Partida Rol por web

La respuesta de Vincent recordó que había estado a punto de darle aquella nota, pero en el último momento se echó hacia atrás al escuchar llamarle cachorro. Llevó tranquilamente la mano de nuevo al bolsillo interior de su chaqueta. Aquella nota ensangrentada con el fluido vital de la señora Pomfrey.

Le enseñó la misma en la distancia, para que pudiese distinguir la "tinta" especial con la que estaba marcada para posteriormente acercársela a su interlocutor.

-Escrita con la sangre de mi casera. En mi propio cuarto. Este indeseable ha llegado hasta mi casa y al no encontrarme se ha cobrado la primera víctima que ha aparecido por mi casa. Mi casera.

Comentó el Van Helsing sintiendo la ira llenar sus pulmones y cerebro.

Vincent arrugó el ceño en cuanto Van Helsing le mostró la tarjeta, estaba claramente enfadado. Aquello le había descolocado por completo y algo que fuera capaz de descolocarlo lo irritaba sobremanera.

- Maldito...- masculló entre dientes al tiempo que cogía la nota de las manos de Van Helsing sin que este fuera capaz de percatarse del movimiento, era tan rápido que no se dió cuenta que le había quitado la tarjeta hasta que no lo vió leyendo la misiva- sucia rata- agregó arrugando la tarjeta con el puño- el conde va a pagar por esto- miró a Van Helsing a los ojos muy serio, tanto que no pudo evitar un escalofrio al ser consciente del poder que emanaba de aquel vampiro- te lo aseguro. Debí haber terminado con él en Transilvania...- comentó para sí reprochándose a sí mismo- mi respeto por las reglas me impidió hacerlo- miró nuevamente al doctor- lamento mucho haberte puesto en semejante peligro. He infravalorado al conde, no es el guerrero que fue. En sus actos no hay honor hay cosas que un caballero no debe hacer... ¿Y dices que él y la baronesa ya se han visto? eso era mucho más previsible. Ambos fueron amantes hace unos años, la cosa no prosperó como cabía esperar... supongo que Drácula ha sido incapaz de resistirse a volver a encontrarse con la baronesa para aliarse con ella y luego traicionarla... es algo muy típico en él.

Más relajado depositó el trozo arrugado del papel en una de las mesitas y volvió a sentarse frente a Van Helsing

- Los señores vampiros somos en total siete... aunque en realidad nuestro número se ha reducido a seis. Drácula, Catalina y yo somos tres de ellos, el resto son Boris, Dumitru y Villalobos... Tiberio falleció recientemente por causas ajenas, aunque estoy bastante inclinado a pensar que fue por obra de la baronesa. Verás, los vampiros nos hacemos más poderosos con el paso de los años, no es lo mismo un vampiro joven que uno antiguo y además se puede obtener mucho poder derrotando a un grande e ingiriendo su sangre. Como comprenderás esta información puede conllevar a una violencia extrema entre los antiguos, por eso dicha información sólo la conocemos unos pocos y hemos establecido una serie de reglas para evitar que nos destruyamos mutuamente... sin embargo la baronesa es muy ambiciosa y es conciente de este detalle. Estoy seguro que hará lo que sea necesario para autoproclamarse señora de los vampiros.

En cuanto que el recepcionista escuchó aquello miró a Richelau muy serio.

- Disculpe caballero, pero este es un club muy serio... ¿Puedo saber que miembro de nuestra casa ha requerido su presencia?- estaba claro que el duque no había impresionado a aquel hombre, el club era lo bastante selectivo e importante como para que los que los miembros que trabajaban allí no estuviesen acostumbrados a lidiar con personas de la alta sociedad- disculpe mi celo pero las reglas de este club son muy estrictas y ninguno de nuestros clientes ha avisado sobre su visita. ¿A quién habría que avisar, caballero?- volvió a incidir de manera educada pero con expresión inexcrutable.

Mientras el dependiente esperaba la respuesta del duque, sir Alexander pudo ver por el rabillo del ojo a un caballero que lo observaba con cierta curiosidad a una prudente distancia, dentro del recinto del club al que el duque aún no tenía acceso.

-¿Causas ajenas? Preguntó el profesor al enterarse de la muerte de Tiberio. ¿Qué sabéis al respecto?

