Partida Rol por web

Tras una vuelta completa por las almenas, vuelvo al punto de partida. De algún modo, encontrarme sobre la inmensa puerta de entrada del castillo, sobre la muralla, me hace sentir bien. Observo los bosques frente a mí, las escarpadas montañas, el brillo del sol sobre la nieve. Siempre he vivido en plena naturaleza, criado en un pequeño pueblo rodeado de hectáreas y hectáreas de bosque virgen. Pero ahora que mi nueva naturaleza ha despertado, me doy cuenta de lo importante que es eso para mí.

No soy urbanita, soy un ser de la naturaleza, en parte animal.

Pero ahora siento que eso no tiene nada de malo.

Inspiro profundamente el aire de la montaña, decidiendo que es hora de regresar. La zona parece segura, al menos por el momento. Puede que estén ahí, esperando para un asalto en la oscuridad de la noche. Pero si es el caso, puede ser un grave error. Con una vampiresa de tres siglos, un demonio capaz de ocultarse a simple vista, y un dragón que ve en la oscuridad...

Joder, que no hagan esa estupidez. No quiero tener que matar, pero lo haré si ponen en peligro a mi gente.

Elizabeth me acompaña hasta la salida al patio interior, y ahí nos despedimos, en la puerta. Fuera hace frío, no tiene sentido que me acompañe más lejos.

Salgo al patio frotándome las manos, y recorro la distancia que me separa de la gran puerta a zancadas apresuradas. Ya he estado aquí esta tarde, pero ahora es diferente. Por el día se ven las cosas de otra manera, en mi caso literalmente. Ahora me acosa ese temor a un asalto nocturno, aunque también mis nuevas capacidades me otorgan cierta ventaja.

Al menos, debería verles venir...

Subo a las almenas y comienzo a inspeccionar los alrededores con mi visión térmica. Si hay algo vivo por ahí, tengo que verlo.

A una distancia bastante grande en el bosque Ben cree distinguir algo, no está seguro pero es una fuente de calor parece algún tipo de persona, pero no termina de distinguir si es una persona o tal vez un animal grande, está demasiado lejos y está parado

Ese punto luminoso en la distancia me pone nervioso. Tras un par de rondas por las almenas, es lo único que distingo en todos los alrededores, pero no saber de qué se trata ne incomoda. Está demasiado lejos, podría simplemente ser un animal, un lobo, un ciervo, un oso... Pero ¿y si no?

En cualquier caso, si se tratara de una persona... En fin, es sólo una, ¿no? No es que un único soldado fuera a suponer un verdadero peligro para los habitantes de este castillo...

¿O sí?

¿Y si sólo lo veo a él, pero no está sólo?

Elizabeth dijo que me traería algo de cenar. Cuando lo haga, creo que le pediré que avisé a alguien que ocupe mi lugar aquí. Quiero acercarme a ver esa fuente de calor más de cerca...

Tras unos minutos aquel brillo parecía que se empieza a alejar, realmente Ben no estaba seguro de que podía ser, pero si estaba seguro de algo, se había acercado y había estado ahí un rato quieto, pero ahora parecía que se marchaba

La figura anaranjada se desvanece, alejándose en la espesura del bosque. O estoy haciendo el canelo al preocuparme por un bicho del bosque demasiado curioso, o esos soldados han enviado un explorador para comprobar la situación, y este regresa a informar.

En cualquier caso, poco o nada puedo hacer. Cuando tenga ocasión de hablar con los otros les informaré y veremos cómo tratar el asunto. Mientras no aparezcan más focos de calor, puedo estar tranquilo.

Relativamente.

El resto del tiempo practicamente lo unico que nota son los focos de calor de los animales del bosque los cuales parecian empezar a ser reconocibles, ningun otro destello anaranjado que no se vea claramente que es algun conejo, algun ave o algun lobo

Tras pasar por la cocina y coger un tazón de aquella especie de sopa que había hecho Rina, salí del castillo y me dirigí a la puerta exterior. Caminaba sosteniendo el tazón con ambas manos, mirando como se movía el caldo, aún algo afectada por lo sucedido.

Sobre la puerta pude ver a Ben de pie, mirando hacia el frente, seguramente vigilando el bosque.

-¿M-molesto? – dije desde abajo, a una distancia suficiente de la puerta como para que pudiera verme si se giraba. – Traigo algo de comer… ¿Puedes bajar? ¿O subo? – le pregunté encogida de hombros por el frío.

Estoy observando el bosque concentrado, analizando las posibilidades, comiéndome la cabeza de hecho. Lo que he visto me ha dejado intranquilo, a pesar de todo, y el frío y la soledad no hacen sino multiplicar esa sensación.

Pero entonces oigo una voz a mi espalda.

¿L-Liz? -Pregunto innecesariamente, pues he reconocido su voz antes incluso de asomarme por el borde del muro- No, espera, que ya bajo. Aquí arriba corre mucho aire. -Me apresuro a decir, para que no suba esas estrechas escaleras tan incómodas, y comienzo a bajarlas a la carrera, con las manos en el muro interior para no caerme.

