Partida Rol por web

Akvahn arqueó una ceja ante la palabra "niñatos". Pretendía ser despectivo pero demostraba ignorar cuan longevas solían ser la raza elfa o shadar-kai. Al menos él tenia cuarenta y cinco años. Lo que para un humano era la mitad de una vida llena de errores, para él solo era el principio de una brillante carrera.

-¿Niñatos? -repitió estrañado. -Creo que no tienes edad suficiente para meternos a todos en el mismo saco, "compañero". Pero estoy de acuerdo en una cosa, debemos ser cautelosos y tomar un descanso ahora que podemos.

Mientras los aventureros  descansaba y se lamían las heridas, Brunilda revisaba los despojos de aquellos esqueletos que antaño fueron guerreros orcos. El resto, había vuelto al improvisado campamento enano  en la misma sala, derrumbándose en los taburetes. Alguno levantaba la vista  para observar las acciones de la paladín enana, la cual tampoco se aventuraba a acercarse al artefacto denominado montacargas enano.

Al rato, Brunilda se acerco y dejo caer en la mesa  varios objetos, una espada larga que brillaba una vez limpiada con cierto esmero, una extraña  varita de un material oscuro,  y unos brazales con  relieves enanos.  Con cierto orgullo, la enana miró a los presentes, satisfecha de haber encontrado algo que podía ser de utilidad....

 Al legar  a la mesa y soltar aquellos objetos , Brunilda habló:

- Mis señores, lamento no haber sido de mas utilidad en este ultimo combate, admito mi culpa.- señaló a los objetos que estaban ante los aventureros y continuó:- Si sois a bien aceptar estos  objetos, rescatados de las inertes manos de nuestros enemigos, os lo agradecería.- levanto la vista y fue señalando uno por uno:

- Esta espada  es de manofactura enana, no hay duda. Alguien mas experto podría explicaros que materiales  o que habilidad  intrínseca posee. Al igual que esa extraña varita de ébano, que mas bien parece  construida por hechiceros tiflin y , seguramente; algún mago podrá  vislumbrar su poder.-

Con orgullo señaló al ultimo objeto que eran los brazales enanos:- Estos brazales son de un Señor de la guerra enano. Me aventuraría a  decir que son de Ulden Manoferrea. Según los libros de historia enanos; Ulden Manoferrea conseguía  levantar el animo a sus hombre ,incluso en las horas mas oscuras.-

Lo dedos huesudos y ágiles de Akvahn encontraron y aferraron la varita. Estudiaría todos los objetos con detenimiento e interés, pero no antes de examinar la varita y agenciarse el objeto. Las espadas y brazales podían ser repartidos como quisieran, pero el utensilio arcano no podía caer en manos de incompetentes.

Con las dos manos comprobó el peso y equilibrio del objeto. La yema de los dedos acariciaron la superficie, comprobando cuan pulido estaba el objeto. Por ultimo y no menos importante, acarició el objeto con una palma mientras con otra mano la sujetaba, murmurando unas palabras en la lengua de la magia que delatarían las cualidades arcanas del artefacto y si contenía algún hechizo en su interior. Tras unos segundos de estudio en los labios del nigromante se dibujó una sonrisa inquietante, había encontrado lo que buscaba.

Despertado el interés del tiefling al oír el nombre del legendario guerrero enano, se acercó a la mesa y tomó los brazaletes que Brunilda había dejado ahí. Fascinado, le sorprendió el peso de una pieza tan pequeña. Sin duda estaba compuesta de una aleación muy poco común.

- "Manoférrea" -murmuró para sí- me pregunto dónde habré escuchado ese nombre antes...

Uriel sintió curiosidad por la espada. La tomo entre sus manos con cuidado, la manufactura era excelente y a pesar de que no era una espada que usara habitualmente sentía en sus dedos el cosquillar de la magia.

No sabía bien el motivo pero esa sensación fue la que le distrajo lo suficiente para que no pudiera ser capaz de identificarla.

- Lo siento compañeros, pero no puedo concentrarme con el cosquilleo de poder del objeto. – Comento el Espadachín. - ¿Alguno podía decirme algo sobre este Filo? A pesar de su belleza estoy mas acostumbrado a las Hojas ligeramente mas pesadas, pero se equilibrio es impresionante.

Tras guardarse el objeto arcano en un bolsillo secreto de su azabache túnica, Akvahn se acerca al mágico de la espada para intentar lo que su compañero no pudo.

-Eso es lo que pasa cuando prostituyes la magia para convertirla en... lo que sea que haces tú. -Murmuró malhumorado cuando le dio la espalda para examinar el nuevo objeto.

Aunque sentía algo emanar del objeto no supo descubrir que era. Quizás fuera poderoso pero era mas probable que la razón fuera porque el objeto no le interesara.

