Partida Rol por web

Empiezo a trastear con el tanque. No pretendo que quede como nuevo, simplemente que haga un último servicio derribando la puerta... aunque dadas las circunstacias, calculo que en el interior del complejo habrá soldados bien armados que se habrán situado estratégicamente para defender sus posiciones en caso de que penetremos al interior.

Empleo 10 minutos en cerrar los contactos de energía, para que nadie se quede frito por accidente. Una descarga eléctrica podría hacer estragos en mis circuitos y organismo vivo, y no digamos en los compañeros, cuyos cuerpos también son muy buenos conductores de electricidad.

A continuación me pongo a desconectar las tomas de combustible, para minimizar las posibilidades de explosión. Me resulta bastante complicado, ya que la pobre máquina está en un estado lamentable. Rezo al Omnissiah para que nos perdone por dañarla y nos permita darle un último uso, mientras canto una canción de consuelo para el espíritu-máquina del tanque.

Cuando termino, aviso a Kaarl.

- Necesito ayuda para achicar toda esta agua del interior. Ahora es seguro operar aquí, pero no puedo volver a conectar nada mientras haya líquido en el habitáculo.

Cuando terminamos, le pido que se aleje.

- Bueno, ahora tengo que abrir los pañoles de munición. Existe una posibilidad de que detonen, así que alejaos un poco. Si explota, rezad por mí al dios-máquina.

Mientras trabajo en ello, continúo con mi melodía, para apaciguar al espíritu del maltratado tanque.

Tras un buen rato trabajando, Elius logró desactivar todos los sistemas que podían causar un fallo catastrófico. El trabajo había sido duro y no se había atrevido a operar con los demás sistemas pues no se encontraba en su templo y carecía de herramientas e instrumentos adecuados para una labor como el Dios-Maquina exigía de sus siervos. Pese a ello la eficacia del tecno-sacerdote era brutal, pues había conseguido estabilizar un vehículo en situación crítica. Sin duda sus dioses maquina estarían satisfechos por la labor. Incluso había logrado activar los evacuadores y el agua comenzaba a salir por la parte baja del vehículo, empapando la arena.

La munición estaba asegurada y ahora se podía trabajar con ella perfectamente.

Bueno, veréis, así están las cosas, nuestro sacerdote está acreditado con todas les credenciales de la Iglesia imperial. ¿Os atrevéis a negar su autoridad? ¿En serio? Eso me suena bastante a herejía... Pues bueno, nada... Comento sacando mi pistola automática y cambiando su cargador teatralmente... habrá que trabajar... Hago correr la corredera del arma hacia atrás teatralmente y en posición muy erguida comienzo:

!En nombre del ordo Xenox! !Y por los poderes que me confiere la sagrada inquisición..! !Os nombro a todos Herejes y Extremus Diabolus y os condeno a las llamas eternas y los calvarios de la disformidad! !Que el emperador no tenga compasión de vuestras almas mil veces malditas! Bajo la pistola hacia la cabeza del que parece el cabecilla.

!NO NO PIEDAD! !COLABORAREMOS! Empieza a decir todos mientras se encogen y se protegen con las manos. No queríamos faltar al trono, no era nuestra intención, somos leales. !!LEALES AL TRONO, POR EL EMPERADOR!! Sus manos tiemblan bastante pero logra sacar de entre sus ropajes un águila imperial desgastada que se encontraba atada a una cadena de plata. Un objeto antiguo que seguramente habría pasado de generación en generación. De verdad... No por favor. Lo haremos, haremos lo que queráis. ¿Qué...? ¿Que necesitáis de nosotros?

-Podeis empezar diciendo qué hay dentro y cómo podemos entrar ahí, además de volando la puerta -le dijo severamente el psíquico-, es de vital importancia que entremos ahí, veremos si realmente eres tan leal como dices...

OHHHhhh !!Por el Trono!! Ya lo hemos dicho y no mentimos... !No se puede abrir desde fuera, no se puede! Es imposible... Niega con la cabeza. El sistema de inducción y magnetismo ionizado es imposible de desbloquear. No se podría ni con un pulso electro magnético. Está sellada... Toca la puerta y la golpea con los nudillos.

Dentro hay cuevas, y justo esta noche hemos accedido a una nueva zona, desconocida y sin explorar, se trata de ruinas pre-imperiales. De antiguos pobladores del planeta... Todavía no hemos logrado averiguar mucho más... Por favor... lo que de digo es verdad, no se enfade con nosotros, pero no se puede abrir...

