Partida Rol por web

Para los Incorpóreos, el portal de la oscuridad fue casi consumida por la luz del sol radiante de aquel mundo, podían oler el aroma del mar y mientras salían de ella, podían ver la espesa selva que se habría cerca de aquella playa. Maxi en cuanto salieron se coloco bien la capucha intentando que el sol no le diera demasiado en su pálido rostro.

Al mismo tiempo, Alconcerr había conseguido poner el piloto automático que les llevo a aquel mundo, aparecieron en una playa, ya que al llegar al destino, la misma nave los teletransportó dentro del planeta, mientras intentaban adaptarse a la luz de aquel lugar se dieron cuenta de que a su lado estaban dos de los miembros de la organización que habían visto en el castillo y uno que se estaba cubriendo del sol con su capucha hasta que los vio

- Anda, aquí están nuestros nuevos aliados, eso siempre que hayan aceptado- Dijo el mismo con una sonrisa que es lo unico que se veía de su rostro al menos de momento.

Ni siquiera el resplandor de los radiantes rayos solares era capaz de atravesar el manto de sombras que se cernía sobre el impertérrito rostro del incorpóreo. Sumido en sus propias cavilaciones, se desentendió del resto para dirigir sus pasos hacia la orilla, permitiendo que las olas que rompían contra ella lamiesen la suela de sus pesadas botas. Dirigiendo su gélida mirada hacia el azulado firmamento que se extendía frente a ellos, inspiró con fuerza para llenar sus pulmones del profundo aroma a salitre que despedía el océano. Aquel olor le traía recuerdos de su pasado, de los múltiples helados de sal marina que devoró junto a los únicos amigos que tuvo en vida. Y aún distante respecto a sus memorias, como si la mera presencia de los hermanos le resultase indiferente, no podía negar que agradecía la oportunidad de poder recuperar una fragancia semejante.

Una pequeña perturbación en el aire interrumpió aquel momento, provocando que el incorpóreo, aún ajeno a las acciones de los suyos, desviase sus ojos azul carámbano hacia el epicentro de la que parecía haber procedido. A pocos metros de su posición aparecieron los mismos jóvenes con los que se habían encontrado poco antes de su marcha de Bastión Hueco. Un ligero destello azulado pudo percibirse desde la oscuridad que cubría sus facciones mientras su mirada se enfocó directamente contra los diferentes rostros que se hallaban ante él, inspeccionándolos de tal forma que parecía estar atravesándolos.

- ¿Qué hayan aceptado? - una voz distante, totalmente carente de emoción alguna, rompió con el silencio instalado tras la intervención de Maxi, quién podría notar como el incorpóreo clavaba repentinamente sus ojos en él, exigiendo una respuesta. Sus habían generado sospecha en su interior, y Artax no estaba dispuesto a seguir el juego de su superior.

Al salir de la nave, Björmolf no pudo más que dar las gracias por estar en tierra; pero ese sol le deslumbraba demasiado.

-¿En dónde estamos? Este mundo es demasiado soleado -dice mientras parpadea intentando acostumbrarse a la luz, entonces ve a los incorpóreos y no puede evitar mostrar los dientes como si gruñera- ¿estos son nuestros aliados?

Xanthe se caló un poco más la capucha para proteger sus ojos del sol ardiente que arrancaba destellos de la arena. 

Artax parecía inmerso en una especie de duelo de miradas en la que seguramente intentaba amedrentar al caótico Maxi cuando oyó una voz cerca de ellos, volviéndose para encarar al grupo con el que habían coincidido en el Bastion Hueco.

-¿Algo que decir, muchacho?-inquirió alzando la barbilla sin retirarse la capucha y la brisa del mar hacía ondear la túnica abierta.

Eloise ya tenía su típica expresión de asco al salir de la nave, se aferraba a Aramis con fuerza, haciendo que el pobre conejito de peluche comenzase a retorcerse en señal de "Me ahogo".

