Partida Rol por web

El enano le escuchó con interés recordando la muerte de Delin Bairg y su primo Manawidan Bairg. Ató cabos incluso antes de que el Dunlendidno acabase de contarle su historia. Aprovechando que aún estaba sentado y calmado Kramghrat se acercó a recoger la espada corta para guardársela en el cinto.-Por ahora todo encaja Dunlendino y puedes dar gracias a tú sensatez por seguir respirando, pero no respondes a cuanto te pregunto¿con qué intenciones nos seguiste desde la posada? Fue Gronu quien te lo contó todo¿verdad?El era el gancho para que nos contase las mentiras de esa vieja coja y nosotros te hiciéramos el trabajo sucio de encontralo, para luego acabar con nosotros.-el enfado del enano era más que evidente, pero todavía le quedaban preguntas sin respuestas.- ¿Quien es el hombre con el que hemos acabado?¿Y quien es Cigfa? Tal vez tú sepas decirme cuanto tiempo hace que el Tirthon esta en ruinas.- esa pregunta le descolocaría seguro, era algo que Kramghrat  llevaba tiempo preguntándose. Así no solo averiguaba más sobre la región, sino que desconcertaba a Malm.-Me has dicho que te dedicas a las cabras, otro Dunlendino cabrero, el lugar que has descrito me suena a los Fuilcwian¿qué tienes que ver con ellos?Y ya te advierto de antemano que no me gustan nada los brujos.

Por último no se mucho sobre las leyes de esta tierra pero la herencia de un señor bandido dudo que puedas reclamársela a la Dama Vulfredda, así que no me vengas con reclamaciones infundadas pedazo de basura. El único logro de tú antepasado fue huir como cobarde, dejar morir a los suyos y recurrir a su primo, tú ancestro, para intentar recuperar un tesoro que no les pertenecía y lo único que consiguieron fue acabar en las fauces de un troll. Sino me has mentido y es cierto quien dices ser, canta las poesías de tú antepasado.-Kramghrat estaba dispuesto a asumir una reclamación legal de herencia, incluso si esta hubiera sido fidedigna hubiera tratado de llegar a un acuerdo por sus servicios. El enano respetaba en sobremanera, el linaje, las herencias y los antepasados por ello le sentó tan mal que aquel muerto de hambre tratase de tomarle el pelo con derechos y reclamaciones infundadas, no era más que un sucio mestizo con ciertas ínfulas, poco tiempo le quedaba sino complacía al enano en todas y cada una de sus demandas.

- Nunca he tenido ninguna pista sobre la localización del Lago Interior, por lo que me he burlado de seguir el sueño de Manawidan, hasta hace poco, cuando mi hijo, Cles Bairg, volvía de un largo viaje a Bree. Cles se alojó en la Última Posada en el camino d regreso, donde conoció a Cigfa y se entero de lo que ofrecía. Mi hijo rechazó la oferta de la vieja sin revelar nuestro parentesco y, pocas noches después, me contó el plan de la anciana para descubrir un tesoro en los Páramos Fríos. Me di cuenta de que Cigfa, de alguna manera, había descubierto el tesoro de Tallin, así que al día siguiente partí hacia la posada. Una vez allí, indague sobre la anciana, que había desaparecido, perdiendo toda esperanza para encontrar el tesoro, hasta que me enteré de vuestras intenciones. Y cuando partisteis de la pasada, me dispuse a seguiros para recuperar el tesoro, que tiempo atrás, escapó a mi antepasado.

Me encogí de dolor. La herido producida por el martillo del enano me estaba matando.

- He venido solo y no se quien es ese hombre de ahí. Tampoco conozco a Fuilcwian. Y como te he dicho, siempre me he burlado de las poesías de mi antepasado. Nunca las aprendí. Y ahora me odio por eso. Quizás si le fuese prestado atención cuando era pequeño, no fuese sido necesario nada para encontrar el tesoro. Pero siempre pensé que eran mentiras.

-¿Entonces esa tal Cigfa es aquella anciana coja?¿Qué vinculo tienes con ella?Por que parece que os conocías o sois familia, eso no me ha quedado claro.¿Qué tiene que ver Gronu en todo esto?Y no me digas que nada por que su actitud fue más que sospechosa.-le levantó a las malas sin darle mucho respiro, zarandeándole del brazo herido para animarlo ha hablar y responder todo lo que había omitido hasta ahora incluso lo del Tirthon.

