Partida Rol por web

Tus manos tocaron una barra. Era de un material de plástico, pero quizá para defenderte de tu perseguidor te bastaría. ¿Qué podría pasar si ese hombre era mucho más fuerte que tú? ¿Y si utilizaba esa misma barra para abusar de ti?

Con esos temores en mentes, te escondiste temblando de miedo. Los pasos cada vez se acercaban más y mas.

La oscuridad de la noche no te dejaba ver a tu supuesto violador. Cada vez está más cerca, y el pitido cada vez es mayor. ¡Si el hombre escucha los latidos de tu corazón, te descubrirá!

El hombre cada vez va más lento hasta que se detiene cerca de tu escondite. Le escuchas respirar mientras sólo puedes ver de sus rodillas hacia abajo. Se mueve y se gira... Te está buscando, como si se tratara de un lobo buscando a su presa...

Mierda le escuchas susurrar. Comienza a caminar para salir del callejón.

Hijo... comienza a hablar tu padre con voz quebrada. Carraspea antes de continuar. Tu madre comenzó a tener problemas respiratorios hace cosa de un mes. Hemos estado de médicos y... bueno, no saben qué tiene. Si empeora, la van a operar a ver qué ven por dentro... Pero no está bien.

Se quedó en silencio, un silencio incómodo. En tu angustia, escuchabas algún que otro sonido extraño en el móvil.

Te llamaré si pasa algo, pero no dejes tu móvil en casa, llevaló siempre contigo, ¿vale? Se lo poco que te gustan estas tecnologías... Pero no te tienes que preocupar, ya está configurado y todo

Sales corriendo y Guizmo te sigue, ladrando de la emoción. Huyes con pánico, aunque más relajada. Temes que, si vuelves la vista atrás, la muñeca rota te esté persiguiendo...

Una risita de niña pequeña resuena a tus espaldas. Aceleras el paso justo para salir a la calle, dejando atrás el callejón.

Aún así, no te detienes, sigues corriendo hasta llegar a la boca del metro.

Beatriz comienza a inquietarse y es por esto que acelera el paso, comienza en su mente a calcular cuanto tardaría en llegar de aquí a casa, donde hay algún establecimiento público cercano, si conoce a alguien que viva en esa zona... Sin bajar el ritmo y con su cabeza llenándose poco a poco de miedos y de imágenes terroríficas saca el movil del bolsillo y se lo pone en la oreja fingiendo que habla con alguien.- ¿Diga?, sí, te oigo, perdón por el retraso, ya sé que los chicos y tú me estáis esperando, ¿Que tal el entrenamiento?.... si, cielo, ya voy, ya sé que el rugby cansa, te prometo que cuando veáis la cena no os arrepentiréis de la espera. Estoy a dos calles amor. Chao.

Se detiene un momento tratando de comprobar si los pasos que sonaban tras los suyos continúan ahí, y sigue su camino, aunque tenga que dar un rodeo, va por calles más grandes y transitadas y cerca de lugares públicos.

Mi pulsación se eleva al escuchar las palabras de mi padre sobre mi madre, no me podía creer que tuviera problemas respiratorios.

- ¿Dónde está ingresada? en que hospital? Necesitas que vaya para estar contigo. el día había estado muy bien, había coqueteado con Hellin y con Sabina, y la noche pintaba mejor todavía, pero la llamada le había preocupado un poco.

Ainhoa contuvo la respiración. No se sentía capaz de hacer nada contra él. Agarró fuerte la barra de plástico que había encontrado. Qué era, ¿el palo de una fregona? Aquello no le serviría de nada, pero cualquier otra cosa tampoco sabría como usarla... Se llevó la otra mano a la boca, para tratar de aguantar su respiración. No quería que nada se escuchase, que no le oyese. Parecía que no le hubiera visto y eso era lo importante. Librarse de él.

Unos segundos más, y el hombre se habría ido...

