Partida Rol por web

Ardhun asintió lentamente.

Sin magia y sin clérigos de vuestro lado... no me extraña que las cosas estén mal. Dijo, remarcando ese punto En ese caso has tenido bastante suerte. No es que Faerun sea un paraíso para vivir, pero al menos podrás tener una vida tranquila sin temer a los ejércitos de esa... Sombra. Siempre que evites buscarte problemas, vaya.

Cogió aire y se recolocó ligeramente.
Tal vez algún día, con suficiente estudio consigas averiguar algo más. Se encogió de hombros. Da la sensación de que vienes de un Primer Plano Material alternativo, o lo que vendría siendo un... Segundo Plano Material. Nunca habia oído nada parecido, por lo que seguramente haya habido muy poca gente que escape de allí, y por tanto, muy poca información sobre cómo regresar.

El bárbaro Athasiano poco necesitaba para ser más feliz que ahora. Había reducido y sacado a luz al ladrón y a sus amigos y había probado su valía a los tripulantes del barco.

Lo único que podía hacer en el reducido espacio de la cubierta era estar tendido en el suelo de madera observando el cielo extraño con sus muchas nubes. Aquel mundo si que era extraño pero maravilloso a la vez.

Para comenzar el cielo no era rojo con naranja ni su astro luminoso tampoco tenía el mismo color. También había una cantidad desproporcionada de nubes, y muy bajas, casi al punto de tocarlas si saltaba muy alto. Solo que Thosk! No haría esa locura, no sea que caiga al océano y se hundiera sin parar hasta la muerte. 

Si tuviese suerte, sabría cómo volver a mi mundo llevando conmigo toda la ayuda posible…- repliqué -No puedo permitirme permanecer aquí mientras mi gente muere, no cuando mi ayuda podría salvarlos- le dije -A pesar de ser débil, era… es decir, soy el único mago que tienen, no voy a abandonarles quedándome aquí solo para estar a salvo- añadí.

Sonrío con un gesto triste al escuchar la opción de ser un reencarnado.

- No en mi mundo... Pero no tengo tan claro que éste no sea realmente un purgatorio para nosotros. Algo parecido a vuestro Plano de Fuga - digo. - Justo antes de aparecer aquí, nuestro asentamiento estaba siendo atacado - explico - y algunas armas en mi mundo son suficientemente potentes como para que la muerte te alcance sin saber desde dónde llega...

Me encojo de hombros, pensativo. - De todas formas, yo no entiendo de esas cosas. Sólo sé lo que me contaba mi abuela... Si en mi mundo hay un dios, debió morir durante la Caída - explico, incapaz de imaginarme a un ser superior que cuide de los humanos de los Yermos.

Niego con la cabeza.

- Pero no. Desde que estoy aquí no me siento diferente... Es decir todo es distinto, pero yo sigo cansándome y teniendo hambre y sed - bueno, eso menos que en casa, porque aquí hay agua de sobra. Supongo que eso significa que estoy igual de vivo que antes. Porque, ¿cómo se sentiría uno de esos poseídos? Estando en su cuerpo sin posibilidad de controlarlo mientras otro lo maneja a su voluntad... - probablemente las cosas que me cuenta me suenan tan raras como a ella mis historias de Iowa, pero parece la mejor forma de entenderse. - Por otro lado, seguramente esa magia tenga también alguna utilidad positiva, ¿no es así? O, ¿todos los magos y sacerdotisas que tratan con los espíritus son malignos? - pregunto utilizando sus mismas palabras mientras trato de sacar conclusiones sobre qué pensará de que Sophie comparta de alguna forma mi propio cuerpo. Por lo que me ha dicho hasta el momento, según su visión parece que ella tendría tendencia a expulsarla de mí y destruir su espíritu, y eso es algo por lo que no estoy dispuesto a pasar salvo que la alternativa nos lleve tanto a Sophie y a mí a la muerte.

Si es que seguimos vivos, claro.

Yaril·la inspiró hondo.

No... No sé como se siente un poseído Dio otro trago y se lo volvió a pasar a Riley. Imagino que no debe ser nada agradable, y no sé si podrá siquiera luchar por el control, o solo esperar.

