Partida Rol por web

Emma dejó la taza de te sobre su correspondiente plato, endureciendo ligeramente su expresión. Hablar de pretendientes no era santo de su devoción y menos cuando se trataba de sus propios pretendientes. La señorita Hudson era de gustos refinados y poseía nivel intelectual elevado que la hacía oponerse enérgicamente a las normas preestablecidas por la sociedad victoriana, con respecto a la mujer. De manera que a pesar de ser una joven de noble cuna, estar en edad casamentera y ser una mujer atractiva y de modales exquisitos, no tenía ningún pretendiente oficial. 

El único muchacho que la había pretendido durante más tiempo era el pobre Señor Firth, y a pesar de que el muy bribón había conseguido robarle más de una sonrisa por sus artimañas para tratar de conquistarla y que provenía de una familia humilde, cuestión que era valorada por Emma por su innegable valor... la cosa sencillamente no llegaba a más y por parte de la señorita Hudson se trataba de un tema más que cerrado.

- Mi querida Bárbara- dijo cortés- mi vida es bastante insulsa y aburrida. Lo que has comentado acerca de tus estudios es mucho más interesante que cualquier otro tema que yo te pueda proponer... Has tenido mucha suerte de que un médico con semejante renombre, te esté ayudando con los estudios. No todas tenemos la misma suerte- le recordó Emma, que nunca se había escondido en reconocer que envidiaba a Bárbara en ese aspecto, ella jamás podría acceder a la Universidad y era un tema delicado para la muchacha.

Van Helsing frenó en seco cuando se hallaba a mitad del callejón. Le pareció ver algo oculto en las sombras y eso le hizo detenerse y forzar la visión para intentar descubrir quién se ocultaba en aquel lugar. Echó un vistazo detrás de él, intentando averiguar si era una emboscada y miró a su alrededor de forma disimulada mientras alertaba a quién se escondía:

-¿Quién va? Preguntó. ¿Quién tiene la necesidad de ocultarse en la sombra?

El profesor agudizó sus sentidos y se puso alerta. Aunque todavía una decena de metros le separaba del ser oculto, lo mejor era estar vigilante. 

Van Helsing pudo discernir como unos felinos ojos verdes se materializaban entre las sombras. El corazón del profesor le dio un vuelco, se encontraba desarmado y fuera de combate en aquel callejón...

- ¿Te he sobresaltado...?- escuchó una voz familiar proveniente del lugar exacto donde los ojos lo observaban con atención- Tendrás que perdonar mis modales...- sí conocía esa voz- Pero no he podido resistirme querido mío.

Los ojos de Fizban y toda su esperpéntica persona salieron a la luz. 

- Quería comprobar como andabas de reflejos... creo que apruebas con un notable raspadillo... pero apruebas- el profesor acentuó su sonrisa mostrando sus incisivos, mucho más desarrollados que cuando estuvo hablando con él la tarde anterior. Cualquier otra persona se habría sobresaltado, pero Van Helsing conocía lo suficientemente bien a su profesor para no alarmarse... ¿o quizá si que debería alarmarse?

El señor Jones se ajustó las gafas y miró con el ceño fruncido al conde, al que dedicó una mirada inquisitiva acompañada por un escaneo visual desde los elegantes zapatos de Drácula hasta su bien peinado cabello...

- ¿Y que le hace a usted pensar que conozca, quiera conocer o quiera hablar del doctor Van Helsing? Esto es una biblioteca, si usted se encuentra mal vaya al hospital, seguro que allí conocen a su doctor.

 Al parecer las dotes de Drácula no surtían el mismo efecto que en las damas sobre aquel aburrido bibliotecario, el conde tendría que utilizar otra técnica o reconsiderar sus palabras si realmente quería o consideraba que aquel hombre podría ayudarlo.

Ludwing respiró tranquilo cuando de entre las sombras apareció el profesor Fizban:

-¿Y qué necesidad había para asustarme, profesor? Preguntó con una sonrisa en los labios.

-¿Dónde habéis dejado a Cerbero? No me ha parecido verlo por los alrededores.

-¿Habéis descubierto algo, profesor? Me gustaría comentaros algo. He hablado con Bárbara esta mañana y la verdad que me ha sorprendido lo que me ha dicho. 

Tenía tantas preguntas y tanto que hablar que se hbían quedado a las puertas de la morgue:

-Pero bueno...entremos a lo que hemos venido y hablemos mientras tanto. Dijo mientras cedía el paso a su profesor para que entrase antes, como el protocolo indicaba.

Fizban se ajustó las lentes y parpadeó varias veces ante el aluvión de preguntas que le formuló su pupilo preferido.

- Bien...bien...- dijo- pero será mejor que entremos como tu has dicho mi joven aprendiz. La oscuridad está llena de secretos y oculta grandes peligros...- añadió con voz misteriosa mientras le dedicaba una frugal mirada a las sombras del callejón y entraba en la Morgue.

Un vez dentro, Fizban saludó con confianza al joven doctor que estaba a cargo de aquella morgue.

