Partida Rol por web

El señor Ollivander no había perdido ápice de orgullo. Los años de dedicación (e incluso obsesión) lo habían convertido en el mejor, en mayúsculas, en su arte. Los años de tradición y generaciones enteras de su familia florecían en él.

El desdén de aquella señora no podía herirle. Sus motivos habían sido honrosos y honestos.

-Mis motivaciones y pretensiones creo que las he dicho (y demostrado) sobradamente… -eso se había discutido… - respiró, buscando sin éxito un lugar para sentarse y reposar sus cansadas rodillas -cayó uno de nuestra Casa, a pesar de que habíamos empezado a menguar. Nuestras bajas actualmente son dos… ¿Eso cambió mí decisión? ¡Nunca! En todo momento he cargado contra los culpables. Quiero que el mundo mágico pueda sobrevivir a la oscuridad que nos devora. Fui de los que le presioné para que el señor Lockhart hablase… si no presioné más fue porque otros ya lo hacían y quería saber de todas las partes implicadas en aquél juicio. Quién tenga dudas al respecto está sordo, o es un alevoso, o es un necio… - No quería dejarse llevar por sus emociones. Así que aparcó el tema porque le habían dado sus buenas vueltas.

-Puedo confirmarlo… así es. Tiene usted razón- sentenció para los demás tras pasear sus grandes ojos grises que apenas parpadeaban. -Ve qué podemos hacer, aunque… no ha sabido comprender el cómo.

Volvió a buscar una silla y encontró que justo detrás de él había una. ¿Esto estaba aquí? Se preguntó sin sentarse.

La voz del joven Crabbe se dejó oír pidiendo comida al elfo doméstico libre. -Un momento por favor…- le dijo en un intento de conseguir la atención absoluta.

-Dejad que explique cómo funciona… - se aclaró la garganta en un intento de hacer acopio de aliento en previsión de que un largo discurso le dejaría exhausto.

-Usted… me llama “viejo romántico” pero… Yo… soy un fabricante de Varitas…- aquello era por todo el mundo mágico sabido, pues su fama era extendida y merecida. Pero no todos los magos comprendían exactamente que implicaba aquello -…dudo que en esta sala nadie sepa más de varitas. Cuando se nos anunció que El-que-no-debe-ser-nombrado había derrotado al Ministerio y que se dirigía hacía aquí con sus súbditos infiltrados entre nosotros. Decidí hacer algo. He manipulado y hechizado a cuatro… cuatro de vuestras varitas.- Junto las yemas con la satisfacción de que nadie lo hubiera descubierto y con la seguridad de que nadie sabía como neutralizarlo. -He hecho mi mejor movimiento. En ello he invertido toda mi magia. Por lo cual, esas… cuatro varitas, las he elegido con mucho esmero. Dos de ellas permiten que dos personas de esta sala puedan hablar sin que la gente lo sepa. Conectan sus mentes y espero que trabajen juntas para descubrir la conspiración del Tenebroso. ¿Podrían usarlo para conspirar? Desgraciadamente. Por eso elegí con mucha cautela, y solo otorgué ese poder a algunos que me inspiraron la mayor confianza. Aun así, sé… que el poder corrompe y el corazón de los hombres se corrompe con facilidad… así que, ahí estoy yo, para vigilarles con ojo avizor, con la sabiduría y la sagacidad que ofrecen los años, para ver… si albergan o no pérfidas intenciones. En cuanto a las otras dos varitas… la magia que ejercí fue distinta... -Paseó por la Sala de los manesteres para no padecer dolor de articulaciones- Establecí un vínculo estrecho. Único. Más fuerte que la sangre. Y… con ello, hice que dos magos únicos quisieran cuidar del otro por las noches. Sirvo al pueblo, y con mi magia lo protejo. No obstante… tengo que reconocer un desliz, trascendental pero imprevisible… y con ello extiendo una disculpa a los afectados. Debo decir que no era esta mi intención lo sucedido. Esas dos varitas han hecho… surgir sentimientos más profundos de los pretendidos. Les ha unido con algo que no podía calcular. Mi estudio se debe a las varitas… no a los corazones. Puede que la razón esté en sus latidos, aunque como profesional… tengo una explicación mucho más verosímil pero igualmente inconmensurable.