Entonces, Riley hizo la pregunta del millón, si aquello era intrínsecamente maligno.
Veamos... La... Posesión, en sí... supongo que como casi cualquier conjuro, es como un arma. No es expresamente maligna, pero... nadie quiere tener a alguien en su cuerpo actuando por él. No es algo que alguien haga voluntariamente, ceder su cuerpo Gesticuló ¿Comprendes...? Hay hechiceros que pueden atrapar el alma de alguien en una gema, dejar su cuerpo 'dormido', y 'tomar' el de otro, y nunca he oído que lo hayan hecho para bien. Entonces... Bueno, hay quienes 'tratan' con espíritus y muertos vivientes para permitirles que pasen al Plano de la Fuga, donde deben estar, o para exorcizarles y echarles de este mundo si están causando daño a los vivos, o están siendo dominados mágicamente por hechiceros o sacerdotes malignos.

Ardhun ladea la cabeza.

Tu valor te honra, hijo. Pero ¿Para qué regresar? Tal vez, al quedarte aquí y exponer los conocimientos sobre ese Dios malvado y lo que es capaz de hacer, se pueda prevenir o evitar que tamaño desastre alcance a otros mundos.

Piénsalo... si tu regreso no va a marcar una diferencia en el Sino de tu mundo... Y con todas las dificultades que tendrás para volver... morirías para nada. No es propio de un hombre inteligente.

Si puedo o no marcar la diferencia y ayudar a mi gente, es algo que no sabré hasta que no regrese a intentarlo- le dije -Y sé que si me quedo aquí y les abandono nunca me lo perdonaré- añadí, pero a pesar de mis palabras, no era alguien que se lanzase estúpidamente a una muerte segura, y sabía que lo que aquel mago había dicho tenía bastante sentido.

Es cierto que si vuelvo tal como estoy ahora, solo y sin aprender nada, apenas si podría hacer algo- pensé.

Además, dices que lo mejor sería quedarme y advertir del peligro cuando no se siquiera si podría extender su influencia a otros mundos…- le empecé a decir -Pero si realmente puede, sería mejor derrotarlo antes de que acabe por completo con el mío en lugar de dejar que termmine de conquistarlo y se fortalezca- continúe -En este mundo abunda la magia, contáis con la ayuda de los dioses, vuestros guerreros no han tenido que soportar un siglo de batallas perdidas… vuestra ayuda podría cambiar las cosas en mi mundo- le dije, sin pensar en que aquel hombre solo era un simple soldado, no un lider o rey al que tuviese que convencer para que me ayudase.

Amigo... Comenzó. Si aquí las cosas están más o menos bien es porque hay un equilibrio de fuerzas. Si se pudieran mandar... "refuerzos" a tu mundo, quiero decir, unos que marcasen alguna diferencia, como... Enviados de Dioses, ejércitos enteros, o incluso alguna divinidad que se suscribiese a la batalla, empeorarían drásticamente las cosas aquí.

Sinceramente, espero que con el tiempo lo reconsideres, o al menos, que aprendas mucha, mucha magia aquí, para poder hacer algo allí.

Yo también lo espero- pensé al escuchar su última frase, aunque lo que llamó mi atención fue lo que había mencionado del equilibrio.

¿Equilibrio de fuerzas?- le pregunté -¿Entre qué fuerzas?- le pregunté, pues aunque no dudaba de sus palabras, mi escasa comprensión del estado de aquel muno me hacía desconocer muchas cosas… cosas que debía de aprender si quería poder obtener ayuda para mi propio mundo.

Entre el Bien y el Mal... El Orden y el Caos... Los Dioses juegan en un gran tablero con todos nosotros, los ángeles de los planos celestiales contienen a los Demonios y los Diablos de los Planos Inferiores, y los ejércitos civilizados mantienen a raya a las hordas de orcos y cosas peores allá donde mires. 