Otra de las cosas que le llamó mucho la atención es que tres de los seis que quedaban con vida se encontraban en Londres, si no cuatro, pues estaba convencido que Boris intentaría contactar con su descendiente que se encontraba casualmente también en Londres.

-Decidme Vincent. ¿Qué tiene Londres para que los señores de la noche se aglutinen e infecten las calles de esta ciudad? ¿Cuánto tiempo lleváis viviendo aquí? ¿Y dónde se encuentran ahora mismo Boris, Dimitru y Villalobos?

-Y lo que es más importante, ¿por qué creéis que Drácula me citó aquí? Si es verdad todo lo que me habéis contado, enviarme hacia vos conociendo la relación que decís compartimos, es un paso bastante ilógico.

Eran preguntas directas pero Van Helsing no estaba dispuesto a irse por las ramas.

Aquel hombre debía ser retrasado mental o simplemente imbécil. Usar ese tono con un miembro de la realeza era para alguien con algún deficit de oxigeno en el cerebro durante una larga temporada o para alguien que quería, simplemente, ver su carrera arruinada.

Afirmar que aquel era un club serio con tales desperdicios humanos en recepción era ser cuanto menos, irónico.

- Ahora comprendo porque este club solo figura entre los diez mejores, no como el mejor. La incompetencia del servicio se hace evidente. - Comenté con total tranquilidad, siendo sincero en mis palabras hacia aquel proyecto de torpe ser humano que se arrastraba por la vida intentando servir de forma incorrecta a mejores que él.

- Volveré al Brook's a escapar de esta cuadra. - Aquel si era el mejor Club de Londres, donde podían reunirse los más poderosos, ricos y nobles de la sociedad. - Y comentaré que tipo de servicio puede uno encontrar aquí. Lamentable. - Dicho esto, me di la vuelta pasa salir de aquella pocilga pintada con pintura de plomo que intentaba maquillar su incompetencia.

Molesto, me preparé para marchar cuando vio a alguien que me observaba. A modo de saludo formal, me paré unos segundos para limitarme a mirarlo, asentir ligeramente con la cabeza y seguir la marcha para abandonar aquel antro.

El hombre que Sir Alexander había visto a través del cristal se dirigió hacia el duque y lo detuvo posándole suavemente una mano sobre su hombro.

- Sir Alexander, espere por favor- le dijo con modales de caballero- ruego que disculpe al conserje de este club. Él en realidad estaba haciendo su trabajo, a usted no lo conoce y ha recibido ordenes muy estrictas de no dejar pasar a nadie que no pertenezca al club. Pero si me lo permite, quizás yo si pueda ayudarlo, mi nombre es Lord Sean Blackwood. Es un placer poder conocer en persona al famoso duque de Richelau- le tendió la mano a modo de saludo formal.

Vincent se arreyanó en el asiento para contestar a todas las preguntas que le formuló su descendiente, parecía totalmente dispuesto a emplear todo el tiempo del mundo en satisfacer las interrogantes del profesor.

- La muerte de Tiberio fue del todo inesperada... verás, cada señor de los vampiros realiza una función, a pesar de nuestras diferencias es algo que hay pactado y que no conviene quebrantar por el bien común. De manera que aunque no te lo parezca los vampiros debemos cumplir ciertas reglas y tenemos nuestras propias leyes. La desaparición de Tiberio por tanto es algo malo, no sólo para nuestra sociedad sino para la vuestra propia- lo señaló con uno de sus delgados dedos- la ausencia de poder siempre provoca caos y más en un mundo como el nuestro. Estoy convencido de que la baronesa se encuentra detrás de ese asesinato pues es una mujer con muchas ansias de poder que nunca ha dudado en hacer lo necesario para su propio beneficio... sin pensar lógicamente en las consecuencias de sus actos... si has leido algo de la vida de Bathory sabrás a lo que me refiero- le dedicó una mirada más exhaustiva.

- Con respecto a Londres... la verdad es que o sabría decirte el porqué con exactitud... pero lo que mueve a un señor a frecuentar una tierra, es precisamente por algún tipo de interés. Inglaterra es un territorio bastante apetecible para controlar y Londres es su capital- sonrió con cierta picardía- en lo referente a los paraderos del resto de señores es una información privada a la que no siempre tengo acceso, supuestamente están en sus respectivos territorios. No tengo medio de saberlo aunque es muy posible que Boris aparezca también por Londres, según mis hombres está tras la pista de alguien y es probable que también se encuentre en la capital.

