Partida Rol por web

Las crónicas de aquel país lejano.

1ª parte: El pueblo de la Diosa

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16/06/2010, 11:54
Director

Los barcos avanzan, poco a poco, entre las aguas de un amplio pero tranquilo y pacífico río. Hace apenas unas horas que habéis conseguido escapar de las aguas del mar. Los dioses os han bendecido con nuevas tierras, lejos de cualquier otra costa. Un lugar donde, con suerte, poder asentaros. Sentís un aire frío, mientras, poco a poco, el sol emerge por el oeste. Todos miráis con excitación las nuevas tierras a este y oeste del río. Todos salvo, quizás el Druida, que permanece impasible. 

El resto de embarcaciones os siguen. Todos los que embarcasteis en un principio. No ha habido mal tiempo, ni muertos, ni males. Ha sido un viaje bendecido, sin duda, y en uno de los barcos, la sacerdotisa da las gracias por ello, junto con sus aprendices. 

Frente a vosotros, empezáis a distinguir montañas, y poco a poco, la costa asciende. El río parece que nace en un valle, mucho más adentro. Una nueva tierra, y un nuevo principio para todos vosotros. 

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02/08/2010, 12:10
Cathaoir

Nervioso me aceco al maestro para consultarle mis dudas y que me ilumine con sus conocimientos acerca de estas tierras desconocidas y de los planes de los dioses.

¡Maestro, Maestro!. ¿Que nos deparara el destino, que habeis visto en los augurios?. Acaso los dioses os han hablado de estas nuevas tierras y por eso continuais impertubable ante su visión.

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02/08/2010, 13:31
Illurtibas

Soplan vientos de incertidumbre. ¿Qué nos depara el futuro, ahora que hemos decidido empezar de nuevo? ¿Qué clase de maravillas nos depara la madre naturaleza en estas nuevas tierras? ¿Seremos por fin los humanos capaces de llegar a un entendimiento con la madre naturaleza?

Mi cabeza se llena de preguntas mientras observo el horizonte desde la proa del barco que lidera la marcha. Había pedido ese sitio para poder escuchar los vientos de esta nueva era. Pero no encontraba ninguna respuesta, solo más preguntas. Lo cual era normal, un comienzo desde cero solo tiene preguntas, no respuestas. Tan solo queda rezar a la madre naturaleza porque las respuestas que vayamos obteniendo con el paso del tiempo sean las correctas.

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02/08/2010, 15:22
Melekia

Aspiro con fuerza el aire del mar. El viaje se me ha hecho un tanto pesado, alejada de las tierras a las que estoy acostumbrada. Pero los comienzos siempre son excitantes.

Me despejo enseguida y ansiosa, me dirijo al capitán del barco.

-Disculpe, ¿tiene pensado atracar en la primera localización que parezca buena, o va a buscar algo más?- pregunto.

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03/08/2010, 00:50
Áed Máel Sechnaill

Hemos llegado con las bendiciones de los Dioses a una nueva tierra. Parece magnifica una cosa soñada. Después de la tensión de tantos días de navegación ahora nos estamos relajando lo que puede ser peligroso. Aunque es una maravilla lo que ven mis ojos después de días sólo ver el mar.

Le indico a uno de mis oficiales que se acerque a mi lado. – No puede ser que una tierra tan prodiga no este habitada por nadie. Si hay gente viviendo aquí nos considerada invasores. Preparar las armas y los escudos al lado de los hombres pero que no se los pongan. Haz que vigilen si hay alguien en las orillas pero que nadie demuestre que los ha visto a ataque antes de avisarme.

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03/08/2010, 16:04
Casivelano

El barco se acerca a la costa, y la tribu empieza a aullar... Una buena tierra, perfecta para las tribus.

Los lobos aullan mientras nuestro barco toca tierra, todos bajamos para dar gracias a los dioses, y prepararnos para crear los asentamientos.

Los jefes se reunen, voy con ellos...

Nosotros, la tribu del lobo, tenemos los mas agiles y rapidos explradores, nos adelantaremos para explorar estas tierras. ¿Estan de acuerdo?