Vas de camino a Tezhyr, un país en paz desde no hace mucho, pero nunca faltan los problemas y las revulsiones políticas. Tezhyr y Amn estamos en guerra contra los piratas y los monstruos de las montañas, pero en su interior, nuestros paises tienen sus propios problemas, instigados por la codicia o por dioses maléficos.

Puede que no estemos al borde de la extinción... pero tampoco hay paz.

Parece lo mismo que pasaba en los reinos humanos antes de caer...- me dije al escuchar la situación, pues a pesar de las diferencias, la situación era similar -La gente es siempre igual, aunque sean de mundos distintos- pensé con cierto pesar.

Tal vez si les explicase...- empecé a decir -El Caido luchó contra dioses del Bien y del Mal sin distinción, su objetivo es reinar en solitario...- continué -Acabar con él antes de que ataque este mundo beneficiaría a todos- le dije... aunque sin embargo, era evidente que no confiaba en que dicho argumento sirviese. Mi propio mundo era la prueba de que para muchos, los beneficios inmediatos eran lo importante incluso a costa de catástrofes futuras.

Es mucho mejor que esperar la extinción- añadí

Amigo... Negó con la cabeza. Vas a tener que llamar a muchas puertas de gente muy poderosa para que esos argumentos sirvan de algo. Dejó unos segundos, en los que se dio cuenta que no estaba precisamente dándole ánimos.

Pero no desfallezcas. No serías el primero que consigue sus objetivos contra todo pronóstico. Nada es imposible.

Lo sé- le dije con evidente pesimismo, puesto que era consciente de que lo más probable es que esas puestas ni siquiera se me abriesen, ya ni hablar que me escuchasen las personas tras ellas –Ojala vuestros dioses escuchen esas palabras- añadí tras su evidente intento de animarme, el cual no había tenido demasiado éxito, la verdad.

Sea como sea, si quiero tener alguna oportunidad, más me vale aprender cuanto pueda de este mundo, o ni siquiera sabré cuales son las puertas a las que quiero llegar, y mucho menos como llegar a ellas- le dije con la esperanza de que pudiese instruirme, aunque fuese mínimamente –Y también sobre vuestros dioses y sacerdotes… y sobre la magia…- continué, con un deje inconsciente de esperanza y hambre de conocimientos en mi voz al mencionar la magia que no pude evitar –Es tanto lo que tengo que aprender…- añadí con un suspiro.

Bueno... sobre eso creo que podré ayudarte un poco. No soy ningún experto, pero...

Al dia siguiente, Molor tiene intención de hablar con Yaril·la y aprender un poco más.

Después de la hora de comer, la busca y termina encontrándola en cubierta. Ha terminado de hacer las curaciones diarias a los heridos, y está medio tumbada en unos sacos, mirando el mar, relajándose.

Por fin puede verla sin armadura, y desde luego no se la ve tan imponente, aunque desde luego tiene el cuerpo fibroso y bien torneado. Se nota que hace mucho ejercicio.

Su espada bastarda y su escudo no quedan lejos, y lleva su medallón sagrado puesto, como siempre.

Las lecciones teóricas nunca habían sido mis preferidas, más bien lo contrario, y siempre que podía, me las saltaba para hacer cosas, a mi parecer, más útiles, como aprender a luchar, practicar con mis hechizos, perfeccionar mis habilidades menos respetables… o simplemente escaparme a divertirme un rato, sólo con Elayne y Aldazar. Sin embargo, en aquel momento ni siquiera me planteé hacer otra cosa que no fuese centrar toda mi atención en lo que aquel mago me explicaba, compartiendo con él parte de los conocimientos de mi propio mundo durante la lección, comparándolos con lo que me iba enseñando. Decir que al acabar la noche había conseguido un conocimiento básico sobre los dioses y las personas importantes de aquel mundo sería exagerar, pues carecía del contexto necesario para entender muchas de las cosas, y aunque al menos con los nobles y reyes podía hacer comparaciones con lo que sabía de mi propio mundo, con la religión y los dioses ni siquiera tenía ese apoyo… pero sin embargo, al terminar, habrá aprendido lo suficiente como para que al menos los nombres y sucesos importantes me sonasen, lo cual no era poco para una sola noche de aprendizaje.

