Partida Rol por web

si perdon, no me habia fijado que me esta llamando de usted 

Tras la partida del extraño, Vlad se puso de pie y fue hasta una de las ventanas del lugar, desde donde lo observó largamente mientras se alejaba. Luego de ello, permaneció todavía un buen rato con la mirada perdida en algún punto indeterminado del exterior del local, aún cuando ya no había nada más por ver, completamente sumido en sus inescrutables y oscuros pensamientos.

Finalmente, se encaminó a su habitación y preparó sus escasas pertenencias. Aquello no le demoró más que unos momentos, pues apenas si había traído algo consigo. Solo sus gastadas ropas de siempre, la vieja espada familiar, y algunas pocas monedas y chucherías que el buen Bernard había conseguido guardar a lo largo de los años.

En verdad, había sido toda una suerte que aquel misterioso encuentro hubiera tenido lugar a pocos días de iniciado su peregrinar. Pues de otro modo, probablemente habría podido encontrarse en una situación todavía más apurada. Al menos de momento todavía tenía ropas decentes, e incluso algo de dinero para pagar una comida. Bien sabía que podía ser todo muy distinto...

Aunque por aquel entonces Vlad era poco más que un niño, recordaba bien lo duro y costoso que había resultado el viaje tras su huída, atravesando clandestinamente media cristiandad para dar por fin con un remoto rincón de los Cárpatos donde volver a iniciar sus vidas. Todo el mundo pretendía aprovecharse de los desesperados viajeros, y en cada pueblo encontraban salteadores y timadores que los despojaban de sus magras reservas.

Solo la astucia y carácter del viejo Bernard les habían permitido sobrevivir a todo ello. Pero dejando tras de sí la casi totalidad de las pertenencias y riquezas que habían conseguido rescatar del ataque al castillo. Vlad le había recriminado durante años al viejo su incapacidad para resguardar poco más que un par objetos que le recordaran su linaje. Sin embargo, ya más adulto, y acostumbrado a las dificultades del mundo, el presuntuoso joven había tenido oportunidad de entender al viejo, y de disculparse por tamaña estupidez.

Después de todo, el hábil Bernard se las había ingeniado para salvaguardar lo único que verdaderamente importaba: la vieja espada familiar, su anillo de homenaje y, por supuesto, su propia vida. Logros nada despreciables, teniendo en cuenta las adversidades que había tenido que sortear.

Sobre estas amargas cuestiones, y quizás algunas otras aún más oscuras, discurrieron los pensamientos de Vlad durante su viaje en el coche. Y ello porque, sencillamente, no tenía mucho más por hacer.

Ya desde un principio se volvió evidente que no tendría ni la menor oportunidad de identificar el camino por el que andaban, ni mucho menos de establecer su ubicación. Los senderos que reconocía pronto fueron reemplazados por otros completamente nuevos, de los que no había oído jamás, e incluso la accidentada geografía del lugar parecía conspirar contra sus esfuerzos. Después de sortear tantos vados y quebradas, de girar y torcer el rumbo en tantas ocasiones, antes de que terminara el primer día de viaje a Vlad le resultaba imposible determinar siquiera donde estaba el Norte.

De modo que simplemente se relajó y se dejó llevar, entregándose mansamente a su Destino. Cuando el cochero le indicó por fin que el viaje había terminado, Vlad simplemente asintió con un sencillo gesto de cabeza a modo de agradecimiento y descendió del coche.

Pietro iba armado como de costumbre y con todos sus pertrechos de trabajo habituales. Había pasado un apetecible rato en la posada, pero ahora había llegado el momento de volver al trabajo. Él era un hombre trabajador, por ese motivo no había dudado en aceptar la invitación del noble que le reclamaba. Porque no tenía la menor duda posible de que a él le llamaban por trabajo, para eso era para lo único que un noble podía querer algo de él.

Le agradó no conocer demasiado la reputación de ese noble pero que sin embargo él si le conociera. Significaba que su popularidad como mercenario había aumentado más de lo que él había esperado en un principio. Aquello era indudablemente bueno para el oficio.

