Partida Rol por web

Durante un instante parece que mi piel palidece bajo los ropajes que la cubren.

- ¿Sophie? - pregunto en voz alta casi sin darme cuenta. Noto una cierta sensación de sorpresa que no me corresponde a mí, que ya estoy bastante anodadado por mi parte. - Sí... - empiezo a decir, pero tengo que concentrarme para asimilar mis pensamientos. ¿O no son míos? - Entonces... ¿estás muerta? - digo casi en un susurro. "¿¡Por qué escapaste de Iowa!? ¿Cómo demonios se te ocurrió irte? ¿Qué te ha pasado? ¿Quién estaba yendo hacia el asentamiento?". Demasiadas preguntas se abalanzan al mismo tiempo a mi cabeza, pugnando por salir. Pero consigo mantenerlas a raya durante un tiempo. Después de todo, por muy resguardados que estemos en esta caseta, seguimos estando en peligro de ser descubiertos.

Corrijo el apuntamiento de la balista, bajando ligeramente el punto de mira de forma que resultase un disparo más directo hacia el barco.

- ¿Listos? - Les digo a mis compañeros esperando su confirmación para desatar el ataque. - ¡FUEGO!

Acompaño la señal para que disparen con mi propio disparo de la balista, que lanza su proyectil incendiado a gran velocidad, sin prácticamente tiempo para reducir su altitud en una parábola. Con una sonrisa, espero que el daño del inmenso proyectil y, sobre todo, del fuego, distraiga a suficientes enemigos como para que salgamos de esta.

No pude evitar cierta mirada suspicaz al lugar de donde provino la voz de Thosk!, algo lógico teniendo en cuenta su reacción anterior a mi conjuro… pero al parecer, ya se había olvidado de eso, ya que se puso a ayudar a preparar la balista. O al menos, esperaba que ya se hubiese olvidado de eso, puesto que no había tiempo para desperdiciar esquivando golpes invisibles, así que, en la medida de lo posible, alejé de mi mente la posibilidad de ser aplastado por aquel bruto, así como también la extraña convesación que parecía mantener Riley consigo mismo, interpretandolo como algo propio de su extraño mundo, y fui a donde estaban las ballestas cargadas, cogiendo una de las pesadas.

Mejor ir con todo desde el principio- me dije, sopesándola -Y mejor acabar con lo peligroso antes- pensé, recordando la advertencia de la sacerdotisa sobre aquel extraño elfo negro. Además, si había sido corrompido a tal punto que hasta su piel había adoptado aquel color, no sólo debía ser un enemigo poderoso, sino que lo único que podríamos hacer por él era acabar con su vida.

Vamos…- murmuré mientras apuntaba con cuidado al elfo, disparando justo en el momento que Riley gritó “¡FUEGO!”

Me encontraba afuera de la caseta vigilando el perímetro, hasta que decido finalmente ingresar en la misma para escuchar los planes que tenían en mente mis compañeros. 

Una vez allí, con Sul a mi lado, observo que intentan atacar al elfo de piel rara. Entonces por defecto, tenso mi arco luego de colocar una flecha y le apunto, como no sabía cual era la puntería del mago o si era experto en ello, disparo luego de marcar el objetivo con una rápida mirada. Obviamente después de que el Edaín (Riley) diera la orden.

Como era de esperar, la flecha directamente impactó en el elfo. Ahora pendiente de los próximos pasos, coloco otra en mi arco y espero la señal. No quería entorpecer a mis compañeros, simplemente era muy buena atacando a distancia y no iba a desaprovechar esa oportunidad de ayudar.

La batalla comienza con la balista disparando al barco. El proyectil se empotra en el buque, y la brea no se apaga, de manera que pronto empezará a hacer su 'trabajo'.
El mago dispara al drow, hiriéndole, y enseguida otra flecha élfica, también atraviesa la ligera armadura del elfo oscuro. Los dos tempurianos se unen al festín, descargando sus ballestas pesadas. Varken falla, pero Yaril·la le impacta también.

