Partida Rol por web

31 de Octubre de 1350, Toledo. 

Hoy la ciudad ha amanecido envuelta en nieblas, sus calles concurridas y vivas se encuentran algo desiertas por el frío que impera en la ciudad. El mercado se prepara para un día de movimiento porque el Rey Pedro I se encuentra visitando al Arzobispo Egidio Álvarez de Albornoz y Luna. Su corte, varios nobles que lo acompañan, los criados, esclavos, el clero y las gentes de la ciudad se preparan para un día que culminará con la celebración de un gran banquete y baile en su honor.

El canto de los gallos indica el momento de despertar. Las gentes de Toledo comienzan a realizar sus tareas cotidianas, las calles empiezan a llenarse con el barullo de aquellas personas que empiezan a acudir a montar sus tenderetes del Mercado. Las calles empiezan a oler a pan recién horneado, carnes y pescado en salazón, hierbas, perfumes, pieles y animales.

La gente mira a su alrededor, esta mañana la ciudad ha amanecido con una densa niebla que dificulta pequeñas labores cotidianas. Lo que muchos no saben es que en los campos, fuera de las murallas que los hacen sentirse seguros la niebla es aún más densa y muchos campesinos apenas distinguen a escasos metros de sus arados.

Las gentes se encuentran de buen humor pues saben que la llegada del nuevo rey de Castilla a la ciudad puede aportarles más beneficios, pero claro, la llegada del rey y su corte también atraerá a más delincuentes y rateros que busquen su oportunidad de vaciar aquellos bolsillos más llenos de monedas…

La guardia de la ciudad se encuentra en alerta máxima, deben estar pendientes de cada rincón, de cada esquina y cada calle… Todo debe ser seguro para su majestad… Pero… ¿Por qué deben ellos trabajar más? ¿Acaso no trae el rey a su propio ejército personal?

Entre la multitud se escuchan diversos rumores, habladurías y chismes… Que si los infieles están intentando reconquistar la ciudad desde dentro, que si esta niebla es un mal presagio para el nuevo rey, que si los demonios se están asentando en la ciudad, que si los judíos están quedándose con todas las arcas de los nobles…

Mientras tanto algunos de vosotros recién llegan por vez primera a esta ciudad, otros regresan a las calles que les vieron crecer, otros buscan fortuna con su música, otras abren sus tenderetes y ofrecen sus mercancías, otras recorren las calles en busca de alimentos para sus familias, otras acompañan a las siervas de su señor en las compras matutinas…

Mientras las gentes caminan, hablan, compran, venden… Se escuchan las risas y los juegos de los niños y niñas… Y mientras tanto, la niebla no parece dar tregua a las buenas gentes de Toledo…

En la plaza de Toledo, en un hueco entre las casetas y zocos de los mercaderes, un laúd suena. Y es tocado para el pestilente río de gentes que cruza de lado a lado. Bajo los pies de un juglar, un sombrero escarlata con apenas unas monedas. El hombre tiene una barba medianamente cuidada, y bajo su jubón, también rojo, asoma la pequeña y tímida cabeza de una comadreja.

Aunque el hombre toca y lo hace con atención y esmero, parte de su oído está en enterarse lo máximo posible del recibimiento al rey. Tiene que estar en el más que probable banquete como sea, asi que espera paciente la llegada de la comitiva.

Tras haberse reunido con su familia por primera vez en varios años en un emotivo encuentro con lagrimas, buen caldo y mejor carne; a las calles se incorporaba un soldado mas: Bien pertrechado, lozano, adusto y bien descansado.

Rafael se dispone como acordó a reunirse pasado el canto del gallo a reunirse con su señor, se sentía agradecido y no faltará a su palabra el primer dia. Pero la niebla no era un elemento con el que contaba y le fue minando la felicidad inicial, la falta de visibilidad no era un buen amigo de un soldado así que apretó la marcha y llevose la mano al mango de la maza para sentirse seguro.

Una vez en el mercado redujo el trote para entretenerse ligeramente con las gentes de la urbe, alguna cara conocida le saludaba y esta recibía una respuesta breve y seria. Otros lo miraban confusos de por que llevaba armas, lo que denotaba su raíces nobles.

En algún momento el sonido de un laúd llega a sus oídos, tras debatir si puede permitirse esa distracción opta por desviarse de su trayecto brevemente. Da con el responsable de animar un poco más aquel lugar: Un juglar vestido de rojo.

Se le escapa una media sonrisa y decide arrojar una moneda al sombrero escarlata que hay a sus pies y en cuanto este termine la pieza emprenderá de nuevo la marcha.

