Partida Rol por web

El gnoll, en las últimas como estaba, no se lo pensó dos veces. Dio un paso atrás y despareció por la esquina, tragado por la oscuridad.

Aunque no comprendo muy bien qué es lo que está pasando ni por qué Vika parece contrariada conmigo, tengo la sensación de estar en medio y estorbando a mis compañeros. Tal vez sea eso lo que le molesta.

Todos menos Mayra han logrado adelantarme y eso que yo únicamente quería dar un paseo en soledad para no molestarles mientras escribían. Los jóvenes de hoy en día parecen tener mucha prisa por llegar a todas partes, incluso aunque no sepan a dónde. O quizá sea yo quien no lo sepa.

—Yo... disculpa —balbuceo, girándome para ofrecerle mis excusas a la joven maga—. En se-se-seguida te dejo pasar.

Avanzo pasillo adelante, caminando tan deprisa como mis viejas rodillas me permiten. Sin embargo, me topo con un pequeño embotellamiento que me impide seguir adelante.

—Pues... pa-parece que no será po-po-posible...

Los gnolls no esperaban semejante recibimiento. La grasa hizo resbalar a ambas bestias, que trataron de salir de la zona. Uno de ellos encontró un hueco en la esquina de la habitación, sin embargo debido a un mal paso, acabó estrellándose contra el muro y cayendo al suelo. El otro consigió dar un paso lateral, pero Eldrid trazó un golpe ascendente con sus garras y le destrozó el hocico; aún no se había recuperado del impacto cuando Vika aprovechó la distracción para matarlo con el mandoble.

Mientras tanto, el único que quedaba en posición para pelear, se pegó contra la pared y comenzó a conjurar. Pero la sangre que salpicaba las paredes lo distrajo y no fue capaz de finalizar el hechizo.

La mujer tigre rugió, embravecida, y saltó sobre el gnoll que quedaba en el suelo, todo garras y dientes, destrozándolo y llenando las paredes de víceras y sangre.

Un vistazo fue suficiente para comprobar que no le necesitaban en la cámara de los gnolls; dos de las criaturas estaban caídas sobre su propia sangre, inmóviles. Tras deliberar tan solo un instante, decidió que el riesgo de perseguir al gnoll por pasillos desconocidos era menor que el de dejar enemigos a sus espaldas mientras se adentraban en los subterráneos, así que salió corriendo tras él mientras soltaba la honda atada a su cinturón.

Vika vio como Tobías salía detrás del hombre hiena que huía. Ella se encargaría del que quedaba en la estancia. Trató de partirle por la mitad, pero casi se le escapó el arma. No estaba teniendo suerte en aquel combate. 

- ¡Lucifer, no me abandones ahora! - Se quejó amargamente.

Mayra avanzó cautelosamente, y se asomó por el pasillo que había tomado Tobías.

Tobías se lanzó a la carrera detrás del gnoll. Dobló una esquina en plena oscuridad, tanteando por dónde había desaparecido el gnoll. En el momento de doblar la esquina, el explorador sintió que algo no iba bien; pero su instinto no actuó lo bastante rápido.

Una trampa.

El silbido de unas lanzas al ser disparadas fue lo primero que escuchó. Una le pasó rozando el cuello y la otra no le dio de puro milagro. Sin embargo, la siguiente le atravesó una pierna y la última se le hundió profundamente en el costado. No contento con eso, la risa del gnoll retumbó por el pasillo justo antes de sentir su espada hundiéndose en el hombro.

Tobías se sacudió las lanzas de encima como pudo, haciendo aspavientos. ¿Cuántas habían sido? No las suficientes para derribarle, por ahora. La fortuna quiso que el gnoll decidiera ignorar sus heridas para aprovechar el descuido del humano. La criatura creyó sentir cómo su espada se hundía en la carne del joven, pero no era más que un espejismo. Las mismas sobras que recibieron el corte errado parecieron blandir una hoja y se abalanzaron sobre el gnoll. Por debajo, el mandoble de acero se coló bajo una axila, atravesó las costillas y partió en dos el corazón del humanoide monstruoso.

La luz de la piedra ioun de Mayra bañó el pasillo, justo a tiempo para revelar cómo el gnoll se deslizaba por el filo de la espada de Tobías hasta dar con su cuerpo en las baldosas.

Mayra palideció cuando vio tantísima sangrey, si llevó los dedos a los labios para ahogar un grito de horror. Giró el rostro un momento en dirección al pasillo:

—¡San Dámasor! ¡Tobías está herido!

Echó a correr en su dirección, sus tacones bajos resonaban por el pasillo. Ella no podía hacer nada por aliviar su dolor pero podía estar ahí, a su lado, como Minaavos había hecho con Meyzkaaluv. Llegó a su lado, lo abrazó. Miró con espanto la lanza clavada en su pierna.

No pregunto si estaba bien, porque le resultaba obvio que no lo estaba.

—En seguida viene la ayuda —le prometió.

Mayra corrió en la misma dirección que se había marchado Tobías. Se llevó los labios a los dedos, con espanto, y gritó en vuestra dirección.

—¡San Dámasor! ¡Tobías está herido!