El drow grita de dolor, y todo el que tiene armas las desenvaina. El elfo oscuro corre a meterse entre el montón de esclavos, que viendo que podrían caer proyectiles donde están ellos, se tiran al suelo y se intentan escapar o apartarse, chocando unos con otros.

El grupo del humano que cuidaba los esclavos corre cuesta arriba con mucha agilidad, salvo los ogros, que parecen tener algunos problemas para subir a una velocidad razonable, y van más atrasados a pesar de sus ganas de combatir.

Por su parte, en el barco, nadie parece haberse dado cuenta aún de que tienen un enorme virote con brea ardiendo clavado. Simplemente, con el ajetreo que llevan, un crujido más, o unos gritos de más no les han llamado aún la atención, más centrada en el barco que viene y los preparativos para zarpar.

El disparo fue certero, el virote voló directo al blanco, atravesando con facilidad la armadura para incrustarse con fuerza en la carne de aquel elfo oscuro, virote que fue seguido por una flecha de Osellë y el disparo de ballesta de la sacerdotisa, todos ellos alcanzando e hiriendo al elfo antes de que tuviese tiempo a reaccionar… pero a pesar de ello, el elfo, lejos de perecer por las heridas, no solo permanece en pie, si no que conserva la suficiente fuerza como para correr hacia el grupo de esclavos para usarlos como escudo.

¿Cómo…- me empecé a preguntar al ver que seguía vivo, seguramente a causa de lo mismo que debía haber causado su corrupción… pero por desgracia no había tiempo para eso, ya que nuestro ataque había alertado al resto de piratas que lo acompañaba, los cuales ahora se dirigían a toda carrera hacia donde estábamos -Al menos el resto no parecen haberse dado cuenta aún- pensé, agradecido por ello.

¡Descargada!- grité, soltando la ballesta por si alguien podía cargarla antes de que los piratas se nos echasen encima -¡Ya vienen!- dije al tiempo que cogía otra de las ballestas pesadas que habíamos cargado, apuntando rápidamente contra uno de los humanos que subían para, un instante después, disparar.

El ataque surgió efecto y pronto las llamas comenzaron a ganar terreno. Solo es cuestión de tiempo para que la tripulación se percatase del incendio. El bruto reanudo su tarea de cargar la balista con la intención de efectuar otro disparo antes que los enemigos lleguen a su posición.

Otro ataque flamígero pondría en serias dificultades a la embarcación pirata.

El elfo negro se esconde entre los prisioneros. Desconozco si es o no más peligroso que el resto, pero desde luego parece mucho más hijoputa. Los ogros parecen un blanco apropiado para la balista, que con Thosk! aún invisible parece que se carga sola. Sin embargo, en el barco aún pueden controlar el fuego, así que es preferible asegurarnos que ninguno de esos marineros va a subir hasta aquí.

A penas muevo la balista para que el proyectil incendiado no alcance el mismo punto del barco de madera y disparo nuevamente sobre él, esperando incendiarlo de una vez por todas.

En cuanto disparo, me giro para atacar a los que se acercan, pero no ver cuándo Thosk! va a preparar nuevamente el arma seguramente perjudique mi capacidad de reacción para dispararles lo antes posible.

Atenta a la situación preparo mi arco nuevamente y disparo al ogro más cercano con la intención de ir colaborando con mis compañeros. 

Algunos se encargaban del barco,  yo pretendía ocuparme de mis mayores enemigos los Orcos. Sin embargo, en mi mente algo había quedado sembrado ya que el elfo oscuro no sólo sobrevivió a dos ataques sino que pudo incorporarse. 

Efectivamente debía comprobar esa raza, me llamaba mucho la atención. 

El disparo de Mólor atraviesa el pecho del humano, que cae al suelo y rueda un poco antes de que el cadáver se detenga por una rosa saliente. 

Por su parte, el virote de la balista pega en una viga dura del barco, y a duras penas se clava en la madera. 