Desde la ventana veía como Don Gregorio y Doña Agustina salían de la mansión dirección a una reunión… según entendí el Rey estaba por llegar a Toledo y todo el mundo estaba muy nervioso.

En la noche estuvo algo distraído el señor, quizá fuera por las cuestiones de hoy pero no me importaba mucho, no eran de mi interés ahora mismo. Enseguida la jefa de cocina Teresa, me llamo para ir con las demás jóvenes y ayudarles en ir al mercado. Enseguida me puse un vestido dejando el camisón encima de la mi cama para ir con ellas, me encantaba ir al mercado.

Parecía que iba a ver un especial  banquete y necesitaban de mi ayuda, aun así me gustaba ir con ellas ya que era mi oportunidad de salir de aquellas paredes frías.

Las calles, llenas de vida, estaban alborotadas y los olores atrayentes de inciensos, perfumes y comida recién echa eran un autentico placer.

íbamos entre calles.

Algunas llenas de gente, casi sin transito y otras no tanto…algunas con trovadores y otras con vendedores agresivos e insistentes… varias veces una de las criadas me llamaba porque me gustaba oler los perfumes en  tenderetes, me recordaban cuando era muy niña y no era una esclava.

Aprovechaba a oler y dejarme caer una gota en la muñeca sin que se dieran cuenta mientras los comerciantes hablaban distraídos de la niebla, según la gente eso era mal presagio, y de eso mi raza sabe mas que ninguna, pero ¿la verdad? a mi me importaba un bledo si el Rey se caía de su caballo. Tenia algunas monedas guardadas ya que Don Gregorio insistía que me comprara alguna cosa para mi, aunque sabia lo que quería decirme, para que a el le gustase.

“Señor… cuanto sale este perfume… ¿huele a rosas?”

-“Amiraaaa vamos que aun nos falta pasar por el especiario”

- Por favor Bernardo y Alfonso mantenganse atentos nuestros alrededores, que yo conduciré con sumo cuidado porque esta niebla no solo dificulta el andar de nuestra mula, si no que puede ser usada por asaltantes en los caminos y no podemos perder la oportuniad de llevar la cosecha de esta semana al Mercado, con tanta gente que estará paseandose con dinero ante la llegada del rey a Toledo! Verdad papa? - Dijo la bella campesina llamada María en voz alta mientras que conducía junto a Pedro, su padre, una carreta jalada por una mula parda al interior de la ciudad desde su casa a las afueras de la misma.

En su camino pudo divisar a algunos interesados y carismáticos mercaderes, fieles y misteriosos sirvientes, guápos soldados y hasta algún hábil artista callejero, sin distraer su atención del camino la chica pensaba en aprovechar la oportunidad de haber visitado la ciudad con sus hermanos para tratar de conocer a la señora Adria mas tarde, en la clínica que atendía junto con su esposo, pero primero debía vender junto con su madre al mejor precio possible lo que la familia había cosechado

No hacia ni dos semanas que había llegado a su destino, Toledo. Aunque venía también de una bulliciosa  ciudad, Toledo se le antojaba una ciudad llena de posibilidades y más un día como hoy en el que parecía  que los hados le sonreían.

Hoy era día de mercado y la ciudad sería un hervidero de gente yendo y viniendo, gente con las bolsas llenas de monedas, con intención de comprar y vender. Además a esto había que añadir la buenaventura de cómo el día había amanecido con una maravillosa niebla que ayudaria en caso de tener que escabullirse por alguna calleja. Lo único que le tenía un poco preocupada era el hecho de que el rey se encontrara en la ciudad y el enorme despliegue de soldados que había para velar por su seguridad y para evitar posibles disturbios dentro de la urbe dificultaría su trabajo.

Estaba con estos pensamientos cuando pasando por delante de la mezquita de las Tornerías le llegó el olor del pan caliente recién horneado y fue entonces cuando aligeró el paso hacía la calle de los panaderos. No sabía si podría pagarse una hogaza de pan negro caliente pero su estómago idearía algo con tal de deshacerse de ese vacío provocado por el hambre y al que difícilmente se acostumbraba.

Aquel día Safira se levantó temprano. Más de lo acostumbrado. Era día de mercado, pero no un día cualquiera. Sabía que la visita del rey traería consigo gran cantidad de fortuna. La propia, la de su séquito y la de la multitud de curiosos e interesados que vendrían hasta la ciudad atraídos por tal evento.

Se hizo hasta la ventana para ver el amanecer. Cubierto estaba de niebla, algo raro para estas fechas. Vistiose con las mejores galas de que disponía.

