Partida Rol por web

Los eventos se sucedían con rapidez. El policía e Ian, habían llegado casi a la esquina en su frenética carrera cuando se oyeron dos disparos más. Antes de que el padre se preguntara si realmente era buena idea exponerse a un balazo, dos coches colisionaron frente a frente provocando una lluvia de cristales en todas direcciones. Henric seguía clavado en la acera mirando con ojos desorbitados como se desarrollaban los acontecimientos.

Al otro lado, Nathan y Brenda eran llevados al interior de la Comisaría, de donde empezaba a salir una docena de policías uniformados con las armas desenfundadas. Mina se encontraba con ellos, manteniéndolos a buen resguardo.

Yo paso de estos, intento salvarle el culo a harry

Nick se levantó como pudo, a pesar del dolor de su hombro. No podía cubrirse la herida, tampoco se acordaba de ella. Solo tenía en cuenta su objetivo.

Se movió hacia el coche, con el arma apunto. Las manos sobre el volante y la guantera. Solo necesito que podáis hablar, así que puedo coseros a tiros antes de que respiréis. Le soprendía que su voz no sonase furiosa. Ahora solo le quedaba sacarles la información que necesitaban antes de que la policia llegase.

- ¡Larsson! ¡Muévase, maldita sea!

MacConlom se abalanzó sobre el pintor, agarrándolo de los hombros y sacudiéndolo con fuerza para hacerle reaccionar.

Todo parecía transcurrir a cámara lenta, casi pudiendo ver cómo la bala que había salido de su arma se introducía en el caucho del neumático, que reventó al instante provocando la pérdida de control del vehículo.

Apenas podía creerse que hubiese dado en el blanco desde aquella posición, y mucho menos en la situación en la que se encontraban....pero así había sido, y no podía quedarse quieto recreandose en su acierto, pues sus compañeros necesitaban su ayuda.

Se levantó rápidamente echando un vistazo hacia el lugar donde se encontraban Archival y Harry. Al parecer este último no podría continuar acompañando a Kirkham...al menos en esta vida, por lo que se giró en dirección a Nick, que se acercaba rápidamente hacia el vehículo accidentado y que necesitaría cobertura, siendo Sheridan el único que podía dársela.

Se encaminó lo más rápido posible al lado contrario del vehículo, siempre con el arma apuntando a los hombres del interior. Así tendrían dos frentes de los que preocuparse.
Sin embargo mantuvo silencio, pues consideró que las palabras del detective eran más que suficientes.

Durante un brevísimo instante no pudo evitar lanzar una mirada hacia la esquina tras la cual se debían encontrar el resto de sus compañeros, y por la que aparecería la policía de un momento a otro.

Brenda se sacudió finalmente del cariñoso empeño de su amiga, y se apartó para dejar salir a los policías armados que emergían de la Comisaría como un pequeño enjambre.

Sin poder evitar ni la curiosidad ni el miedo, avanzó tras estos, pero a considerable distancia, sin llegar, ni por asomo, a la esquina y tampoco a exponer su vida a ningún riesgo. Cuando se dió cuenta de que no podría hacer nada más que molestar en el mejor de los casos, se dió la vuelta, y salió corriendo de nuevo hacia la Comisaría, entró en ella como una tromba, y preguntó por el lavabo de señoras, con una evidente mueca de estar conteniendo arcadas.

Cuando se lo indicaron, se encerró en él durante un buen rato.

No había visto ni oido nada.

Ni siquiera le había dado tiempo ha mirar mas allá de la esquina. El tiempo se había ralentizado de tal manera que el sonido de los disparos apenas le pareció un susurro mas entre unos pocos que habían inundado los sonidos secundarios de su entorno.

Su atención se centraba en la calle que estaba mas allá y de pronto sintió la sacudida de un enorme cuerpo contra el suyo, al tiempo que escuchaba un grito que le taladraba los oidos

Cita:

Y en esa fracción de segundo el tiempo volvió a su cauce y se dió prefectamente cuenta de lo que ocurría a su alrededor. Disparos, gritos, carreras y la fuerza de un compañero obligándole a actuar para salvar el pellejo. Su instinto de supervivencia prevaleció sobre los habituales pensamientos que le abstraían del entorno y reaccionó:

-¡Joder! -únicamente le dio tiempo a articular una palabra, al instante siguiente se encontraba cayendo detrás de la aparente seguridad que le ofrecía un coche aparcado en la acera y cubriendose la cabeza con las manos.

Nick y Louis se acercaron al vehículo. El capó estaba arrugado y del radiador caía agua. Los dos amigos rodearon el vehículo y, tras increpar al conductor y al acompañante, vieron el parabrisas delantero hecho migas y a los ocupantes inconscientes o muertos. El tercer ocupante seguía colgando de la ventanilla trasera como si de un fardo se tratara.