Oselle por su parte decide disparar una sola flecha, pero con buena puntería. El ogro al que impacta queda sorprendido por la fuerza del disparo, además, resbala y cae de morros al suelo.
El otro ogro avanza sin problemas, junto con todos los demás elfos y trasgos, y también el humano, que es sorprendido por la tempuriana oculta, aunque sólo consigue hacerle un arañazo. El compañero, Varken, sí consigue ensartarle un buen lanzazo desde detrás de su capitana, y logra que caiga muerto.

Lejos, desde el barco amniano, surge un pequeño destello naranja. Seguramente nadie del grupo se percate de él, hasta que el destello alcanza el barco pirata. 

Una potente explosión detona en el velamen del barco, partiendo un mástil y poniendo las velas en llamas. En ambos barcos se desata el caos, y los oficiales intentan mantener el orden y la disciplina de sus tripulaciones, por ahora, con cierto grado de éxito.

Un cuerno y tambores de guerra resuenan desde el buque amniano, que toma una velocidad sorprendente, con las velas repentinamente hinchadas en dirección a la cueva.

De nuevo, volví a disparar con una de las ballestas preparadas, y de nuevo, el virote voló directo a su objetivo, atravesando con fuerza el pecho de uno de los humanos que corrían hacia nosotros, humano que, a diferencia del elfo de piel oscura, no resistió el impacto, cayendo muerto al instante.

Uno menos- pensé, aunque por desgracia no había tiempo para alegrarse, ya que aunque el resto de quienes me acompañaban también habían hecho su parte, los que no habían caído estaban prácticamente encima nuestra. En ese momento una explosión en el barco pirata llama mi atención -Parece que los aliados de la sacerdotisa han llegado- me dije, agradecido por ello, ya que gracias a ello el resto de piratas estarían demasiado ocupados como para percatarse de lo que sucedía tras ellos.

¡Una más!- grité, soltando la ballesta y cogiendo la que seguramente sería la última ballesta que podría usar, apuntando con ella a uno de los semi-humanos que casi habían llegado a la caseta para, apenas un instante después, disparar.

Los enemigos se encuentran demasiado cerca y continuar utilizando la balista supone un peligro. Thosk! deja lo que esta haciendo, blande su arma y avanza en direccion a los oponentes. Antes de abandonar la cabaña el bruto habla para sus compañeros, aprovechando la magia que lo volvía invisible. - Thosk! invisible. Thosk! atacar ogros feos con gran espadón y lluvia de tripas, ver pronto, ver pronto... no disparar flechas o dar a Thosk! y thosk! luego volver por sus cabezas. ¡Adiós! - Luego el bruto avanzó en dirección al ogro mas cercano pero su equilibrio era pésimo. Podría rodar y quebrarse el cuello y jamas lo encontrarían porque permanecería invisible por siempre, al menos eso imaginaba él.

Continuaba buscando objetivos,  mis compañeros hacían su trabajo con esmero mientras que mi puntería era certera pero algo me distraía y no lograba el objetivo primordial. ¿Que me sucedía? - me pregunto al tensar el arco mientras preparo el siguiente disparo. 

Esta no era mi batalla,  simplemente estaba ayudando a un grupo de personas. No llevaba conmigo aquel sentimiento férreo de lucha, donde realmente quieres vencer al enemigo por una causa que me compete. Ahí se encontraba el meollo de mi falta de precisión, mi alma se traicionaba así misma y mi mente se negaba a participar. 

Bajo el arco desesperanzada y luego de cerrar mis ojos, dar un suspiro, vuelvo a prepararlo y disparo. No sólo a un objetivo,  sino a dos. Malditas creaciones de Melkor. 

Dado que el gigante se va sin recargar la balista, tengo que enfrentarme a los atacantes de alguna otra forma. Me doy la vuelta, dispuesto a coger una de las ballestas que habíamos cargado al llegar, pero algo hace que me pare por el camino.

Miro el barril lleno de brea y, al escuchar cómo algo rueda por las piedras tengo una idea. En Iowa jamás la hubiera llevado a cabo, pues el precio de hacerlo hubiera sido demasiado elevado, no sólo por el contenido del barril sino también por la madera de la que está hecho. Sin embargo en este lugar parece que tienen recursos de sobra para todos y, en todo caso, no voy a poder llevármelos conmigo.

