Partida Rol por web

Sin quitar la mirada a Varken observa anonadada cada una de las cicatrices que decoran su cuerpo, demasiadas batallas sobre sus espaldas y era increíble que aún sigue en pie. Sin dudas este hombre es un gran guerrero, algo que Osellë está lejos de ser. No por falta de experiencia sino por el temple que debe tener una persona cuando se enfrenta a las guerras, algo que desde su concepción más indie creía innecesario. 

- Entiendo el concepto aunque no lo comparto, no existe nada mejor que vivir en armonía sin estar durmiendo con un solo ojo atento a lo que pueda pasar. -  responde al mirarlo a los ojos y prosigue. - Los elfos en mi tierra son considerados seres pacíficos hasta que la ambición cegó en demasía la mente, tanto siglos de paz se derrumbaron ante la necesidad de alcanzar un poder que quizás no era para nosotros. La oscuridad perece en cualquier lado Varken y debemos defendernos de ella, pero toda guerra radica en la falta de entendimiento y una lucha de egos que no tiene parangón. Son siglos de alzar mi arco y ver la sangre correr... ¿No deseas formar una familia? ¿Tener una vida tranquila? - explica para luego realizar algunas preguntas, quizás desde una concepción más global pero realista a la vez. 

No obstante el acercamiento la inquietaba un poco, no estaba acostumbrada a estos tratos tan delicados y ni siquiera su esposo se comportaba de aquella forma. La elfa era virtuosa en apariencia pese a no presumir de ello ante nadie, pero no por eso dejaba de disfrutar este tipo de contacto por más que el interés fuese otro. - Por favor. - afirma al segundo mientras alza ambos brazos un poco para que pueda trabajar tranquilo. 

Luego una sonrisa se escapa de sus labios, muy raro en Osellë que refleje algo semejante. - En mi tierra el humano es un ser imperfecto, indigno. Algo que creí en su momento pero al conocer a Beren y luego a ti, las cosas han cambiado. La verdad es que no se puede juzgar a alguien por su raza, sería demasiado injusto. -  reflexiona siendo muy consciente de que un pequeño cambio en su interior comenzaba a gestarse, algo que en parte la liberaba de tanta historia forjada mediante la imposición y el desconocimiento. 

No obstante el interés de Sul en la Sacerdotisa le sorprendió, aquel lobo era muy sabio y ante la sorpresa de su actitud simplemente lo llamó con tal de acariciar su pelaje para sentir que no estaba tan sola. Lo único que tenía de su tierra era aquel animal. 

Varken asiente, poniéndose con cierta dificultad la armadura.

Desde luego que lo ideal es vivir en paz y armonía, pero los que hemos estudiado la guerra vemos el inevitable patrón allá donde mires. Precisamente los elfos son quienes más a menudo lo rompen, pero por lo general, cada dos o tres generaciones, un reino o territorio entra en guerra. A veces una por generación.

Gruñó un poco al forzar un gesto para alcanzar una correa.
No puedo estar más de acuerdo, en que los motivos de las guerras son la ambición y el ego, en definitiva la falta de entendimiento, pero eso es algo inherente a la condición pensante, así que... tarde o temprano llega alguien a quien le sale más a cuenta una guerra que un negocio.

Entonces llega la pregunta sobre si no preferiría formar una familia.

Bueno... Jeje... Miró un momento al cielo y de nuevo al suelo pringoso, que cada vez estaba más seco, como si se estuviera... ¿Marchitando? A las mujeres sabias no les interesan los soldados, y a mí no me interesan las mujeres superficiales. Lo he intentado, no crea, pero... A menudo paso mucho tiempo fuera, y nunca saben si volveré. 

Después vino el comentario sobre los 'seres indignos'
Eso de juzgar a los demás por su raza me ha recordado a la forma de pensar de los elfos Solares, o Dorados. En este mundo... hay unas cuantas etnias élficas, y los que menos se juntan con las demás razas de corta vida y más las desprecian, son ellos. Es cierto que sus artes y demás son superiores, pero de hecho, desprecian hasta a otras etnias de elfos que se juntan con humanos, enanos y demás, y las dos etnias élficas que más lo hacen son los Silvanos -o Verdes- y Lunares, también llamados Plateados... 
La miró, a los ojos, al cabello, y a los brazos, la piel.
Por sus facciones, usted parece más una elfa plateada... o un poco silvana, así que tal vez algún día sepa de lo que hablo en su propia piel. De hecho, ahora que lo pienso, los elfos también estuvieron en guerra entre sí hace milenios, durante tres mil o cuatro mil años. Fue el comienzo de su decadencia como raza dominante en el mundo. 