Había seleccionado para tal día un conjunto de sus mejores productos. Los mejores perfumes, jabones, aceites de especias, macerados, hierbas aromáticas...También llevó telas y adornos para engalanar el puesto y que no desmereciese.

Despidiose de su hija y su marido y acudió a su puesto. Ya cuando llegó percibió que no era la única que había visto en este día una oportunidad para hacer fortuna. Los puestos veía engalanados para la ocasión y los mercaderes ajetreados, intentando anticiparse a la llegada del rey.

Un criado portaba el carro de mano de madera en el que acarreaba la tan selecta mercancía. Ella personalmente la dispuso sobre el tablado, poniendo hacia atrás la mercancía más selecta, lejos de la mano de pillos y ladrones y hacia adelante, la más común. Cubriose el aire de una mezcla de fragancias embriagadora, a la que Safira ya estaba acostumbrada.

Los otros mercaderes anunciaban ya sus productos a voz en grito. Mas Safira no. Ella no lo necesitaba, pues su mercancía y su reputación hablaban por ella. O eso pensaba. Como fuere, apenas dispuso el puesto, las gentes comenzaron a acercarse, más para observar que para comprar. Pero así es como son las cosas, pues es sabido que al mercado pocos son los que acuden a comprar y muchos los que acuden a mirar y entre unos.

Acallada por la algarbía del mercado, le llegaba una tonada de un laúd. Una pieza conocida, afinada y bien ejecutada, pero carente de pasión, pensaba ella. Como ocurre con aquel se se ve obligado a repetir su repertorio una y otra vez incansablemente para ganarse el pan.

La gente empezaba a llegar. Pequeñas compras, algún encargo...nada fuera de lo común. Pero Safira disfrutaba observando el devenir de los transeuntes. Se notaba que quien podía, se había preocupado de vestir sus mejores galas para un día tan singular. Pero de momento, las ventas comenzaban como si de cualquier otro día de mercado se tratase.

Algunos puestos más allá divisó una mujer de aspecto árabe. De ricos ropajes que probaba un perfume. Hízole una seña discreta, animándola a acercarse a su puesto para ofrecerle alguna de las fragancias creadas por ella para tal ocasión.

Algunas gentes se detenían a escuchar al músico que tocaba en la plaza, no era el único pero aún así llamaba la atención de algunas gentes mientras que otras preferían otro tipo de espectáculos.

El bullicio miraba, compraba, reía, caminaba... A pesar de la niebla las gentes parecían animadas, después de todo las mercancías y artilugios que se vendían hoy en el mercado eran más variopintos, exóticos y de mejor calidad. Aunque claro, eso significaba que eran más caros y que los maravíes se movían de unas manos a otras.

A pesar de la vigilancia de los guardias de la ciudad alguna que otra vez alguien gritaba "¡Mi Bolsa!, ¡Mi Bolsa! ¡Al ladrón!" y, si lo habían visto, empezaba una persecución por las calles y callejuelas. 

Entre risas y bullicio se escuchó de fondo el grito de una mujer.

Observando y viendo que las sirvientas me dejaron un poco de espacio, es decir que ignore un poco su clamor...me llamo la atención una tendera que capto mi atención...vendía de todo y quizá tuviera algo interesante para mi... no tenia mucho dinero pero quizá así pudiera tener una ganga.

Me acerque con disimulo entre la gente que me rozaba hasta llegar ante su muestrario..

"Buenos dias (gesto gentil, denotando que es una sirvienta o esclava) ¿tienes algo para mi.. note su interes en mi"

En esto se oyen algarabía y jaleo del otro lado del mercado..que pasara... (miro aa la tendera con interrogación) y seguidamente el grito de la mujer... un grito desgarrador que hace que casi todo el mercado y la calle quedara en casi silencio...

Tarik se despertó en su cámara del pequeño palacete de la legación nazarí en Toledo. Hoy es día de mercado, y no tiene ningún asunto urgente, así que, tras desayunar un poco de pan con aceite, se marchó a ver qué se cuece.

Lo primero que notó es mayor actividad. La visita del rey ha animado tanto a los lugareños como a forasteros, y un multitud abarrota los puestos. Un juglar entretiene a las gentes con su música mientras un niño roba a un descuidado mercader.

Paseando, observa a una esclava, vestida con lujosos ropajes, con la que parece compartir fe.

Tarik mira a la mora, le sonríe, y saluda, hablando en árabe, y cambiando al castellano si no lo entendiera.

Salam Aleikum, hermana. Siempre es agradable encontrarse en tierra extraña con creyentes de la verdadera fe. Soy Tarik, de Granada. ¿Cómo estás?