Los pasos del hombre se perdieron. Poco a poco tus sentidos volvieron a recuperar la normalidad, al tiempo que tu corazón dejaba de bombaear sangre a una velocidad desenfrenada. El pitido de tus oídos dejó de presionarte las sienes y tu respiración se volvió tranquila. Estabas empapada de sudor, pues el esfuerzo y el miedo te habían provocado un ataque de estrés. Ahora, más tranquila, tu cuerpo empezó a tiritar.

¡Eh, tú! no sólo los pasos seguían allí, si no que el viento arrastró una voz que te pareció desagradable, una voz lasciva. ¡Guapa, espera, tengo algo para tí! Y empezó a correr para dirigirse hasta tu posición.

En el Hospital Central, hijo. No te preocupes. Tu madre y yo sabemos que tienes El Examen ya, y queremos que sigas estando en la Universidad. No dejes que este contratiempo te influya. te contestó tu padre con una voz que parecía más tranquila.

Te dejo, hijo, te mantendré informado. Adiós, te quiero dijo antes de colgar.

Ainhoa soltó todo el aire que tenía guardado en su interior. Llevó sus brazos a sus hombros para cubrirse. Tenía mucho frío. Había estado tan agobiada que no se había dado cuenta de lo húmeda que estaba. Tenía que llegar cuanto antes a casa de Hellin. Las calles no eran seguras, eso estaba claro. Su madre tenía razón. ¿Por qué narices había decidido salir de casa?

Ahora más tranquila decidió encender su móvil para ver su ubicación y comprobar donde estaba la casa de su compañera. No podía estar más tiempo ahí...

Temblando en el metro, Sabina fue contando una a una las paradas hasta la casa de Helena. Tenía que hacer un transordo y cambiar continuar tres paradas más. En aquel momento echó de menos tener un Iphone como el de su compañera de piso que indicase el camino más rápido. Más relajada en el metro, que iba casi vacio, puso la comida en el asiento de al lado y ató con correa a Guizmo por si algún segurata decidía que había que engordar las arcas municipales. Cuando por fin salió del tren subterraneo caminó quince minutos hasta la puerta del portal de Hellin.

Sabina esperó unos segundos antes de llamar al timbre. Necesitaba calmarse. Respirar. Relajarse. Olvidarse de la maldita muñeca ¿Qué mierdas? ¡Necesitaba estar dentro del maldito edificio! Protegida de los miedos absurdos con compañía de mas personas.

RIIIIIIIIIIIIIIIIIINGGGGGGGGGGGGGGGGGGG

Un tremendo escalofrío recorrió todo su cuerpo al oir aquella voz, toda su vida había temido tener que enfrentarse a alguna situación de aquel tipo, y, al parecer, ese era el día; o más bien, la noche.

Comenzó a correr lo más rápido que pudo,su cerebro comenzó a nublarse. En él se agolpaban los latidos de su corazón y la adrenalina generada por el miedo que sentía.

Apesar de aquello trató de concentrarse, conocía la zona y se dirigió hacia el establecimiento público más cercano mientras gritaba,-déjeme en paz, no tengo nada para usted.

Después de oír la voz de mi padre, y que parecía que no era necesaria mi ayuda para cuidar de mama, intento alejar de mi cabeza todo lo que había pasado, eso si, sin olvidar el teléfono en el bolsillo, no vaya a ser que mi padre me llamase.

Me preparo para lo que íbamos hacer por la noche, me meto una ducha rápida y busco las ropas más oscuras que tenga. Esto de ver las películas de Bourne, flipan a cualquier.

Salgo de casa, destinándome de los colegas rápido y vuelvo a desandar el camino hacía la casa de Sabina, tenía ganas de verla.

Notaba a empezar como me faltaba el aire, eso no era nada bueno, aunque intenté cerrar los ojos tampoco sirvio de mucho. Como siempre que hago en esas situaciones cerre los ojos y pense que todo pasaría rápido, de no ser asi en breves instantes comenzarian los sudores frios y los temblores. Encima no había puta cobertura... menudo asco de todo. El tiempo estaba pasando y cada segundo sonaba seco como un tic tac en un reloj inexistente. unicamente en la cabeza de Martin.