- Algunos magos ven una varita…– esgrimió la suya extendida por su punta, sosteniéndola entre el pulgar, el índice y el corazón frente los ojos que lo miraban- …y creen que es un artefacto que solo le sirve. ¿Es realmente así? No. Cualquier fabricante os lo podrá decir. Las varitas tienen… carácter propio, su propia voluntad y su propia magia. Y al igual que la varita elige al mago, y puede decidir serle fiel o cambiarse a otro propietario que la arrebate, la varita aprende del mago y siente mayor o menor afinidad por él. A la vez… puede sentir de la misma forma afinidad por otras… es un arte muy complejo. Muy complejo. Hay afinidades entre varitas de la misma forma que hay afinidades entre personas. ¿Qué fuerza ha ejercido aquí? Solo esas dos personas pueden saberlo. Sin embargo, el hechizo está lanzado, el vínculo forjado y prevengo que romper o destruir la varita, aparte de un crimen… será un esfuerzo vano.

Finalmente se sentó cansado por el esfuerzo de la disertación.

- Por eso Dobby no usa varita - sentencia asintiendo mientras está al lado de Hermione - Dobby usa la magia libremente, sin esclavizar a nada ni a nadie

Sirius observó con atención lo que había sucedido y en un acto protector, trató de que Hermione no viera eso. En parte se sentía responsable por ella, ya que era la amiga de Harry y había aprendido a quererla tanto como a su ahijado. Al fin y al cabo, era ella quien había ayudado a Sirius a escapar a la muerte de los dementores.

El espectáculo era atroz y no podía entender el porqué de semejante actuación del Cáliz. Un objeto mágico y sagrado en sí mismo. El mundo de la magia era un mundo complejo y aunque había visto personas ser despedazadas por hechizos, eso era nuevo para él y logró sorprenderlo.

- Vaya forma de terminar - respira profundo y mira a Tonks. Sabía que ella era fuerte pero él sentía la necesidad de proteger a su casa.

- Dobby, no es simplemente esclavizar y creo que entre la oscuridad es bueno ver un poco de luz, así sea por influencia de una persona cuyo talento se enfoca en el conocimiento profundo de las varitas, aquellos que canaliza nuestro poder mágico - se acerca al elfo amablemente y sonríe, para luego decir - Gilderoy ha señalado a uno de los Slytherin. Ya que el señor Salazar se ha señalado como un inocente y honesto, ¿Por qué no comparte sus pensares sobre eso? Dolores Umbridge ha demostrado la veracidad de sus palabras, pero la declaración de un traidor confeso apunta las varitas hacia allá -.

Hermione contuvo la respiración cuando el Cáliz de Fuego engulló a Lockhart. Aquello no se lo esperaba en absoluto y, aunque en parte agradeció que Sirius tratara de protegerla ante aquello, sabía que tenía que verlo para ser consciente de la realidad y de paso, estar atenta a cualquier pista que pudiese haber.

Escuchó atenta a las palabras del señor Ollivander. Las varitas siempre le habían parecido un objeto peculiar e increíblemente poderoso, al fin y al cabo, la gran mayoría de magos no podían realizar su magia sin ellas. Que además de todos los hechizos, pudiesen desarrollar algún tipo de vínculo, realmente le fascinaba.

Acarició la cabeza de Dobby.

- No creo que el señor Ollivander haya hecho ningún mal, -hizo una pequeña pausa y le sonríó al elfo- solo esperemos que esas uniones sean útiles para combatir a lo que nos enfrentamos aquí.

Esperó atenta a que Salazar Slytherin contestara a Sirius.

Ver como el cáliz de fuego generaba una lengua de lumbre devoraba al mago confeso no dejaba mas que temor en la vieja maga. Aunque el saberlo culpable le daba algo de tranquilidad.

