Partida Rol por web

Empieza el trabajo.

Hay que limpiar una bodega.

Hace un día Robb llegó al gremio con un nuevo trabajo, después de hablar con Lord Kennegan durante una hora, salieron para informaros que vosotros os encargaríais de ella.

Hoy os habéis levantado temprano y junto a Robb y Búho, habéis bajado en carreta hacia el pueblo de Loudwater para llegar hacia los muelles donde se ubica el pub "el amigo del pescador". En ese Pub se encuentra Fenrick, el propietario, que según informa han habido varias desapariciones y la ultima fue una de sus chicas que después de unos horribles alaridos desapareció en la bodega para no salir nunca jamas.

Fenrick hace un par de años que compró el pub a un semielfo con muchas prisas para marcharse del pueblo y ahora empieza a arrepentirse de su decisión.

Llegáis cuando la gente aún está desperezándose, aunque en el muelle la actividad es mucho mas visible. Hay una pequeña neblina en el pueblo que procede del río y la gente deambula un poco ensoñada sin intercambiar mucha conversación. La taberna yace en silencio ante vosotros y cuando entráis la encontráis casi totalmente vacía a excepción del mismo Fenrick que no hace muy buena cara.

Es extraño que en una taberna tan grande, haya tan poca gente.

Cuando el hombre os ve entrar se alegra notablemente y aparta la jarra de cerveza que tenia en la mano.

¡Por fin! ¡Estoy desesperado, ya nadie entra en el local!

Su voz suena realmente desesperada y con la mano os hace señas para que os acerquéis. Se mueve hacia la cocina donde aparta un pesado baúl con esfuerzo.

Debajo se encuentra una trampilla vieja de madera que lleva a la bodega.

Hace 2 días que no entro allá abajo. - Dice observando la compuerta con expresión de pavor.

Robb, que permanece apoyado en la puerta, le responde con voz suave.

Tranquilo, estos hombres se encargaran de ello. Tal y como hemos pactado.

Fenrick asiente tímidamente a las palabras de Robb y luego os mira a vosotros mientras os deja sitio para que entréis en la bodega.

No se preocupe amigo Fenrick. Nos encargaremos de solucionarlo. Puedes estar seguro de ello. - En realidad, no sabia a que nos enfrentábamos, pero inspirar un poco de confianza a Fenrick no le haría daño, por ello intento sonreirle con ternura y aplomo.

¿ Te importa si te hago algunas preguntas mientras mi compañero va abriendo el camino ? - Doy por sentado que quien va a ir por delante y abrir la trampilla, será Malark. Mientras tanto intento indagar un poco acerca de la bodega y el suceso. ¿ Como es ?, ¿ si ha visto cosas extrañas últimamente (a parte de lo evidente) ?, etc ...

Fenrick se dedica a responder a las preguntas de la mujer con toda la sinceridad que puede.

La bodega es un lugar bastante grande, es donde almacena todas las bebidas y las carnes secas, como los embutidos. Es bastante fresco y nunca ha habido roedores o alimañas de ningún tipo.

Hace ya unos días que algunos de los feligreses de la taberna habían desaparecido ... solo un par, nadie le había prestado mucha atención. Y luego ...

El hombre parece tomar aire con inquietud.

Una de las chicas, Rochele, Bajó a buscar unos quesos que le habían pedido para acompañar un buen vino. Un vino de la costa del dragón, muy caro y solo para paladares exquisitos. - Hace un gesto con la cabeza como si notara que se desvía y volviera al cauce. - La cosa es que de repente se oyó un grito muy fuerte y cuando bajé junto a alguno de los vecinos ... no encontramos nada por mas que buscásemos.

Su voz pasa al derrotismo.

Luego es cuando empezaron a estallar los rumores ... y cuando por las noches empecé a escuchar sonidos como si alguien moviera cosas. Y empezaron a desaparecer algunas cosas de la bodega.

Bloquee la entrada y bueno ... acudí a vuestro gremio.

Malark escucha atentamente lo que dice el tabernero evaluando su sinceridad, mientras desenvaina su espada y agarra firmemente el escudo.

