Partida Rol por web

Esta mañana habéis recibido una carta lacrada de manos de un mensajero oficial de la Guardia de la Muerte. La carta, sellada con el sello real de la Dama Oscura, dice lo siguiente:

"Buena muerte. La Dama Oscura reclama tu presencia en el Barrio Real, junto al Apothecarium, para una audiencia. Se te va a encomendar una misión muy importante, que te aportará gran gloria y prestigio si la desempeñas satisfactoriamente, pero no vamos a engañarte: si fracasas, sufrirás un destino peor que la muerte. Has sido seleccionado para esta misión por tus más que destacables habilidades y servicios prestados en el pasado, y la Dama Oscura confía plenamente en ti para llevarla a cabo. No hagas esperar a nuestra reina y preséntate inmediatamente ante ella.

Atentamente, Señor del Terror Varimathras"

Tu no recibiste solo una carta. A ti te entregaron dos, una con el sello de Sylvanas, y otra con el sello del Arcanum Negro.

"He sabido que nuestra Dama te ha seleccionado para una importante misión. Mis felicitaciones; mereces tal honor y estoy seguro de que desempeñarás a la perfección la misión que te encomendarán. Sin embargo, el Arcanum Negro quiere hacer uso de tus destacables habilidades para un pequeño proyecto; no te preocupes, nuestro encargo no interferirá para nada con la misión que te van a encomendar. Por favor, reúnete conmigo en el Barrio de la Magia cuando termine tu reunión con la Dama Oscura. 

Atentamente, Archimago Alathar Sunseeker."

Az´hul se limito a mirar la carta con indiferencia; no era mas que una nueva mision, una mas....la inmortalidad de la no-muerte no era plato de buen gusto por mucho que se lo vendieran, frio, asi era como se quedaba con la misiva pero obedeceria, su lealtad estaba por el momento mas alla de toda duda.

Si la dama tenia una mision Az´hul la cumpliria, ese era el trato, hasta que el azote del rey lich desapareciera, el combatiria, con un seco raspar de sus ropas, se levanto del asiento de piedra donde estudiaba un tratado de hechiceria; ultimamente el arcanum enfatizaba la necesidad de nigromantes capaces, por las necesidades de combatientes frescos.

Cerro el tomo y lo devolvio a las estanterias del arcanum; preparandose para su cita en el apothecarium, uno no hace esperar a un demonio y la dama oscura si sabe lo que le conviene.

Latog se hallaba meditando cuando recibió la misiva de Varimathas. Abrió los ojos, abandonó la posición de loto y leyó la carta. Los espíritus que le habitaban se agitaron inquietos. Se habían acostumbrado a la innaturalidad de la no muerte, pero no se habían acostumbrado a la presencia del Señor del Terror. Latog acalló sus quejas con un encogimiento de hombros y se dirigió al encuentro con la Dama Oscura.

 Al llegar al Barrio Real, os encontráis con las férreas defensas de la Guardia Real, los guardaespaldas personales de Sylvanas y su séquito. Os miran con cierto desdén, conocedores de que, por muy habilidosos que seáis, ellos son mucho más letales que vosotros. Tras recorrer el retorcido y largo pasillo, llegáis a una sala circular adornada con pendones y estandartes de la Dama Oscura. Ocho Guardias Reales custodian la sala, y un séquito de banshees cantan sus lamentaciones para "animar" el ambiente. En el centro, sentada en un trono de piedra gris, se encuentra la Dama Oscura. A diferencia de la mayoría de los no muertos, ella no ha entrado en estado de descomposición, ya que los elfos no se corrompen una vez muertos, y conserva su majestuosa y estilizada belleza élfica. Pero a pesar de su belleza, lo que más destaca de ella es el aura que la rodea, un aura de poder, odio y autoridad que hace que hasta a los más despiadados Renegados le entren escalofríos. A su lado, más impresionante y atemorizante aún, se encuentra Varimathras, el Natzherim que se alió con Sylvanas para evitar su destrucción. Su gran estatura, sus enormes garras, sus cuernos y especialmente sus grandes alas de murciélago le dan una estampa realmente imponente; Sylvanas parece pequeña e insignificante a su lado. Mientras que Sylvanas se mantiene en actitud pensativa, el Señor del Terror frunce el ceño cuando os ve aparecer.

 - ¡Ya era hora, inútiles! ¡En la carta se especificaba bien claro que no os demoraseis!

 Como saliendo de un sueño por la estruendosa voz del Señor del Terror, Sylvanas levanta la cabeza y luego se incorpora en su trono.