- Échame una mano con esto - le digo al mago, o, si me está escuchando, al invisible gigante. - Veamos si se atreven a subir hasta aquí.

Arrastro el barril hacia el borde de la caseta y, mirando a los hombres que cargan hacia nosotros con una sonrisa sádica tapada por la máscara de gas, empujo la brea hacia ellos de una patada. - ¿Estáis seguros de que queréis subir? ¡Jajaja! - les digo cogiendo la antorcha con la que hemos encendido los virotes de la balista, sabiendo que con mi aspecto deben de estar pensando que soy una especie de demonio.

El virote de Mólor atraviesa sin problemas la armadura del semielfo, hiriéndole seriamente. Por su parte, Thosk sale de la caseta aprisa, pretende correr cuesta abajo a por el enemigo, pero simplemente no se ve los pies, pone mal uno de los dos y termina en el suelo con estruendo, clavándose una arista en el trasero, que probablemente no hará más que agriar más aún su mal humor.

Oselle por su parte clava dos flechazos a los ogros. El primero, que estaba tumbado, sufre un disparo tremendamente certero que le deja seriamente herido. El segundo disparo no resulta tan certero, pero la elfa sigue dando guerra desde su puesto.

Por su parte, Riley arroja el barril y alguna bravuconada muy seria a los enemigos que suben por la pendiente, antorcha en mano. El barril desgraciadamente golpea una roca y se desvía a mitad de camino, pero sin dejar de verter brea por donde pasa.

El ogro más herido corre cuesta arriba sin volver a caerse de morros, acercándose peligrosamente a la brea. Mientras, el segundo ogro pretende acabar con la sacerdotisa y su compañero. Por desgracia para el ogro, Varken lleva una lanza que le iguala el alcance. La punta de la lanza golpea el garrote del ogro, y el pesado arma del gigantón va directo contra la guerrera, que lo esquiva por poco.

Los dos semielfos pretenden llegar a Oselle, pero antes deben pasar sobre su lobo, que la defiende con ferocidad. El lobo muerde a uno de los semielfos, que intentan apuñalarle, sin conseguir sacarle más que unos mechones. Sûl se revuelve y consigue liquidar a uno de los semielfos, quedando el otro a solas contra el lobo.

El segundo ogro va contra la guardiana de batalla, que esquiva el golpe por poco, y entre Yaril·la y Varken consiguen ensartarle un par de golpes.

Hoglerruk, el tercer integrante, sale rompiendo la enclenque pared para interponerse entre Oselle y el otro ogro. Los trasgos, por su parte, aunque aún ven a los dos ogros luchar, no tienen claro que la batalla vaya a merecer la pena, y aguardan a que haya una oportunidad más clara.

El elfo oscuro, por su parte, coge a una elfa famélica y le planta la espada corta en el cuello, usándola de escudo y rehén mientras huye hacia el túnel por el que habían salido los esclavos.

Éstos no parecen dispuestos a seguir al drow, y aunque a su alrededor haya una batalla, no tienen demasiados sitios a donde ir. Un humano, sin embargo, parece intentar organizarlos, dando voces y órdenes al grupo.

En el barco prendido hay un caos, que se intensifica cuando otra explosión estalla en la pared interior de la torre de popa, la que da a la cubierta. Ahí ya el capitán es incapaz de mantener el orden, y su tripulación abandona el barco como puede, intentando huir por otros túneles, mas a la izquierda.

Los tripulantes del barco amniano no parecen dispuestos a coger prisioneros entre los piratas: Su buque se dirige a una velocidad nada normal contra el barco que no está en llamas, y su tripulación con uniformes azul y amarillo dispara ballestas contra los piratas que intentan asomar, rociándolos con una lluvia de virotes.

El runrún de Sophie es un auténtico incordio. Aunque lo has tenido apartado un ratito, ahora está haciendo cálculos sobre la fuerza que deben tener los ogros, y cálculos aproximados sobre la desventaja numérica a la que estáis sometidos si deciden huir por vuestro camino de llegada.

