Partida Rol por web

Día 2 - Nidaros (La vieja torre)
14o día del 1er mes de Cosecha
Llovizna - Brisa Fuerte - Anocheciendo 

Ulkhan se lanzó a la carrera decidido a derribar a cualquiera que se le pusiera por delante. Debía llegar hasta Caronte y protegerle como fuera para poder sacarle de allí con vida, si es que todavía vivía. 

- ¡Ulkhan!

Hulfur rebuscó entre sus bolsillos hasta sacar un pequeño frasco de cristal relleno de un líquido del color de la sangre. El semiorco reconoció rápido la pócima que les habían entregado en la casa del burgomaestre y la cazó al vuelo mientras pasaba al lado del enano.

Contrariamente a lo que pensaba, Ulkhan observó que los kobolds no trataban de impedirle el paso, más bien parecían apartarse amedrentados. También se dio cuenta de que los cuchillos que portaban no parecían ningún tipo de arma diseñada para matar sino para... cocinar. Estaban teniendo problemas con un grupo de cocineros.

Ajenos a estos y otros pensamientos, Hulfur y Esma se lanzaron hacia las demás criaturas que se interponían en su camino. LA flecha de Esma atravesó la cabeza de uno de los cocineros al tiempo que Ulkhan pasaba por su lado, haciendo que el semiorco agachase la cabeza inconscientemente. Hulfur no tuvo tanta suerte y un inoportuno tropezón hizo que fallara el golpe contra su adversario aunque al menos lo tenía trabado en combate y sabía que no iría a ninguna parte.

Ulkhan comprobó con alivio que Caronte todavía respiraba. Gruñendo a los kobolds con gesto amenazador, le administró la pócima retando a que las criaturas intentaran atacarle.

El ataque en tromba de los compañeros surtió el efecto deseado ante los evidentemente más inexpertos defensores, pues sus intentos de réplica fueron absolutamente desastrosos. Las flechas volaron inoperantes hasta estrellarse con los gruesos muros de piedra y los nerviosos cocineros lanzaron cuchilladas casi con más miedo de cortarse ellos mismos que de herir a sus adversarios por lo que fueron fácilmente neutralizadas.

Por primera vez en mucho tiempo, parecía que la balanza empezaba a ponerse de su lado aunque quizá para Caronte podía ser ya tarde.

La situación se volvía desesperada de nuevo, el enano le habia entregado a su compañero la pocion curativa que los aldeanos le habian confiado, pero parecia que no habia sido suficiente, Caronte yacía aun herido tras tomarla. Aquellas sucias bestias no iban a tomar la vida de otro compañero, con rabia y con un grito feroz, arremetió contra el arquero que tenia frente a el, con los ojos inyectados en sangre descargo su golpe a media altura incrustando el filo de su hacha en el abdomen de la criatura y a punto estuvo de cortarla en dos pedazos como si de un tronco se tratara, el gimoteo de dolor hizo que el enano esbozara una mueca de lo que parecía una sonrisa.

-¡Sacad al clerigo de eta cloaca! - bramó al tiempo que empujaba a una de las otras criaturas que intentaba flanquearlo -¡Yo los contendré!

Por fin los guerreros habían irrumpido en la sala y se habían empezado a repartir a los enemigos. Gvaldi retiró dos flechas de su carcaj. Todavía le quedaban 4 restantes... Una la atrapó con la boca mientras que enarbolaba la que iba a utilizar. Cerró un ojo apuntando por encima del hombro del enano al torso del kobold arquero y soltó la flecha. A aquel clérigo le quedaba poco tiempo pero tal vez podría estar cerca de la salvación si lograban despejar el camino de aquellas amenazas.

A Esma le tembló el pulso solo de pensar que iban a perder a alguien más. Decidida a pelear hasta el final, lanzó su flecha sin éxito. Solo podía esperar que Caronte aguantase lo suficiente como para poder despejar la torre. Quizás uno de ellos pudiera socorrerlo y sacarlo de la torre mientras los demás aniquilaban a esa panda de sabandijas. Era un pensamiento y un plan descabellados.

-¡Maldita sea, aguanta Caronte!- gritó la Exploradora. Mientras el enano asestaba su golpe, conmovida por su valentía, Esma asintió y volvió a tensar el arco.

-¡Maese Hulfur, me quedaré con vos hasta el final!- y se movió por el pasillo para proteger a Gvaldi y apoyar al enano.

No había sonido alguno, el silencio reinaba aquí. Alrededor mía notaba una frialdad que me helaba el corazón. La oscuridad era completa, solo interrumpida por una pequeña luz que veía al final de un túnel. Hacia allí me encaminaba, paso a paso, para llegar a esa calidez que me llamaba por mi nombre.

-"¡Caronte, Caronte! Ven a mi, hijo mío, ven a mi."

De repente, algo empezó a tirar de mi hacia atrás con fuerza. Yo me resistí porque me alejaba de la luz, del calor que me atraía. Una confusión de gritos y sonidos de batalla me inundó por completo. Pero logré zafarme de esa fuerza intangible y volver a encaminarme hacia el final del túnel.

-"¡Caronte, Caronte! Ven a mi, hijo mío, ven a mi..."

Día 2 - Nidaros (La vieja torre)
14o día del 1er mes de Cosecha
Llovizna - Brisa Fuerte - Anocheciendo 

- ¡Aaaaaaaagh!

Los gimoteos del último de los cocineros sorprendieron a los compañeros que creían luchar a vida o muerte para salir de aquella situación con vida.

- No matar a Timor- gimoteó nuevamente retorciéndose hacia el suelo como si quisiera desaparecer- Timor solo pobre cocinero, Timor solo pelear por su vida.

Los arqueros que permanecían en pie, pese a que era evidente que sí se trataba de guerreros entrenados, se miraron dubitativos unos instantes. Finalmente, dejaron caer sus armas y levantaron las garras en señal de rendición.

- Qué buscar en nuestra casa, por qué atacar pacíficos Garras Blancas- preguntó- por qué matar nuestros hermanos.

El que había tomado la palabra era el más corpulento de los arqueros, el más cercano a Ulkhan. Pese al evidente nerviosismo en la mirada todavía mostraba arrestos desafiantes en su tono mientras señalaba a sus compañeros caídos.

Bajo la poderosa mano de Ulkhan, el cuerpo de Caronte parecía volver a quejarse mientras un sudor frío perlaba su frente. El clérigo volvía a empeorar tras la tregua que le había proporcionado la poción.