- No nos jodas, maldito impío. Vais a cavar un buen agujero bajo la puerta y lo vais a llenar de explosivos. Ya verás como se abre. Es más, te apuesto unas indulgencias plenarias para tí y para toda tu familia a que esa puerta de mierda se abre y los desgraciados que estén dentro cagan vivos-

dice el páter un tanto cabreado.

- Venga, ya estais yendo al tanque a por los proyectiles.-

ordena el sacerdote mientras empuña el subfusil y vigila a los científicos

Si... si si, ahora mismo pater... en nombre del trono a quien servimos con devoción... Los científicos jamás habían visto un sacerdote como aquel, todos hasta el momento eran gordos y no paraban de juntar sus manos mientras hablaban y su papada daba botes, todo con mucha solemnidad... En nada se parecía este extraño hombre, al que aparte de la insignia de la iglesia imperial su alzacuellos sobresalía por el traje de camuflaje color arena. Desconcertados hasta el extremo todos asintieron y comenzaron a caminar hacia el tanque, para luego proyectil a proyectil, y caminando con mucho cuidado, los transportaron hasta la puerta.

Una pala casi les cae encima, lanzada por alguno de los miembros del equipo, tras recogerla rápidamente comenzaron a cavar un buen hoyo donde colocar los explosivos, que en total sumaban más de 60 proyectiles perforantes y 20 granadas especiales "rompedoras", en este caso probablemente de puertas.

En poco tiempo todo quedó bien preparado. Solo faltaba detonar todo a la vez. Complicado sin duda. Los científicos rodearon al padre Göran mientras se ponían de rodillas y realizaban el signo del águila. Padre, padre perdónanos... no habíamos pretendido faltar al trono... no lo sabíamos... absuélvanos padre... usted nos comprende...

Con mucho cuidado alcanzo el lanzamisiles que habíamos utilizado antes y se lo acerco a nuestro psíquico experto en destruir tanques y cosas con blindaje. Toma Bellim, antes disparaste tu, y parece que conseguiste una puntería increíble, no estoy muy seguro si fue natural o... ya sabes, pero podrías volver a probarla contra la puerta, seguro que la explosión detonaría la munición. ¿Quieres probar? Le pregunto mientras cebo el arma a una buena distancia de los explosivos. Espero que 50 metros sean suficientes para que no nos afecte la onda explosiva, pero creo que será necesario estar algo cerca de la puerta para poder entrar mientras reine el caos después de la explosión.

Me giro hacia los compañeros mientras preparo mis armas de proyectiles y les digo: ¿Todos listos? ¿Armas listas? !Oh madre mía! Padre Göran, haga algo con esas gaviotas que lo revolotean... Podrían causarnos problemas cuando iniciemos la operación.

Tranquilos yo os cubro...-dice Severus alejandose unos 100 metros delante de la puerta y tendiendose para camuflarse aún más en el paisaje desertico.

- Muy bien hijos míos, esa es la forma de llegar hasta la piadosa mano del Emperador. Ahora tumbáos en el suelo boca abajo y tapaos los oídos. No levantéis la cabeza hasta por lo menos un par de minutos después de la explosión.-

les dice el páter a los científicos.

Göran se sitúa detrás de ellos con el subfusil bien a mano, listo para reventar a cualquier imbécil que cometa alguna tontería.

Agachado en el suelo comenta:

- Por mí cuando queráis. Démosles una sorpresita a esos desgraciados.-

- Pensé que íbais a disparar con el tanque - digo cuando me acerco al grupo, limpiándome las manos (en realidad no son mis manos de carne, sino las protecciones que las recubren para que no se estropeen los circuitos que las recorren bajo la piel) con un trozo de tela que luce varios lamparones de grasa y suciedad -. No puede moverse, pero sí que dispara proyectiles. Además, tiene capacidad para absorver el impacto de la onda expansiva. También tiene capacidad para proteger a quien esté en el interior del habitáculo de los trozos de metralla resultantes de la explosión.

- Pues no lo dudes, dispara contra los explosivos. Yo me encargo de que esta panda de nenas no cometa ningún destino.-

le dice Göran a Elius.

Bueno, ya está bien, hay que entrar ya mismo ahí dentro. Digo mientras tomo el lanza misiles y pongo rodilla en tierra. Espero que esté todo bien, si no vamos a volar todos por los aires. Mi enfado estaba creciendo por momentos, debíamos acabar con la misión cuanto antes. !Fuego en la brecha! Grito por encima del hombro cuando el puntero laser encaja sobre la pila de munición. Y aprieto el gatillo para ver como el cohete deja una estela tras de sí y chocha contra su objetivo.

