Partida Rol por web

 -No se escucha nada concluyente. -dijo el elfo mientras se incorporaba de nuevo.

Maedros suspiró profundamente y se encogió de hombros

- Hagámoslo oficial, pues. - dijo antes de gritar agradeciendo interiormente que estuvieran en una zona solitaria- Somos un grupo enviado por el Decemvirato y es imprescindible que hablemos con Skeldon Miregrold a la menor brevedad. Si no recibimos de inmediato respuesta y se nos abre esta puerta, entenderemos que se oponen a recibirnos y que, por tanto, hay problemas, actuando en consecuencia

Tras esto mira al resto del grupo y una sonrisa se dibuja en su rostro

- Ahora sin duda no cabrán sospechas sobre si desean abrirnos o tenemos que abrirnos paso a la fuerza

 -Si esta capucha fuera un sombrero, me lo quitaría ante usted, Maese Maedros. -dice el elfo mientras hace una ligera reverencia con la cabeza, cuyos rasgos están casi ocultos bajo la sombra de su capucha negra.

William sonrie ante la ocurrencia de Maedros. Desde luego era una buena idea, ya que era dificil que quien viniese aquí a molestar trajera estás noticias. Y al estar en un sitio apartado no había peligro de que escucharan oidos indiscretos.

Buena idea, sí señor. Ahora a ver cómo nos reciben.

De todas formas, la mano del explorador no se había apartado de la empuñadura de su espada.

Hubo un largo y prolongado silencio. Haakan ya se alejaba de la puerta dispuesto a tomar carrerilla para intentar echarla abajo cuando se escuchó el sonido de pesados cerrojos corríendose. La enorme puerta de roble se abrió lentamente, apenas lo justo para dejar entrever algo del vestíbulo, más por la luz grisácea que entraba por la puerta abierta que por la iluminación de candelabros del interior. Parecía que todas las cortinas de la Logia estuvieran echadas. Un hombre con cara de pocos amigos permanecía en el umbral impidiendo el paso. Era de mediana edad y de rostro bastante castigado, llevaba la armadura de cuero y la brújula que lo identificaba como miembro de la Sociedad.

-El señor Miregrold no está.- Dijo con una voz áspera, esperando que fuera suficiente como para que los visitantes volvieran por donde habían venido.

 -Estaremos encantados de esperar su regreso haciéndole a Usted compañía, Señor. Mi nombre es Valaniel. -hace una ligera reverencia que oculta aún más si cabe su rostro entre las sombras de su capucha.

Hasta ahora, el druida había permanecido en un segundo plano, observándolo todo y al lado de su joven león. La bestia gruño cuando se abrió la puerta, pero Henutsen la calmo con una caricia.

-          - Mi nombre es Henutsen. Somos miembros de la sociedad – dijo mostrando su brújula – quisiéramos pasar la noche aquí y esperar al señor Milegrold dentro.

Henutsen se había mostrado escueto, pero no hacía falta mucho mas, como miembros de la sociedad, era totalmente normal que se les diera cobijo en la logia.

Una vez la puerta se abrió y apareció alguien, William se tranquilizó un poco. Sobretodo al ver la identificación de la sociedad. No estaba seguro de qué decir, y agradeció que otro tomase la iniciativa diplomatica.

No parecian haber empezado con muy buen pie. Esperaba que fuese mejor a partir de ahora.

Bueno. Por lo menos nos han abierto la puerta. Ahora sólo falta entrar.

El resto de su grupo se había dispuesto a hablar con el portero. Esa no era la idea de Maedros quien, simplemente, y mientras enseñaba su insignia en una mano se introdujo en la casa, practicamente aportando de su camino a quien había abierto la puerta

- Te agradecemos la información, compañero de la sociedad - dijo Maedros mientras practicamente se le echaba encima para entrar en la casa, obligándolo a empujarlo si quería evitar dicha entrada- Estoy convencido que como mandatarios de órdenes de nuestros mutuos superiores te encargarás de ordenar a los criados que nos preparen habitaciones y una comida decente. Estamos cansados del viaje. Y supongo que pensar en que fueras a traicionar la confianza que el Decemvirato... y el señor Miregrold por supuesto, han puesto en ti, es impensable 

Hay en esta última parte un tono claramente amenazante. No del tipo "voy a partirte la cara", pero sí del "si seguís poniendo pegas esto se va a poner peor"

Haakan se acercó a Maedros y se colocó justo a su espalda. Miraba al tipo con cara de pocos amigos, mas no era su intención la de intimidarle, sino la de pasar dentro de la casa, al igual que su altivo compañero.

No dijo mucho, no se presentó, pues el personaje que les habia abierto tampoco lo había hecho. No era, sin embargo, propio del hombre entrar en una propiedad sin que tuviesen permiso. Asi pues se detuvo en la puerta.