Dicho lo cual alargó la mano para coger una copa que contenía un líquido carmesí, dio un sorbo y con el recipiente entre sus manos volvió a centar su atención en Van Helsing.

- Creo que Drácula te citó aquí pensando que ambos nos enzarzaríamos en una batalla... él no tiene ni idea de nuestro parentesco- amplió su sonrisa-  su olfato estaba demasiado atrofiado para relacionarte conmigo, ni siquiera cuando te tuvo tan cerca, cuando le diste muerte... No sabes lo orgulloso que me hiciste sentir, mi querido cachorro- posicionó la copa delante de él a modo de brindis y apurando lo que quedaba de aquel líquido, guiñándole un ojo.

Se paró cuando sintió la mano en el hombro. Si no fuera por que miró de reojo y reconoció que los gemelos que llevaba la camisa costaban al menos lo que debía ganar un obrero de las fábricas en tres vidas, seguramente ahora mismo aquel hombre hubiera perdido, a aquella altura, el brazo.

Se giró lentamente hacia el hombre que le había abordado. - Lord Blackwood, es todo un placer. - Se retiró el guante, llevando la mano a medio camino para estrecharla con Sean.

El duque estrecho la mano de Blackwood mientras hacía trabajar a su mente. ¿De qué le sonaba aquel apellido? Ah si, la familia Blackwood era una de las más poderosas de Inglaterra, sus miembros eran destacados miembros del ejército británico, famosos por su valentía y las sabias decisiones que solían tomar en sus cometidos. Además estaban presentes incluso en la Orden de la Hoja de Plata y atacando cabos le vino a la mente la mención de Sean Blalckwood dentro de los asuntos de la Orden, pero jamás hasta ese día lo había visto en persona.

-¿Una función? Bufó Van Helsing ofendido. ¿Qué otra función aparte de traer la desgracia a la humanidad desempeñáis? No creo que tengáis la desfachatez de decir que mantenéis el equilibrio. Así pues debo imaginar que vuestra función es que los demás señores oscuros no se descontrolen. ¿La del conde Drácula sería...?¿Y la de la baronesa? Permitidme que no me tome muy en serio vuestra afirmación, pero no veo ningún papel útil para ninguno de los hijos de la noche.

El profesor se mantuvo callado escuchando lo que Vincent iba comentando e intentando comprender y asimilar cada palabra y cada expresión. En cada una de ellas había una pista para intentar saber que es lo que estaba pasando. Cuando comentó que Boris se encontraba en la capital buscando a alguien, el profesor pensó en la pequeña. Si Boris daba con ella sería muy malo, pero si alguno de los otros hijos de la noche daban con ella antes, seguramente acabarían con su vida para hacer daño a Boris.

Levantando la espalda del respaldo preguntó curioso:

-¿Cuál de los tres se encuentra bajo los asesinatos de los Portman? La respuesta a aquella pregunta le daría una idea de lo cerca o lejos que estaban cada uno de sus objetivos.

Cuando le comentó lo orgulloso que se encontraba de él, Van Helsing contestó tajante:

-Un orgullo vacío. Drácula consiguió sobrevivir. Es un demonio, no un fénix, ¡por Dios! Decidme dónde para en estos momentos. Si espero a la reunión concertada con la baronesa, serán dos, sino los tres y ahí estaremos en clara desventaja.

- Me alegra ver a alguien tan ilustre por aqui como usted. - Finalmente, en el tramo final de aquel gesto de estrechar la mano apretó ligeramente más la mano, como si fuera algún tipo de saludo más allá de lo evidente. - Quizás usted pueda ayudarme con un pequeño problema de ámbito delicado. - Recalcó la última palabra dándole un énfasis especial.

- ¿Podriamos continuar en un lugar más discreto? - Me daba igual seguir en aquella cuadra que muchos se esforzaban por llamar lugar de lujo y exclusivo, u otro realmente a la altura. Por otro lado, allí estaba en cuestión, el responsable de todo aquello. Así que en parte, también le interesaba colocar elementos dentro del club. - Preferiblemente en este local, ya mandé al cochero marchar con el coche de caballos. -

- Por supuesto Sir Alexander- se apresuró a complacer al duque con amabilidad- sígame por favor.