Chicos, dejadme pasar a mí primero. Veré si todo está despejado.

Con estas, Malark se adelanta y empieza a bajar a la bodega con la guardia en alto.

He oído decir que preparáis un braseado de pescado muy rico. ¿ Que tal si lo probamos esta noche ?. - Me despido de Fenrick en un último intento para tranquilizarle antes de bajar a la bodega tras los pasos de Malark. Blandiendo una maza ligera y un pequeño escudo.

Al entrar, Illana echa un rápido vistazo a su alrededor, absorbiendo de una sola vez todos los detalles del local: posición de las mesas, ventanas, vías de escape... gajes del oficio de quien se ha visto envuelta en más de una pelea a muerte en una taberna pesquera como esa (lo que incluye a gran parte de la población de la costa del dragón, como ella). Luego, sin decir nada, estudia al propietario. Es un chico joven, y desde luego no es feo. Una sonrisa nerviosa se dibuja en su rostro al pensar eso, pero es la única reacción que mostrará la elfa, pues las lecciones de esgrima de su maestro no le dejaron mucho tiempo para aprender a coquetear con chicos.

Con la mano izquierda reposando sobre la empuñadura de su espada ropera, bien sujeta a su cinto, se adelanta y pone la mano en el hombro del guerrero. Cuando éste se vuelve hacia ella, Illana hace un gesto negativo con la cabeza.

- Psch, por favor. Si bajases tú primero sería como contratar a la banda del pueblo que anunciase a bombo y platillo que bajamos. Déjame echar un vistazo a mí primero. - tras eso mostró una sonrisa confiada - Soy una chica con recursos. Sé pasar desapercibida, y además puedo ver sin necesidad de lámparas o antorchas.

De un veloz gesto, la eladrina toma sus guantes de cuero que colgaban de su cinto y se los pone. Se recoge la melena plateada en una coleta alta, y desenvaina su acero sin un solo sonido antes de volverse hacia Malark.

- ¿Me abres la puerta, por favor?

Me quedo en silencio sin poner objeciones a la intención de Illana a ir en primer lugar. Sus argumentos no son malos, pero yo seguiré manteniéndome cerca de Malark.

La picara Eladrin es la primera de entrar en la bodega.

Al contrario de lo que podría parecer, la bodega no está a oscuras ... si bien tampoco está muy iluminada. Hay una antorcha en una de las paredes que le da un toque anaranjado a la estancia y hace que las sombras titubeen y se muevan al son de las llamas.

La antorcha parece ser mágica, no deja huella en la pared ni el techo, ni parece crear humo.

La estancia, de aspecto rectangular, está llena de botas de vino o cerveza alineadas a la pared. En la mayoría de botas hay velas apagadas encima y atadas a lo largo del techo de la bodega, hay varias carnes secas colgando y esperando a que alguien las deguste.

El aire es frío y el silencio absoluto.

Suponiendo que Illana da una vuelta y que aparentemente no se aprecia ninguna amenaza, opto por empezar a buscar alguna explicación. Antes que nada y estando aun al pie de las escaleras, me acerco la maza al pecho y murmuro unas leves palabras con los ojos cerrados. Paulatinamente un leve resplandor plateado, como el de la luna nueva en una noche despejada, empieza a emanar de mi figura. Al mismo tiempo pequeñas virutas incancescentes, salen volando como si de luciérnagas de tratara, que revoloteando se agrupan en la copa de mi maza creando un nuevo punto de luz. Una luz fría, de color claro y sin titubeos, que contrasta con el de la antorcha.

Con un poco mas de luz, empiezo a divagar cautelosa por la estancia. Buscando algún indicio de lo que pudiera haber ocurrido a la asistenta de Fenrick. Supuestamente bajo a por quesos. Así que empiezo buscando en donde estén guardados los quesos. Quizás hay rastros de algún forcejeo o algo parecido.