Antes de que pudieran reaccionar, seis policías uniformados llegaron a la escena del crímen y rodearon el vehículo, a Nick y a Louis.

En la acera, Archivald trataba por todos los medios de salvarle la vida a su amigo mientras Ian y Henric observaban los acontecimientos desde una prudente distancia.

La frenética actividad en el interior de la comisaría hizo que Nathan y Mina pasaran desapercibidos. Brenda había desaparecido en busca del servicio hacía unos instantes dejando a Mina a cuidado del todavía aturdido escritor.

Se sentaron en un banco apartado y observaron el despliegue de energías de los sirvientes de la ley mientras rezaban por sus amigos.

Nick guardó el arma y pasó a levantar ambas manos. Estos hombres han disparado contra nosotros en plena calle. Tenéis un montón de testigos, chicos, echad un vistazo. No quitaba ojo a los ocupantes del vehículo, en caso de que alguno de ellos hiciese un gesto hostil. No le gustaba dejar de encañonarles, pero algunos polis novatos suelen tirar primero y preguntar después. Mejor no arriesgarse.

-Pero bueno, ¿esto que es? ¿Ustedes otra vez? -la voz le resultaba familiar a Nick y reconoció a su interlocutor al instante una vez que le echó una mirada fugaz-. ¿Son como imanes con patas para desgracias o qué?

Poole avanzó hacia el coche haciendo una señal a los demás policías para que dejaran de apuntar a Nick y a Louis.

-Denme las armas, los dos -dijo con voz seca mientras se echaba un vistazo al interior del vehículo-. Menuda carnicería... ¡Johnson! tenemos tres fiambres, llame al hospital, al depósito y a la grua. Ustedes dos, acompáñenme dentro.

Echó a andar hacia comisaría mientras dejaba a los demás policías dirigiendo el tráfico y tomando declaración a los testigos oculares.

- ¡UN MÉDICO! ¡LLAMEN A UN MÉDICO! - gritaba archivald mientras intentaba desesperadamente mantener con vida a Harry.

Pool miró en dirección a Archivald, que había pasado desapercibido hasta el momento, e hizo una señal a dos agentes que fueron rápidamente hasta donde se encontraba el cuerpo inconsciente de Harry para asistir en lo posible hasta que llegara la ambulancia.

Nick bajó las manos, y las metió en los bolsillos, buscando tabaco y cerillas. El día prometía ser horrible. Miró a Louis un momento. Hoy no nos sale nada bien, le dijo, con media sonrisa.

No, definitivamente, hoy nada les salía bien.

Los ojos del guía se encontraban clavados en los cuerpos que permanecían en el interior del vehículo, bastante sorprendido de que el golpe hubiese sido lo suficientemente fuerte como para acabar con la vida de los ocupantes, pues en realidad no les había dado demasiado tiempo como para alcanzar una velocidad peligrosa.

Antes de poder darse cuenta de lo que ocurría, la policía hizo acto de presencia alrededor del vehículo, aumentando el número de personas que se congregaban ahora que había finalizado el tiroteo….no dejaba de impresionarle el carácter de la raza humana, cuya morbosidad era incluso más fuerte que el instinto de autoprotección, olvidando que la situación aún podía ser peligrosa y acercándose para ver más de cerca de aquellos que habían dejado de respirar.
Tal vez fuese algo inherente en el ser humano….necesitar ver cómo alguien había muerto para poder alegrarse de seguir con vida.

En una fracción de segundo, la mente de Louis regresó a un momento ocurrido cinco años atrás, donde se vio envuelto en otro tiroteo, aunque aquel tuvo lugar entre las dunas del desierto que rodeaba El Cairo.
La expedición había transcurrido con total normalidad, y todos se encontraban eufóricos por los descubrimientos que habían realizado. Él, por su parte, también se encontraba con un estado de ánimo parecido, pues siempre era una alegría poder desentrañar secretos del pasado….pero sobretodo, porque el acuerdo alcanzado para ese trabajo, indicaba un porcentaje de los objetos encontrados. Y no habían sido precisamente pocos ni de escaso valor.

Con la noche llegó el momento de acampar, y aunque se mantuvieron los puestos de guardia, la alegría era tal que hubo algún descuido, siendo sorprendidos en mitad de la noche por un grupo de ladrones de tumbas que debieron considerar que era más sencillo apoderarse de lo obtenido por su expedición que ir a buscar en otro sitio.
El tiroteo comenzó y el sonido de las detonaciones se adueñó de la noche, acompañados por los destellos que producían las propias pistolas.
Hubo un instante que no podía saberse quién era amigo y quien enemigo, por lo que seguramente, alguno de los fallecidos aquella terrible noche, hubiese sido abatido por el fuego proveniente de algún compañero.
Eso fue algo que no investigaron con posterioridad, pues en realidad nadie quería saberlo.