Justo cuando Bellim se disponía a disparar Neckera se acercó y le cogió el lanzamisiles.

-Bueno, casi mejor, así no nos arriesgamos a que la disformidad se me escape y... -comenzó a parlotear el psíquico sin darse cuenta de que la mujer apenas le prestaba atención. Y vio el misil volar hacia los explosivos... Magnus sigió el proyectil con la mirada y vio la enorme explosión que produjo...

-Hay que estar atentos... -susurró a sus compañeros mientras esperaba que la humareda se fuese un poco y vieran el resultado.

El proyectil salió disparado como un relámpago del largo tubo del lanza-granadas. La trayectoria no fue la más limpia del mundo, pero la explosión logró afectar la munición acumulada a los pies de la puerta blindada. La detonación de todos aquellos explosivos fue brutal y la onda expansiva os golpeo como un martillo en vuestras armaduras corporales lanzándoos hacia atrás y dejándoos en la arena.

Cuando la munición explotó, la puerta literalmente se convirtió en una guillotina en sí misma. Lanzada por el impulso de la energía desatada de aquella detonación, se separó por pura presión de su marco y medio doblada se introdujo en la entrada de la galería que había detrás seguida de una llamarada que lo ocupó todo a su paso.

Os costó unos segundos ver donde estabais, los oídos continuaban pitando con ese molesto PIIIIIIIiiiiiiii que indicaba que las células que controlaban esa gama de frecuencia en vuestros oídos estaban muriendo poco a poco. Su ultimo canto. ¿Pero que mas daba? Había muchas otras frecuencias en el oído humano. En unos segundos parecía que se había hecho de noche, pues una colosal cantidad de arena había sido lanzada al aire, y ahora tapaba la luz mientras caía poco a poco sobre vosotros.

La entrada de la galería estaba llena de humo... solo se oia el crepitar de algunas llamas y el siseo de la arena al caer.

- Buen disparo Neckera.- dice el sacerdote cuando se repone un poco de la explosión. - Debemos de apresurarnos y entrar ahora, cuando los soldados del interior estén aún aturdidos por el pelotazo. Para no jugárnosla del todo, nuestros nuevos amigos pueden ir abriéndonos camino, ya que conocen el interior. Joder, os garantizo que cualquiera que haga eso se gana el paraíso al otro lado además de todo mi respeto por los siglos de los siglos-

propone el sacerdote con una sonrisa torcida y empuñando firmemente el subfusil.

Los científicos se levantan del suelo donde han caído tras la explosión y con ellos en cabeza andando un poco aturdidos os encamináis hacia la boca de la entrada del bunquer. El lugar es un maldito desastre. Todo el lugar está achicharrado y arrasado por las llamas. Hay cuerpos por todos lados, algunos de ellos segados por la mitad como si una enorme cuchilla los hubiera cortado con precisión. Los restos que quedan de los hombres, y alguna mujer según apreciáis, están ennegrecidos y chamuscados, retorcidos en posiciones que no pueden alcanzarse más que con la muerte.

Lo más inquietante de toda esa escena es que la puerta del complejo no parece estar por ningún lado. Por todos lados, iluminado por las llamas de algunos incendios o materiales ardiendo y los chispazos de los colgantes fluorescentes del techo, podéis identificar un torso calcinado, un rifle laser doblado y quemado, un equipo de radio, una bota... A veces un cuerpo entero pero medio quemado se mueve, agarrando con fuerza el suelo mientras jadea en un intento por respirar. Algunos otros simplemente manotean a su alrededor, con la piel de sus extremidades tan fundida que ha quedado tirante hasta impedirles extenderlas.

La escena es suficiente para los científicos que tras unos metros caen de rodillas o se apartan para vomitar, encontrándose en lugares que ofrecían cobertura más cuerpos en estado irreconocible y provocándoles más arcadas. Algunos de ellos jadean, otros simplemente se quedan en posición fetal, dos de ellos se dan la vuelta y echan acorrer hacia la luz de salida del túnel mientras vomitan entre zancadas, entre cuerpos mutilados, decenas de ellos, que alfombran el suelo enteros o por partes.

El equipo Canox avanza con precaución, observando que aun hay soldados vivos a su alrededor. Algo se mueve a la izquierda y cuando lo enfocáis con vuestras linternas, veis que es un soldado que se encuentra de pie y agarrado a la pared, de espaldas a vosotros. Cuando la luz lo ilumina no cambia su actitud, tiene el rifle laser colgando del hombre por las cinchas, y al oír vuestros pasos gira la cabeza y podéis ver como sus ojos, nariz y boca se han convertido en un amasijo de carne.