Esperé sentado a ver que pasaba al final, pero fuera lo que fuera que fuese rápido.

Caminas lentamente, fijándote en tu móvil y sin casi prestar atención a tu alrededor. El peligro había pasado y ya todo era más seguro.

Pero aún no habías salido del callejón cuando unos pasos se acercaron a toda velocidad a la entrada a la que te dirigías. Un terrible temblor recorrió todo tu cuerpo mientras levantabas lentamente la cabeza. ¿No se había ido ya?

Eh, preciosa... dijo una voz carrasposa, tocada... que te recordó a la de un borracho y, seguramente, un pervertido sexual.

Levantó el brazo hacia tí y cada vez se acercaba más.

Antes de que pudieras coger el pomo de la puerta del establecimiento, el hombre apoyó su mano sobre tu hombro. Un escalofrío recorrió tu cuerpo mientras te girabas lentamente para mirarle. Su otra mano se dirigía hacia tu cintura. Estabas convencida de que te quería atraer hacia su cuerpo para... ¡a saber qué te hacía aquel pervertido!

Lo peor de todo era saber que nadie había escuchado tu anterior grito y era posible que no te escucharan gritar ahora...

¡Paf! La muchacha que estaba intentando tranquilizar al hombre de la puerta recibió un golpe en la cara por el susodciho. La muchacha fue lanzada hacia los demás pasajeros. Su nariz no tardó en empezar a sangrar.

¿Qué haces, gilipollas? gritó un hombre que también estaba allí y había recogido a la muchacha. Se apartó de ella y enganchó por el cuello al de la puerta, moviéndole de tal manera que quedaron mirándose cara a cara. ¡Le has partido la nariz a la muchacha, y ella sólo quería ayudar! comenzó a gritar. Levantó el puño e intentó descargarlo sobre el otro, pero la muchacha intervino de nuevo. ¡Déjelo, déjelo, sólo está nervi...!

No terminó la frase, el movimiento del hombre fue más rápido y fuerte de lo que ella podía frenar y la golpearon en la boca.

Los dos hombres se liaron a puñetazos mientras el niño chillaba como un histérico. En pocos segundos, eso se había convertido en un gallinero.
 

Cuando sales de la ducha, al meterte el móvil en el bolsillo, te fijas en que tenías varios correos.

La mayor parte eran de publicidad, pero era extraño. Era publicidad acerca del medio ambiente, de estudios sobre tu carrera.

"¡¡Salva el Planeta!! Nueva empresa dedicada al sector del Medio Ambiente cuenta contigo para salvar el mundo..."

"Laboratorios del mundo necesita gente capacitada como usted, Ricardo, para estudios..."

Y no solo esos.

"Carlos López quiere agregarle como amigo"... "Aparece en 10 fotos de Facebook"...

Ainhoa pudo comprobar como nuevamente su corazón se ponía a latir a cien por hora. ¡No puede ser! ¡Otra vez no! No podía creérselo, pensaba que ya le había dado esquinazo, y cuando lo volvió a ver allí, por poco le da algo. Guardó instintivamente su móvil en el bolso y dio media vuelta. No podía enfrentarse a él. No podía creerse que siguiera estando allí.

Así que, una vez más, Ainhoa salió corriendo en dirección opuesta al pervertido. Estaba agotada, muerta de frío y mentalmente estasiada. Volvió a evocar las palabras de su madre, ella le decía que salir de casa no era seguro, y eso estaba más que claro.

Desgraciadamente, aquello solo iba a suponer un problema, no podría quedar con Hellin, lo que implicaría suspender el examen.

Beatriz pudo notar el tacto de la mano de aquel desconocido en su hombro, a partir de ahí todo se volvió confuso para ella. La adrenalina y el terror nublaron por completo su juicio. Comenzó a gritar, a llorar y a forcejear contra auel desconocido sin que nada pudiese evitarlo, -no, no por favor. gritó, socorro!!!! Estaba tan aterrada  que ni siquiera fue capaz de abrir la puerta, sus dedos parecía que no supieran utilizar aquel esquivo pomo,- suélteme, socorro!!!