Cuando alcanzo su posición, veo que trae un tazón en las manos, con una especie de caldo caliente. Justo lo que me hacía falta, algo para entrar en calor. Pero antes de cogerlo me acerco para darle un beso en los labios, con el que noto la calidez de su cuerpo en contraste con el mío.

Gracias, esto me vendrá muy bien. -Le digo tomándolo entre mis manos- Voy a necesitar que busques a Makoto y a Himiko... Puede que no sea nada, pero tengo algo que contarles. Algo... que he visto. -La duda aparece en mi rostro, y doy un sorbo al caldo antes de cambiar de tema- Pero antes ¿cómo están las cosas ahí adentro?

No tardó en responderme, y me pidió que le esperara, ante lo que bajó rápidamente por aquellas estrechas escaleras que pude ver a un lado. Al alcanzarme me dio un corto beso y me agradeció la comida, lo cual me sacó una pequeña sonrisa.

Finalmente le cedí el tazón y me pidió que buscara a Makoto e Himiko por algo que había visto. Me quedé mirándole mientras daba un sorbo a la sopa.

Aquí tampoco soy de ayuda…

-Natuk se puso algo nerviosa, pero ya está todo bien, pidió comer antes de que yo me fuera. – le expliqué en tono neutro, sin querer dar más explicaciones por ahora. – Voy a buscarles, tranquilo, seguro que no es nada que no podáis controlar. – dije apretándole el hombro y me di la vuelta, volviendo al interior.

Volví lo más rápido que pude, queriendo retirarme cuanto antes, no sabía a qué. Me acerqué nuevamente a Ben, a paso rápido, abrazándome por el frío.

-Ya está, he avisado a Makoto… Le he pedido que él u otro avise a Himiko, creo que es mejor así. – le expliqué, y es que después del nuevo descontrol que había sufrido, no quería que algo así me sucediera en su presencia. - ¿Necesitas algo más? – le pregunté, soltando mis brazos y cruzándolos bajo el pecho.

Elizabeth se marcha apresuradamente. Estoy tomando el caldo cuando se gira,necesito un instante para tragar antes de llamarla para que se quede pero, cuando lo hago, parece que no me oye. Se pierde dentro del castillo, y vuelvo a quedarme sólo.

E intranquilo.

Ya no por esa figura indeterminada, sino por Elizabeth.

Subo de nuevo a mi puesto de observación, tomando el caldo a pequeños sorbos para entrar en calor y engañar el estómago. Pasan alrededor de diez minutos, cuando vuelvo a escuchar la voz de mi novia abajo, y me apresuro a bajar para verla.

¿A-algo más? -Me desconcierta su actitud- ¿Pero... por qué te has ido tan rápido? T-te he llamado, no corría tanta prisa... ¿T-te pasa algo?

Mis ojos se abrieron aún más, sorprendida ante las preguntas de Ben. Creí haber actuado con normalidad. Quizás no había sido todo lo cariñosa que de costumbre… Pero tampoco había hecho nada raro, ¿No?

-M-me dijiste que les necesitabas y fui a llamarles. ¿N-no era lo que querías? - pregunté confundida y nerviosa, temiendo haber metido la pata también ahora. – Perdona… Entendí que era para ya, además no te escuché… Yo….

Deje de cruzar los brazos y los dejé caer, mirando hacia abajo.

-No doy una. – dije volviendo a mirarle, con una sonrisa amarga. – A-antes… He metido la pata con Natuk. P-perdí el control sobre mí, t-tenía miedo. – suspiré, nuevamente mirando al suelo, y tras una pausa continué. - ¿Puedo quedarme un rato aquí? – le pregunté finalmente, sin levantar la vista.

Trato de sonreír, quitándole importancia al asunto. Al fin y al cabo, sólo ha sido un malentendido. Más serio es lo que me cuenta de su pérdida de control, pero incluso por eso debo sonreír. Todos cometemos errores, incluso mi perfecta novia. No debemos hacer un mundo de estas cosas, sólo aprender de ellas y superarnos.

Lo que quería, cariño... -Le digo, acercándome para darle un abrazo- ...era estar un rato contigo, hablar, que me contaras lo que pasa dentro, contarte lo que he visto, y ya cuando te fueras dentro a descansar o cuidar de Natuk, que avisaras a los otros. -Suelto el abrazo para mirarla a los ojos- Tendría que haberlo dicho desde un principio, qué mal me explico, perdona.

Levanto la vista hacia la muralla sobre la puerta. Es mi punto de observación, tendré que volver a subir. Vuelvo a mirar a Liz, recordando el fresco que hace arriba, donde el aire pega de pleno. Levanto el cuello del abrigo de Elizabeth y lo cierro, comprobando que esté bien abrigada.

¡Claro que puedes quedarte! Vamos arriba, ahora que pertenezco a la Guardia de la Noche, no puedo dejar de vigilar el muro, jeje. -Ni siquiera se si pillará la broma, esa referencia a Juego de Tronos. Supongo que sí que soy un poco friki- Haz guardia conmigo, y cuentame bien lo que ha pasado...