Hace un gesto restando importancia cuando termina de ponerse la armadura. Sûl se acercó a Osellë, sentándose a su lado, para darla calor.
Pero eso es historia muy antigua. Si quiere saber más, cuando lleguemos a Candelero podrá leer mucho sobre esas guerras y la historia de su gente. 

¿Y a usted...? ¿Le espera alguien en casa?

Al poco, empezaron a llegar los otros compañeros. Los soldados habían terminado de destruir los huevos, que también se estaban marchitando. Ángela parecía más o menos 'entera' a pesar del violento golpe, y Riley seguía ileso.

El grupo llega aligerando el paso, por encima de la biomateria, que parece estar secándose y marchitándose. Cuando llegan a la plaza, un grupo de soldados están terminando de destruir sistemáticamente los huevos.

Osellë, con un vendaje en el vientre y la falda algo desgarrada está sentada junto a Sûl y Varken. El humano apenas se tiene en pie*, y junto a ellos descansa Hoglerruk, cubierto de sangre e inconsciente. Yaril·la sigue convulsionando y ocasionalmente balbucenado algo ininteligible, pero quizá con menos violencia que antes, aunque sigue incapaz de hacer nada por sí misma.

El cuerpo de Thosk ya ha sido parcialmente consumido por la biomateria, que ahora que se marchita, ha contenido su ritmo.

 Angela se adelantaría al resto si caminaban, pues algo en su interior la obligaba a correr hacia aquella dramática escena de muerte y desesperación. Aunque su mirada buscó la de Osëlle, quizás para asegurarse de que aguantaría sin ser atendida, su primer objetivo fue claro, Yaril-la. Se arrodilló a su lado, dejando el bastón junto a sus piernas y sujetando su cara con ambas manos. 

 Casi se echaría sobre ella para estudiar su estado. Necesitaba comprobar a la vieja usanza muchas variables que no quería simplemente asegurar con otros métodos, aunque los emplearía también. Sus pupilas, si manaba espuma de entre sus labios, cualquier clase de espasmo podía llegar a hablarle mejor de lo que ocurría que cualquier relato que ya anticipaba antes de que ocurriese. Aquello podía achacarse a un asalto mental, que en otros términos, era asumir que sus conexiones sinápticas se habían visto sometidas a un sobresfuerzo.

 Tomar el pulso y conseguir que alguien sostuviese sus piernas en el ángulo adecuado. No era tan diferente a un shock.

 - Sacad su cuerpo de ahí. - Ordenó levantando únicamente la cabeza hacia sus mejores conocidos. Se refería a Tosk!. Angela no descartaba que pudiesen hacer algo por él en el futuro. No se podía vencer a la muerte, porque la muerte, no era un enemigo, pero debían cerciorarse de que estaba totalmente muerto. Quizás pudiesen salvarse sus recuerdos, incluso puede que alguien estuviese interesado en traer de vuelta a un Tosk! idéntico...pero diferente. Quizás, sólo lo decía porque era lo propio para un guerrero como él tener un funerala adecuado, aunque a vista de todos, su temeridad había sido la causa de su muerte, lo que en cualquier otra sociedad sería visto como un simple suicidio.

 La propia Angela tenía aún magulladuras y contusiones menores, algo que había pasado por alto a pesar de las molestias. Tenía claro que era lo principal.

 Por orden de gravedad se aseguraría de que todos serían atendidos.

 - Aseguraos de que todos los que tengan que ver con esto hablen conmigo antes. - era casi una exigencia a Riley mientras no levantaba la vista de los ojos de Yaril-la.

 Si era un poco inteligente llegaría a la conclusión de que Angela, estuvieran sanos o no, quería comprobar que Kerrigan no había dejado nada latente en sus organismos. Además, era su deber ayudar a los que habían resultado heridos en aquel combate. Aquella gente no tenía porque pagar porque gente de otros lugares hubiesen llegado allí, con sus guerras, sus prejuicios, sus métodos...

 Fruncía fuertemente el ceño.