Estaba amaneciendo cuando Ardhun acabó de explicarme las cosas, por lo que tras agradecerle por su ayuda, me fui a pensar en todo lo que había pasado hasta el momento… o al menos esa fue mi intención, ya que lo que pasó es que no tardé en quedarme dormido. Era casi la hora de comer cuando desperté, por lo que tras levantarme, lo primero que hice fue dirigirme a cubierta para desayunar-comer, tras lo cual, busqué a la sacerdotisa Yaril·la. La charla del día anterior con Ardhun, así como lo que me estuvo enseñando durante la noche, me había dejado claro que si quería conseguir ayuda para volver a mi mundo, y quien sabe si también para hacerlo con ayuda de cualquier tipo, primero tenía que aprender lo que pudiese sobre este mundo, y lo mejor para eso era preguntar directamente a la persona más importante de las que conocía… y dado el escaso número de personas que conocía, fue fácil decantarme por la sacerdotisa. Además, tal vez hubiesen más sacerdotes en el barco, o soldados de mayor rango, pero al menos con ella no tenía que fingir ni mentir sobre cómo había acabado allí, lo cual facilitaba bastante las cosas.

La encontré medio tumbada entre unos sacos, con la mirada perdida en el mar y sin la armadura con la cual la había conocido en la cueva, lo cual me permitió disfrutar de la agradable visión de su bien torneado cuerpo, que tal vez no fuese el mismo tipo de cuerpo que el de las posaderas y aldeanas a las que estaba acostumbrado, pero no por ello era menos atractivo.

Desde luego, no es lo que uno espera cuando piensa en una sacerdotisa… claro que tampoco verla enfundada en una armadura cargando contra piratas con espada y escudo- me dije con una ligera sonrisa, aunque claro que, bien pensado, las únicas sacerdotisas en las que había pensado durante toda mi vida eran las que profesaban su fe  la Sombra y, envueltas en sus oscuras túnicas, ayudaban junto a los sacerdotes a los ejércitos sombríos con sus oscuros poderes. De todas formas, no había venido aquí por eso, así que me acerqué a ella sin permitirme distraerme más.

¿Sacerdotisa?- la llamé conforme me acercaba -¿Interrumpo algo?- le pregunté.

Yaril·la miró a Mólor y se incorporó un poco. Casi parece que intentaba no desperezarse, para que no pareciese que se estaba quedando dormida.

Oh, sí... Interrumpe usted una ocupadísima tarde contemplando tonos de azules. Dijo con media sonrisita y rió un poquito. No hace falta que me llames 'Sacerdotisa' todo el rato, Mól... Por fin se acordó de su nombre correcto

Una vez sentada, se frotó un ojo e hizo una mueca un poco rara al contener un bostezo.

Las horas muertas son con diferencia lo peor de navegar... Suspiró ¿Todo bien...?

Al ver que quería hablar discretamente, dio unas palmaditas en unos sacos junto a los que se sentaba, ofreciéndole asiento junto a ella.

Vaya, eso es sin duda una importante e interesante ocupación- le respondí siguiéndole la broma, agradecido porque emplease un tono informal –Tal vez sería mejor no interrumpirla- añadí con un tono serio mientras me sentaba en los sacos que me había ofrecido como asiento.

No me lo esperaba…- pensé –Aunque supongo que debía de haberlo supuesto por su comportamiento en la cueva pirata… se comporta más como un soldado que como los ancianos que intentaban enseñarme en casa- me dije.

Todo lo bien que me puede ir estando tan lejos de casa- le respondí con un ligero encogimiento de hombros –Y de eso quería hablar contigo, de cómo volver… e incluso como hacerlo llevando ayuda para mi gente- le dije.

Yaril·la asintió varias veces.

Sí, no dejo de pensar en ello... Suspiró Pero poco más se me ocurre, la verdad. He estudiado bastante, pero no soy ni mucho menos una erudita, y menos en temas planarios. Aunque tengo un par de disparates en la cabeza que podrían tener cierta base.