- Efectivamente. Cigfa es esa anciana. Es sobrina de Manawidan. 

El dolor del brazo me hizo gritar.

- He estado pagando a Gronu para que vigilase y descubriese los planes de la anciana o cualquiera que fuera en busca del tesoro.

Cuando me suelta siento un enorme alivio, pero el dolor es tan intenso, que dura poco. 

-Bien por ahora es suficiente.-retiró la presión de brazo indicándole el camino a la cueva.-¡Vamos, camina!Al menos podrás ver el tesoro que tanto ansias, te concederé eso para memoria de los tuyos.-Kramghrat fue conduciendo a Malm Bairg hacia la cueva donde descansaban sus hermanos, escupió en el suelo maldiciendo justo antes de entrar. Se dirigió a sus hermanos en khuzdul para que este no les entendiera.-He encontrado a este merodeando por aquí, dice ser Malm Bairg descendiente de Manawidan y al parecer la anciana coja es Cigfa, la sobrina de viejo devorado por los trolls años atrás. Nos ha seguido desde la posada, para luego arrebatarnos el tesoro,pero digamos que ha tenido un pequeño problema con mi martillo.-lance su espada corta al montón de trastos por identificar cerca de Bodolf. El capataz cambió a común de golpe.-Quería encontrar un tesoro y lo hará, pero nada más. Thorin déjale pasar a él primero, tú y yo le seguiremos de cerca. Rothrim desde aquí arriba seguro que tienes una buena posición de tiro por si intentase algo raro¿verdad?- dicho esto le desató las manos a Malm y le indicó con el martillo que bajase las escaleras, el sería la avanzadilla que les guiaría hacia el Camino Bajo.

Con signo de dolor y de asco, comienzo a bajar la escalinata de manera lenta. Con mis manos sin las ataduras, tenía una oportunidad de salir con vida, y quizás incluso de acabar con la vida de estos enanos ladrones. Cierto es que la emoción por ver el tesoro también me nublaba el sentido, pero ahora lo veía todo claro. El tesoro será mío.

     -- Con algo menos de dolor y un poco recompuesto, veo como mis compañeros bajan las escaleras con un humano, me pongo en alerta ya que aunque no pueda luchar si puedo observar sus movimientos y si hace algo extraño dar la voz de alarma.

   --  Bien Kramghrat, este sera compañero del anterior, supongo que ya sabrás que relación tenían...  

Las ropas no lo identifican como compañero de los de la torre. Viste de una forma peculiar. Sus pantalones a cuadros de colores y justillos a rayas le dan un aire festivo que oculta el furor que domina su alma.

El enano negó con la cabeza.-Dice que no sabe quien es, por ahora le creo, el dolor de su brazo es demasiado intenso como para que nos mienta con facilidad. Pregúntale lo que quieres, puede que yo me haya dejado cuestiones pendientes¡eh tú! No me llegaste a decir cuando hace que el Tirthon o Gondym esta en ruinas, ni donde está ahora Cigfa. Me apostaría algo a que este tampoco sabe por que se tiene tanto odio a nuestra raza en Cameth Brin ¿o me equivoco?¿sabes por qué la Dama Vulfredda nos tiene tanta manía?-le retuvo levemente esperando a que Thorin estuviera dispuesto. De nuevo Kramghrat  volvía a blandir su martillo y su escudo por lo que pudiera pasar.

Miro malhumorado al enano. 

- No se desde cuando están en ruinas. Soy un cabrero y no he escuchado historias sobre ellas. 

Escupo de nuevo en el suelo en señal de represalia. 

- Es a la viaja a quien quería seguir, pero cuando llegué a la Última Posada no estaba y nunca apareció. Ha tenido que ser devorada por los Trolls. - Y sonrío a pesar del dolor. Sonrisa que se me corta enseguida por lo mismo.- No sólo os odia a vosotros, tamibén a los Woses, dúnedain, orcos y los Cabeza de Paja (Rohirrim). Pero no se el motivo.

     -- Por que nos habeis atacado, cuanto tiempo llevais siguiendonos y espero que nos digas la verdad, tus ropas y manos estan muy lejos de ser las de un cabrero, como puedes comprobar mis amigos tienen un metodo de saber la verdad que no creo que quieras seguir probando...

   -- Aun con el dolor de la pierna intento sobreponerme y conseguir la mayor cantidad de informacion pues quiza esta nos haga falta.