Lord Blackwood acompañó a Richelau a un ala superior del edificio tras pasar por varios pasillos y un tramo de amplias escaleras. A media que iban a adentrándose en el club este se hacía cada vez más ostentoso, como su lo mundase quedase en la planta baja y lo escelso en las plantas superiores. Finalmente entraron en una sala ricamente ornamentada, provista de una gran hoguera central, una rica mesa de madera noble con un juego de sillas tapizadas como requería la ocasión. El salón pese a su amplitud era cálido y se encontraba bien iluminado por una gran lámpara de araña en el tejado.

- Por favor tome asiento... puedo ofrecerle un wiskey o prefiere otra cosa... le aseguro que la bebida en esta sala ha sido revisada por mí en persona- añadió con una sonrisa amable, mientras le servía él mismo, la bebida solicitada por el duque- ¿Y bien? ¿en que puedo ayudarle Sir Alexander?- inquirió sentándose a su lado, dando un trago a su copa de wiskey mientras lo miraba con mal disimulado interés.

El profesor Keane llevó a Carolina al club donde supuestamente se encontraba Vincent. Se trataba de una de las zonas de la ciudad más exclusivas, todos los edificios llamaban la atención por su suntuosidad, pero sin duda el edificio que Catalina buscaba era el más pomposo y elegante de todos... la vampira se permitió una sonrisa cuando lo tuvo a la vista, un edificio a la altura del elevado ego de Vincent.

 La baronesa tenía claro que quería entrar... pero ¿Cómo lo haría? ¿Por la puerta principal o buscando otra vía?

Vincent a pesar de la negativa postura del profesor hacia su persona no parecía ofendido en absoluto. Aquel señor de los vampiros era de caracter tranquilo y estaba claro que poseía inteligencia e información, además miraba al profesor como lo que era, un joven que estaba metido en un buen lío, que necesitaba respuestas y que además poseía su sangre. En cierta manera Van Helsing sintió esa especial conexión que sólo puede establecerse entre miembros de una misma familia... entre un abuelo y un nieto o quizás más, entre un padre y un hijo. Pero aquella ilusión no detendría el cúmulo de sentimientos encontrados de Ludwing, era mucho el daño que los vampiros le habían inflingido y Vincent era consciente de ello. Él era un vampiro, el profesor se había convertido en un cazador, con que asimilara, como estaba haciendo lo que ocurría se daba por satisfecho, quizás si las cosas terminaban bien podría tener algún tipo de oportunidad con él... improbable... pero Vincent en el fondo era un sentimental.

- Comprendo tu forma de pensar más de lo que te crees...- comenzó a hablar nuevamente el vampiro- recuerda que antes de convertirme en esto... yo era como tu, un cazador... con familia y una vida, una buena vida...- se levantó del asiento asaltado por la tristeza de los viejos tiempos, los tiempos en los que Vincent caminaba bajo el sol. El señor de los vampiros se dirigió hacia la chimenea con las manos enlazadas en la espalda observando el suave crepitar de las llamas- es cierto, los vampiros somos una abominación, estamos muertos y lo único que nos mantiene con vida es la sangre de los vivos... sin embargo no pertenecemos ni al mundo de los muertos ni al de los vivos, existimos en un limbo en el que el instinto nos obliga a seguir existiendo. No fueron pocas las ocasiones en las que traté de acabar con mi existencia... y no pocas las ocaciones en que me salvaron para que continuase con mi condena...- se mantuvo callado con la vista clavada en las llamas.

- La función que desempeñamos los señores de los vampiros es evitar que esta maldición se descontrole, de no ser así no existiría vida, pues existimos desde el principio de los tiempos. Y ya que estamos condenados a convivir, lo mejor es controlar la situación, las nuevas camadas suelen estar dominadas por el frenesi de la sangre... o en algunos casos la ambición es tan grande que no son conscientes de la peligrosidad de sus actos... por eso debemos impedir que los degenerados obtengan el control y eso... es más complicado de lo que a priori parece... Con respecto a Drácula, él simplemente ha estado haciendo lo que en vida hizo, evitar que los turcos entren en Europa... aunque no lo creas ha estado desempeñando su función bastante bien... sin embargo tantos años en soledad terminaron por hacer que su mirada se centrara en Londres... y es ahí donde se equivocó... no se puede romper el equilibrio. Con respecto a la baronesa...- Vincent se giró hacia Van Helsing con una mirada de dureza al referirse a la vampira- es un error... un grave error que nunca debió de haber ocurrido. Jamás debería de haberse convertido a una mujer como ella, supe desde el principio que nos daría problemas su sed de sangre es excesiva incluso para nosotros...