Este sitio es horrible... No me gusta el sol... La playa tampoco... Agh. Suspiró y dirigió su mirada a los extraños, buscando, como siempre, todos sus defectos.

Alconcerr salió de la nave y miró todo a su alrededor, aquella playa le traía recuerdos pero no sabía de donde. Se extrañó al volver a escuchar las olas después de tanto tiempo. Se quedó unos segundos con los ojos cerrados y un recuerdo volvió a él como un flash, aquella playa. ¿Donde la había visto? Él no recordaba nada antes de su estancia en el castillo.

Se volvió a mirar a los incorpóreos, como los llamó el que parecía ser su líder antes de subir a la nave. Alconcerr se dirigió primero a ellos. Dada la luz y maravilla de este mundo no permitiré que la oscuridad lo devoré, si ese es vuestro fin también, por ahora no pienso perder el tiempo en discutir. Colaboremos para salvarlo pero eso no significa que seamos aliados, yo no confío en vosotros.

Luego se dirigió a Björmolf, Si te parece bien colaboremos por esta vez, pero no tenemos que confiar en ellos, además hay un asunto que no me gusta...

Maxi se dirigió al grupo de chavales, excepto a Björmolf, le sacaría a los otros dos algunos pocos centímetros, tras la capucha se veía una sonrisa divertida, casi infantil, miró a Alconcerr.

-Tenemos a un pequeño heroe y ademas con convicción en la luz, solo te diré una cosa chaval, todos acabamos cayendo y muchos acabamos de la forma en la que nosotros acabamos, solo espero que no acabes como ninguno de nosotros- Dijo mientras avanzo hasta el linde de la jungla y mirando hacía el grupo entero- Nos vamos chicos, seguidnos si quereis, si no, bueno espero que conozcais el lugar.

Xanthe arrugó la nariz y comentó en voz alta:

-Oh, claro a nosotros tiene que encantarnos que unos niñatos ronden por la zona... tsk.

Chasqueó la lengua en desaprobación y  tiró de la capucha un poco más adelante siguiendo a Maxi al internarse en la jungla tras sus talones, sin mirar siquiera al irritante grupo que tan creído se lo tenía y parecía que solo ellos tenían derecho a repudiar a los demás.

Alconcerr esperó a alguno de sus compañeros para adentrarse, no tenía nada que decirles a los incorpóreos, solo transmitía la desconfianza que su líder le había generado.

¡Vamos chicos! Mirando a sus compañeros, y preparándose con su arma por si pasaba algo al entrar en la espesa jungla.

Björmolf olisquea el aire un poco e intenta ignorar la discusión entre un grupo y otro, tampoco conoce tanto a sus "compañeros" como para opinar qué está bien y qué está mal.

Solo hablaban y no paraban de hacer ruido, eso le despistaba, y mucho; que junto con el calor de ese sol radiante le hacía sentir incómodo. Se quitó la capa de pieles de encima y la sujeta con un brazo mientras que con el que empuña la lanza intenta hacer de visera para poder ver algo.

Ese sol le deslumbraba mucho.

La energía con la que hablaba Alconcerr le ponía enferma... El conjunto en si le irritaba, la única que parecía tener un modo de pensar razonable era Xanthe... Si no fuera por esas orejas que trata de ocultar.

Caminó sin ganas en la misma dirección que sus compañeros mientras sujetaba a Aramis, el cual parecía estar más calmado.

- Cuida tus palabras.- la advertencia escapó de las sombras que encerraban las jóvenes facciones del Incorpóreo. Sus palabras, mecidas por los suaves brazos de la brisa que refrescaba a los acalorados cuerpos de los mortales, no tardarían en alcanzar los oídos de Alconcerr; quién no parecía conocer el significado del concepto "cautela". Si no se andaba con cuidado,  en un lugar tan exótico y lejano como aquel, sería el primero en caer.

