Partida Rol por web

El ruido de la pistola había hecho que saltará el miedo en los dos, Hellin salió disparada agarrada de mi mano hacía un aula y entro rápidamente, intentando hacer una barricada con las sillas y mesas.

Mientras ella se dirigía a la ventana, yo estaba a dos metros de la puerta, para ver si podía escuchar algo más, y avisar a Hellin de lo que pudiera venir. 

- ¿ves posible salir por ahí? era una buena salida, ¿pero cuantos metros habría hasta el suelo?

¡Joder! Habrá que ayudarles. Dijo en un susurro. Quizá si a aquel guarda de seguridad le explicaban lo que estaban tratando de hacer saldrían sanos y salvos. Lo más probable es que acabasen expulsados, pero eso era mejor que acabar muertos. No me jodas Beatriz, no podemos dejarles allí. ¡Todo esto puede ser un error y salir alguien herido! Ainhoa dudaba que hubiera un asesino en serie allí, era absurdo que alguien entrara a matar gente de forma gratuita a un lugar en el que teóricamente no debería de haber nadie.

Vamos. Dijo Ainhoa tirando de Bea para que la siguiese, y tras decir aquellas palabras abrió la puerta para salir de allí.

¡ESTAMOS AQUÍ! ¡SOMOS AINHOA Y BEA! ¡TRANQUILOS! ¡QUE NADIE DISPARE!

Beatriz estaba alucinando, apenas supo como reaccionar ante la actitud de Ainhoa, ¿En serio quería salir allí?Habían escuchado un arma, o al menos eso creía, aquella decisión no era sensata. Pero no tenía claro que quedarse sola allí fuese mejor a si que siguió a la joven al pasillo.
Durante un segundo cerró los ojos al escuchar la voz de Ainhoa temiendo que alguien les disparase.

Un susurro fue lo único que llegasteis a escuchar. Si la intención de Ainhoa era llamar la atención del pistolero, parecía haberlo conseguido. Las escaleras estaban cercas y se escuchaban pasos apresurados bajándolas. Quizá Ricardo y Hellín estuviesen fuera de peligro, pero ambas muchachas podían escuchar los latidos de su corazón como si fuesen tambores. Iban a morir.

Entre Hellín y Ricardo, bloquearon la puerta. ¿Sería suficiente para que no pudieran entrar? No podían comprobarlo. Si no lo era, habían cavado su propia tumba.

Pero las ventanas podrían ser su solución. Hellín se acercó apresurada para avistar la caída que podrían tener...

Una piedra inesperada en el camino. Las ventanas no se abrían con normalidad. Eran ventanas que se abrían desde arriba y no dejaba mucha apertura.

Sabina intentó subir a Martin a sus espaldas, tirando de él con todas sus fuerzas. Sin embargo, el muchacho intentaba entrar en una clase al mismo tiempo. La chica no tenía suficiente energía para cargar con él si el muchacho se resistía. El resultado fue una caída torpe y absurda. Por suerte para ambos, ninguno se hizo daño y, en otras condiciones, hubiese sido motivo de carcajadas. Pero no era el momento.

- ¿como son las ventanas Hellin?. La veía que tardaba en abrirlas y no me daba mucha esperanza, pensaba que iba a ser más fácil ver el mundo exterior. 

Intentaba afinar más el oído para ver si oía como se acercaban esas voces, mientras buscaba a mi alrededor alguna cosa que pudiera utilizar como arma, una regla de madera o algo parecido. 

-Corre, Ainhoa, corre!Tenemos que salir de aquí. Agarró a la joven por la muñeca y tiró de ella incitándola a salir corriendo en la dirección apuesta a las escaleras.
Ya ni siquiera le importanba aquel exámen. Ahora lo tenía claro, estaba pagando por haber accedido a toda aquella locura. Dios la castigaba como sólo Él sabía hacerlo. Estaba aterrada y a punto de morir. Si había un momento en el que debía arrepentirse de todas las malas decisiones que había tomado a los largo de su vida era aquel. Salve María llena de eres de gracia, el Señor es contigo.Bendita tu ereas entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre....
 Dejó que su mente divagara recitando una y otra vez todas las oraciones que conocía. Los segundos se hicieron horas, mientras esperaba el fatídico desenlace qeu sin duda se cernía sobre ellas.
 

- No cabemos y estamos muy altos ¿Qué hacemos? No se me ocurre nada... Nada de nada.- Entonces, cogí una de las sillas del aula y comencé a golpear el cristal con ella, para romper la ventana y poder salir por ahí de alguna manera. 

Ainhoa estaba casi convencida que el pánico y los nervios le habían hecho creerse aquella alucinación, pero al ver que todo aquello seguía y que parecía efectivamente que iban a morir, se volvió a acojonar. Ainhoa miró hacia las escaleras, con la esperanza de ver a quien bajaba por ellas, pero cuando Beatriz tiró de ella, salió también corriendo. Mierda, tiene razón.

Ya todo daba igual, que más daba el examen. Allí debía de haber algún asesino suelto y no tenía ninguna intención de conocerle. Así que, la oronda muchacha salió corriendo detrás de Beatriz, con la esperanza de dar esquinazo a su asesino.

Tras caer al suelo en la oscuridad Martin se sentía un poco desorientado, así que no sabía muy bien donde estaba la puerta a la que se dirigía. Pero una cosa le pasó al chico. No cundió el pánico. De cierta manera Martín estaba muy concienciado de que quien quiera que fuera su perseguidor, los tenia en bandeja. Había que crear una distracción que les brindara suficiente tiempo como para ocultarse decentemente. Una vez se hubo reubricado en el suelo susurro a su compañera.

