Partida Rol por web

Por favor, tiradas sólo si lo aviso yo o doy el visto bueno, ¿ok?

Ahora deberé hacer alguna tirada para ver si te pillan... Además, en ocasiones y dependiendo de la situación se pueden dar modificadores a las tiradas... Penalizadores al  % si es una situación más complicada o bonificadores si resulta más fácil... E incluso, a veces, se puede decir que se debe sacar menos de X en la tirada, se tenga lo que se tenga en la habilidad... ¿ok? 

A la próxima, antes de tirar pregunta, ¿vale? ^_^

Hola director! Puse el - 15 según yo por la habilidad

Tú tienes un 20% en descubrir...
Si pones un modificador de -15 te resta ese valor al resultado final... Por eso dije que no había que poner modificador... Y dificultad el valor del % total en la habilidad... En tu caso, 20

El caballero se dirige al lugar de los hechos. Cuando llega, clava la rodilla izquierda en el suelo y mira a la pobre muchacha cómo se encuentra. Le resulta extraño esa postura y la mira con más detenimiento. Cuando sus ojos paran en las heridas que presenta recuerda cuan tantas y tantas veces ha sido herido en combate, o incluo en los entrenamientos en la orden. Ese embelesamiento dura unos segundos hasta que levanta la cabeza cierra los ojos y reza una oración por el alma de la jóven.

Se levanta y sacude el polvo de sus perneras y se dirige a los pocos curiosos que quedan por la zona mirando mientras dice: -Disculpen, dejemos descansar en paz a esta pobre chica. - La mira y apenado dice: -Requiescat in pace. Y amablemente les invita a salir del callejón.

Cuando llegan las monjas, el caballero les dice : -¿Hermanas, necesitan ayuda?

Bajando por las estrechas calles deja atrás el mercado y su bullicio. El número de gente comienza ahora a ser ahora menor pero en la ciudad se sigue notando la presencia del mercado. Isabel se cruza con gente variopinta en su camino hacia la Taberna del Gallo entre ellos le llama especialmente la atención una mujer algo mayor que ella que amamanta a un niño mientras a la vez pide limosna a todo el que pasa. La escena le hace sentir nostalgia de su infancia y a la vez le hace entristecer pero enseguida se repone y sigue su camino.

Llega a una puerta entreabierta desde la que puede verse un patio interior nada cuidado lleno de heno y un par de caballos atados a un par de argollas ancladas a la pared. A su lado se encuentra un caballerizo desharrapado de no más de doce años que está revisando la herradura de uno de ellos. Éste le mira curioso por unos instantes y vuelve de nuevo a su trabajo sin prestarle muchas más atención —Oye muchacho, ¿podrías decirme dónde encontrar a Juan, _{al que llaman el salvaje}? —esto último fue dicho más bien como un ligero susurro o un intento de que no se le terminara de oír bien, quién sabe quien podía estar oyendo y si el hecho de utilizar su apodo podía traerle algún tipo de nefasta consecuencia, había oído tantas cosas sobre él que no quería enfurecerlo.

Tiende la diestra y le dice con tono amable - Ya hablaremos de gallináceos,zorros, y de dormir no se preocupe. Mi gracia es Beltrán Díaz Hernández, Caballero de la Orden de Santiago.

-Eso, la orden de Santiago.

-Yo Rafael Navarro, soldado al servicio de Don Gregorio Álvarez de Pedraza -contesto de forma escueta. Tras eso la conversación muere tan pronto comenzó, Beltrán opta por consolar al chico y luego marcha en dirección al barullo mas yo no lo sigo, tengo mis menesteres y me da en las narices que mas adelante nuestros caminos volverán a cruzarse.

Miro por encima del hombro a la madre y el chico que han generado la confusión y marcho por la via mas directa a la casa de mi señor. Sin embargo no puedo evitar, aunque sea de forma fugaz con la mirada ver si descubro algo más.

Isabel volvió a insistir una vez más. Sabía que no tenía un perfecto dominio del idioma castellano pero aún así lo que sí sabía era que se expresaba lo suficientemente bien como para que el muchacho hubiese entendido su pregunta.