- Será suficiente cochero. - Respondió el mercenario, sin duda lo sería. Era un hombre acostumbrado a sobrevivir con ciertas penurias, cualquier pequeña comodidad que le brindaran sería más que suficiente para él. El viaje fue sorprendentemente cómodo teniendo en cuenta a lo que estaba acostumbrado y que la mayoría de sus empleadores jamás ofrecerían tales buenas formas a un simple mercenario.

La sorpresa fue evidente en su cara, por el cambio de cocheros pero asumió que se debía a alguna estratagema que él por el momento ignoraba. En la posada del intercambio aprovecharía para asearse y eliminar parte de su olor corporal, una primera impresión aceptable siempre era importante.Recibió al cochero con un saludo de su cabeza. Se sorprendió de que le llamaran señor, pocas veces le ocurría. Sin más, se introdujo en la posada con sus efectos personales en la mano.

Cargo mi maleta al hombro y comienzo a caminar,lo debía de hacer lentamente dado que había metido en mi bota una bolsa con monedas para pagar lo que necesitase,y una vez que llegase a la taberna,me acercaría a la barra para hablar con el tabernero y decir:

-Buenas noches,me gustaría alquilarle por esta noche una habitación,comida y un lugar para bañarme y pasar la noche,por este mismo servicio buen hombre,pienso pagarle.Ademas debo de esperar a una persona.

Espere la respuesta del tabernero.

La respuesta del conde fue obvia, y la verdad ni me molestaba ni me esperaba más. No es que no tuviese ganas de salir del feudo por unos días, ver nuevas tierras, como cuando mi señor me llevaba como parte de su séquito a dominios vecinos, siempre fue algo relajante dentro de todo. Así es que cuando el conde insistió para que vaya me confundió totalmente.

Por supuesto que tampoco dije que no, pero sí estaba completamente anonadado, especialmente cuando me vino a buscar el cochero y todo, tratándome como si fuese un señor y cosas así. Empecé a preguntarme en serio de qué se trataba eso, pero aunque viese la invitación del señor Giovanni, no podía leerla y no sacaba más cosas en claro. En todo el trayecto no hablé con el conductor a menos que fuese lo escencialmente importante, ya que me incomodaba enormemente el trato superior que me daba.

Así estuvimos hasta llegar a la posada, donde bajó mis escasas pertenencias para mi mietras caminaba a la posada. Me despedí del cochero antes de entrar con mis cosas por la puerta principal, sin saber bien qué diablos hacía en ese lugar.

-Muchas gracias, espero que lo disfrutes.

Le entregó un par de monedas al cochero.

El viaje ha sido largo y cansado. Pasamos por varios lugares y sitios donde nunca había estado. Sin embargo, el viejo patriarca Gitano me hablo de estas tierras antes de morir. Era su destino. Su casa. La vieja patria. Nuca entenderé porque querían volver. Un sitio frío y húmedo.

Las posadas eran, en su mayoría, casa de planta baja, y puedo asegurar que he dormido en lugares peores, pero no por mucho. Y los camino eran viejos como las propias  montañas. Cubiertos de barro si llovía y si no llovía... también. Paisajes oscuros y, en algunos casos, devastados poblados por las incursiones de los mercenarios salidos de la guerra. Mercenarios como yo. Con la diferencia que ellos saqueaban lo que veían y yo, lo pedía, lo robaba o me iba a otro lado. Hay honor incluso entre ladrones.

Con todo llegamos a esa posada. Un nombre siniestro para una taberna. Poco acogedor, incluso. Pero era lo que habia. Podría descansar allí, a gastos pagados, pero al llegada de la gran fiesta. No estaba mal... nada mal.

- Gracias, monsieur ... em... - No sabia el nombre del lacayo. Bueno.. tampoco me importaba mucho, pero como me dijo mi madre aun siendo pequeño " es de buen nacido el ser agradecido". Mi padre reía mientras farfullaba que con mi actitud nunca llegaría al congreso ni al parlamento.