Hizo un gesto al Dunlendino para animarlo a responder las preguntas de Bodolf.-Un encanto de Dama, odia a todo el mundo por igual. Esta visto que entre Dunlendinos y enanos siempre hay mala sangre, a eso creo si que sabrás responderme. Si es que eres un Dunlendino.-el suspicaz enano entrecerró con algo en mente, tal vez la próxima respuesta marcara para siempre el destino de aquel hombre.

Miro al enano que está tumbado y al parecer herido.

- Ya he respondido a esas preguntas a tu compañero. No me hagáis perder más el tiempo. - Luego giro mi cabeza hacia el enano que me cogió preso. - No tiene porque odiarse las dos razas, pero si es cierto que al menos yo y lo que he oído, no os queremos merodeando por aquí, si no es para hacer algo útil. Sólo he visto enanos trabajando en las batallas por conseguir las Torres Faro. Reconstruyendo lo que cada tribu destruye. 

Miro con cara de cabreo a nuestro "invitado". Nosotros todo lo que hacemos es útil. Tu simplemente dedícate a contestar a mi hermano Bodolf, el cual no hace perder el tiempo, solo necesita tus respuestas.

     -- Bien ya que tu mismo lo has dicho, que sabes de las Torres Faro, quien vive en ellas, que se guarda dinos todo lo que sepas...

No entiendo por qué Kamghrat a perdonado la vida a éste que nos quería ver muertos y quedarse con el tesoro. Nos ha seguido todo el camino sin que me diera cuenta y ésto me da mucha rabia.
Lo quiero ver muerto pues nada bueno nos puede traer su compañía. Y tarde o temprano va a crearnos problemas. De eso estoy seguro.
Levantando mi arco y flecha en mano respondo a Kamghrat.
- No temas, al primer mal paso le ensarto una flecha en medio del corazón -
y cambiando a mi lengua añado
- No entiendo por qué ahora tenemos que hacernos amigos de un ladrón asesino de nuestra raza que nos ha ido siguiendo esperando nuestro momento de debilidad para acabar con nosotros. Esto nos va a traer problemas. Lo mejor sería dejarlo seco junto al otro humano. Dejad que yo me ocupe de él. Nada que nos interese nos puede contar este cobarde.

En su lengua natal Kramghrat respondió a su compañero.-Podría haber acabado con el anteriormente, sino no le hecho ha sido por una buena razón. Durin dirá si me equivoco o no, sea como sea lo tendré bien vigilado si es su destino que vea el tesoro lo verá y si se ocultan más peligros de camino los combatirá por su vida. Es un pago más que generoso por su traición.-

No me iba a venir abajo por las amenazas de los enanos. Estaba muerto y lo sabía, así que saqué pecho y me encaré al enano que me apuntaba con el arco, mirándolo fijamente durante unos momentos.

- No tengo  miedo a la muerte. 

Aguanté unos segundos y luego contesté al otro enano.

- Solo se que las torres pasan de un bando a otro durante la época de final de otoño y invierno. Luchan entre los clanes para apoderarse de las torres Faro. De ahí que la mayoría de ellas estén derruidas y abandonadas. Los enanos son los que se encargan de reconstruirlas, contratados por los clanes que en ese momento sean dueños de las torres.

-Venga, dejemos de ponernos nerviosos, nadie va a matar a nadie eso sería faltar a mi palabra y no le perdonaría a nadie que se metiera de por medio. Decidí mantenerte con vida por deferencia a tus ancestros, no a ti mismo, verás el tesoro como te prometí. Luego todo dependerá de ti, ahora empieza a bajar y acabemos con esto.-el enano iba a mantener su palabra siempre y cuando el Dunlendino no provocase problemas, pero si lo hacia no dudaría en ponerle fin sin dudarlo.

Me doy media vuelta y comienzo a descender por la escalinata de forma controlada y muy despacio. Estaba herido y las heridas me producían dolor a cada paso. A parte de que tenía que intentar mantener el equilibrio, acto difícil por la humedad del suelo. La oscuridad se hace cada vez más pronunciada, y me cuesta cada vez más ver el siguiente paso. 

De pronto, un escalón a mis pies cede unos centímetros bajo el peso de mi cuerpo. De repente, un panel en la pared de roca se desliza hacia abajo y deja salir unos pinchos que rápidamente salen disparados hacia mi. No puedo evitarlos y se me clavan en mi cuerpo sin darme tiempo a reaccionar.