—¿Expreseime mal?,  quiero decir ¿ me expresé mal?  ¿acaso no entendiste mi pregunta? —Aunque intentara autocorregirse aún seguían escapándosele alguna que otra palabra en su portugués natal. —¿está por aquí  si o no? —el chico volvió a mirar hacía ella, para el chico fue casi imposible no mirarla ya que se había colocado delante de él y no parecía que tuviera intención de moverse de delante de él mientras  no le facilitara una respuesta.

No le quedó más remedio que contestar a la muchacha, le estaba quitando la poca luz del sol que empezaba a aparecer entre la niebla y no estaba dispuesto a desperdiciarlo .—Entra  y pregunta dentro. Puede que Nuño pueda ayudarte y te diga dónde encontrarle, todo dependerá del humor con el que se haya levantado hoy— Dicho esto hizo una ligera mueca acompañada de un chasquido con su lengua y dedo indice señalando a una de las puertas desvencijadas que se encontraba en el ala izquierda del patio. Isabel no pudo evitar ver el  parecido que el chiquillo tenía con una ardilla o un conejo con esos incisivos grandes y descabalados. 

Cuando entras por la puerta te encuentras al joven Nuño, aunque parece estar ocupado en otros menesteres... Al fijarte bien observas a una muchacha de unos 15 años realizándole una felación. Las manos de Nuño sujetan la cabeza de la muchacha mientras emite gemidos de placer.

Cuando entras su mirada te atraviesa, le has interrumpido en pleno momento. Aunque parece pasar de tu presencia y continúa sujetando la cabeza de la muchacha. Finalmente observas como termina eyaculando en la boca de la muchacha y ésta se bebe su semen. 

El chavalín te mira

- ¿Qué quieres? ¿Ser la siguiente? Vamos guapa, tengo para todas... 

La muchacha se limpia la comisura de los labios mientras te mira con pasividad y tranquilidad. 

La primera de tus víctimas había resultado no llevar nada mientras que a la segunda tuviste la suerte de poder hacerte con una bolsa con una cantidad más que decente de maravíes... Afortunadamente tus víctimas no se había percatado de tu pequeña travesura así que cuando comprobaste tu nueva adquisición decidiste regresar a tu puesto...

Caminas tranquilamente hacia él pero de pronto escuchas pasos tras de ti, pasos metálicos que indican que alguien con algún tipo de armadura va siguiéndote de cerca.

- ¡Allí! ¡La Marrana! 

Te fijas que un par de guardias te siguen bien de cerca. Quizás no habías tenido en cuenta que el mercado estaba mucho más vigilado debido a la visita real y que las malas miradas para con tu gente hacían que no os quitaran la vista de encima... 

- Disculpen por favor, pero que dicen acerca de María? A que muchacha se refieren?

 Una mujer ya entrada en la treintena te mira con pesar

- Oh, una fulana de esas que recorre las calles por la noche... Será el castigo de Nuestro Señor - Se santigua - Por sus pecados carnales... El demonio camina entre nosotros muchacha... Cuídate de él... Toma un buen esposo y confía en nuestros Señor y sus Ángeles... 

La mujer viste con ropajes arrapientos, su rostro está plagado de una especie de llagas que supuran una sustancia amarillenta y sus labios están completamente resecos.

El cuerpo de la muchacha es hermoso, aún a pesar de su estado se trataba de una muchacha hermosa y que no tendría más de 14 años. Demasiado joven para terminar así... 

Las hermas hacen una reverencia al verte y la que parece ser la líder se dirige a ti

- Oh, Mi Señor... Gracias... Pero no es necesario... Sus manos no deben mancillarse con el cuerpo de una pecadora... Nosotras nos encargaremos de devolver su cuerpo a su familia... - Mira el cuerpo - Oh, lastima de muchacha... Eran tan joven... 

Te fijas que una de las monjas, quizás la más joven de todas, es incapaz de mirar el cuerpo y cuando lo intenta sus ojos están rojos y cubiertos de lágrimas. La primera vez que miró el cuerpo de la muchacha pareció reconocer a alguien en él... 

El mercado continúa con su actividad con normalidad. Mientras vas mirando los diversos tenderetes en los que los mercaderes muestran sus productos escuchas la voz de uno de los guardias que vigila y patrulla por el mercado

- ¡Allí! ¡La Marrana! 

Al mirar en dirección al guardia observas que parece estar señalando a una mujer... Sus ropas te suenan... ¿No es la mercader judía que estaba contigo y la esclava? 