El amanecer trajo consigo el silencio y el recuento de víctimas…..en total había ocho cuerpos que no volverían a observar un nuevo amanecer, de los cuales tres correspondían a integrantes de la expedición que guiaba Louis y el resto a asaltantes.
El coste de aquella expedición fue enorme, y sin embargo los supervivientes, volvieron a El Cairo sintiéndose más vivos que cuando habían partido. Como si aquella experiencia, que les había llevado hasta el borde de la muerte, hubiese tenido un efecto revitalizante en ellos.

En ese instante, una voz ligeramente conocida le sacó de sus ensoñaciones, haciéndole regresar a aquella calle norteamericana, donde su pistola seguía apuntando al interior del vehículo…..aunque parecía que sin necesidad, pues aquellos cuerpos no volverían a moverse.
Una verdadera lástima, pues no podrían ser interrogados.

Sin poder hacer otra cosa, entregó su arma al detective que había conocido la noche anterior, en el hotel donde había fallecido Jackson, y se dispuso a seguirlo tal y como les había ordenado a Nick y a él.
Al menos parecía que el resto se libraba de este embrollo, aunque pudo observar cómo el padre y Henric les observaban desde una esquina.

Disimuladamente les hizo un gesto con la mano para que se apartaran de la vista, al tiempo que entretenía al detective con unas palabras – Disculpe. Nuestro amigo necesita ayuda inmediata – le indicó señalando hacia el lugar donde se encontraban Archivald y su criado.

Aunque el vaquero ya se había hecho oir y el teniente ya se estaba haciendo cargo de la situación.

¿Y ahora qué ocurriría? Se preguntó Louis mientras observaba a Nick encenderse el cigarro....quizá él necesitara también uno.

¿Puedes darme uno de esos? Creo que me vendría bien en este momento.

Nick abrió la pitillera para ofrecerle un cigarrillo a Louis. Sí, creo que nos vendría bien un cartón, y un whisky. Pero nos apañaremos con lo que tenemos. Dio una calada, mientras Louis cogía uno. Curioso. No le hacía de los que fumaban. Pero claro, acababan de estar en un tiroteo y ver morir a amigos y enemigos. Eso da perspectiva. Y ganas de fumar. Bueno, al menos han visto que no disparamos primero. Veamos cuanto quiere tocarnos los cojones el bofia este.

Sheridan tomó el cigarrillo que le ofrecía el detective, llevándoselo a los labios para acto seguido encenderlo con una de las cerillas que también le había tendido Nick.
Decían que una vez que has sido fumador, jamás olvidas la forma de hacerlo, pero aquello no debía ser válido para todo el mundo, pues la primera bocanada de humo huyó por el camino que no estaba destinado para él, provocando que el guía sintiera como si una lija estuviera arañando su garganta, y sumiéndole en un violento acceso de tos.

Ya no recordaba lo mal que sabía esto – consiguió decir cuando pudo controlar la tos, aunque algunas lágrimas recorrían sus mejillas.

Sin embargo no tiró el cigarrillo al suelo, como hubiese sido natural, sino que se obligó a dar una segunda calada, con mucho mejor resultado esta vez.

Tampoco recordaba lo que tranquiliza – finalizó con una media sonrisa, mientras ascendía los escalones que le llevarían hasta el interior de la comisaría, pensando en las últimas palabras de Nick.

Intentemos ajustarnos lo máximo a la verdad - susurró al detective, evitando así que el detective pudiera escucharle - para no contradecirnos...aunque del tío ese que nos vigilaba, casi mejor si no decimos nada.

Poco a poco Henric se fué incorporando del suelo, nervioso y mirando aceleradamente a todos los lados de la calle. Aun no sabía que es lo que había ocurrido, unos minutos antes estaban cruzando la calle para entrar en la comisaría y al instante siguiente se encontraban metidos en una balasera mas propia de mafiosos ajustando cuentas que de la vida que había estado llevando hasta entonces.

Cuando terminó de incorporarse e intentar localizar a sus compañeros vio al MacConlom, a apenas un metro de el, las mujeres y el hombre ingles se encontraban fuera de su vista y al resto los tenía delante suyo, mas allá del coche que había utilizado para protegerse de las balas. Policías, gente herida, gente muerta... ¿Que era todo aquello? ¿Hasta que punto se había complicado todo aquello? Solo le venían preguntas a la cabeza y ninguna respuesta. Entonces vio la señal de Louis y al hombre con quien hablaba en ese momento, entendiendo perfectamente, que fuera lo que fuera lo que acababa de ocurrir, era mejor no estar cerca por el momento.

Se acercó al padre MacConlom y le susurró:

- Es mejor que vayamos a ver a los otros, con todo este caos, no tengo ni idea de donde venían las balas ni a donde se dirigían, la policía ayudará a nuestros compañeros hasta que sepamos si los otros necesitan ayuda.

Y se puso a caminar nerviosamente al lugar en el que habían dejado al resto del grupo.