 Aquello llevaría tiempo y...energía.

Angela analiza los signos vitales de Yaril·la, y utiliza su instrumental, incluso el bastón para comprobar daños físicos cerebrales, para poder dar un diagnóstico lo más acertado posible.

Aparentemente su salud general es razonablemente buena, para haber recibido algunas heridas en el combate, y no tiene ninguna en la cabeza, ni orificio o quemadura que sugiera que uno de los rayos entró por allí, aunque es evidente que alguno le golpeó en mitad de aquella maraña de rayos... psiónicos. 
¿De qué estaban hechos esos rayos? Desde luego, de cualquier cosa menos de electricidad. Las energías que se manejaban en aquél mundo eran completamente desconocidas, pero no por eso menos reales o peligrosas.

Las pupilas dilatadas sugieren que no está viendo nada, y aunque balbucea, no parece realizar ningún movimiento voluntario, así que aparentemente, está inconsciente. Es como si tuviera graves daños cerebrales, como un tremendo golpe en la cabeza o la inoculación de... ¡Neurotoxinas!

De nuevo acude al bastón, pero para su frustración, la respuesta no está en el organismo. No se detectan rastros de neurotoxinas que pudieran haber dañado el cerebro de un modo desconocido.

Tampoco se aprecian daños en las áreas del cerebro que corresponderían a unos síntomas como los descritos, si bien sí que algunas áreas están... desconectadas, dormidas, pero no dañadas. Como si las neuronas simplemente se hubieran 'apagado', y eso es algo muy grave y delicado.

No parece que haya nada que se pueda hacer, de lo que Angela tenga certeza del resultado. 

Tal vez dejándola en reposo, mejore por sí misma, pero también podría empeorar y desactivarse otras áreas del cerebro, y un fallo en determinadas áreas la mataría. Habría que mantenerla hidratada por vía intravenosa, y esperar a ver su evolución.

Una posible solución, algo temeraria, sería utilizar los nanobots en el cerebro para intentar estimular las neuronas durmientes con impulsos eléctricos, de forma parecida a como se estimula el corazón con un desfibrilador. Con la cantidad adecuada de corriente, podría funcionar, si fuera insuficiente podría quedarse como está, y su fuese excesiva podría dañarla irremediablemente.

Hacha en mano, observo un momento la plaza con atención. Ahora que todo ha pasado resulta sorprendente que haya salido de esto indemne. Pero con cuatro balas menos, pienso lamentando haberlas malgastado pues, a pesar de sus heridas no he conseguido acabar con la causante de este desastre en la ciudad.

Veo que Angela se lanza en la ayuda de Yaril·la y asiento para mí, pues después de todo ha sido la mujer quien nos ha traído hasta aquí y la única que parece capaz de llevarnos al lugar donde, teóricamente, nos pueden devolver a nuestros respectivos mundos.

- ¿Estáis bien? - pregunto con seriedad a Osellë y Varken, mirando al cuerpo inconsciente de Hoglerruk.

Escucho a Angela pedir que saquen el cuerpo de Thosk y miro los restos sabiendo que no se podrá hacer nada por él. Encogiéndome de hombros, dejo que sea la milicia que se está encargando de los huevos quienes saquen el cuerpo del gigante, si quieren.

La siguiente frase de Angela me hace fruncir el ceño con cierta desconfianza. Me tomo un momento para concentrarme y expandir mi percepción psíquica, que me ha servido para localizar a Kerrigan otras veces. Si hay algún tipo de comunicación psiónica a mi alrededor, espero poder escucharla.

Tras haberme relajado un momento, asiento en respuesta a Angela. - Id a verla cuando podáis - le indico a mis compañeros. - Aunque tal vez Hoglerruk necesite ayuda más urgente - le digo a la mujer de la armadura.

Mientras dejo que la mujer se encargue de curar a los heridos, me acerco a los soldados de la ciudad.

- ¿Han comprobado que ninguna de esas criaturas haya escapado? - pregunto a los hombres. - Tal vez puedan propagar algún tipo de plaga y será peligroso dejarlas campar a sus anchas o esconderse en cualquier lugar. - Como sin duda hará esa maldita mujer.