- Buenas noches Fred, mira aquí te traigo al caballero del que te hablé el profesor Ludwing Van Helsing y es de completa confianza. Ludwing este caballero es Fred Matthew... también ha sido alumno mio- le guiño un ojo a Van Helsing.

El joven doctor sonrió abiertamente y le estrechó la mano con cordialidad a Van Helsing. No se habían conocido con anterioridad, pero al parecer tenían un nexo en común y ese era el profesor Thasselhoff.

- Buenas noches profesor Van Helsing, es un placer poder conocerle al fin. Fizban me ha hablado mucho de usted.

Van Helsing estrechó la mano del Dr. Mathew:

-Lo mismo digo, Doctor Mathew. Dijo ante el saludo del joven. Siempre es un placer conocer a otro alumno del profesor. Por lo que veo no fui el único incauto. Sonrió ante la broma unos segundos antes de plantear el asunto que les traía hasta allí.

-Imagino que una visita con tan poca antelación siempre es un incordio más que una bendición por lo que le agradezco mucho que pueda atendernos.

-Tenemos noticias de que fue hallado el cuerpo de un extranjero en los suburbios de la ciudad. Al parecer murió desangrado. La verdad que estábamos interesados en poder echarle un vistazo si fuese posible y que nos contase algo sobre él, si es que se ha llegado a descubrir algo más. Es un caso bastante curioso.

Unos segundos de silencio. No tengo tiempo para perder. Me está mirando a los ojos.

Así que es sencillo... su mente es mía.

El joven doctor sonrió abiertamente a Van Helsing.

- No por favor, no sois un incordio y menos si se trata de un asunto relacionado con nuestro querido profesor Thaselhoff... en realidad me siento más aliviado sabiendo que hay más personas investigando estos asuntos... - le dedicó una rápida mirada hacia la puerta que conducía al exterior, se encontraba cerrada con llave y no parecía escucharse nada fuera de lo normal- pero será mejor que vayamos a hablar de este tema en la sala... está más acondicionada que el recibidor.

Fizban y Van Helsing acompañaron al doctor Matthew hacia una sala abovedada pintada y alicatada de blanco. La habitación estaba perfectamente iluminada y contenía varios armarios con utensilios médicos, así como una pila de agua limpia, toallas, sábanas blancas y una mesa central donde se encontraba oculto por una sábana un cuerpo humano.

- Este es el cuerpo en cuestión... es un pobre diablo que fue hallado en las circunstancias que acaba de indicar- le dijo a Van Helsing adelantándose al cadáver y descorriendo la sábana para descubrir el rostro, al tiempo que le hacía una seña para que ambos doctores se acercaran a examinarlo y se apartaba para dejarlos hacer.

Van Helsing siguió al doctor y al profesor hasta una estancia diseñada para el estudio post mortem de los cuerpos encontrados. Varios utensilios médicos en armarios y varias camillas era todo lo que disponía aquel lugar.

Cuando el Dr. Matthew retiró la sábana, el cuerpo del susodicho se hallaba bajo la misma. Con el cuerpo pálido y el rigor de la muerte. Ludwing se aproximó al cadaver y dejando a un lado la cartera que siempre llevaba pero si quitarse los guantes examinó el cuerpo desnudo de la víctima con cautela y sin prisas. Como si fuese su trabajo y no el del Dr. Matthew.

-¿Se sabe que le provocó el desangramiento? Dijo mientras le examinaba.

La sangre fluye en mí y la siento con fuerza, abro mis ojos y le miro directamente mientras lentamente son sus latidos los que comienzo a escuchar, siento hambre, un hambre devoradora que, no obstante, acallo mientras dejo que mi oscuridad haga aflorar sus miedos, su subsconciente parece ahora más alcanzable que nunca, su mente...

Él abre la boca dispuesto a hablar.

Pero un hombre que estaba en la biblioteca interrumpe con bastante desatino para pedir el consejo del señor Jones.

Aprieto los labios y me giro, airado, para salir del lugar en dirección a la universidad, sin mediar palabra alguna.

Van Helsing al examinar detenidamente el cuerpo verificó varias cosas, entre ellas sus sospechas, el cadáver se correspondía con el de un hombre de unos 40 años, tenía el pelo sucio al igual que la barba, también presentaba manchas de aceite industrial y alguna que otra cicatriz, lo que hacía deducir que se trataba de una persona de origen humilde, sí, y además lo conocía, había sido paciente suyo... o más bien su hija. Recordaba el caso porque se trataba de una familia muy humilde, el matrimonio trabajaba de sol a sol para poder sacar adelante a duras penas a sus hijos, que eran 5 en total. La pequeña había estado gravemente enferma por un resfriado que derivó a pulmonía, el profesor consiguió salvar a la niña y decidió no cobrar sus servicios. ¿Cómo haría ahora la pobre viuda para sacar adelante al resto de su progenie?