Sombría y silenciosa, la alta y imponente figura de Artax se encaminó hacia los lindes de la jungla, dispuesto a cruzarla sin volver la vista atrás.

Mientras todos se adentraban en la frondosa selva, podían sentir el pinchazo de la aventura, el deseo de inspeccionar lo desconocido, de luchar contra las criaturas y descubrir cosas que puede que nadie más hubiera visto, ese mundo les hacía tener una ilusión extraña por la aventura.

Bjölmorf seguía aún despistado, naves que vuelan entre mundos, que los espíritus le eligieran para llevar los conocimientos a su mundo algo que él no veía lógico, todas esas cosas le hacían perder la concentración en aquel lugar.

Artax se movía con seguridad, pero estaba más atento a lo probablemente se podrían encontrar a él camino, las selvas siempre tenían un montón de peligros, algunos sigilosos y mortales y oros más ruidosos pero feroces.

En cambio, Alconcerr, Xanthe y Eloise encontraron una pista, unas marcas en el suelo barrado y húmedo, manchando las grandes raíces de los arboles, dos huellas de hombres y… ¿unas herraduras?

Maxi avanzaba subiéndose a algunas ramas con velocidad y la agilidad digna de un felino, casi como si conociera el lugar, con un susurro, tres incorpóreos salieron de algunas de las ramas y volaron con rapidez, en varias direcciones.

Avanzaba con lentitud, poniendo especial cuidado en donde ponía los pies. La jungla siempre había sido fuente de peligros para los viandantes que circulasen en su interior, sobre todo entre el tupido manto de helechos, enormes hojas y variadas plantas que impedían vislumbrar con claridad el suelo que pisaba en ciertas ocasiones. Maldijo en silencio la escasez de información que Maxi les había proporcionado en cuanto al objetivo que les había llevado allí. Que ni siquiera hubiesen acordado un punto de encuentro ponía en evidencia que su tan llamativo carácter despreocupado acabaría por traerles verdaderos dolores de cabeza a la Organización. 

Esperaba poder encontrar algún indicio de vida por la zona; una huella, una marca fuera de lugar; lo que fuese con tal de salir de allí.

Todo estaba muy normal, huellas de algún animal, monos en las ramas ocultos inspeccionandoles, Artax sabía de su malsana curiosidad quizás debería estar atento a ellos. Pero al igual que sus compañeros, se dio cuenta de las huellas, huellas de unos zapatos y cuatro herraduras... ¿soldados? ¿caminantes? ¿quien se adentraría en una selva tan espesa con solo un caballo?

Las huellas se discurrían por un camino que llevaba a lo que parecía un acantilado, aunque luego las mismas también bajaban hasta la ladera donde algunas columnas comunicaban con el otro lado. Las columnas parecían solidas, pero por experiencia se podía saber que nada es lo que parece.

Con expresión indescifrable, Artax se agachó para atrapar un pellizco de tierra para comprobar si las huellas estaban frescas. La humedad era un agente climático siempre presente en la jungla, dado el continuo acoso de las lluvias torrenciales que la atosigaban durante la mayor parte del año. La presencia de herraduras evidenciaba que no podía tratarse de ninguno de los Elegidos de la llave espada, como tampoco de Xanthe o Maxi; aunque el Incorpóreo era incapaz de comprender que motivaciones empujaban a aquellos locos a adentrarse cada vez más al interior.

Una vez se encontró frente a las columnas, decidió arriesgarse y saltar con presteza sobre ellas en un intento por avanzar sin perder demasiado tiempo. Estaba por ver si la fortuna llegaba a sonreirle.

Las huellas se dirigen hacía un acantilado, al que casualmente Artax ya se dirige, esta saltando a unos pilares para llegar al otro lado, al parecer se ha dado cuenta antes que el resto a donde llevan las huellas.

Afinando un poco mas la vista puedes ver una forma oscura que se pierde en la selva, no identificas que puede ser pero hay algo en los bosques y no es un animal.