición y la cantidad de enemigos. Gvaldi y yo podemos sorprenderlos con nuestras flechas, luego posicionarnos en la retaguardia, y dejar que los guerreros actúen. A menos que queráis intentar escalar la torre y buscar una alternativa.

Como nadie se decidía por un plan de acción, Esma se armó de valor.

- Gvaldi, ¿podrías hacernos saber con exactitud cuántos son y cómo están distribuidos? Ulkhan y maese Hulfur, ¿creen que podrían flanquear la puerta principal? Si alguien tiene una cuerda, investigaré la cima de la torre por si su techado puede ser derrumbado y así crear una distracción. Podría usar su ayuda, venerable clérigo- le dijo a finalmente a Caronte.

Gvaldi se pasó una mano por el mentón lampiño mientras que iba analizando las palabras del semiorco y su compañera. Tal vez separarse no fuese la mejor de las movidas en aquel tipo de misiones tan intrincadas. Pero era un plan, y aunque no fuese el mejor plan era ciertamente más preferible que irse de cabeza hacia el peligro inminente. El halfling dejó caer su mochila y retiró una larga cuerda que le entregó a la muchacha.

—Según tengo entendido solo hay una forma de ir al interior de la torre, chica. Ten mi cuerda, ocúpate de escalar y, digo, encontrar otra entrada por la que puedas flanquear al enemigo. Nosotros, digo, nosotros iniciaremos la ofensiva e intentaremos cargarnos a los suficientes para darles tiempo. ¿Tenemos un plan?

Esma aceptó de buen grado la cuerda y la enrrolló en su hombro. Con un gesto de la mano se despidió de sus compañeros y se acercó sigilosamente a la torre, evitando la entrada principal. Investigó la estructura a paso lento y furtivo. No parecía que la hubieran descubierto.

Buscó los mejores puntos de apoyo en la roca y comenzó a trepar. Aún le quedaban energías y, de una forma u otra, debía vengar a su compañero. Si encontraba una ventaja en el techado de la torre, lo iba a usar. En cuanto sus pies se estabilizaron ató la cuerda lo mejor que pudo y la lanzó al vacío. Si necesitaba salir huyendo, era mejor tener un plan de escape.

Gvaldi se despidió de Esma con un asentimiento de la cabeza e incitó a sus compañeros a seguirle al interior de la torre. El halfling ya estaba enarbolando una flecha en el arco mientras que observaba el interior oscuro con un ojo atroz. Sabía que les esperaban ahí dentro... pero confiaba plenamente en el hecho de que si se mantenía cerca de sus compañeros más versados en el combate cuerpo a cuerpo sus posibilidades de sobrevivir aumentarían. Además, apenas viese algo cerca se aseguraría de atravesarle con una flecha. ¡Nada podía fallar!

Me quedé escuchando a mis compañeros en silencio. No estaba de acuerdo en que los sacáramos de la torre, ¿por qué iban a salir si adentro tenían cobertura? Estas criaturas ya habían demostrado que no eran simples animales tontos, eran disciplinados y dotados de inteligencia. Aún así, me guardé mi opinión y acaté lo que se decidió.

-"Por supuesto que tendrás mi ayuda, Esme. Adelante."

Avancé detrás de los demás, sigilosamente, hasta la entrada de la torre y me quedé a un lado esperando mi momento, maza en mano.

Día 2 - Nidaros (Casa del Burgomaestre)
14o día del 1er mes de Cosecha
Llovizna - Brisa Fuerte - Anocheciendo 

Esma colocó la mano ya en la base de la parte superior de la torre y se impulsó con un último esfuerzo. Las manos húmedas le dolían por el esfuerzo pero había conseguido su objetivo.

Apenas quedaba nada que ver en aquel piso superior. La mayoría del techo se había derruido y había quedado el contenido a la intemperie. Bloques de piedra aquí y allá, maderos astillados y otros restos se desperdigaban por donde alcanzaba la vista. Finalmente, dio con lo que buscaba, una abertura tapiada por la que, en su día, debió subir una escalera. El cierre parecía bastante sólido y no tenía pinta de que Esma fuera a ser capaz de levantarlo para colarse por él.

En el piso inferior, los compañeros avanzaron por el pasillo que ya todos conocían. Al fondo, se encontraba la puerta cerrada por la que los kobolds les habían sorprendido la última vez. También al fondo pero a mano derecha, la puerta en la que Hulfur había desactivado la trampa de aguja y, justo en la entrada, la puerta derruida que Caronte inspeccionara sin encontrar nada interesante que hacer.

Se incorporo mientras el resto del grupo elaboraba un plan, asintiendo mientras acariciaba su tupida barba, con un cabeceo se despidió de la intrépida Esma cuando esta cruzo la mirada con el antes de escalar a solas la torre.

Como el resto preparo su escudo, alzándolo a modo de protección, en su mano derecha agarró su hacha enana dispuesto a machacar a su enemigo al mas mínimo movimiento y avanzó tras el halfling hasta llegar a la entrada de la torre, quedandose fuera sin adentrarse en el pasillo que tan ingrato recuerdo le traía. Preparado para la batalla que se avecinaba se preparo atento a cualquier movimiento extraño.

-Es la hora de la venganza malditas sabandijas - musito para si mismo, notaba como el odio ardía en su interior, esta vez no se dejaría vencer tan fácilmente.

Gvaldi se adentraba en la oscura torre tan sigiloso como una roca y astuto como el halfling que era. Las sombras habían engullido casi por completo al pequeño aventurero y si no se delataba a si mismo con movimientos lo suficientemente bruscos sus compañeros no podrían verle a simple vista en el interior del edificio. Parecía hacer señas tanto a Ulkhan como a Hulfur... Si ellos veían algo que él no, se aseguraría de tenerlo en cuenta como diana en cuanto recibiera el aviso.