El vampiros retomando el control de sí mismo se dirigió nuevamente a su asiento, sentándose con elegancia.

- Con respecto a los Portman... temo que quien se encuentre detrás de todo sea el propio Boris... debes entender mi querido cachorro, que yo no soy un vampiro normal. Conservo mi humanidad a pesar de los años, lo que no puede decirse de todos... Boris ve a sus descendientes humanos como ganado especial, algo que poder utilizar en su provecho... verás, casi todos los señores vampiro poseemos un don especial que ha propicado que sobrevivamos tanto tiempo. Boris peude preever lo que va a acontecer, por eso es un vampiro tan escurridizo y es posible que esté buscando su descendiente para sacarle algún provecho... si encuentra a tu pequeña protegida será un mal asunto, pues la única posibilidad de que permanezca con vida unos años, es que posea su misma habilidad.

- Con respecto al paradero de Drácula, te puedo decir donde tiene su escondite...- se detuvo unos momentos para mirar hacia la ventana, como si escuchara algo- pero es posible que el encuentro que prevees se adelante un tanto- sonrió divertido.

Subió las escaleras, y cada paso que daba le acercaba un poco más a algún lugar que era más de su agrado. Por desgracia, cuando llegó a la última planta no pudo evitar arrugar la nariz. Si aquello era lo mejor que podía ofrecer aquel lugar, él mismo podríai nvitar a un grupo de nobles a comer en su casa sin sus esposas, llamarlo club de caballeros y ganar en clase, estilo y elegancia a aquel lugar de calle. Lamentable que aquello fuera el máximo lujo que algunos nuevos ricos pensaran que podía existir. Jamás comprenderían que después de aquello, aun existía otro nivel reservado solo, única y exclusivamente para la verdadera élite del pais.

Al entrar en la sala indicada por Blackwood, Alexander tomó asiento en el sillón más caro, elegante y de posición que encontró en aquella sala. Su vieja silla de despacho tenía más valor, pero al menos ya había salido de la órbita de plebeyos y mendigos... como Van Helsing.

- Macallan del 26, por favor. - Pidió. Y no pidió otra cosa que un Whisky de algo más de veinte mil libras el trago. Cuando fue servio, encontró el más evidente fallo. Las barras de hielo debían cortarse con plata pura, así como el hielo debía ser ni más ni menos de las mejores cumbres escocesas, y no esta basura galesa que cualquiera podía conseguir.

Decepcionado, decidió pasar a otros temas de más relevancia.

- Bien, Blackwood. Un vampiro ha citado aquí a Van Helsing, es menester encontrarlo y acabar con él. -

Sean detuvo su segundo trago de wiskey a medio camino para mirar a los ojos a Richelau, se trataba de una mirada difícil de descifrar.

- Creo que debería saber Sir Alexander, que ningún vampiro puede entrar o salir del club sin que tengamos constancia de ello. Pese a lo que pueda parecerle este edificio se encierran más cosas importantes de lo que usted cree. Y me temo que su conocimiento de nuestra sociedad está limitado en algunos aspectos- dejó el vaso sobre la mesa y lo miró con gesto grave- Como bien ha supuesto yo formo parte de la Orden de la Hoja de la Plata y este club también. Si un vampiro entra en alguna de nuestra dependencias sin tenerlo previsto, será destruido en el mismo momento en el que ponga un pie- Blackwood estaba encargado de la seguridad de aquel edificio, insinuar que cualquier vampiro pudiese entrar pasando por alto las medidas de seguridad que tenía dispuestas era un insulto hacia su persona- Van Helsing está aquí- concedió- fue algo inesperado pero estaba previsto que lo hiciera...

En ese momento un hombre bien vestido y maneras de caballero apareció en la sala. Al ver a Sir Alexander se mantuvo unos segundos en silencio observándolo muy serio.

