Partida Rol por web

Con un aparatoso pero efectivo movimiento, el exoesqueleto mecánico levanta una de sus patas, gira sobre sí mismo y derriba la puerta. Varios chorros de un gas blanco silban mientras pierden su contenido, pero no parece que vayan a haber más consecuencias. Con cuidado, atravesáis la puerta dejando atrás a exoesqueleto, que no pasa por el hueco.
En el otro lado encontráis una enorme estancia con varias literas, un comedor y lo que parece una cocina-despensa, así como unas extrañas letrinas. Al fondo, veis otra puerta cerrada. Una vez más, oís la voz que habla por megafonía.
-Eh... No... No podéis pasar de ahí. Si seguís avanzando nos veremos obligados a... a destruir la estación entera.

Miro a todas partes intentando descubrir el origen de la voz.

-Muéstlate bellaco! -le grito a la voz-. ¡No te escondas como un cobalde!

Luego me acerco a Jill y le susurro:

-Tú sabes mucho de maquinitas. ¿No podlías ablil las pueltas con tu magia?

Al escuchar la voz metálica no puedo evitar una sonrisa amarga y encogerme de hombros.

- Hemos venido a morir -exclamo en voz alta- Así que destruid esta maldita base. Moriremos con honor.

Y empiezo a examinar la habitación... ¿unas letrinas junto a un comedor y una cocina? Aquí huele raro*

-Tabaco, aquí alguien ha de fumar si o si con todos los que son -murmuraba para mis adentros mientras pasaba a aquella nueva zona-

Mientras rebuscaba escuchaba la voz de aquel tipo tan extraño y asustadizo que había detrás de los altavoces:

-No la destruirá porque entonces se mataría a el mismo, igualmente si no tengo tabaco no me importa mucho si nos mata...

Susan ya estaba harta de escuchar tantas tonterías.

- ¡Que te den a ti y a la normativa 130-46 del buró! - todavía le parecía curioso estar hablando con una voz y no con una persona, pero ahora ya todo daba igual. La mujer salió disparada hacia la siguiente puerta e intentó comprobar si estaba cerrada. Si así era, intentaría regresar a la sala anterior donde se quedó el exoesqueleto, y si era posible desde allí, intentar abrir un boquete en la siguiente puerta.

Cuando Susan se acerca a la puerta, ésta no se abre y pulsar el panel con la palabra "open" escrita en él, parece no surtir efecto. Así que Jill saca su caja de herramientas y comienza a desmontar el panel.
Recurrir de nuevo al exoesqueleto no parece una opción, ya que para abrirse paso hasta aquí, debería de causar grandes destrozos que podrían mandaros al espacio exterior.
Mientras esperáis a que Jill termine, una enorme sacudida sacude (claro) la estación espacial y una especie de bisturí laser parece comenzar a abrir un agujero en una de las paredes de esta sala... Desde afuera.
Al asomaros a una de las ventanas os dais cuents de que una nave espacial ha llegado hasta vosotros, ha tendido una tubería a modo de pasarela y quienes hayan allí dentro, seguramente esos refuerzos anunciados por el altavoz, tratan de abrir una puerta de acceso al interior.

-¡Maldita sea! Nos han enviado a uno de esos Comandos Especializados del Buró. Esta puerta está casi abierta, pero si no los detenemos antes de llegar a la sala de mando, estamos listos. Estos tipos no son como esos Thunderhawks de allá abajo. Son especialistas en el combate en gravedad cero. Van a desactivar la centrifugación de la estación y entonces jugaremos en su terreno.
Jill os mira a todos, de arriba a abajo, y os dais cuenta de que es la típica mirada de "quién va a sacrificarse por esta misión" que tantas veces os han lanzado.

-Yo te sigo Jill -dije aun buscando algo que fumar- estoy seguro de que esos no me van a invitar a un pitillo.

Comencé a dar patadas y golpes a la puerta que estaba soldando ella para que cayese los antes posible y pudiésemos seguir adelante:

-Vosotros -dije señalando a los secundarios- entretened a esa gente todo lo que podáis...

Asiento ante las palabras del Rubio.

-Nuestla misión sel llegal a sala de mando cuanto antes, así que vamos allá.

- ¡Si vamos a hacerlo, hagámoslo ya, cojones! - le grita a Jill para que se ponga en marcha. Sin embargo, ese grito es para sí misma, para darse las fuerzas necesarias para cometer la locura más grande de su vida - ¡Jodidos hijos de puta! Será un placer caer a vuestro lado! - entonces saca una vez más su fusil y se sitúa tras Jill para escoltarla.

Después de asegurar la zona miro al resto y asiento muy serio. No tiene sentido decir nada más: los ancestros me esperan.