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04/08/2010, 06:03
Maebh

Maebh miraba el horizonte desde su sitio privilegiado, el asiento que había ocupado durante casi toda esa tarde, y que había ocupado todas las anteriores tardes cuando lo único alrededor de ellos era el extenso, misterioso, e increíblemente manso mar. Había un aroma en el aire que le recordaba al pasado, y una nota de olor para ella indescifrable que le habría la imaginación hacia el futuro. El horizonte recortado sobre las aguas, aquellas líneas de marrón y verde que se elevan a la distancia, se reflejaba en el gris de sus ojos partiéndolos en dos, en cinco, en mil. Aquellas nuevas tierras eran las prometidas, las pedidas a susurros en todas las invocaciones a los Dioses, y llegaban a ellas enteros, fuertes e iguales a como habían salido, como si hubiesen sido elegidos por ellos para llegar y poblar. Esa era una certeza en su interior, mientras la costa se acercaba, cada vez más, y el mar seguía su vida en el río que subía. Era un nuevo principio, y a él llegaban enteros, listos para luchar por él.

Se dio vuelta hacia el Druida. Su aprendiz se había apresurado en preguntar, urgente como todo lo que era la curiosidad de quien seguiría el camino de la comunión. Maebh dejó un margen para que el sabio respondiese lo que creía, si es que algo quería responder. A veces el silencio era la mejor respuesta, el silencio o el aliento a la búsqueda. Sus largos cabellos color de ascuas se mecían acompasados por la brisa, los que lograban escapar de su capucha. Al final, cansada de luchar contra ellos, se la echó a la espalda y se acercó al Druida. Se quedó a un paso de él como dictaba su respeto hacia su figura, sus conocimientos, y todo el resto de su veneración.

- Druida - dijo, con aquella voz que conducía hilos con la precisión de una aguja y a la vez, resistía tempestades con la templanza de un inmenso roble - ¿Hablan los árboles para nosotros? ¿Nos reciben, como nos recibieron en nuestro sitio de antaño, o sus susurros son de sospecha y esperan una ofrenda para tantear nuestro ser?

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06/08/2010, 23:16
Cadeyrn

Se había mantenido callado todo el viaje y pasado la mayor parte del tiempo sentado en el lugar que le correspondía por derecho, levantándose solo para recorrer el barco durante escasos minutos antes de volver a su trono. Así habían pasado las largas horas de esta última jornada.

Ahora, que finalmente estaban a punto de desembarcar en la Tierra que los Dioses habían escogido, se podía sentir el aire del barco una clara efervescencia, la clara excitación que sentía la tripulación – su pueblo – al ver como se empezaba a cumplir parte del Destino reservado para ellos.

No dudaba que en las otras embarcaciones la sensación sería la misma.

El murmullo de las tribus iba en crescendo, transformadse de a poco en oraciones inteligibles. Hasta la Ard ri hizo sentir su voz.

Sin embargo Cadeyrn siguió callado.

Se levantó de su asiento y fue caminando hacía la proa del barco en silencio y se quedó parado ahí. Contemplando el porvenir y sumido en sus pensamientos.

 

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06/08/2010, 23:17
Cadeyrn

Ahora, con calma, pudo contemplar la Nueva Tierra del Pueblo de la Diosa. Estaba sumido en una suerte de éxtasis místico que su rostro no traicionaba. Tal cual el lo veía no hacía falta consultar al Druida para ver que recibimiento los árboles y los Dioses les darían. Era a sus ojos algo tan claro que esas Tierras maravillosas los recibían con los brazos abiertos que cualquier tipo de ofrenda sería superlativa.

Eso no significaba que una vez en Tierra no hiciera los sacrificios y abluciones correspondientes, ya que los Dioses deben ser respetados por sobre cualquier otra cosa, pero, por ahora, estaba tan satisfecho que no podía ver ningún peligro ni penuria en el horizonte.

Claro que esa era una sensación temporal, propia del momento. ¿Cuánto tiempo hacía que el y Maebh venían guiando a su pueblo en tamaña expedición? Poco importaba. Lo importante es que la misma estaba casi tocando a su fin.

Se quedó ahí, en la proa del barco, viendo como las Tierras y montañas se acercaban más y mas al barco sintiéndose orgulloso de sus tribus, su pueblo y de no haberle fallado a los Dioses.

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09/08/2010, 05:02
Elisedd

Elisedd no ignoraba la importancia de ese viaje. La flota se deslizaba pacíficamente por un río que les acercaba lentamente al corazón de su nuevo hogar. El suyo y el de todo su pueblo. Él era un niño aún, pero siempre tenía los oídos atentos y los ojos abiertos, casi como el reflejo de una curiosidad innata. Recordaba bien que el éxodo estaba en boca de todos hace días, y al embarcar le había invadido una indescriptible sensación de intranquilidad. La expectativa, unas ganas irrefrenables de saciar su sed y contemplar las nuevas tierras que los dioses les habían concedido; y para nada estaba decepcionado.