- Esta bien, Varimathras. No tiene importancia.

El Señor del Terror se gira hacia ella, y por un momento creéis ver una súbita expresión de ira en su semblante, como si le enfureciese que le desautorizase. Sin embargo, solo dura un segundo, y su expresión se suaviza y hace una leve inclinación de cabeza hacia Sylvanas.

La Dama Oscura se levanta de su trono y avanza unos pasos para veros mejor. Es más alta de lo que a simple vista parece, y se mueve con cierta gracia felina, un resquicio de sus muchos años al servicio de los Forestales de Quel´Thalas. Os observa con dureza, aunque sus labios parecen esbozar una ligera sonrisa cuando se fija en Nessireth.

- Bien, ¿sabéis por que os he llamado?

 Nessireth llegó al trote y muy silenciosa, aun cuando no hacia falta debido a la guardia que les rodeaban. Si aun hubiera estado viva su respiracion estaria algo alterada, estar delante de su señora y servirla era un don para los caidos. Un don que ella deseaba con locura.

Ademas alli estaba tambien el porte demoniaco de aquel señor del Terror, era bastante odioso pero era el aliado de su señora y no iba a contradecir sus pensamientos, tendrian su razon, las cuales Nessireth no necesitaba saber para seguir sirviendola. Arrodillandose en el suelo, Nessireth entregaba asi su servidumbre, pero unicamente dirigida a Sylvanas, como indicaron sus ojos cuando se levantaron para encontrarse con los de ella despues de su pregunta.

-Estoy aqui para servirte mi señora. Estoy preparada para lo que desees.

Su voz sonaba firme y segura, todo el entrenamiento que habia estado realizando, todas sus proezas anteriores se verian puestas a prueba... pero no sentia miedo, era un sentimiento que no iba con su "nueva" naturaleza. Espero en esa posicion mientras esperaba la confirmacion de su señora de ponerse en pie nuevamente.

La presencia de ambos gobernantes era....arrolladora por llamarla de algun modo; caminando con un sencillo baculo runico sin poder, Az´hul traspaso las puertas, cruzandose con la guardia real, ellos irradiaban poder pero era algo diferente, mayor que el suyo, de eso no cabian duda pero era como comparar una antorcha a un incendio forestal; el frio lugar no habia cambiado para nada, negro y lobrego como corresponde al hogar de los renegados.

El demonio, al que Az´hul guardaba un profundo rencor en lo mas soterrado de su marchito corazon les recibio a su particular estilo y manera; siendo amomestado levemente por su autentica señora por mucho que el diablo se creyese al cargo, el latigazo en los ojos del diablo le hizo sonrier en su corazon a Az´hul que por desgracia encontraba el hecho de mover los musculos faciales una hazaña cada vez mas dificil ultimamente...

La dama se levanto y a Az´hul le recordo que era aquello que los mortales llamaban belleza; una belleza que se observa a distancia claro esta pero belleza de igual manera.

Quedo a vuestro servicio mi señora, mi poder os servira una vez mas se arrodillo Az´hul al lado de la otra presente en la sala, una elfa como la dama solo que no tan alta, una mas de los Renegados como el, al completo servicio de su oscura señora.

Latog golpeó su pecho con el puño derecho al estilo militar de la Horda, en parte como saludo respetuoso hacia sus superiores, y en parte para acallar a los espíritus que bullían inquietos en su interior. Manteniéndose cuadrado y en posición de firmes, habló cuando llegó la pregunta de Sylvanas- Tenéis una misión para nosotros, mi señora. - Esperó a que sus superiores rellenasen el silencio que siguió a su afirmación.

- Levantaos

Sylvanas se cruza de brazos y observa durante unos segundos.

- Efectivamente, tengo una misión importante para vosotros. Importante y peligrosa. Os he seleccionado yo personalmente porque soy conocedora de vuestros excelentes servicios y habilidades, pero os advierto que por muy buenos que seáis en vuestras funciones, esta misión os pondrá a prueba más allá de lo que os podáis imaginar. Preparaos bien, porque vais a formar parte de la primera expedición de castigo a Northrend.

 Varimathras coge tres pequeños pergaminos enrollados y lacrados de una mesa, y os los entrega

- Esto son salvoconductos. Iréis a la ciudad de Silvermoon utilizando el orbe de teletransporte de las afueras y se los entregaréis al regente de la ciudad, Lor´themar Theron. Él habrá dispuesto un barco para vosotros que os llevará al Campamento Venganza, nuestro puesto avanzado en el Fiordo Aquilonial. Una vez allí os pondréis a las órdenes de la Comandante Forestal Alana Blackfeather. Llevaréis acabo una serie de escaramuzas e incursiones en territorio enemigo, con el objetivo de eliminar aliados del Rey Lich y cortar sus líneas de suministros, para así facilitar el desembarco de una fuerza de guerra que esperemos que sea lo suficientemente potente como para avanzar hasta el glaciar Corona de Hielo.