Oh, si que llegaría, pero quizá no por la puerta de delante. Pensé yo algún tiempo después.

Me limite a sonreirle educadamente mientras, a modo de despedida, le saludaba levantando la capucha de mi abrigo con capa. Como si tuvieras dinero para un sombrero, Miguel... tu siempre tan correcto.

-Au revoir, mon ami... Dele las gracias a su señor de mi parte.- Me despedí definitivamente de él mientras empujaba la puerta de la taberna para entrar y echar un vistazo dentro.

Giuliano descendió del carruaje, masajeándose la dolorida rabadilla después de tantas jornadas sentado. Había sido un viaje relajado, pero la falta de cansancio nada tenía que ver con la agitación espiritual que atormentaba al monje. ¿Había hecho bien aceptando esa invitación? ¿Era ese el primer paso que le alejaba de la senda del Señor?

— Bienvenido, señor —dijo el cochero, sacando al sienés de sus ensoñaciones.

— Gracias por el viaje, buen hombre —respondió Giuliano con una sonrisa beatífica—. Que la paz sea con vos.

Mientras el cochero volvía a izarse sobre el pescante del carruaje, el franciscano volvió la vista hacia el achaparrado edificio al que el conductor llamara posada. La luz que nacía de sus ventanas prometía un fuego al que acercarse y quizás algo de pan. Giuliano se dirigió con paso sereno hacia la casa, preguntándose qué o a quién encontraría bajo su techo.

El señor habla bastantes idiomas- dice el hombre- Estamos en tierras de los carpatos, algunos hablan en griego, y aleman..- dice el hombre  acercando su coche a la cabaña- la verdad del amo Guiovani no se nada señor, dudo que este casado ciertamente.

El hombre parece hablar con prudencia pero tambien con temor.

Espero tenga una buena noche- Se  despide.

Cuando ingresas puedes notar que hay gente que sale y entra de la posada.

El cochero te indica que entres a la posada, que el encargado sabe como debe atender a los invitados del señor Guiovanni. Mientras te bajas puedes ver gente que entra y sale de la posada, así como otros carruajes que se aproximan.

El cochero te indica que entres a la posada, que el encargado sabe como debe atender a los invitados del señor Guiovanni. Mientras te bajas puedes ver gente que entra y sale de la posada, así como otros carruajes que se aproximan.

El cochero te indica que entres a la posada, que el encargado sabe como debe atender a los invitados del señor Guiovanni. Mientras te bajas puedes ver gente que entra y sale de la posada, así como otros carruajes que se aproximan.

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El cochero te indica que entres a la posada, que el encargado sabe como debe atender a los invitados del señor Guiovanni. Mientras te bajas puedes ver gente que entra y sale de la posada, así como otros carruajes que se aproximan.

Una vez entras (La descripción esta en el post siguiente pues te adelantaste un poco) te diriges hacia el posadero.

Oh  señor, no se preocupe, ¿es usted invitado sel  señor Guiovanni?, no debera pagar un peso, una habitación estará lista para usted... soy Segismundo, el dueño del lugar, sea usted bienvenido.

El cochero te indica que entres a la posada, que el encargado sabe como debe atender a los invitados del señor Guiovanni. Mientras te bajas puedes ver gente que entra y sale de la posada, así como otros carruajes que se aproximan.

El cochero te agradece  y te indica que entres a la posada, que el encargado sabe como debe atender a los invitados del señor Guiovanni. Mientras te bajas puedes ver gente que entra y sale de la posada, así como otros carruajes que se aproximan.

El cochero te indica que entres a la posada, que el encargado sabe como debe atender a los invitados del señor Guiovanni. Mientras te bajas puedes ver gente que entra y sale de la posada, así como otros carruajes que se aproximan.

El cochero te indica que entres a la posada, que el encargado sabe como debe atender a los invitados del señor Guiovanni. Mientras te bajas puedes ver gente que entra y sale de la posada, así como otros carruajes que se aproximan.