Desde que avistasen la isla a lo lejos, el joven aprendiz, como casi todos los demás, se apuró por llegar a la proa y desde allí poder escrutar el paisaje que traía el horizonte. El nuevo hogar de su gente surgió de la lejanía, y él sonrío, eufórico. El corazón le había dado un vuelco de alegría. No entendía por qué, pues apenas había logrado divisar aquella incógnita erguida en el medio del mar, pero un cálido presentimiento le hacía sentirse bien. Algo que auguraba felicidad para todos.

Otro de los aprendices, uno un poco más pequeño que él, acudió raudo al Druida, repleto de interrogantes. Pero Elisedd, si bien respetaba a todos aquellos que ocupaban altos puestos en la jerarquía, pues eran merecedores del reconocimiento de su pueblo, era también un poco reservado y también orgulloso, aunque en menor medida. Volteó levemente por un segundo, pero luego pretendió no atender a la conversación. No obstante, había dejado de oír el murmullo del río, el cantar de las aves y los susurros que crecían en intensidad para así oír la respuesta de su mentor.

La Ard Ri hizo acto de presencia y se acercó al mismo hombre que Elisedd espiaba. La dulce voz de la mujer efectuó los mismos interrogantes que el pequeño, pero al muchacho ya no le importaba la discreción. Ahora observaba al venerable Druida con atención, e incluso se acercó unos pasos para oír sus sabias palabras con el respeto que el debía.

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25/08/2010, 08:05
Bricius Dristan

Bricius se encontraba de pie sobre el mascarón de proa, mientras el viento golpeaba su rostro y arremolinaba sus cabellos oscuros, el tan solo observaba fijamente a aquellas costas que asomaban en el horizonte, recortadas por los demás barcos de la compañía, que iban al frente. Pese a que no lo transmite a su rostro, siente una inmensa alegría al ver como aquellas nuevas tierras comienzan a mostrarse frente a ellos, el fruto de aquel vieja que habían hecho por fe y decisión.

Había decidido ir con los demás miembros de su tribu, en el barco mas pequeño de la flota, y que iba a la retaguardia. Todos los días se los había pasado en aquel lugar, a un lado del estandarte de la tribu, ante el viento y la lluvia, interrumpiendo su vigiá para arreglar los asuntos de su gente en aquel viaje, pero volviendo para esperar aquel momento, que finalmente se hace presente.

Aquel viaje se había hecho extraño, siempre en el mismo lugar, pero a la vez moviéndose, era algo diferente, pero que no le hacia demasiado insoportable el deseo de volver a tierra firme.

Al ver aquella imagen, aquel “nuevo hogar”, Bricius tomó una bocanada de aire que llenó sus pulmones e hizo que su pecho se inflara. Tras eso, giro la cabeza y vio a los miembros de su casa que le acompañaban y miraban aquel espectáculo a su lado – llegamos a casa – dijo con su voz grave y firme, antes de volver la vista al frente. Y aquellas palabras daban a entender el verdadero significado que tenía para él ese viaje.

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24/09/2010, 14:08
Director

En la proa del barco que lidera la improvisada y pequeña flota, el Druida observa en silencio, sin parecer que su atención se centre en ningún lugar en concreto, mientras avanzáis poco a poco, río arriba. No parece siquiera que os esté escuchando. Al poco, de repente, el Druida parece que señala un lugar. Un afluente, que lleva hacia el lago más cercano, rodeado de una zona de bosque, que lleva a la planicie. 

Guiados por su sabio consejo, lleváis los barcos hacia el lugar. Desembarcáis donde los barcos ya no pueden llegar, y seguís a pie hasta la boca del lago. El druida se marcha solo con unos pocos guerreros, y os dice que le esperéis. Sube planicie arriba, metiéndose en el bosque. Mientras tanto, empezáis a establecer un campamento. 

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24/09/2010, 14:23
Director

Avanzáis por el bosque, bien escoltado por los guerreros. El druida se fija en cada árbol, cada matorral, cada brizna de hierba, mientras murmuras un conjuro de asentamiento. Vosotros le observáis con atención. 

Notas de juego

Pues eso, postead y luego voy yo ;). 

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24/09/2010, 14:27
Director

El druida desaparece en los bosques. Sabéis que debe encontrar un lugar en que asentarse. Mientras tanto, vosotros debéis organizar a todos para las tareas de vuestro nuevo hogar, sea o no la boca del lago. 