Cuando os adentráis más en el túnel veis que ha sido de la puerta del complejo. Se encuentra clavada a media altura en mitad del túnel, donde este se estrechaba ligeramente. Como un disco de una radial, se ha incrustado entre las paredes, y ahí permanece, grande, rígida, doblada por algunos puntos, machada de rojo por la sangre y negro por la deflagración.

Al ver la puerta y mirar hacia atrás veis los puntos donde la puerta ha chocado en su camino, la mayoría contrafuertes que servían de sujeción al techo del túnel. Todos mellados a mitad, pero aun en pie, rotos, lugares de cobertura para muchos soldados que fueron su sentencia cuando en un segundo la puerta atravesó el túnel.

Frente a vosotros otro movimiento, un hombre con una escopeta de combate colgando de malas maneras arrastra a otro compañero, muerto al parecer por sus terribles heridas en el costado y al que seguramente se le llevó el buen pedazo de costado por el que asoman las costillas rotas la puerta en movimiento. El soldado arrastra a su compañero, va sin casco, con media cara quemada y sangrando por los oídos y un feo corte en la frente. Lo arrastra frenéticamente, intentándolo pasar por debajo de la puerta, que obliga a agacharse para cruza.

Observáis la escena con la sangre helada.

Alejado como estaba de la explosión, Severus fue uno de los primeros en reaccionar con presteza y recuperar parte de la distancia perdida, solo Goran que empujando al grupo de cientificos hacía adentro se le adelanto, al llegar al interior rifle en mano comprobo que el daño realizado por la explosión superaba con creces las mejores esperanzas del grupo, la defensa del complejo había sucumbido en su intento de parapetarse con vigas y cualquier otro material disponible solo para encontrar que la puerta había sobrepasado dichas defensas, dejando un regero de sangre y muertos...bueno, un par parecía que estaban vivos. Al observar la dantesca escena por un momento la espalda de Severus pareció encogerse por el miedo, luego recordando las vivencias pasadas, desecho toda sombra de duda y dijo: Aquellos delicados de corazón que salgan fuera, si alguno dispone de un mapa o sabe como llegar al punto de nuestro interés y destino que tenga la buena fortuna de indicarnoslo, y agradecemos enormemente la preocupación que han mostrado por las bajas sufridas, aún así no dejen el perimetro...gracias. Göran haz que esos dejen las armas, Neck, Magnus, aqui hay un par vivos, pero necesitan atención. Severus rápidamente apunta al sordo y le hace un gesto de que suelte el arma...no hay ninguna duda en que disparará si hace el minimo gesto de usarla.

Entro desplegado en cuña junto a los compañeros y voy barriendo el lugar con mi mira laser del rifle automático. Bien sujeto como si de un salvavidas se tratara, entre tanta desolación y muerte. Esto... esto es excesivo, incluso para mí.. Susurro tragando saliva mientras intento no pisar ningún resto humano. Mi pie choca contra algo y cuando bajo la mirada descubro ojos inyectados en sangre y rodeados de una piel quemada, que aun se mueven. Un poco más allá hay otra persona aun viva, que rasca el piso, seguramente intentando desprenderse del dolor que deben sentir.

Cuando Severus comenta lo de la asistencia... Se me parte el alma. ¿Qué futuro les espera a estos hombres si consiguen superar la infección de las quemaduras? ¿Eh? ¿Cómo quieres que los atendamos? Trono dorado... Esos ojos, que un me miran... ¿Y si estos eran como los científicos? ¿Ciudadanos imperiales engañados? Doy una vuelta sobre mí mismo, llevándome las manos a la cabeza. !Oh joder! Con un movimiento tembloroso saco la pistola automática con silenciador de mi funda y encañono al hombre medio quemado.

Perdónanos... Digo antes de dispararle silenciosamente en la frente. Acto seguido, con más confianza, voy hasta el otro que agoniza achicharrado y hago lo mismo. Mirándole a los ojos y repitiendo las palabras. Cuando la pistola vuelve a su funda, la mano me tiembla considerablemente.

Tomo el rifle de nuevo y sigo al grupo, que al parecer han descubierto a más gente viva entre tantos desgraciados que no lo han logrado. !Al infierno! !Querían matarnos! !MATARNOS MIERDAS! !ESO HUBIERAN HECHO! !NO HAY PIEDAD! Me repito intentando creerme que eso es una justificación, mientras intento superar la escena. ¿No dices nada padre? ¿Ni una plegaria siquiera? Por lo menos aquí hay... hay... 30 almas...