-Intentaré distraerle, abre la puerta. Rápido!

Siendo asi tomó su botella de agua y la lanzó en la dirección opuesta del pasillo, rezando para que chocara contra algo ruidoso, brindandoles suficiente tiempo para escapar.

Y aunque Martin seguía preocupado por el examen, se preocupaba mas de seguir vivo.

¡NO! Si quisieran matarnos lo habrían hecho ya....estamos en el suelo...Esto es como en la caza. Nos intentan poner nerviosos, que corramos, que cometamos errores. Sabina se había levantado frotándose el coxis y miraba a su alrededor con precaución. Lo siguiente, si realmente tienen un arma sera disparar a un cristal o así... Con calma, Martin. Salgamos con calma e ignorando los ruidos. 

Aunque parecía relajada, Sabina estaba tensa. Muy tensa. Y le estaba costando horrores no salir corriendo, abandonando todo y a todos. PEro su voluntad era bastante más fuerte de lo que ella misma pensaba.

Las dos muchachas corrieron. Corrieron casi sin respirar, sabiendo que sus vidas estaban en juego. Un mal paso, un mal giro, implicaría el fin. Y ambas lo sabían.

Beatriz tiraba de Ainhoa que, aunque lo intentaba, poco a poco se quedaba atrás. La adrenalina de la situación parecía que no fuera suficiente... Pero todo podía cambiar.

Todo podía cambiar en menos de un segundo. Las pisadas a sus espaldas, aunque ellas ya no podían escuchar nada, se detuvieron. Alguien allí contuvo el aliento y alzó el brazo, con un arma cargada apuntando a la espalda de las chicas. Pero temblaba su pulso... Pero ellas no podían verlo. Sólo escucharon el disparo, cuyo ruido parecía ahogado de alguna manera. La bala rompió el aire, acercándose a las muchachas por detrás... Pero la diosa fortuna debía estar de su parte esa noche, pues el proyectil que podía haber acabado con una de sus vidas se desvió, impactando contra una de las taquillas.

Hellín se armó con una de las sillas y se lanzó contra la ventana. Pero, tras varios golpes, se dio cuenta de que la ventana no se rompería. ¿De qué material serían? Una ventana de cristal cedería con menos impactos.

La muchacha estaba provocando más ruido del que a Ricardo le hubiese gustado. El muchacho buscaba algo con lo que defenderse, acercándose a la puerta inconscientemente, escuchando cualquier ruido que pudiera alertarles de la proximidad del agresor... Pero escuchó algo que le heló el corazón, aunque por suerte no había sido en ese pasillo. El sonido de un disparo, como ahogado, resonó en la Universidad, el impacto con algún lugar metálico.

El lanzamiento de Martin fue certero, pero no hizo tanto ruido como él intentaba. La botella impactó contra una de las taquillas, rebotó contra la puerta y cayó al suelo, rodando hasta que tocó a la pared. Su intención estaba clara: Provocar una distracción para poder esconderse... Pero Sabina tenía otras intenciones. Cada uno de sus pasos era una lucha interna para no salir corriendo, dejando atrás a sus compañeros. Quizá era lo más complicado que hacía en toda su vida, intentar actuar con toda la normalidad de la que era capaz, pasar totalmente desapercibida.

Pero ambos no pudieron evitar detenerse cuando escucharon el sonido de la amenaza. No tras ellos, por suerte, pero sí algún pis más abajo. El sonido ahogado de una bala salía disparado de una pistola, estrellándose en algún lugar metálico. Todo eso no era un juego.

Ainhoa dio un grito de terror y asustada. Aaaaaaaaaah!!! Aquello si que no se lo esperaba; Vale, había escuchado el grito de Hellín, había oído los pasos, el cargar la pistola, había oído muchos indicios de que algo malo estaba a punto de pasar, pero... pero vamos, que Ainhoa no se lo creía. Pensaba que el estrés que estaban sufriendo le estaba haciendo alucinar, pero al ver la bala, el disparo, y escuchar el sonido, aquello ya estaba claro que no era nada, pero nada, imaginación.

Todo era mucho más real de lo que en un principio se había imaginado. Larguémonos de aquí. Le dijo a Beatriz, jugarse la vida por un examen no era para tanto, aunque el resto de su futuro dependiera de él. Había que reconocer que mejor era estar vivo y no tener carrera, que muerto... ¡Eso estaba claro!

Joder, Bea, busquemos la salida. ¡No podemos seguir aquí más tiempo! Dijo alterada con ganas de salir de allí en cuanto pudieran.

Estoy cerca de la puerta mientras oteo la sala para ver si encuentro algo que sirva como arma, de fondo se encuentra Hellin intentando romper la venta con una silla.

- Quiere que te ayude o ves directamente que es imposible abrir una vía de escape? en el momento en que acabo esta frase, se escucha en la lejanía de la universidad, un disparo. ¿que cojones ha sido eso? habrá sido el vigilante, o no llevan arma ? Me preguntaba en voz alta. 

El sonido del disparo hizo que Beatriz olvidase que existía el mundo a su alrededor. Sólo podía pensar en correr, en huir de aquel maldito lugar dejando atrás todo y a todos.
Frente a ella un montón de taquillas le indicaban que el pasillo giraba y la adrenalina no le permitía pensar en nada qeu no fuese seguir la dirección del pasillo. No podía concentrarse en buscar alguna salida o escondite si no en correr y seguir corriendo hasta encontrarse muy lejos de allí.

No han disparado a nadie, no han disparado a nadie...ha sido solo un petardo.

Maldita sea, Martin. Vámonos fuera de aqui. Ya. Sabina se acercó  a Martin y le agarró del brazo. Tenemos que irnos de una vez.