- ¿Serrría tan amable de dejarrrnos pasarrr?

La diplomacia no era lo suyo. No era un hombre que se bañara con frecuencia y casi siempre iba vestido con harapos que bien podrían ser los de un mendigo, no obstante, su manera de hablar sorprendía a cualquiera. Sobretodo por el acento. Miró a sus compañeros, esperando que dijesen algo más, y después de nuevo al hombre extraño.

VESTÍBULO

Las convincentes palabras de Maedros hacen que el tipo eche un vistazo hacia el interior de la Mansión, como esperando instrucciones. Tras un gesto de asentimiento os deja pasar al interior, oscuro y sólo iluminado por velas a punto de consumirse por completo.

De la pared opuesta a la entrada pende una cabeza disecada de alce sobre  un escudo de armas. Os observa con sus ojos muertos y la expresión triste. En el suelo de madera noble hay una gran rosa de los vientos grabada, símbolo de la Sociedad Pathfinder. A cada lado del vestíbulo surgen sendos corredores en dirección sur. En uno de ellos aguardan otros dos individuos vestidos de igual manera que el que os ha abierto la puerta. En las esquinas noreste y noroeste se abren dos arcos que dan paso a dos torretas.

-Pasad.- Dice uno de los que se encuentra en el pasillo, rubicundo y con una cicatriz en el rostro.- No tenemos servicio, pero seguro que algo podremos daros de comer.

 -Os agradezco la hospitalidad, Señor... -parecía estar esperando que el interlocutor dijera su nombre.

Vestibulo

Al final les dejaron pasar, aunque el hecho de que tuvieran que pedir permiso no le pasó desapercibido a William. Cuando entraron le hechó un buen vistazo al vestibulo, parecia un lugar caro. Se fijó un poco más en el alce disecado, preguntandose quién lo habría cazado.

Cuando escuchó lo de la comida le pareció buena señal.

Muchas gracias. Siempre está bien un poco de comida de verdad. Uno acaba harto de las raciones.

VESTÍBULO

El grandullón entró a duras penas por una puerta que estaba pensada para la gente bajita de Ustalav. Agachando la cabeza y mirandose los pies, no tuvo demasiado problema a pesar de todo.

Una vez dentro miró a cada uno de los presentes, preocupándose de ver quién y cómo era cada uno y de las armas que portaban. No quería que le pillaran con la guardia baja, ni siquiera aunque dijeran que eran o realmente fueran miembros de la sociedad. Uno nunca podía fiarse del todo, y la soledad le había enseñado que así era, lo cual le había permitido sobrevivir hasta ahora.

 Vestibulo

El elfo se echó para atrás la capucha, dejando al descubierto tu pálida y escuálida tez. Tomó asiento en la mesa esperando esas viandas que le habían prometido hace un rato.

-Comentadme, compañeros. -se refería a los habitantes de esa logia- ¿Cómo va todo por aquí? ¿Hay algo digno de ser contado?

Vestibulo

Maedros, tras obtener el paso franco, se quedó esperando a que las preguntas de sus compañeros fueran contestadas. Mientras miraba con curiosidad a lo que le rodeaba. No dejaba de ser curiosa la situación, hasta divertida. Tan mortal como estar en cualquier otro lado, por supuesto. 

Y esa era parte de la gracia del asunto

VESTÍBULO.

- Me llamo Viorel.- respondió el explorador que os había abierto la puerta mientras sus compañeros desaparecían de nuevo por los pasillos de la mansión. Al ver el animal que se colaba en la casa y cuyas pezuñas estaban rayando la madera Viorel informó al osiriani: -El animal debe quedarse fuera-. Tanto Viorel como los otros dos ocupantes de la casa llevan el típico atuendo de los exploradores de la sociedad: la armadura de cuero y la brújula al cuello, sin más armas que una sencilla daga colgada del cinto. 

COMEDOR.

Cruzáis un gran salón con más cabezas de animales en las paredes y un aparador en el que se expone con orgullo una colección de armas antiguas. En las esquinas hay sofás y sillas elegantemente tapizadas frente a pequeñas mesas de café y frente al aparador un bien provisto mueble-bar. Otro pasillo hacia el sudoeste desemboca en un gran comedor. Una gran mesa oval es la pieza central de esta estancia alrededor de la cual se alinean sillas de madera de altos respaldos. Dos aparadores con vajillas de porcelana flanquean la entrada.

VESTIBULO

Por el gesto del druida, las palabras del mayordomo no le habian caido demasiado bien. Pero atendio a razones.

- Decirme donde teneis un establo - inquirio a Viorel con educacion - o en su defecto, algun lugar donde pueda dejar a Kasr...

El druida acariciaba a Nasr intentando tranquilizarle para que no se sintiera muy brusco cuando tuviera que dejarle solo.