Ayudando a Varken se encontraba Osellë mientras una interesante conversación surge entre los dos, ambos de mundos diferentes y con muchas historias por contar les permite conocerse un poco entre tanto baño de sangre. De momento, Sul permanece junto a la Elfa y apoya su cabeza sobre el muslo de la mujer, recibiendo con ahínco las caricias que su dueña le regala con tal de aliviar su tempestad.

Hasta que la voz de Riley capta la atención de Osellë, deteniendo su mirada para ofrecer una respuesta. - Si, estamos algunos heridos pero aún seguimos con vida. - afirma al levantar su corta camiseta con la intención de mostrar el vendaje improvisado por Varken, aunque siendo sinceros sin la ayuda de Ángela quizás estaría como Thosk. Le apenaba en demasía la caída del grandulón pero sus intentos de darle un entierro digno han sido pasados por alto. Ella sola no podía con semejante tamaño para cumplir con ello. 

 Una vez que esa corta conversación cesó rápidamente, regresa a Varken con tal de continuar lo pendiente. Conocer el lugar donde se encuentra era vital para Osellë y por esa razón, toda información ofrecida sería de utilidad para un futuro cercano porque ella no pensaba regresar. Muy claro lo tenía. 

Uno de los guardias, que iba acompañado de otros dos, responde a Riley.

Creo que no ha escapado ninguna. Y el suelo este ya se está muriendo... Hemos destrozado los huevos, y hay varios magos de la guarnición en camino para echarle un vistazo a esto. O eso hemos solicitado, vaya. Que vengan o no ya no es cosa nuestra. 

Buen trabajo, compañero. ¿El ogro iba con vosotros o con ellos? Pregunta refiriéndose a Thosk, confundiéndolo con un ogro. Aparentemente, le parecía muy extraño que alguien con sus pintas pudiera estar de parte de los "buenos"

Varken asiente a Riley.

Heridas aparte me encuentro bien, pero gracias. Ahora, cuando acabe con Yari y Hogle. ¿Qué fue de ella? Pregunta no sin cierta congoja. ¿Creéis que volverá?

Menuda capacidad de reacción más lenta. Pensó Sophie. Si no hubiera sido por nosotros... tendrían un enorme problema entre manos. Supongo que tendremos que seguir sin el gigante... y puede que incluso sin sacerdotisa.

- Si han tocado la biomateria o los huevos deberían desinfectarse. - Angela sólo deseaba que mantuviesen aquello bajo control por todos los frentes - nada de utilizar el río - añadió - tal vez con alcohol en la taberna, sólo para asegurar que no llevan nada consigo que no podamos ver.

 Una criatura de otro mundo, como ellos mismos, pero con esa capacidad de creación y destrucción, podía portar gérmenes y enfermedades que, incluso sin intención, podían ser un problema para esta gente. Los efectos sólo podrían verlos más adelante, lo mejor era intentar matar cualquier posible inquilino.

 - Si no se puede hacer nada con la biomateria.. - añadió mientras miraba escrupulosamente a Yaril-la - deberían quemarla.

 solicitó, más como un consejo.

 Tomó el bastón entonces, respirando profundamente. - Está muy mal.... - no buscaría una segunda opinión, sólo expresaría la gravedad de aquella dolencia. - Intentaré hacer lo que pueda.- asumió, cuando el haz verde del bastón comenzó a irradiar a la mujer tendida en el suelo.

 Angela tenía que estimular aquella mente a través de su soporte físico. Podía no estar dañado, pero incluso así, se arriesgaba a dañarlo ella misma. Era un proceso tan delicado, que la doctora se quedaría en silencio, totalmente concentrada mirando su rostro durante unos cuantos minutos. Simplemente estaría allí, inmovil, frente a ella, como una persona que reza por un fallecido o un herido.

 Angela no estaba rezando. Aunque en ocasiones le favorecía cerrar los ojos y contemplar el proceso de una forma mucho más mística de lo que en realidad era.

  Vamos. Sé que eres fuerte.

 No olvidaba todos los que necesitaban ayuda allí. Pero esperar, en ese caso, podía ser fatal. Cada minuto que Yaril-la pasaba sin funciones cerebrales normales su identidad, su memoria, su vida, podía cambiar, simplemente...arruinarse.