- Dolores no mentía con el don que representa. La había visto la noche anterior... Y también revise a esa detestable mujer - Señala con el dedo a bellatrix - y pude ver que tiene magias antiguas y extrañas para hablar con los desaparecidos.- La maga aun con lo que había visto prefería no pensar en que los caídos estaban muertos. Esa impresión era muy grande para ella.

Camina sin rumbo y entonces la sala crea una mesa pequeña con unas copas y una jarra con agua. Llega hasta ella para con unas manos temblorosas tratar de servirse un poco de agua. Pero el estremecimiento de sus manos no le dejaban realizar su tarea y la copa cae al suelo rompiéndose en el proceso. La maga pega un pequeño brinco de la impresión. Y con las mejillas coloradas de la vergüenza trata de apartarse y servirse una copa de agua. Aunque su pulso no ha cambiado y posiblemente la deje caer de nuevo.

La profesora escuchó con atención las palabras de todos los presentes. A veces asintió, otras veces suspiró..  y otras veces negó con la cabeza. Todo lo acontecido le estaba pareciendo más o menos coherente... hasta que la intervención de Sybill Trelawney la sacó de sus pensamientos. Rápidamente se descruzó de brazos y se acercó a la profesora de Adivinación.

- Pero.. Pero Sybill.. - dijo la profesora sin saber muy bien cómo continuar la frase. El carácter de la profesora Trelawney había sido siempre muy sensible y Minerva no quería hacerle daño u ofenderla. Pero debía hacerle ver que lo que había hecho era una temeridad. - Pero.. Sybil.. - repitió apoyando sus manos encima de los hombros de la profesora de Adivinación. Mcgonngall respiró no una ni dos ni tres sino tres veces y procuró no apretar demasiado sus manos en los hombros de la su compañera de profesión - ¡¿QUÉ HACES!? - dijo exclamando en un tono tal vez agresivo para lo que estaban acostumbrados los presentes. Carraspeó y se calmó - Perdona Sybill - dijo recobrando la compostura y se sentó a su lado - Pero.. es una temeridad esto que has hecho.. serás el primer objetivo de los mortífagos pues puedes descubrirles.. - dijo la profesora preocupada por la situación en la que había quedado expuesta su compañera de profesión. Miró a los presentes esperando sus reacciones.

Ante la sacudida de su amiga la profesora McGonagall y la forma como la increpa no sin razón. El manojo de nervios que era la profesora Sybill abrazo a McGonagall y se aferro con fuerza a esta mientras lloraba de forma inconsolable.

- Lo sé, lo sé. Tu sabes que hogwards es mas que un colegio ¡es mi hogar! Pero ahora asesinos caminan entre nosotros cometiendo todo tipo de actos. - Miro a la profesora am los ojos aunque sus lagrimas tenian totalmente empañadas las gafas y sus ojos se distorcionaban mucho con lo que la profesora McGonagall de seguro le costaría mucho verla a los ojos. - Tengo miedo. - A lo que continuo llorando y aferrándose de McGonagall

El pedante murió. Algunos dicen que confesó aunque su tono era tan irónico que ni siquiera se sabía si era una de sus tonterías al ver que iba a caer de todas formas. Fuera como fuese, su cuerpo se esfumó como si nunca hubiese existido. No sabíamos del todo si habíamos acertado o no, y yo seguía convencido de que o Lockhart o Dolores eran unos traidores, pues si la segunda no decía la verdad sobre el primero solo podía explicarse con mala intención.

No obstante, esperaba haber acertado con el profesor pagado de sí mismo y escuchar qué es lo que otros tenían que decir. Fue cuando la profesora de adivinación hizo una confesión.

— Has sido valiente, si Bellatrix hace lo que tú dices al menos podemos descartar a alguien — no obstante, la misma sensación de que solo contábamos con su palabra como hacíamos con Dolores seguía ahí — aunque creo que has puesto una diana en tu cabeza. Esperemos que no sea así y que en el futuro encuentres a uno de los traidores.