Tras un momento de incómodo silencio Akvahn bufó y le devolvió el objeto a su compañero.

-No se que tendrá de especial. Pero atraviesa al próximo enemigo y quizás descubras que hace. Esa es tu especialidad...
 

Tan rápido como recuperó su conocimiento, la mujer se levantó (a duras penas) sonrojada por el hecho que sus compañeros la hubiesen visto tirada al suelo como un vulgar indigente. Sin duda su suerte no había mejorado des de que su difunto marido muriese como un idiota.

Aprovechó las brabuconadas y las críticas que sus compañeros se lanzaban para, inadvertidamente, tener cura de sus heridas. ¡Oh! ¡Por todos los dioses! ¡Mis finas telas! ¡Este vestido lo diseñó Madame Lacroix en persona!.
¡Malditos restos animados de orcos! Fuera quien fuera el que se escondía ante el misterio de la mina, pagaría caro por ello.

Se acercó a la mesa en la que Brunilda había dejado el botín. Una rápida mirada ya decepcionó a Isabella... Nada especial: Una espada para que los hombres pudieran ostentar de virilidad, una varita para los juegos de los magos y unos brazales con los que no te dejarían entrar en ninguna residencia decente... Ni joyas, ni vestidos ni nada con lo que poder argumentar tu posición.

No le negó a Akvahn la varita, ella como máximo le interesaba el ébano... para hacerse un collar a juego con sus zapatos.
Pero sus compañeros parecían preocupados por las propiedades de los dos artefactos restantes. Lady Isabella había leído algo sobre el tema... Quizás pudiese saber de qué se trataba...

Entre las  afirmaciones del  irritante mago shadar -kai, los intentos por recordar viejas leyendas de grandes gestas por parte del tiflin, las tímidas observaciones, pero exactas; por parte de la noble humana; los aventureros consiguieron su objetivo.

 Los tres objetos que  había recogido con esmero la enana que los guiaba tan buenamente como podía, habían sido  identificados  por   el grupo. Ante ellos , en la diminuta mesa enana, descansaba los brazales de Ulden ManoFerrea  con los cuales había mantenido la esperanza  de sus soldados y levantado el animo cuando mas lo necesitaban.

La espada larga también era dueña de una magnifica historia, ya que su antiguo dueño había sido Erom de Tarsos, famoso  por ajusticiar a los enemigos de su familia y a quien  ofendiese a sus amigos. El pobre perdió la vida por salvar a una mujer que le traía por el camino de la amargura.

La varita de ébano, la cual aún mantenía  como el primer día el brillo de su material, no gozaba  de haber tenido dueño famoso. Por lo que habéis podido  recopilar , su dueña era una joven eladrin de la cual bebía los vientos  el noble Erom de Tarsos y, seguramente encontró la muerte poco después de su enamorado...

Mahel prueba los brazaletes que se ajustan perfectamente a sus muñecas.

- Ah Compañeros! Si a nadie molesta, creo que ya sé cómo sacar nuestro mejor provecho de estos. ¿Está bien si me los quedo?

La verdad era que cuando le propusieron a Isabella ayudar a unos mineros enanos se imaginó otro tipo de recompensa. Quien piensa en enanos piensa en sus artesanos... Sus toscas pero elaboradas joyas, sus bien acabados complementos para el hogar... Incluso una u otra chuchería...
Pero ahí estaban. Delante de utensilios para el día a día. Realmente a la mujer no le interesaban tales objetos. ¿Cómo podía demostrar a los demás su estatus llevando tales cosas como si fuera a trabajar? ¡Por los dioses! Como una vulgar asalariada.

-Vosotros le dareis mejor uso que yo

De poco le servía la incómoda espada y, además, al joven Uriel parecía que le fascinaba. No estaba interesada en la varita que Akvahn devoraba con los ojos... Ya se pelearía él con Rayne, quien sabía esconder mejor sus intereses.
Como máximo podría darle algo de utilidad a los brazales, pero no tenía ningun vestido a juego... Se pudrirían de asco en su habitación... Mejor que se lo quedase Mahel. Y si el tiflin le sirve para aguantar mejor, me evitaré caer de nuevo de manera poco decorosa...

Nhyria observo los objetos y como sus compañeros se los repartian. Y no puso pega alguna. Ni los brazaletes, ni la espada sabria que hacer con ellos y la varita... A pesar de tener un don natural para la magia jamas había aprendido a usar esos pequeños artefactos.

Dio una palmada al aire para captar la atención de todos que ya se estaban equipando con su nuevo equipo.

-Bueno, si estamos todos listos y a punto, creo que debemos continuar... Es mejor no correr el riesgo de que esa extraña bruma vuelva a surgir. Acabemos con su fuente ahora que estara mas debil.