Miro de reojo como un joven árabe se acerco a ella... no seria un esclavo por su manera de acercarse a mi, pero parecía muy amable, mire a los ojos de la tendera y despues salude al joven.

En árabe "Shalom Aleichem para vos Tarik... yo bien, buscando un perfume, las rosas siempre tienen que oler bien para ser rosas" Mire a la joven vendedora... Por su saludo indicaba que  por la mezcla de palabras, denotaba su estatus.

"Disculpa, algún perfume de olor a rosas, no tengo mucho pero quizá tengas alguno de frasco pequeño"

Safira sonrió a la recién llegada y señaló con elegancia una zona de su puesto donde estaban dispuestos en escrupuloso orden distintas ensencias florales. 

-Buen día tenga vuesa merced y gracias por acudir a mi puesto. Aquí podréis encontrar todo tipo de esencias florales, aceites especiados, maceraciones...Estos de aquí son de rosa, aquellos de violeta, almizcle...Dispongo de varios tamaño. Y si no me quedase el tamaño que desea, se lo podría preparar en un momento. No encontrará mejores fragancias en todo el mercado, se lo aseguro. Dispongo también de hierbas aromáticas y especias variadas. 

Cogió un pequeño frasco de arcilla, tapado con corcho. Lo abrió y acercó el corcho ofreciéndoselo a la mujer para que pudiera olerlo. 

-Oled, veréis que es intenso y delicado a la vez. Para llegar a este resultado se ha sometido este aceite a tres macerados consecutivos durante 3 meses.

De reojo, Safira reparó el en apuesto joven que se había parado cerca del puesto. Intentó establecer contacto visual con él y al lograrlo, le dedicó una fugaz y discreta sonrisa. Solo para él. 

(Hablando en castellano con acento) Tarik se dirige tanto a Amira como a Safira, zalamero.

Estas esencias del puesto dan el perfume, pero sin duda me encuentro ante verdaderas flores. Bellas señoras, si no es molestia que les hable, ¿me podrían informar sobre qué ocurre hoy en esta magnífica ciudad? Llevo muy poco tiempo en Toledo, conozco a poca gente y no estoy muy al tanto de lo que acontece.

Beltrán despertó. No hacía mucho que había llegado a la ciudad, y como todas las mañanas, realizó sus oraciones y se dispuso a dar un paseo por las calles de la ciudad. Su indumentaria era la propia de un auténtico caballero de la orden de Santiago.

Siempre con paso firme y la diestra en la empuñadura de su espada se movía por la plaza de Zocodover. Guiado por el sonido del laúd continuaba paseando, disfrutando del paseo y de un trozo de pan de la hogaza de Nuño, un panadero que desde el primer momento le pareció simpático, cuando una mujer gritó.

El Caballero esperó al chiquillo que corría. Cuando estaba a su altura, lo único que hizo fue extender el brazo y pararlo en seco. Con un sonido profundo, el cual parece mucho más de lo que realmente es, el chiquillo se quedó paralizado mientras Beltrán se arrodilló a su lado y sujetándolo, muy paternalista, le dijo:

-¡Ay! Ovejita... ¿No te han enseñado que no se debe antentar contra el 7º mandamiento? - En ese momento levanta al chaval de la parte posterior del blusón mientras se dirige a la mujer que corría tras él.

-Aquí tiene vuestra merced. Este briboncete, había cogido sin querer esta pequeña bolsa. Lo que quería realmente era trabajar una temporada en su puesto por el importe de esta bolsa. -Sacude al niño- ¿verdad?. Estarás trabajando en el puesto de esta señora, sin recibir ni una simple pieza hasta que repongas lo que intentaste robar. Cuando necesites algo, recurre a la Iglesia. La orden siempre podrá ayudar, pero no podemos permitir este tipo de tropelías.

Mirando a la tendera - ¿Está usted de acuerdo?

Escuchó el grito y apretó el paso buscando la causa, podia imaginarse que se trataria de un hurto pero pudiera tratarse también de una fechoría mayor o quizá Dios no lo quisiese de una desgracia.

LLegó tarde al lugar para actuar, se le habia adelantado un hombre de armas de cogía a un ladronzuelo de detrás de sus ropas. -No, no es un hombre de armas, Rafael... Ese tabardo... Pertenece a una noble orden de caballería. Pero no me sale el nombre de esta, diablos.

Se acercó hasta ladronzuelo y captor que a sus ojo era demasiado bondadoso y quizá algo cándido.

-Disculpad buen señor. No es mi deseo contradeciros más me veo obligado. ¿Que el muchacho sirva a la mujer? Es un ladronzuelo. ¿No temeis meter al zorro a dormir con las gallinas?

-Al final llegaré con amplio retraso.