Observas que los guardias se dirigen prestos en su dirección y que ella parece haberse dado cuenta y su rostro muestra cierto temor. 

El mercado continúa con su actividad con normalidad. Mientras vas mirando los diversos tenderetes en los que los mercaderes muestran sus productos escuchas la voz de uno de los guardias que vigila y patrulla por el mercado

- ¡Allí! ¡La Marrana! 

Al mirar en dirección al guardia observas que parece estar señalando a una mujer que viste con ropajes judíos y elegantes. Se dirigen prestos en su dirección y ella parece haberse dado cuenta y su rostro muestra cierto temor. 

La casa en donde se alojan tu señor y su familia no se encuentra muy lejos y sabes que te había dado un poco más de libertad para que pudieras estar con tu familia. Aunque por otro lado también te había parecido ver a la Señorita Luisa por las calles del mercado... 

El cuerpo de la muchacha es hermoso, aún a pesar de su estado se trataba de una muchacha hermosa y que no tendría más de 14 años. Demasiado joven para terminar así... 

Las hermas hacen una reverencia al verte y la que parece ser la líder se dirige a ti

- Oh, Mi Señor... Gracias... Pero no es necesario... Sus manos no deben mancillarse con el cuerpo de una pecadora... Nosotras nos encargaremos de devolver su cuerpo a su familia... - Mira el cuerpo - Oh, lastima de muchacha... Eran tan joven... 

Te fijas que una de las monjas, quizás la más joven de todas, es incapaz de mirar el cuerpo y cuando lo intenta sus ojos están rojos y cubiertos de lágrimas. La primera vez que miró el cuerpo de la muchacha pareci

Tarik aprieta el paso para colocarse junto a la mercader. La rodilla izquierda le molesta un poco por el esfuerzo, pero ya está acostumbrado y aún es joven para preocuparse por estas cosas. Cuando llega a su lado, le sonríe y comienza a hablar amigablemente, como si no hubiera varios guardias acercándose.

Salud, hermana. Con el ajetreo de antes, no pude terminar de admirar las bondades de tus productos. Ya sabes que de donde soy yo, los hombres también solemos usar algunos afeites y perfumes, aunque en cantidades menores que las damas. Y cambiando de tema, soy nuevo en la ciudad, y prácticamente no la conozco. ¿Te importaría que te acompañe unas calles y me haces de guía?  - guiña el ojo y señala levemente con la cabeza a los guardias que se aproximan.

Alejábase Safira entre nerviosa y eufórica tras haber conseguido dos bolsas de sendos incautos cuando aquel apuesto joven se le aproxima. 

- Es día de mercado y debo ocuparme de mi puesto. Y aunque fuere de otro modo, no me ofrezco para tales menesteres. 

De pronto percibió que algo no iba bien. Primero pasos, luego gritos...sí, la habían visto. El corazón comenzó a palpitarle con fuerza. En su nerviosismo, intentó desfacerse de las pruebas de su pecado, dejándolas caer con disimulo en algún rincón donde pudieran quedar ocultas. Girose luego hacia atrás con indiferencia, como si fuese la curiosidad, más que otra cosa la que le hiciese prestar atención a las voces.

Isabel le miró con desaire haciendo caso omiso a su soez invitación. Por lo que pudo calcular, el joven tendría más o menos su edad aunque su extrema delgadez y su corta estatura bien podría hacerle parecer un niño, siempre que uno no se fijara con detenimiento. Llamó su atención el hecho de que en su mano derecha le faltaran los dedos anular y meñique, seguramente perdidos durante alguna de esas estúpidas apuestas de las que gustaban algunos jóvenes en las tabernas cuando ya llevaban varias jarras de vino había dinero y navajas de por medio. —¿ Sois Nuño ? Me han dicho que vos podríais decirme dónde hallar a Juan. No me espera pero vengo de parte de María la buhonera, me ha dado un recado que sólo puedo entregarle a él.—

 En las semanas que llevaba en Toledo Isabel había hecho amistad con María la buhonera, una vieja curtida en todas artes que la vida en la calle podía enseñar a gente como ellas. María había sido quién le había sugerido que aprovechara a presentarse a la vez que le hacía la entrega de un encargo que Juan le había solicitado, era una pequeña bolsa que Isabel no se había atrevido a abrir.