Illana desciende hacia la bodega, espada en mano, moviéndose tan silenciosamente como puede. De un primer vistazo, nada parece fuera de lugar, ni hay ninguna amenaza inminente. Hay algo de luz, y sus ojos de eladrin le permiten escrutar las sombras que la antorcha proyecta de modo que nada pueda esconderse ahí. Avanza unos pasos, atenta a todo lo que la rodea, y finalmente vuelve la cabeza hacia la trampilla y avisa a sus compañeros.

- Podéis bajar. No hay corsarios en la costa*... por ahora.

Cuando bajan sus compañeros del gremio, la elfa se acerca a las botas de la pared y, una por una, irá dando unos golpecitos con los nudillos, con la oreja pegada a la madera, para ver si alguna suena a hueco u oculta algún tipo de pasadizo. Y si encuentra la bota de ese vino tan caro de la costa del dragón (supongo que en las botas está escrito lo que contienen) beberá un sorbo. Nunca ha tenido ocasión de probar las bebidas más caras de su tierra natal, y al dueño probablemente no le importará que lo pruebe...

Todos bajáis a la bodega cuando la picara os informa, la cleriga hace su conjuro de luz al bajar lo que ayuda en la inspección.

Mientras Illana se sirve una copa de buen vino de una de las botas, Alaís se acerca donde guardan los quesos para examinar el lugar. La verdad es que no falta ser un Sherlock Holmes para darse cuenta que hay muestras de violencia en el lugar, con algunas botellas y quesos dispersos en el suelo.

Una inspección mas cercana indica que hay un pequeño rastro de sangre (seco ya) que parece extenderse hacia detrás de lo que serian unas estanterías.

El druida del grupo, baja con el grupo y con evidentes muestras de preocupación por lo narrado, se adentra en la bodega con su cayado en la mano, posicionandose en lo que sería una cómoda segunda línea de acción.

Al ver los rastros de sangre los intenta examinar para ver si descubre algún rastro animal o sobrenatural en los mismos que le puedan ayudar a saber a que atenerse.

Por otra parte su experiencia en los Dungeon que ha estado es limitada pero su maestro, quizás algo pudo decirle...

Illana sonríe al encontrar la bota de vino caro de su tierra de origen (pero que cuando vivía allí no pudo probar nunca pues vivía en la pobreza) y se sirve un vasito. Lo prueba, lo saborea, y se apresura a darse la vuelta y ofrecerle el vaso al druida del grupo.

- Eh, Tormenta, tienes que probar esto. Esto sí que es un regalo de la madre tierra.

Al darse cuenta de que su compañero tiene la mirada fija en algo, vuelve la cabeza en esa dirección y observa los restos de la pelea. Con un suspiro, deja la copa medio llena con cuidado en el suelo.

- Vale, de acuerdo, a trabajar... Veamos...

Espada en mano, se acerca con paso decidido al lugar de los hechos, y lo examina. Repara enseguida en la sangre seca que va hacia detrás de unas estanterías. Sin duda, esa es la mejor pista que tienen, por ahora.

- Hum... ¿deberíamos mover este estante? Hay un poco de sangre que parece marcar un rastro hasta detrás de estos muebles. Me huelo que nos encontraremos con una madriguera de animal... Oh, que bien, tener que arrastrarse, me encanta... - dijo con un claro tono sarcástico.

¿ No veo tan claro que un animal se tomase la molestia de volver a poner la estantería en su sitio para tapar la entrada ? ... Claro que viendo el rastro de sangre, tampoco parece haberse preocupado mucho en ocultar el rastro.

Colgando de nuevo mi escudo a la espalda y la maza en la cintura, me propongo agarrar la estantería por un costado y, esperando que alguien me ayude por el otro extremo, intento moverla un poco. Solo para apartarla de la pared y poder examinar lo que hay detrás.

Examinas los restos del combate pero no percibes ninguna calidad sobrenatural. Tampoco observas rastros de ningún tipo ... aunque hubiera sido suerte si encontraras alguna marca debido a que el suelo es de piedra.

Te percatas cuando te pones al lado de la estantería, que tiene pernos en un lado. Probablemente se abra como una puerta.