- Vuestra misión es muy importante porque de vuestro éxito depende que nos encontremos poca resistencia en nuestro avance hacia la ciudadela del enemigo. Arthas se ha hecho con muchos y poderosos aliados durante estos dos años. No solo dispone de hordas inmensas de no muertos y de científicos que investigan nuevas aberraciones para él; también tiene a su servicio a nerubianos corrompidos, y a una raza de semigigantes que lo adoran como a un dios. Nuestra Guardia de la Muerte no puede hacer frente en campo abierto a tales ejércitos, y por eso enviamos un pequeño grupo de élite a empezar una guerra de guerrillas que nos allane el camino. Os lo advierto: si sois capturados, o peor aún, esclavizados por el Rey Lich, no habrá perdón; se os tratará como traidores. Sin embargo, si tenéis éxito, puedo garantizaros que vuestras hazañas perdurarán en la memoria de los Renegados para toda la eternidad, y recibiréis una recompensa acorde con vuestro sacrificio. Así que decidme, ¿estáis dispuestos a arriesgar vuestra no vida y vuestra voluntad por la gloria de los Renegados?

Las palabras de adulacion de la Dama eran agradables pero no significaban mucho para Az´hul, hacia tiempo que todo salvo la venganza contra el rey lich consumio su corazon, no obstante, la palabra le hizo reaccionar..Northrend..el frio norte, el hogar de su enemigo...un latigazo de ansiedad hizo moverse el podrido corazon de su pecho,,,por fin...

El demonio daba instrucciones tacticas, sobre quien seria su comandante al cargo y la labor que ejecutarian, a mas oia mas le gustaba la idea; castigar a el rey lich, hacerle perder en varios frentes, hacerle sufrir, desangralo como a un vivo antes de caer sobre el con todo el peso de los renegados encima...si, le gustaba.

La dama les advirtio pero para Az´hul, no habia mucho que decir, el era un monstruo, un ser de la tumba que destruia todo a su paso, de hecho no es que tuviera eleccion, si la Dama ordenaba, los renegados cumplirian, no habia mas que preguntar o buscar, ni vueltas que dar, solo obediencia mas alla de la muerte.

Obedecere Dama, dadme la orden y partire para ser una gelida daga en el costado del Rey bastardo....

Siempre resultaba igual, muy embriagador escuchar las palabras de Sylvanas, era algo entre excitante y terrorifico, que lograba hacerlas sentir un penqueño resquemor por el cuello a Nessireth. Poniendose de pie se llevo la mano a donde tenia su corazon latiente.

-No os corresponderia como debo si no os diera mi existencia mi señora. Se llevara todo a cabo como ordenais, podeis contar con mi fuerza para lo que gusteis.

Una vez terminadas sus palabras Nessireth se mantuvo de pie esperando que le diera la orden de poder retirarse.

Aunque no era el tipo de batalla que habían enseñado a librar a Latog, no iba a echarse atrás ahora. Pudo sentir la rabia y la animosidad de los elementos hacia aquél que destruyó el equilibrio elemental de la tierra. Los espíritus aprobaban su misión, y Latog tamién. Volver a trabajar sobre el campo era una liberación para él, tras meses encerrado en las profundidades de la ciudad en ruinas. - ¿Cuando partimos, mi señora?

 - Cuanto antes. Fuera de las catacumbas, en las ruinas del palacio, los elfos de sangre han instalado un orbe que os teletransportará directamente a Silvermoon. Usadlo y buscad al regente para entregarle los salvoconductos. Podéis retiraros. Os deseo mucha suerte en esta misión, y recordad que el éxito de nuestra venganza está en vuestras manos.

Sylvanas hace un gesto hacia Nessireth.

- Nessireth, tu quédate un momento. Tengo unas instrucciones que comunicarte.

Con su permiso entonces mi Dama....

Az´hul realizo una sencilla reverencia a modo de despedida final, antes de retirarse; tenia que ser rapido si queria recoger su equipo del arcanum negro antes de dirigirse rapidamente a el orbe, necesitaba sus componentes de conjuro, su varita, el baculo y diversos enseres, de hecho, el humor negro aun era algo que conservaba, casi parecia un aventurero.