Los tacones bajos de Mayra resonaron en el pasillo mientras corría para auxiliar a Tobías.

No comprendo muy bien qué es lo que está pasando ahí delante. No sé si mis compañeros se enfrentan a uno o a ciento y tampoco conozco la naturaleza de la amenaza. Yo pensaba que se trataba de un solo individuo asustado que se escondía de nosotros pero por la algarabía que forman mis jóvenes camaradas, tal vez estén luchando contra un auténtico ejército subterráneo.

—En la paz de Rashiel todos en-encontraréis consuelo para vuestros do...lores y miedos. Ve-ve-venid a mí los que temáis por vuestra suerte, que yo os pro-protegeré.

—¡Dámasor, Tobías ha sido alcanzado por una trampa! ¡Ven, por el amor de los dioses!

El gnoll estaba contra la pared, no tenía muchas opciones, de modo que volvió a hablar en su lengua para conjurar, pero al parecer, los dioses no estaban de su parte, porque la amenaza de Vika no le permitió concentrarse.

Eldrid saltó entonces hacia él para enzarzarse en una maraña de garras y dientes. Sus garras destrozaron carne y huesos, sus dientes desgarraron. Debido a la cercanía, Vika tuvo que dar un paso atrás para que los regueros de sangre no le cayeran encima. Las paredes quedaron empapadas con la sangre del gnoll, que no pudo hacer absolutamente nada con aquella fiera. Una vez hubo acabado, la mujer se puso en pie y relajó la postura, volviendo a ser la Eldrid afable de siempre, solo que con el cuerpo, la boca y las manos cubiertas de sangre.

Miró a Vika.

Entonces escucharon gritos en el exterior y la mujer tigre salió disparada hacia el pasillo.

- Buen trabajo. - Pensó la sacerdotisa, quien cada vez más apreciaba a la  mujer bestia por sus muchas cualidades.  

Nunca antes hubiera creído que pudiera entablar amistad con un ser inferior, pero lo cierto era que Eldrid era un ser leal, decidido y útil. Ya le había demostrado en más de una ocasión que estaba con ellos para lo que hiciera falta y había empezado a apreciarla como a un más y de hecho, la apreciaba bastante más que al demente de San Dámasor y casi tanto como a Tobías o Mayra.

Sin más se afanó por seguir los pasos de Eldrid en dirección a las voces y el grito dela mujer. Tenían que descubrir que estaba sucediendo y si alguien estaba en apuros, tratar de ayudarle como fuera. Ante todo era una buena persona y su deber como tal era el de ayudar al desfavorecido.

Eldrid apareció de repente por el pasillo cuando Mayra giró la cabeza para pedir auxilio a Dámasor. Le costó un segundo reconocer a la mujer tigre, tal y como estaba cubierta de sangre hasta los codos; por la boca y el cuello chorreaba todavía sangre fresca. Estaba tensa, lista para saltar sobre cualquier amenaza.

-¿Qué pasa?

Tobías había sido alcanzado por una trampa, tenía un lanzazo en el costado y otra le atravesaba la pierna. Un gnoll yacía muerto al doblar la esquina. La tigresa bajó los hombros y la cabeza, parecía de repente avergonzada.

-Siento... debí ir yo primero...

- No te disculpes por ello, Eldird. - Le dijo. - Tú no pusiste esa trampa y estabas haciendo lo correcto cuando Tobías cayó en ella...

Sin perder un solo segundo más, Vika miró al curandero del grupo. El hombre Santo tenía que hacer algo por el pobre Tobías, si no lo haría ella misma, aunque esa sólo fuera una función secundaría dentro de su papel en el grupo. Aunque lo primero era evaluar como estaba su compañero y si podían quitarle la estaca de la pierna sin dañarla demasiado o provocando un sangrado demasiado abundante.

Se agachó junto a Tobías para examinar de cerca la herida. No tenía muy buena pinta ciertamente, pero nada que Lucifer o los dioses primigenios en los que San Dámasor creía, pudieran ayudar a sanar con un poco de fe y oración. Tocó la pierna de Tobías y evaluó si podía tirar de la estaca para liberarla.

- Tranquilo, irá bien y la magia divina hará que sanes rápido. - Agarró la estaca con ambas manos dispuesta a tirar de ella. - Te va a doler solo un momento. A la de tres la saco.  - Y no contó, directamente liberó la pierna del explorador y miró al santo. - Su turno. - Le dijo de forma seca.

No puedo compartir ni las prisas, ni esa concepción tan egocéntrica de que los dioses existen para servirnos a nosotros y no al contrario. Nuestros destinos están en sus manos y yo únicamente puedo sentirme satisfecho con hacer la voluntad de Rashiel; y, al hacerlo, mitigar los sufrimientos del mundo.

Avanzo con paso cansado hacia el lugar desde el que mis alterados compañeros me llaman para arrodillarme en el suelo ensangrentado junto al cuerpo de Tobías. Vika ha hecho un buen trabajo para arrancarle de las garras codiciosas de la muerte y no sé si yo podré hacer por él mucho más. Aun así, estoy dispuesto a intentarlo, imponiéndole mis manos.