Por desgracia, había llamado la atención de los leales a Voldemort o a los asesinos a los que decían que Lochart pertenecía.

Salazar crispo la expresión cuando el elfo doméstico ignoró la petición de un miembro de su Casa, pero no podía hacer nada contra ese pequeño monstruo. La llegada de la noche se estaba volviendo interesante, mostrando los presentes muchas de sus habilidades.

Pero lo importante era lo dicho por Black. Slytherin fijó una mirada penetrante en él brujo de Gryffindor. Ese hombre le resultaba detestable, un traidor a su familia, a su sangre. No habló directamente, si no que estuvo escrutando a Sirius un instante.

-La posibilidad de que haya traidores en mi Casa existe, y tengo mis sospechas. Pero son eso, solo conjeturas, no tengo la misma habilidad que Lady Umbridge o Lady Trelawney, con lo cual podría dar un paso en falso que acabara en tragedia. No, no voy a acusar a nadie de esa manera, al menos aún no, la situación no es tan desesperada.

Bellatrix parecía haberse quedado ensimismada murmurando para sí misma desde el intercambio con Fleur y Nymphadora. Su expresión cambiaba en ocasiones, pasaba de fruncir el ceño a sonreír y sus ojos se movían rápidos y nerviosos recorriendo la sala y escrutando a los presentes. 

La ejecución de Gilderoy fue recibida tan sólo con una pequeña risita por parte de la antigua mortífaga antes de volver a encerrarse en sí misma. Y no fue hasta que la profesora Trelawney habló que Bellatrix pareció salir de su mutismo. 

- ¡Estúpida lunática! - Exclamó, fulminando a la mujer con la mirada. - ¿Qué pretendes aireando información sobre mí? ¡Nadie te ha preguntado ni te ha pedido una prueba! - Sus ojos se afilaron mirando a la profesora. - ¿O tal vez lo que pretendes es atraer las miradas de los asesinos sobre ti? ¿Quieres que vayan a buscarte para unirte a ellos, asquerosa sabandija?

La maga seguía llorando sobre el hombro de su amiga cuando las conversaciones pasaron de ser lejanas a mencionarla a ella.

— aunque creo que has puesto una diana en tu cabeza. Esperemos que no sea así y que en el futuro encuentres a uno de los traidores.

La maga abandona la protección que le otorgaba el abrazo casi maternal de su amiga para mirar al pequeño profesor aun con sus ojos llorosos pero una con cara de estupefacción evidente. -¿Que he hecho que?- Los sollozos aun se sentían patentes aunque su sorpresa los hacia retroceder.

¿Qué pretendes aireando información sobre mí? ¡Nadie te ha preguntado ni te ha pedido una prueba! -

-Yo, esto... las conversaciones... tu forma de hablar... yo sospeche y supongo que otros también... solo quería dejar en claro que ustedes dos mujeres detestables no son asesinas.-

  - ¿O tal vez lo que pretendes es atraer las miradas de los asesinos sobre ti? ¿Quieres que vayan a buscarte para unirte a ellos, asquerosa sabandija?

-¿Qué?- Los sollozos desaparecieron y los ojos de la maga ahora eran completamente claros. -Yo no deseo morir, no quiero que nadie me busque. ¿Que es eso de unirme a ellos? Por merlín me asusto de solo verte.- La maga estaba impactada pero mas que eso estaba intrigada. ¿Por qué pensaba ella que se uniría a los mismo asesinos que la atemoriza?

Observó largo rato a Trelawney tras el comentario de Bellatrix, quizá tratando de decidir hasta que punto podían las palabras de una loca tener algo de razón.

- Desde luego tiene sentido decubrirse para acusar a un asesino, pero muy poco sentido descubrirse para destapar a un inocente - de acuerdo con Lestrange por esta vez 

Vicent aun esperaba con mirada seria y molesta a que esa criatura cumpliera su petición y necesidad de cenar, al parecer nadie mas necesitaba llenar sus carrillos y estomago. Él era diferente y eso le ponia en un aprieto, todos hablaban y se mostraban los unos a los otros, a su manera de verlo muchos mentian, seguro, y se escudaban en los miembros de sus casas, para que sus mentiras fueran verdades.
La única verdad aquí es que tengo hambre.-Penso con el estomago.

