Partida Rol por web

En cuanto oigo el ruido del combate salo para apoyar al enano ne su combate.

Bueno, pues vamos a ver qué se cuece por ahí fuera, pienso cuando todos mis compañeros han abandonado la habitación y el golpeo de espadas, martillos y hachas retumba por los pasillos.

Observo que todos ellos están muy atareados y me quedo en el umbral de la puerta, aprovechando para repasar los ritos necesarios para los conjuros, que todavía no me los sé muy bien de memoria.

Los tres orcos cayeron rapidamente bajo las diestras manos de los heroes. El matatrolls sonreia ante la facilidad de su victoria. El enano Durgin, respiraba aliviado, pero disimuladamente, por saber que su mala racha habia terminado ya. El experto en cuchillos, fue letal y esa muerte le supo mejor que haberle perforado cien veces con la espada.
Los pasillos estaban desiertos y la duda de que opcion era la mas segura, juntos o separados, seguia sin haberse respondido. Al igual si era necesario y entonces quien seria el lider del grupo.

Mientras tanto en algun lugar el caballero preso, esperaba su muerte...

Durgin al fin se sintió aliviado por poder demostrar (y más con el elfo cerca) que su habilidad en batalla había quedado claramente hechizada en la anterior aventura. Al fin, las cosas quedaban donde debían quedar.

Avanzó un poco para ver qué había tras las esquina donde se había escondido el orco.

Mientras Ungrim limpiaba el filo de su hacha con las ropas del orco a sus pies, oyó el ruido de unas botas que se acercaban al trote por el pasillo a su espalda. Al girarse, vio al sacerdote humano, que si recordaba bien, se llamaba Arramus.

Lo que si que recordaba es que este humano era bastante diestro con el martillo, asi que su compañía podía resultar útil, no como la de aquel otro humano delgaducho que le había seguido durante toda la misión anterior.

- Me temo que llegas tarde para la fiesta, este asqueroso piel verde ya no va a ir a ninguna parte, pero estoy seguro de que más adelante encontraremos multitud de enemigos con los que podrás demostrar tu valia.

Ahora, sigamos antes de que esos debiluchos se decidan a venir con nosotros. Ya tuve bastante con hacer de niñera en la mision anterior

Sin esperar a ver si Arramus estaba de acuerdo con sus opiniones o no, el enano avanzó con cuidado de no pisar el charco de sangre que crecia rapidamente a sus pies y atravesó la puerta.

Arramus asiente ante el golpe de Ungrim.

Buen trabajo.

El sacerdote no se anda con contemplaciones y pisa directamente el cadáver del orco antes de entrar en la habitación abriéndose para, entre los dos, cubrir el máximo espacio posible.

La puñalada con el cuchillo resulta mucho más efectiva que la espada en muchas ocasiones. Este es un claro ejemplo de ello, el orco cae en el primer asalto, las eternas luchas de la anterior misión parecen haber quedado atrás.

Limpio el cuchillo con los ropajes del orco y rebusco en sus bolsillos, no vaya a llevar algo de valor encima, tras ver que no lleva ni una triste moneda me doy la vuelta y veo que Durgin también ha acabado con su oponente, así que me dirijo hacia él y el elfo que son las únicas personas que logro ver. Voy a echar un vistazo por este lado, con lo que vea os aviso, que será mejor ir en grupo.

Avanzo hasta el cruce de los pasillos buscando alguna puerta por la que poder seguir investigando este lugar, pero voy con cuidado, que seguro que esto está lleno de trampas.

Viendo la lentitud de movimientos del enano rápidamente me muevo para seguir al humano guerrero que parece moverse algo más rápido.

Uhm, ya me he vuelto a quedar solo. ¿A quién sigo?

El enano matatrolls parecía menos cascarrabias que el otro, podía ser un buen compañero de aventuras; en la otra dirección, el elfo parecía el más sensato de todos e iba bien acompañado de un buen luchador.

Pero no. Cómo iba a separarme del grupo con el que finalicé tan exitosamente la misión anterior. Seguro que el enano se alegraba de verme de nuevo y el sacerdote era un gran tipo.

¡Esperaaaadme! grité, pero bajito, cuando corría a su encuentro por el pasillo. Entonces caí en la cuenta: ¿Habrá buscado alguien puertas ocultas por aquí, o habrán ido cegados a por la que encontraron abierta? Ante la duda, me entretengo un poco en examinar las paredes.

Los pasillos habian quedado desiertos y no parecia haber nada en ellos. Confiados Ungrim y Arramus entraron en una nueva habitacion y para su sorpresa esta sala estaba repleta de orcos que sintiendose vencedores al duplicarlos en numero mostraron sus filos.

- Por mis ancestros, menudos compañeros me ha dado Morcar, que siempre me dejan solo!.

Confiado, Grugni avanza con sus cortas patas mientras observa detenidamente las paredes en busca de posibles puertas secretas.

- Vaya, esta vez parece que nos vamos a divertir!!

Por la cara que puso al ver el grupo de orcos, cualquiera habría pensado que le acababan de regalar un gran tonel de cerveza, en lugar de que acababa de ver que estaba rodeado de enemigos.

Con una gran muestra de energia, se lanzó contra el enemigo más cercano.

El sacerdote no hace chistes, no se muestra provocador ni marrullero. Se limita a cargar contra el grupo del fondo enarbolando su martillo.

RAAAARG

El martillo se abate sobre su rival de arriba a abajo, buscando fracturar el cráneo de la criatura.

El elfo viene detrás de mí pegado como una lapa, y me impide volver para avisar a Durgin como les había dicho, así que no me queda otra que avanzar.

Sobrepaso la puerta para asomarme por el nuevo pasillo, no vaya a ser que Durgin hubiera avanzado y estuviera por ahí, pero voy con cuidado por si hubiera alguna trampa.

Ir en grupo me parecía la mejor idea, y el hacha de un enano suele ser una buena aliada, así que al no verlo por el pasillo intento llamarlo en voz baja por si se encuentra cerca. Durgin, por aquí tenemos habitaciones que explorar.

Deslizandose con sumo cuidado, aenur llega una puerta a la que pega el oido esperando escuchar algo.

Desde mi posición en el pasillo oigo que hay jaleo en la habitación. Quizás sea el momento de empezar a hacer algo para lo que he sido entrenado.

Me arremango la camisa y entro en un estado de tremenda concentración, tal como me enseñaron, visualizando lo que ocurre allí dentro. Mascullo unas formulas mágicas y, si todo sale como está previsto, hay un orco que se debe haber llevado un bonito quemazo.

Cruzo los dedos esperando que no lo haya visto venir y lo haya esquivado.