- James, este es Sir Alexander, duque de Richelau. Sir Alexander, le presento a Lord James Tennant, un destacado miembro de la Orden del que quizá haya escuchado hablar- se apresuró a presentarlos Sean, consiguiendo que la ligera tensión que se había generado en Lord Tennant se relajara.

- El duque de Richelau- sonrió finalmente, James- es un honor- le tendió la mano con educación.

Tras el saludo entre los dos caballeros, James se acercó a Sean y le dijo algo al oído. El señor Blackwood enarcó una ceja y mirando al infinito unos segundos, dió una orden a Tennant que no tardó en volver a desaperecer tras despedirse de Sir Alex con un cabeceo.

- Le ruego disculpe el celo de Lord James, estuvo durante mucho tiempo vigilando a su antepasado, Drácula y... supongo que ya se lo habrán dicho, pero usted se le parece mucho- sonrió- ¿Por donde ibamos? Ah... me decía usted que un vampiro citó a Van Helsing a estas instalaciones. ¿Podría darme más datos?

A Drácula le gustaba tenerlo todo bajo control, poseía un gran intelecto, era fuerte y además no tenáis escrúpulos. La vida... o no vida en su caso, era para él como un tablero de ajedrez donde los débiles perdían y los fuertes sobrevivían. Tras la charla con Catalina, estaba seguro de haber colocado sus piezas en el lugar exacto... ahora sólo tenía que aguardar a ver que movimiento realizaban sus enemigos para despacharse con un Jaque Mate.

El conde, aún llevaba en la boca el sabor de la sangre de su última víctima... una doncella que había acechado y había conseguido que le permitiera entrar en su casa... al conde le encantaba seducir y alimentarse de sus víctimas en sus propios hogares, en los lugares donde se creían a salvo... pero nadie estaba a salvo de él. Tan sólo fue necesario llamar la atención de la doncella para que se asomara a la ventana de sus dormitorio para que esta lo mirara y cayera en sus redes.

A Dracula le encantaba el momento en que la doncella le abría la ventana de su dormitorio, aquel conflicto en el interior de la chica, mezcla de miedo y deseo... mientras el resto de la familia dormía... como la víctima no podía hacer otra cosa que caminar hacia atrás sin apartar la vista de su depredador... como al llegar a ella, la tumbaba con suavidad con una suave caricia en su rostro y un dulce beso en sus mejillas, la manera en la que la doncella se relajaba y el momento en el que tras desabrochar el botón que cubre su cuello le hincaba los colmillos liberando el preciado líquido carmesí.

 Delicioso... simplemente delicioso... tras haber dejado a su víctima inconsciente el conde se permitió juguetear con sus cabellos, abrocharle el botón del camisón para cubrirle las marcas de su cuello salir de allí en silencio con la comisura de sus labios empapados de sangre. Tal vez volviera a acudir a ella... o tal vez no... Londres era grande y estaba lleno de posibilidades...

Es la soverbia un peligroso pecado, Señor Blackwood. No lo olvide jamás. Pero claro, después llegaba la parte en la cual le revelaba que no solo le habían excluido de la Orden al no informarle del club, además le habían mantenido apartado de los asuntos sin saber aun el porqué.

Aquello ya era demasiado.

Y si Van Helsing estaba allí, tal y como afirmaba aquel hombre -Curiosa paradoja del tiempo, donde mientras Helsing preparaba el entierro de su ama de llaves y yo marchaba hacia aquí, él llegaba antes que yo- mi presencia allí era totalmente irrelevante. Si la Orden pensaba que podía ningunearme así, podían darse por repudiados.

- Lord Tennant, el placer es mio. - Le estreché la mano, poniendome en pie para recibirle. Esperé a que ambos hombres acabaran de hablar, y cuando se dirigió a mi, negué con la cabeza. - Irrelevante. - Dije. - No serán necesarios más datos. Lo tiene todo muy controlado aquí, y puesto que mi ayuda no será necesaria, me retiraré. Ha sido un placer, Lord Blackwood. - Acabé por despedir a Sean.

- Confio en su buen hacer por y para esta empresa, Lord Blackwood. No hace falta que me acompañe, yo mismo se donde esta la salida. -