Claramente molesto se metio las manos en los bolsillos y algo choco con sus nudillos, sorprendido, se hizo con aquello que guardaba en la bolsa de cuero cosida a sus pantalones y la saco para descubrir lo que era.
-¿Una Gragea de Todos los Sabores? Que raro pensé que no me quedaban.-Con ojos abiertos y intentando escudriñar que sabor tendría se pensó si merecía la pena ese riesgo, después alzo la mirada al Elfo que parecía ignorarlo directamente y volvió la mirada al caramelo para terminar metiéndoselo en la boca.

Con los ojos cerrados y con miedo su lengua lamió la superficie del caramelo por primera vez y no noto nada, Crabbe abrió un ojo con sorpresa y volvió a intentarlo. La segunda pasada era igual de insípida que la primera y abrió el otro ojo. Al comprobar que tal vez fuera comestible, se encogió de hombros y quiso dar sin miedo una tercera, cuarta y quinta lamida y hay tuvo su error. La gragea espero paciente a que su dueño relajara las papilas gustativas para hacer de las suyas e hizo que los ojos del gordo muchacho se abrieran como platos, los labios se ocultaran bajo su nariz y sus orejas se pusieran rojas como un tomate.
aquel picaro caramelo, era mas que eso, era puro fuego, el sabor del infierno traído en forma de las guindillas mas picantes del planeta. Y Vicent Crabbe sufría ahora sus terribles consecuencias.

Ponerse en evidencia para señalar los asuntos de Bella, no ha sido muy inteligente. - comentó Draco a su amigo aunque no se molestó a mirarle al hacerlo - Sobretodo por tratarse de Bella.

Ante la falta de alago o sonido por parte de su amigo giró su cabeza esperando no estar hablando solo y en cuanto lo vio enrojecido y encendido no pudo evitar mirarle con una mueca de incomprensión. 

- ¿todo bien? - preguntó más que preocupado por él, en una petición de que dejase de hacer cosas ridículas.

Vicent se pato la boca cuando Draco le miro, no había escuchado ni una sola palabra pero era Draco Malfoy así que asintió sin la cabeza enérgicamente, mientras le ardían boca y entrañas.

...Y así murió uno de los magos más apuestos del mundo mágico.

Los intercambios entre Monsieur Ollivander y Madame Umbridge me dejan boquiabierta, se han atrevido a exponer bastante, me quedo maravillada pensando en lo increíble que resulta el poder de las varitas y la conexión existente con los magos. Agradecía no haber sido yo, la que resultase encantada ¿Cómo mirar a Bill después? Claro, si había sobrevivido allá afuera, una pequeña lágrima rodó por mi mejilla ante este pensamiento y la limpié suavemente con un pañuelo.

Justo en ese momento pude oír la acusación de Madame Trelawney y pensé como lo que dijo McGonagall, que la adivina había puesto el cuello cerca de la guillotina ¿Sería acaso ahora Madame Trelawney la nueva casi decapitada? - Madame Trelawney, por favor cálmese... -no pude evitar sentir pena por la mujer cuando esta fue cuestionada por todos los demás y echó a llorar a brazos de Madame McGonnagall. Todavía estaba enojada por que me había dicho que sería una vieja amargada pero... me compadecí de ella.

- Pues, si tanto peligro dicen que corre bien podrían intentar protegerla -menciono mirando a McGonagall y al profesor Flitwick- ¿Acaso no son colegas? -pregunto como si resultara obvio, estas cosas no pasaban en Beauxbatons. Ahora sentía auténtico miedo y tristeza.

Sirius escuchaba a todos los presentes y las acciones de Sybill lo tomaban por sorpresa. ¿Cómo podía hacer eso? Era servir en bandeja de plata a una pieza importante.