En el cuello de aquel infeliz pudo ver dos pequeñas incisiones no más grandes que la cabeza de un alfiler, los bordes estaban amoratados y ligeramente desgarrados, lo que lo llevó a utilizar la lupa para mirarlos con más detenimiento. Mientras esperaba la respuesta formulada al doctor Matthew los expertos ojos del profesor dedicaban un barrido exhaustivo al cadáver. Entre las uñas de aquel hombre, a parte de mugre entre la uñas observó una uña rota y entre sus agarrotados dedos un prenda... no había muerto sin luchar.

- Doctor Van Helsing... el desangramiento se debe a lo que usted, yo y Fizban sabemos...- parecía ser que el doctor Mathew, por aquellas palabras y la forma de mirar al profesor conocía el mundo por el que se estaban moviendo- este hombre se desangró por culpa de las incisiones que presenta en el cuello. La prudencia es una gran virtud, pero conmigo no debe usted andarse por las ramas... ambos somos alumnos de Fizban- le dedicó una sonrisa complice

O el tiempo de Londres le estaba afectando, o se estaba haciendo viejo o realmente lo que le pasaba es que estaba oxidado... el caso es que parecía que al conde las cosas no le estaban saliendo según lo acordado, al menos Vincent no estaba cerca para dedicarle una de sus odiosas miradas irónicas.

A medida que caminaba por las frías calles de la capital inglesa, la mente comenzó a aclarar, debía encontrar al profesor primero y unas vez echo, pondría en marcha su plan... eliminarlo.

Se hallaba en el centro de Londres y por lo que había indagado encontrar la Universidad no debía suponerle un problema, así que tras encaminar sus pasos hacia el camino indicado por varios transeuntes consiguió hallarse frente al edificio.

La Universidad era grande, debido a la hora las puertas principales estaban cerradas, pero unas ventanas iluminadas daba a entender que el edificio no estaba por completo solo.

A duras penas contiene el cambio en su expresión, y baja la vista, comprendiendo la verdad que habían tras las palabras de su amiga, y a la vez... Pero el instante de duda pasó. Su parte asustada necesitaba que el profesor no la considerase una amenaza, por si la idea de su posible locura resultaba ser correcta. Su parte fuerte sabría reponerse. Su parte vulnerable necesitaba de todo menos que le recordasen la oportunidad que quizás estaba perdiendo. Su parte racional no quería pensar en la locura de los demonios

¿Y si lo dejaba? Los estudios... todo. No... no podía. 

- Afortunada y agotada. - Sonríe ella sin mucho ánimo - En días como hoy hecho en falta más que nunca historias más caseras y entrañables que la frialdad de esos libros. Pero si te interesa... puedo hablarte de las últimas clases magistrales que nos han dado. O sobre mi trabajo de dolencias por mala postura. No necesitas conocer bioquímica para aprovechar lecciones como esa, amiga mía.

Desde luego, todo esto me está dejando por completo exhausto. Pero pronto me repondré y me alzaré por completo.

Por ahora mi tarea es sencilla, envolverme en las tinieblas para investigar en el interior. Las vallas nunca habían sido un problema, menos aún para un murciélago.

Así que cuando nadie observa en ninguna dirección, mi cuerpo comienza a cambiar...

Y me adentro sutilmente, silencioso, como la muerte que acecha.

Van Helsing respiró aliviado a saber que el Dr. Matthew conocía el motivo de aquellas dos marcas, al parecer podría obtener la infomación sin necesidad de parecer un loco, como le pasó con Bárbara:

-¿En qué zona exactamente fue encontrado este hombre? ¿Dr. Mattew, se han encontrado más casos? Tenemos noticias descorazonadoras, Dr. Matthew. Me temo que no será el primer ni el último caso.

Ludwing cogió el trozo de tela de entre las manos del muerto para examinarla. Si había luchado quizá ese trozo de tela les diese una pista. Conozco a este hombre. Su hija enfermó de pulmonía hará un año aproximadamente. Afortunadamente pude tratarla adecuadamente.

Girándose hacia el profesor Fizban le comentó:

-Quizá deberíamos visitar a su viuda. ¿No le parece?

La actitud de Enma se dulcificó cuando le ofreció todos aquellos conocimientos de buena gana.

- ¿De verdad me contarías lo que estás aprendiendo?- Enma no era tan afortunada como Bárbara y le frustraba en la mayoría de las ocasiones, la señorita Hudson tenía que contentarse con leer libros de contrabando y hacer que se trataba de libro de labores o cualquier novela barata para no levantar las suspicacias de su familia. Enma era inteligente y poseía una mente privilegiada lo que la conducía a buscar conocimiento pero siguiendo las normas, le gustaba la buena posición de su familia y no había aguantado todos aquellos años de modales y rectitud para ser repudiada.

- Empieza pues amiga mía... en pago te pondré al corriente de lo que lo que te estás perdiendo de la vida ordinaria... Hay cosas que ne verdad no son ordinarias y que más parecen estar saliendo de una mala novela de misterios... pero por favor tu primero- la miró con los ojos expectantes.