Su rápidamente nubla y se mezcla con tus propios pensamientos, de manera que estás pensando en cómo de fuerte o alto tendrías que lanzar la antorcha, y acabas pensando con ella en el tiempo estimado hasta el impacto de los dos barcos.

De nuevo, mi virote voló certero a su destino, y aunque no fue suficiente como para poder matar a aquel semi-humano, al menos le dejó lo suficientemente tocado como para que el lobo que acompañaba a Osellë pudiese acabar con él mientras esta continua saeteando sin piedad a los dos ogros. En general, la batalla se desarrolla bastante bien para nosotros, siendo ya varios los caídos y heridos entre los piratas mientras que estos aún no habían logrado causarnos daño alguno… claro que ahora que los teníamos al lado, puede que eso cambiase.

Se acabaron las ballestas- pensé soltando la que acababa de disparar mientras que mi mano se dirigía hacia mi estoque… deteniéndose a mitad de camino al ver a lo lejos como el extraño elfo oscuro cogía a una de las elfas como rehén y se dirigía hacia los túneles con intención de escapar -Si escapa, la matará- me dije, y decidido a no permitírselo, me concentré en el oscuro poder que impregnaba mi alma.

De eso nada- dije, al tiempo que hacía que dicho poder se materializase en forma de una gruesa y oscura telaraña en la entrada del túnel por el cual el elfo intentaba huir, bloqueándola por completo.

El traspié y la caída fueron suficientes para sulfurar al bruto que se levanta con energías renovadas y continua su avance hacia uno de los ogros, en especial aquel que pelea con la rubia contratista.

Thosk! pretende defender a la acorazada mujer ya que es con la cual cerró el trato de las armas y el herrero.

En su avance encontró a un semielfo peleando con el perro de la elfa traicionera. Sin asco blandió su espadón hacia el oponente con intenciones de partirlo por la mitad para facilitar el alimento al canino acompañante de la arquera. Luego avanzó hacia el ogro...

¡Mierda! Pienso cuando veo cómo el barril se desvía al golpear una roca.

- ¡QUIERES CALLARTE DE UNA PUTA VEZ! - Grito malhumorado sin que nadie sepa a quién me refiero. Pensarán que estoy loco, pero tal vez hayan sido todos esos cálculos que yo nunca sabría hacer los que tengan la culpa de que haya desperdiciado ese barril de brea. - Creí que querías salir de aquí con vida... ¡Pues no me despistes y dime algo útil!

Dejo caer la antorcha sobre la brea sin preocuparme demasiado. Si arde, a mí no me va a molestar el calor y puede que ese tipo enorme que está al lado llegue a quemarse a pesar de todo. Cojo una de las ballestas que estaban cargadas junto a mí y miro a nuestros enemigos. Ahora mismo Yaril·la y su gente están superados en número, así que apunto al otro ogro que está junto a ellos, esperando rematarle de un disparo. Pero, a pesar de tratar de ayudar y de mis reflejos aumentados, la voz en mi cabeza me está despistando lo suficiente como para no poder apuntar con precisión.

La situación me desconcentra demasiado, no sabía si era por mi falta de precisión con el arco o por el modo en que Sul tuvo que defenderme ante el ataque de dos semielfos. De una forma u de otra, comenzaba a desmoralizarme todo aquello, incluso cuando tomo el arco y disparo al ogro que estaba atacando anteriormente. Por desgracia o falta de atención, la flecha se quiebra por haberla puesto mal, lastimando mi brazo con su punta al deslizarse de forma errónea. 

- Argg. - me quejo ante el pequeño pero profundo tajo que tengo, lo vendo rápidamente (rompiendo un trozo de la manga) sin intentar hacer más que eso y doy un medio giro para disparar al semielfo que se encontraba cercano a Sul, iba a dar mi vida por aquel lobo si fuese necesario ya que lo único que me quedaba de Aman era él. 

- Sul, a mi lado. - ordeno a mi lobo para que no se exponga más.