- Sybill, ¿Cómo pudiste? Creo que me caerá un maleficio encima por lo que diré pero estoy de acuerdo con Bellatrix - tose levemente. Nunca pensó que podría decir esas palabras.

- Parece que quieres llamar la atención sobre ti y develar información innecesariamente. ¿De verdad crees que entre una cantidad importante de magos como la que hay aquí corrías mayor peligro con alguien como Bellatrix? Está bien que su presencia sea intimidante pero dudo que te motive el miedo y creo que tienes razones diferentes y de peso. La verdad, creo que quieres que hagan contacto contigo - alza una ceja mientras se acerca a Trelawney. No quería acusarla pero su actitud era de lo más extraña, incluso para una persona como ella.

Sentada en el rincón oscuro tras la columna, sigo escuchando las revelaciones, insinuaciones y acusaciones que sobrevuelan la sala entre los adultos.

Me levanto pesadamente, entristecida por el horror y la desesperanza que nos rodean, y me acerco a Luna.

- ¿Me dejas tus gafas? -

Le pregunto tímidamente.

Realmente no es que quiera ver los seres que mi amiga dice enfocar con ellas. No. Lo que quiero es dejar de ver la realidad que me rodea. El miedo, la ira, la venganza. Nadie confía en nadie. Nadie ayuda a nadie.

De ser así, ya estamos condenados.

Luna no habló mucho más en todo el rato, siempre prefiriendo escuchar y analizar las cosas detenidamente en su cabeza. Era una sopresa sin duda que Bellatrix Lestrange no perteneciera al grupo de los mortífagos, aunque ello no quisiera decir que no estuviera colaborando con ellos.

Cuando Cho le preguntó por las gafas la miró un segundo, intentando adivinar qué se podía traer entre manos. Quizás ver torposoplos no fuera tan mala idea después de todo. Asintió dos veces y le tendió las gafas sin miramientos.

Tras ello volvió a observar a las personas que dialogaban. ¡Era totalmente irracional! Metiéndose con Sybill en vez de ver la realidad que había ante sus ojos. ¿Qué pasaba si Trelawney daba información sobre Bellatrix? ¿Acaso no era una buena noticia para todos el saber que no era una mortífaga?

- No veo el problema de identificar a cada uno.-se atrevió a decir.- De ese modo podremos encontrar a los mortífagos mejor. ¿O acaso no es lo que todos queremos?- estaba claro que no- ¿por qué en vez de hablar sobre las ganas o no ganas de la profesora Trelawney de llamar la atención, nos centramos en los que realmente importan? Como los mortífagos y los inquisidores.

Sentado en su silla el señor Ollivander podría haberse quedado dormido, profundamente, dado que estaba con los ojos cerrados moviendo la cabeza levemente de un lado para otro, como si se sacudiese entre pesadillas. Pero no era así.

Su rostro se ensombrecía...

El exceso de información lo abrumaba. Tanto por la gran (y nada sensata) revelación de la profesora Trelawney, como el resto de palabras que llegaban a él. Finalmente, algo lo agitó haciendo que abriera los ojos de sopetón. Despertando de un horror que no quería desplomarse ante la realidad. El sudor frío resbalaba por su apergaminada piel.

-Pequeña...- empezó en tono paternal antes de corregirse con cortesía- La Señora Lovegood... está en lo cierto. -Tragó saliva con dificultad, para hacer lo que iba a hacer, tenía que plantar cara a su mayor terror, a sus peores recuerdos - ¿Cómo no voy a hacer lo correcto?- se repitió...- Lo importante, es saber quienes son los Mortífagos... -Poco a poco se levantó de su asiento. Su voz se elevó cansada y ronca. Ganando seguridad tras cada palabra- Y esta vez... hay alguien... que sí es lo que parece ¿Verdad, señor Riddle? O debería decir... -se sintió ahogarse cuando se puso delante por delante intentando mantenerse firme mientras por dentro se ahogaba -El primero de los mortífagos*- Quería salir corriendo, huir, evitar las posibles torturas que podría volver a someterle, el corazón le latía con tanta violencia que temía por si estallaba.