Cuando Angela sugirió que se 'desinfectasen' con alcohol, varios guardias se miraron sin saber muy bien si iba en serio o estaba de broma, o si se refería a que cogieran una borrachera. Quizá no era el momento de explicar los tipos de agentes infecciosos conocidos en la Tierra y cómo podrían propagarse, por lo que rápidamente les aclaró que podrían tener algún tipo de 'plaga' y que debía limpiarse las manos con alcohol fuerte y sin usar el río.

Extrañados, pero al fin y al cabo obedientes -No en vano parecía un ángel, y los ángeles eran de fiar- explicaron que tratarían de cumplir la recomendación al respecto tan bien como pudieran.

Quemaremos esta cosa. Dijo refiriéndose a la moribunda biomateria. Habrá que quemar algunas manzanas, pero si hay riesgo de plaga no creo que hayan demasiadas objeciones... aunque los sacerdotes puedan coger un buen cabreo. El guardia se refería, por supuesto, al templo 'plagado' que había en aquella plaza.

Se pusieron manos a la obra, yendo a buscar leña para hogueras con las que hacer antorchas, y preparando hileras de gente con cubos para detener los incendios que pudieran propagarse a edificios no deseados.

Angela dedicó unos minutos, muy concentrada, a atender a Yaril·la, que mientras la biomédica trabajaba se convulsionaba cada vez más, hasta unos niveles inquietantes. Cerca del final, dejó de moverse casi de golpe, quedando tensa, con los dedos arqueados.

De repente, abrió los ojos y se arqueó entera tomando una enorme bocanada de aire, como si acabase de salir del agua tras haber estado a punto de ahogarse, y luego gesticuló como quien está -o cree estar- cayendo desde una enorme altura. Cuando se dio cuenta que estaba en el suelo, se incorporó apoyada sobre los codos.

Como acto reflejo, buscó su espada con la mano, aturdida, y miró alrededor... pero no había rastro de las bestias. Ver a Thosk tirado y medio consumido la sorprendió y desagradó, pero cuando vio a Hoglerruk tirado, ensangrentado y vendado, trató de incorporarse.

Parecía padecer un colosal dolor de cabeza. Intentaba decir algo, pero parecía tener graves dificultades para pronunciar consonantes. No se le entendía casi nada.

Aparentemente, el truco ha funcionado, aunque no debería estar costándole hablar. Las funciones motoras parecen en óptimo estado, pero para hacerla una evaluación a fondo del resultado vendrá bien que se esté quieta, y los nervios no le hacen ningún bien de todas formas.

Observé la situación al volver a la plaza, suspirando al ver que las cosas seguían bajo control, algo culpable por haberlos dejado allí en su estado, a pesar de que era consciente de que traer de vuelta a Ángela, con sus poderes curativos, era fundamental para poder sobrevivir hasta que llegasen los sacerdotes y médicos de aquel lugar.

Ahora, con ella allí, había poco que yo pudiese hacer, así que, casi al mismo tiempo que Ángela lo indicaba, desenvaine mi espada y me dirigí hacia donde se encontraba el cuerpo sin vida de Thosk! para separarlo de aquella cosa que le cubría.

Se llamaba Thosk!- le dije al guardia -¿Alguien me echa una mano?- pregunté, aunque sin dirigirme a nadie en concreto, deteniéndome un instante cuando Varken mencionó a la líder de aquellas criaturas -Al parecer escapó volando- le dije, mirando el cielo como acto reflejo antes de volver a seguir liberando el cuerpo del gigantón de aquella cosa mientras escuchaba lo que decían.

Desde luego, quemar todo esto es lo mejor que pueden hacer- pensé cuando lo mencionaron. Al final, conseguí liberar q Thosk! del abrazo de aquella cosa palpitante… claro que una cosa era eso, y otra cargarlo fuera de allí para darle un entierro digno, aunque antes de que pudiese mencionar algo al respecto, vi como Yaril·la reaccionaba al fin y salía de aquel estado en el que había quedado sumida gracias a Ángela, por lo que me levanté y acerqué hasta donde estaba.

¿Estás bien?- le pregunté.

Miro a Varken y frunzo el ceño.

- Seguramente... - digo con un enfado notable en la voz. - Estaba malherida, pero se hizo invisible y salió volando. - Me había tomado acabar con esa mujer alada de forma casi personal, pero aún así había logrado escapar. Y eso me cabreaba. - Creo que tiene la capacidad de curar sus heridas de alguna forma, pues cuando llegué hasta ella en la ciudad parecía encontrarse en mejor estado que cuando me fui.

