Partida Rol por web

Asentí, de acuerdo con las palabras de Eir; la información se ajustaba a lo que yo mismo pensaba, lo cual no tenía porque ser bueno, por supuesto. Si destruíamos la guadaña podíamos acabar con la amenaza inmediata, pero también podíamos dejar el espíritu libre para que poseyera otro cuerpo o, más probablemente, otro objeto. Al menos, esa guadaña la teníamos identificada y controlada. Sobre todo, no parecía moverse de dónde estaba.

—Ahora mismo no es un peligro inmediato. —No me gustaba dejar atrás seres malignos, pero dada la situación, no era lo peor—. Prefiero volver más adelante. Ahora que hemos visto lo que es, y no parece que nos vaya a emboscar precisamente, deberíamos centrarnos en la Vía Susurrante.

- Un enemigo a la espalda hoy es una daga en los riñones mañana, dice Qorchi manteniendo la misma postura de combate. Si puedo opinar creo que deberíamos acabar con ella.

—Mmm. Si, puede ser —dije pensativo, llevándome la mano a la fuerte mandíbula, acariciando la incipiente barba.

Con las mismas, miré a las chicas y a Diadam, enarcando una ceja en actitud interrogante.

—Mamut quiere atacar y yo dejarlo para más adelante. ¿Qué decís?

Rascándome la cabeza, miro a uno y a otro, antes de girarme hacia las chicas creo que, aunque ahora mismo parezca estar ligada a ese lugar, quizás pueda romperse por cualquier causa, y eso podría poner en peligro a cualquiera, incluso a nosotros mismos, si decide avanzar por dentro de la casa grande.

Acabemos con ella, y limpiemos este lugar de cualquier rastro maligno.

—Sea entonces.

Me puse en guardia, preparando mi arma para cuando la guadaña se pusiera al alcance, y esperé.

Sin saber como van a combatir los demás, tras el disparo de Diadam, Qorchi se lanza a por la guadaña con escaso éxito.

Cuando os acercais a la guadaña dispuesto a acabar con ella esta reacciona con suma rapidez y comienza a girar sobre si misma, pese a ello la flecha impacta pero el metal hace que no parezca que haya sufrido daños, ignorando el golpe sigue girandose  en dirección a Qorchi provocandole un serio corte en el pecho.

Evoris trata de golpearla, pero al ser un objeto que no cesa de moverse no logra acertarle y lo mismo con Qrochi que debido al golpe dado se desequilibra y la guadaña no tiene problema de esquivarlo; Eir se apresura a acercarse al nuevo compañero y sin pronunciar palabra lo toca sanando sus heridas.

Maldije en silencio a aquél hombre por su excesivo arrojo, que le costó una fea herida. Por suerte Eir estaba allí, siempre dispuesta a ayudar, así que mientras se ponía tras el monje para curarle, yo golpeé de nuevo, con el mismo mal tino que la anterior vez.

Desequilibrado por el golpe, di un paso atrás para mantenerme en posición, y obligar también a la extraña cimitarra a acercarse para golpearme.

—Mamut, ven junto a mi —pidió al hombre, para que retrocediera también y mantuviera a Eir a salvo.

Viendo cómo la herida comienza a cerrarse, Qorchi se concentra en golpear a la espada flotante.

Negando con la cabeza ante el terrible ataque de esa cosa hacia Qorchi, me moví para ganar distancia y poder disparar nuevamente una flecha, con cierta falta de convicción al ver lo que había ocurrido con la primera.

Con el miedo de dar a nuestro nuevo compañero, la flecha salió muy desviada, maldiciendo por mi falta de acierto.

Arachne tambien se une a la batalla y se acerca al grupo que se está enfrentando contra la guadaña, al tocar el pecho del monje este siente como una subita energía invade su cuerpo  sintiendose capaz de hacer casi cualquier cosa, la guadaña no  parece cambiar de objetivo y se dirije hacia Evoris rotando sobre sí misma atravesando sus defensas y haciando un corte severo en un brazo del Inquisidor.

La guadaña giró hacia mi sin control ninguno, mortal. Apenas tuve tiempo para aprestar mi arma entre ésta y yo, y el resultado fue un profundo corte que a punto estuvo de rebanarme el pescuezo. De no haber interpuesto el brazo, seguramente no habría podido contarlo.

Dolorido, di un traspié hacia atrás, buscando una posición más alejada, y desde allí intenté devolver el golpe, aunque con poco éxito de nuevo, fallando por mucho el ataque.

Qorchi utilizó un segundo en mirar por el rabillo del ojo a la propietaria de la mano que acaba de darle un empuje de energía. Agradeció con una sonrisa la ayuda y lanzó sus puños hacia la guadaña flotante.

El combate parecía controlado aunque le entraban dudas al ver golpes como el de Evoris acerca de cuánto les costaría vencer a esa guadaña que parecía moverse con vida propia. Su magia no era tan poderosa como para poder malgastarla en cada ataque, pero Arachne había sido bendecida -o maldecida, según se mirase- con la capacidad de invadir las capacidades de los enemigos. 

-No eres más que una distracción inútil- pronunció en un tono seco mientras de sus manos salía disparado un rayo negro hacia la guadaña.