Se acomodó sentada, e iba gesticulando con las manos -En general gesticula bastante- haciendo señas como de 'escalafones'

En lo que a poderes divinos se refiere, en la parte de abajo están los Elegidos, que son humanos, u otras criaturas mortales, con una devoción particular que son recompensados con poderes mucho más allá de simplemente conjuros o poderes clericales. Luego están los semidioses, criaturas inmortales que eran mortales, pero trascendieron, y ahora tienen su Dominio particular, y también conceden conjuros... como Valkur, el dios de los Navegantes y las batallas navales.

Luego hay dioses menores, como la Caballero Rojo, diosa de la Estrategia, y mayores como Tempus, pero por encima de todos ellos está Ao, el Supradiós, quien castigó a los Dioses durante la Era de los Transtornos, y se especula con que no era más que un ejecutor o enviado de otros dioses aún mayores. Ese supradiós es todo un misterio, y no se comunica con mortales ni concede conjuros o poderes.

En ninguno de vuestros mundos coinciden las divinidades, por lo que no parece que los dioses Mayores sean capaces de alcanzar vuestros Planos, así que... si alguien o en alguna parte existe el poder de alcanzarlos, se trata de un poder por encima de los propios dioses.

Tomó aire y le miró, dándole unas palmaditas en la espalda.
Así que... Parece que está bastante complicado. El único Ente, Ao, que quizá tiene el poder de sacar y meter criaturas de este mundo, ignora a los mortales por completo, y si tiene algún motivo para traeros aquí, no parece que vaya a revelarlo. Quizá a su debido tiempo.

En cuanto... a ayudar cuando estés de vuelta. Dijo con algo más de optimismo. Si no puedes llevar la Fe, quizá puedas llevar magia que allí no pueda lanzarse. Si tu mundo fuera como el de Riley, sería más fácil... Allí cualquier objeto mágico poderoso o curativo sería un elemento que podría marcar una diferencia... Bueno, quizá algún objeto sagrado que ahuyente o destruya muertos vivientes, podría ser de ayuda en tu plano.

Escuché con atención lo que Yaril·la me explicó sobre la jerarquía de los dioses, así como también lo que había pensado sobre nuestra situación, y aunque apenas si comprendí una pequeña parte, fue lo suficiente como para entender la idea general de lo que dijo -Menos mal que no he perdido el tiempo esta noche- pensé, pues no fuese por las explicaciones que Ardhun me había estado dando durante toda la noche, no habría comprendido ni siquiera esa pequeña parte de lo que la sacerdotisa me había dicho.

Dices que como los dioses son distintos, vuestos Dioses Mayores no deben poder acceder a nuestros planos… pero si por lo que dices hay seres, como ese Ao por encima de ellos, tal vez no es que no puedan, sino que tienen reglas que lo prohíben, algo así como fronteras entre países- especulé sin saber si lo que estaba diciendo era simplemente una estupidez causada por mi ignorancia -Y el que aparezcamos aquí sea porque alguien intenta romper esas reglas ¿no podría ser?- le pregunté.

De todas formas, pensar ahora sobre eso tampoco es que sirva de mucho- me dije con un suspiro.

Y respecto a lo de la ayuda que mencionas, desde luego un objeto como es tendría un valor incalculable en mi mundo…- le dije, aunque con menos optimismo de que ella había tenido al mencionarlo -Pero no creo que objetos así sean algo que se dé así como así, ni tampoco los conocimientos mágicos ni las armas… y ni hablar de la ayuda en forma de tropas, soldados y hechiceros que nos ayuden en la guerra. Especialmente a un recién llegado como yo, sin ningún apoyo en este mundo- dije -Sé que parece que quiero demasiado… pero así de desesperada es la situación en mi mundo. Los ejércitos de la Sombra no solo están mejor equipados que los nuestros y cuentan con sacerdotes y magia oscura que los ayuden, sino que además nos superan al menos diez veces en número, de momento al menos, pues mientras que nuestro número no para de disminuir, el suyo solo parece aumentar… eso sin contar con las legiones de Caídos que se levantan tras cada batalla- le expliqué de forma que pudiese hacerse una idea general de cuan desesperada era nuestra situación.