Miro a Ángela, preguntándome si lo que le hizo a ella tuvo algo que ver con esa regeneración. Si es así, aún podemos confiar en que sea lo suficientemente lenta como para acabar con ella en algún momento.

- Al menos llegué a tiempo para salvarla - digo mirando a Ángela. O eso espero. - Pero Kerrigan volverá. Al menos cuando haya aprendido algo más de este mundo.

Al mirar a la chica de la armadura, asiento con su conclusión y la del guardia. Quemar todo esto me parece lo más seguro ahora mismo, al menos si ella no tiene ninguna forma de analizarlo en detalle.

Me acerco a Mól mientras se dirige a Thosk. Esperaría que una gente tan acostumbrada a las pérdidas como esos elfos no lamentasen tanto la muerte del gigante, en particular Oselle, que a penas se había molestado en dirigirse a alguien que no fuera Mól por no utilizar nuestro idioma. Sin embargo, la muerte puede afectar a la gente de forma muy diferente, así que no digo nada al respecto. En vez de eso, pongo la mano en el hombro del mago.

- Creo que lo mejor que podemos hacer por él es dejar que arda con todo esto - le digo. Desconozco las costumbres funerarias de ellos, aunque por lo que me han dicho Sophie y mi abuela, varían muchísimo de un pueblo a otro. Unos se comen sus cadáveres para no desaprovechar la carne mientras que otros los entierran y van a llorarlos al lugar donde dejaron el cuerpo. Sin embargo, la incineración parece una solución aceptable para muchas culturas.

Cuando Yaril·la despertó, en seguida seguí al mago junto a ella, esperando su respuesta. Casi instintivamente, me concentro para buscar algún rastro de efecto psiónico en la mujer por si hay algo que yo pueda hacer por ella más que esperar a que se recupere.

 Angela miró a Yaril-la con la calma que sólo podía transferirle la experiencia. Estaba, en verdad, totalmente contrariada. Sabía que algo así podía pasar, pero no se explicaba como podía haber ocurrido en aquel intento desesperado, todo debería de estar bien, y, sin embargo, algo no lo estaba. Era un fallo menor considerando el estado anterior en el que se encontraba. La sonrisa de Angela y su tacto delicado eran la mejor medicina contra el nerviosismo. Sujetó con una firmeza digna de la presa de un guerrero los hombros y la cabeza de Yaril-la, la miró a los ojos, muy de cerca y habló sin titubeos, como si todo cuanto dijera se cumpliría pronto y ante cualquier adversidad.

  - Todo va bien. Déjalo en mis manos. Yo me ocupo. 

 Todos estarán bien. - eran frases cortas, bien vocalizadas, hablaba despacio y con ternura maternal. - Tienes que reposar.

 Estabas grave. - Negó - Pero ahora todos están a salvo.

 Luego miraría a Mol, necesitaba que cualquiera que pudiese hacerlo evitase que se levantara. Ya tendría tiempo de dar explicaciones sobre sus dificultades después, ahora, tenía que tratar a los demás, rápido, antes de que se complicase. No estaba nerviosa, tenían tiempo, lo lograrían.

 Con una mirada directa a Riley, se dirigió a él de nuevo. Si realmente pensaba que la había salvado...estaba bien, por ahora, aunque dejaba mucho que desear y era algo con lo que Ángela no estaría totalmente cómoda, sólo podía resignarse y si percibían algo en ella sería equivocadamente que había sido herida en el orgullo y nada más.

- Kerrigan será prácticamente inmortal mientras tenga materia viva que consumir. - espeté como conclusión a lo que había vivido tras mi caída - vi como consumía a un hombre delante de mis ojos - aseguró, hablando lo más privadamente posible para que Yaril-la no se alterase. - Dañar su cuerpo es sólo asegurar la perdición de otros - podía haber sido un reproche, porque a esta conclusión había llegado antes, pero no le guardaba rencor a Riley que había actuado con cierta nobleza neutral, lógica desde las variables que controlaba. Que la golpease para librarla, podía parecer algo que agradecer, lo cierto era que posiblemente ahora Kerrigan se viese obligada a matar para conseguir curarse de las heridas. Cuanto más herida, más victimas. A pesar de todo, Ángela se mostraba tranquila, confiada, como si supiese que lo máximo que encontrarían sería ganado muerto o algo similar.