La puerta que manipulaba Jill se abre con un siseo al mismo tiempo que el agujero en la pared de la estación se rompe y empiezan a entrar tipos bien pertrechados en la sala. Llevan trajes espaciales de combate, puños de energía, micropropulsores y otros gadgets cuyo uso desconocéis. Los monjes, Yen Li, Kar Fai y Nayirah se interponen entre ellos y vosotros y podéis salir del inminente campo de batalla. Lo último que oís es la voz de una mujer dando órdenes y los sonidos extraños y monstruosos de una abominación. Por lo que podéis deducir, al buró le gusta la combinación chica-monstruo para sus cuerpos de élite.
Corréis a través de un pasillo lleno de tubos y paneles extraños mientras a vuestras espaldas se oyen los sonidos típicos de una batalla cuerpo a cuerpo. La gravedad artificial de la estación espacial parece ser desactivada y debéis recorrer el último tramo agarrándoos a las tuberías para alcanzar la última sala.

La sala de control de El Puño de Shiva es un lugar amplio y bien iluminado, repleto de ordenadores, megaordenadores y superordenadores. Jill parece la única que sabe hacia donde dirigirse y flota hacia el centro de la estancia. Media docena de científicos con gafas de pasta y batas blancas flotan por la sala con cara de asustados; no llevan armas y uno de ellos sigue agarrado al micrófono de megafonía.

-Podréis matarnos, pero nunca lograréis utilizar el Puño. El funcionamiento del arma más poderosa de la tierra sólo lo domina Peter Rivers... (Señala a uno de los científicos. Uno con coleta y barba, que se estremece ante el chivatazo de su compañero) ...y no creo que esté dispuesto a colaborar con vosotros.

Desenfundo como un trlámpago y apunto con mi arma al chivato:

-Así que tu ya no nos haces falta -digo con media sonrisa mientras amartillo el arma- 

Sin mirar al otro científico le pregunto:

-Peter, ¿vas a colaborar con nuestra amiga o comienzo el baño de sangre?

Sonrío con ferocidad al ver la cara de desconcierto del científico al ser delatado.

- En realidad no hace falta matar a nadie -comento con la voz ronca- Basta con cortarlos poco a poco. Mi gente sabe hacer eso muy bien.

Al ver que el tal Peter Rivers se estremece, la mujer lo tiene claro.

- Por supuesto que nos ayudará - y mira a Rubio - Si el bocazas ha terminado de hablar puedes matarle. Ese capullo ya nos ha dicho todo lo que queríamos saber...- y sonríe maliciosamente.

-Señol Petel -digo al científico mientras doy unas brazadas por el aire para propulsarme hacia un lado-. No se asuste, no vamos a hacel nada a usted. Solo quelemos que nos ayude un momento y luego ya le dejalemos en pas. Venga aquí un momentito y le plometo que no le halemos ningún daño.

Recuerdo que en la guarida de los Dragones vi una película de dos policías en la que uno hacía de malo y el otro de bueno para así conseguir que el sospechoso les revelara información importante.

Los científicos asustados se miran entre ellos. Los sonidos de la batalla en la sala contigua no dan ninguna pista sobre quién lleva las de ganar, así que el tal Peter Rivers se acerca a uno d elos ordenadores y teclea algún tipo de código secreto. Cuando termina, uno d elos paneles de la pared se oculta y e ssustituido por otro con un aspecto mucho más terrible, pintado de rojo y negro, con un enorme monitor en el que se ve la tierra y un joystick con un enorme botón rojo con una calaverita.
-Aquí tenéis... El Puño de Shiva. -Dice algo titubeante. -Pero os advierto que todavía no ha sido utilizado jamás. Su poder de destrucción se basa solamente en aproximaciones e hipótesis teoricas que... ¡Aaargh!

El musculoso hombro de Jill golpea al científico flacuhco en la cara y lo manda flotando a la otra punta de la sala. La Jammer tiene los ojos muy abiertos y tiene que hacer un esfuerzo para que no se le caiga la baba cuando se coloca a los mandos del Puño.
-Muy bien. Vamos a ver cómo responde este trasto.
A medida que la Jammer introduce las coordenadas, la estación espacial gira y se coloca en posición. En el monitor aparece Europa, el Mediterráneo, Italia y Roma, hasta que se detiene sobre el edificio del Vaticano. La imágen es tan nítida que incluso podéis ver moverse algunos vehículos, maglevs y una especie de fortaleza flotante, sin duda lo que tanto asustaba a los jammers respecto a intentar un ataque directo.
En esos momentos oís un grito desgarrador en la sala contigua. Reconocéis la voz de Steve Chung.
-No tenemos mucho tiempo, muchachos, pero esto ya está listo. ¿Alguien quiere hacer los honores? ¿O aprieto el botón yo misma?

Busco un lugar desde donde parapetarme, es posible que los enemigos entren en cualquier momento.

- ¡Dale ya! -chillo- ¡Acaba con esto de una vez!