Notas de juego

Ojo a los destinatarios. Cathaoir y Elisedd no están ahí. 

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24/09/2010, 15:13
Cathaoir

¡Ja,Ja,Ja!. Que alegria da ver de nuevo a la sagrada naturaleza en todo su esplendor, ademas veo extrañas plantas que mis ojos jamas habian visto. Quizas sean regalos de la diosa para su pueblo. ¿Podria ser asi querido Elisedd?

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25/09/2010, 00:42
Casivelano

-MIs valientes, es la hora de los lobos, recorramos y exploremos estas tierras, recordemos por que los lobos somos los mejores exploradores.

Envio mis hombres a explorar los alrededores; mientras yo me dirijo hacia los demas lideres de tribu

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26/09/2010, 21:27
Illurtibas

Me acerque lentamente a la orilla del lago, observando la naturaleza que nos rodeaba, tratando de que el viento, las nubes o los animales me dijeran algo, pero se mostraban esquivos. Al parecer o no querían que supiésemos que nos depara el futuro, o es tan incierto que ni ellos lo conocen. ¿Qué nos deparan estas nuevas tierras Madre Naturaleza? ¿Prosperidad y crecimiento? ¿O por el contrario sufrimiento y desesperación? le pregunto a mi imagen proyectada sobre las aguas del lago.

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27/09/2010, 20:53
Elisedd

Se podían ver con claridad la expectativa y la emoción en el semblante transparente de Elisedd, cuyos ojos estaba postrados en la magna figura del Druida. Sin embargo, este miraba al frente, sumido en pensamientos que, según él creía, su mente no podía alcanzar a comprender en esa etapa de su vida.

-Deja de perturbar la meditación del maestro, Cathaoir- susurró el muchacho, alejándose del Druida junto al aprendiz. -Ahora mismo, debe estar en contacto con los espíritus que reinan en este paraje. No debemos molestar- aclaró, realmente preocupado.

Durante el resto del viaje, Elisedd observaba a su maestro, esperando a recibir importantes instrucciones, o de mirar hacia el extraño plano por el cual el sabio hombre viajaba, aprendiendo saberes ocultos sobre aquella isla. En su mirada había un profundo sentimiento de admiración y de concentración a la vez, aunque no podía evitar distraerse de vez en cuando, arrastrado por su curiosidad infantil.

Al desembarcar, no tenía palabras para describir lo que sentía. Tal era su deseo de conocer, que habría salido disparado para internarse en la profundidad de su nuevo hogar, pero debía demostrar sabiduría y paz mental frente a su maestro, pues aspiraba a ocupar su lugar algún día.

-Por supuesto que lo son- respondió el aprendiz a su compañero con una sonrisa de satisfacción, observando la vegetación con placer, respirando el aire pulcro con intensidad. -Los dioses son benévolos con sus fieles, y nos han recompensado con estas tierras vastas y bellas. ¿Verdad, maestro?- inquirió, sin poder evitar buscar su aprobación. -¿Hay algo que podamos hacer, maestro?-

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11/10/2010, 16:37
Bricius Dristan

Bricius da un largo salto desde el barco hacia la orilla en donde chocan el mar con aquellas tierras. El agua salpica, golpeando su rostro, mientras Bricius mira al horizonte y toma una bocanada profunda de aire. Aquel nuevo mundo es real, y ahora toda una nueva vida se expande frente a sus ojos. Da unos pasos al frente hasta pisar tierra, y luego apoya sus rodillas en el suelo de la costa y toca el suelo firme con las manos. Aquella situación es de mas agradable luego de tanto tiempo en alta mar.

Pero no se demora demasiado, rápidamente se pone de pie y comienza a trabajar, como todos los demás.

- ¡Äedh! - grita a su segundo al mando, mientras vuelve a caminar entre el agua para acercarse al barco – ¡Prepara a todos!. ¡Nos movemos!. Lleva a los nuestros a tierra. ¡Cadeyrn! - llama a otro de sus hombres, también a los gritos! - ¡busca a tus hombres mas fuertes, tenemos que llevar a tierra todo lo que pueda sernos útil! ¡Vamos! ¡Hay mucho que hacer y el trayecto aun es largo! - grita, ordena y comanda a sus hombres que comienzan a hacer su trabajo, saliendo de los barcos, bajo la voz grave y exigida de Bricius, quien pese al volumen de su voz se mantiene siempre tranquilo.