 - Será fácil de rastrear. - supuse - la verán como una súcubo, o como un demonio. La gente hablará, habrá un rastro gracias a Riley. - no era un agradecimiento, tampoco un reproche, sólo una forma de hablar, de sugerir que podrían dar con ella en cualquier caso. - Habrá que trazar un plan más elaborado que intentar destruirla con violencia. - intentaba hablar de forma sencilla, era el momento de encargarse del soldado que peor estaba. Quizás por eso, habló de otra forma... - Tal vez, si pudiesemos comprender como se produce la reproducción celular que le confiere esa regeneración alcancemos un método válido para revertir el proceso y, con suerte, si no puede detenerlo voluntariamente, se hiera a sí misma siempre que intente regenerarse. - era lo único que podía sugerir sin más pruebas.

 Apartó esas ideas de la cabeza. Ahora sus pacientes eran lo importante. Una mirada a Osellë buscó saber si aguantaba unos minutos más, no quería que se desangrase o que estuviera peor de lo que aparentaba y quisiera hacerse la dura, parecía esa clase de persona.

Yaril·la estaba poniéndose bastante nerviosa ante aquél 'contratiempo'. También sufría un tic que la hacía parpadear el ojo derecho con bastante rapidez, y una ligera falta de rigidez en los músculos de esa parte de la cara.

En el fondo agradecía las atenciones de Angela, pero parecía inquieta por algo. Se zafó de la médico y anduvo en círculos cogiéndose la cabeza unos segundos, gruñendo como si el cráneo le punzara y no fue hasta que Varken la sujetó con fuerza y la zarandeó que tomó algo de aire tratando de calmarse. 
Mientras la biomédica se centraba en sanar las heridas del resto, Yaril·la intentó lanzar un hechizo curativo a Hoglerruk, pero al balbucear de aquella manera, falló estrepitosameente. Se puso de pie, consternada.

E... ha pa-pa-pa-pasado...?

 Ha sido una batalla dura, pe-

¡G-no! 'e ME ha p-p-p-...

 Ah, la demonio lanzó una especie de rayo, pero ya estás bien, ves?

Yaril·la se apartó de todo el mundo, y con un gesto pidió que no la siguieran. A unos diez o doce metros del grupo, se paró a patear la carreta volcada, como si fuera su peor enemigo.

 Será mejor darle un momento...

Hoglerruk se empezó a despertar cuando Angela consiguió cerrar la mayor parte de sus heridas con su bastón.

Notando que era la 'ángel' la que le estaba atendiendo con su 'bastón mágico', en cuanto se puso en pie dio unas palmaditas agradecido a la médico.

Muchas gracias, Angela... ¿Alguien me explica...? 

Varken fue quien se encargó de poner al día a su compañero, mientras unos guardias se acercaban a preguntar.

 Podemos arrastrar al ogro entre varios afuera de la masa, pero lo que dice ese hombre... Dijo refiriéndose a Riley ¿Es verdad que será mejor quemarlo? Porque si es por evitar una plaga, habría que hacerlo.

Mientras el guardia habla con los aventureros, algo extraño sucede. Se levanta una brisa fría, y caminando entre la gente, con ánimo apático aunque ligeramente curioso, se manifiesta el espectro de una mujer joven, vestida con ropa anticuada y algo ajada, como si vistiera para algún tipo de fiesta.

Los guardias, a diferencia de todos los demás, tan solo dan un respingo. Sûl, erizado, corre a cubrirse detrás de Oselle, empujándola al punto de casi tirarla.

¡Kélemvor bendito! Dice uno de ellos, mientras la espanta con una mano, como si no fuera algo demasiado raro o terrorífico de ver, como si el susto fuera más por la tensión y la sorpresa que el fantasma en sí. Estamos liados, rayos!! Vete a curiosear al otro mundo! Ante la mirada perpleja de todo el mundo, les mira y se encoge de hombros. Extranjeros, supongo. ¿No os habían dicho que la ciudad estaba encantada...? Ni caso, son inofensivos.

La mujer, apática, no repara en nadie salvo en Riley, a quien mira fijamente unos segundos antes de seguir su paseo y desvanecerse.

En fin... ¿Quemamos al ogro, o lo enterramos?