Se fue acercando a la puerta reventada e ignoró una trampa que se había activado ya hace un tiempo. Allí seguro se encontraban los kobolds que dieron muerte al hechicero. Solo iba a hacer falta mejor sesera y más temprano que tarde obtendrían su merecida paga. El tirador mantuvo los oídos bien altos por si llegaba a detectar algo en los alrededores mientras que asomaba su cabeza por un lado de la puerta.

Gvaldi mira a sus compañeros y frunce el ceño. Señala una puerta que se halla al fondo del pasillo y realiza unas silenciosas morisquetas simulando que algo está caminando allí. Era bastante probable que sus enemigos los estuviesen esperando, por lo que tenían que aprovechar la oportunidad cuanto antes.

Era imposible infiltrarse en la torre. Esma perdió la calma por unos momentos, mirando a su alrededor frenéticamente. Debía haber algo que pudiera hacer.

Correr hacia sus compañeros quedaba descartado; era muy posible que alertase a los kobolds si no actuaba con precaución. Así que, sin muchas más opciones, agarró el cascote más robusto que encontró en la cima. Al menos odía crear un momento de confusión en la torre si armaba ruido. Ya se decidieran a internarse en la torre o a arriesgarse a salir de ella, quizás el grupo tuviera una oportunidad para sorprenderles.

Apretó el cascote en su puño y aporreó con todas sus fuerzas la plancha de metal que cubría el agujero. Una y otra vez, cada vez más fuerte.

- ¡Venid a por mí! -masculló entre dientes.

Día 2 - Nidaros (La vieja torre)
14o día del 1er mes de Cosecha
Llovizna - Brisa Fuerte - Anocheciendo 

Los compañeros se internaron en la torre tratando de agudizar todos sus sentidos. En la quietud de la noche, hasta el respirar de sus pulmones y los pasos amortiguados de sus pies parecían crear un estruendo. No obstante, pudieron escuchar con bastante claridad como unos pasos parecían moverse al otro lado de la puerta del fondo, aquella en la que se enfrentaran a los kobolds por primera vez.

Hulfur aguardaba en el exterior de la torre, con las armas prestas para el combate, al igual que Caronte y Ulkhan^[1]. Gvaldi, por su parte, avanzó por el corredor hasta llegar a posar la mano sobre la puerta, tal y como habían establecido en su plan hacía escasos unos minutos.

De repente, una serie de golpes escandalosos rompieron el silencio nocturno despertando a un enorme grupo de aves que salió de entre los árboles hacia el cielo como si hubieran visto al mismísimo diablo.

Claramente los golpes venían del piso de arriba.

Día 2 - Nidaros (La vieja torre)
14o día del 1er mes de Cosecha
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Esma dejó caer el cascote a un lado, satisfecha. Había armando un buen escándalo. Un escalofrío recorrió su cuerpo aterido por el frío y la humedad que ya le había calado las ropas. Iba a pillar un buen resfriado si no acababan pronto con aquella banda de lagartos.

La fina lluvia no les estaba dando tregua y los mechones de pelo empezaban a pegársele por la cara de forma bastante molesta. La exploradora miró alrededor, tratando de buscar nuevas ideas pero pronto se dio cuenta de que no parecía que hubiera mucho más que pudiera hacer allí.

Nos acercamos sigilosamente hasta la base de la torre. Allí estábamos de nuevo, en aquel condenado pasillo. La puerta del fondo dejaba ver un pequeño rastro de luz, que se escapaba por las rendijas de la madera podrida.

-"Vayamos en silencio y esperemos la señal de Esme para entrar."

Justo en aquel momento un sonido estrepitoso sacudió la noche. Algo, encima de la torre, hacía un ruido endiablado, como de golpes.

-"¿Será esa su señal?".

Se apartó los mechones de la cara y gateó por la superficie rocosa de la torre hasta palpar la cuerda. Una vez pisado suelo firme echó un último vistazo a la cima y decidió dejar la cuerda atada por si necesitaban un poco de altura. Esperaba no olvidarla y tener que pagarle una cuerda nueva a Gvaldi.

Preparó su arco y colocó una flecha, lista para ser tensada y disparada en cualquier momento. Intentó ser lo más sigilosa posible mientras rodeaba el perímetro de la torre y se acercaba furtivamente a la entrada. En cuanto perdiera cobertura, se asomaría cuidadosamente para apoyar a sus compañeros y sorprender a los kobolds si habían decidido abandonar la torre en lugar de adentrarse en ella.

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Tras los golpes, varios pasos parecieron ponerse en marcha más allá de la puerta que vigilaba Gvaldi. El mediano pegó la oreja a la madera y pudo escuchar fácilmente el trasiego e incluso las voces y gruñidos aunque no atinó a distinguir de qué hablaban o qué estaban tramando.

Los compañeros habían tomado posiciones alrededor de la entrada para tratar de sorprender a los kobolds del interior pero todavía no habían encontrado un motivo real para salir.

El golpe no sabía a ciencia cierta si era la señal que esperábamos para actuar o era otra cosa. Quizá Esme había caído al interior y estaba en problemas. Con esa idea en mi cabeza y ante el silencio e inactividad de mis compañeros, tomé una decisión. Me adelanté corriendo hasta la fatídica puerta del fondo del pasillo y, apartando de un empujón a Gvaldi, la abrí de golpe. Esperaba que esta rápida reacción, unida al estruendo que habíamos oído, hubiera distraído lo suficiente a las criaturas del interior y me diera la oportunidad de atacar en primer lugar.