Partida Rol por web

Si, parecería una loca, pero lo primero que se le ocurrió fue ir a mirar si los muebles y los platos estaban en su debido lugar. Sí, osea. Si estás en otro multiverso, está claro que los platos estarán en otro sitio. ¿¡Verdad!? Ay, se estaba volviendo loca ¿no era así? Además, estaba en pijama todavía. ¡En pijama! Pero si, si, tendría que preguntarle a papá sobre las desconexiones, porque acababa de tener una muy fuerte. Tan fuerte que se creía de otro universo. ¡Pero que no, que lo que había cambiado era el mundo y no ella! ¡Que esos mensajes de móvil no eran los suyos!

Así que la pregunta era... ¿estaban los platos y enseres y todo donde los había dejado, al alcance de papá?

Al llegar a casa, pudo ver a George comiéndose un buen bol de cereales, pero al verla entrar se quedó boquiabierto, lo que hizo que la leche que tenía en la boca volviera al bol. - ¿Cariño? ¿Ha pasado algo otra vez con Dylan? - preguntó preocupado, aunque se notaba que aquella pregunta ya era una habitual para él.

Lo que le dejó atónito fue el hecho de ver como su hija se preocupaba aún más tras revisar los platos, pues parecía que no estaban como ella quería o más bien, como ella decía haberlos dejado.

George se rascó la cabeza, completamente confuso. - ¿Crees que andas en el trabajo y por eso andas revisando los platos y la cubertería? - bromeó, intentando quitarle algo de hierro al asunto.

Le entró la risa tonta, como una niña cuando ha hecho una trastada y quiere disculparse. "La verdad es que... sí, sí. Estos días no sé dónde tengo la cabeza... ¿M-me puedes decir otra vez a qué te refieres con las desconexiones? Creo que acabo de tener una, ja ja ja..." rápidamente levantó ambas manos negando con ellas. "¡N-n-no quiero preocuparte! Pero si me pudieras volver a recordarme todo... M-me voy a apuntar en el móvil una especie de diario ¿sabes? Para combatir esto de la memoria..."

¿Desconexiones? - preguntó confuso inicialmente. - ¡Oh! - dijo, pensando que había comprendido a lo que se refería. - ¿Lo dices porque siento que ya no estamos tan conectados como antes? - su cara se apenó un poco. - Es que... Desde que estás con Dylan, siento que no hablamos como antes, ni me cuentas todo como antes... Además, también te noto muy frustrada por no haber acudido a la facultad de filología y haber tenido que aceptar un trabajo precario en un restaurante para pagarle algunos caprichos...

Se quedó mirando hacia abajo un segundo, completamente en silencio. - Cuando estás con Dylan, siento que desconectas de todo, incluida de ti misma... - entonces alzó la cabeza y mostró una sonrisa algo forzada. - Pero si es lo que te hace feliz, no me quejaré más, sé que te molesta, lo siento cielo.

Ay, es que no quería preocuparle. Con todo por lo que había pasado papá, mis idas de olla extrañas se me hacían pequeñas. ¡Pero no lo eran! De un día para otro aparentemente seguía con Dylan, trabajaba a tiempo parcial no sé dónde, los platos y muebles no estaban donde debían estar... ¡Que ya sé que parece una locura, pero es que era como en la película del Doctor Extraño! ¡Estaba en un multiverso de locura extraña o algo asi! ¡Y evidentemente eso no podía ser! Ay, me estaba volviendo loca...

"No te preocupes, e-es que... estos días están siendo una montaña rusa. Y-y lo de Dylan es igual... a-a veces es un encanto pero otras... es... es muy pesado, muy controlador y-y no sé qué estoy haciendo con mi vida." y además literalmente. "No, no me molesta, papá, tú nunca molestas." fui a darle un abrazo, porque sobretodo yo misma lo necesitaba.

George se sorprendió al ver como su hija lo abrazaba. - Hacía mucho que... No me abrazabas. - comentó con un tono claramente algo triste, a la par que alegre. - Me gustaría que nuestra relación fuera más como ahora. - admitió, con una pequeña lágrima recorriendo su rostro.

Fue entonces cuando vio el reloj que estaba colgado en la cocina y con un ligero salto, retrocedió. - ¡Vas a llegar tarde a trabajar! ¡Y yo también! - fue entonces cuando sin perder ni un segundo, empezó a recoger la cocina, planteando en Ashley una gran pregunta ¿Dónde se supone que trabajaba Ashley? ¿No podía ir a sus clases de Filología? Al final, el destino de la propia Ashley estaba solo en sus manos.

Pobre papá. Víctima de una Ashley confundida que le daba su cariño a un novio tóxico y que no le quedaba cariño para los demás. No entendía qué diantres pasaba con su vida, pero pensaba arreglarla. Ella ya había pasado por esto y ya lo había arreglado. Había dejado a Dylan, había empezado una nueva vida, y había continuado los estudios de Filología. Y ahora un día se despertaba y todo estaba mal. ¿Qué diantres pasaba? ¿Se había vuelto loca? 

Todo estaba mal en este mundo raro al que había entrado después de ver Doctor Extraño en el Multiverso. Y podía lamentarse (y lo hacía, en realidad) de que su vida estuviera patas arriba, pero una conversación con su padre le ayudó a centrarse: ¡si tenía que arreglar las cosas, lo haría! Primero tenía que renunciar a ese trabajo que sólo servía para comprarle cosas a Dylan. Luego volver a clase, co-con Kyle... ¡Ay madre! ¡¿Y si Kyle ya no la recordaba?!

Vale, vale, lo primero era lo primero. Papá tenía razón: ¡había que moverse! Pero... ¿¡dónde se suponía que trabajaba ella!? "¡Ah! Sí, mi trabajo en el... en el... ¿cómo se llamaba?"  a ver si papá le echaba un cable... ¡Ah, un mensaje! ...Dylan siendo Dylan. ¡Gah! ¿En serio iba a tener que pasar OTRA VEZ por el infierno inicial de dejarle? Pues sí, lo haría si hacía falta. Pero primero necesitaba saber dónde trabajaba. Aunque quería ir a clase en realidad. Pero si iba a dejar el trabajo, primero tendría que presentarse...

Vale, iría a su cuarto primero a vestirse (¡no iba a ir a trabajar en pijama!). Después, si con suerte papá le había dicho el nombre del sitio lo buscaría en googlemaps o algo. Si no, a resbucar en sus cosas a ver si tenía alguna pista de dónde trabajaba. ¿Una tarjeta de visita? ¿Una caja de cerillas? Ni que fuera una detective... ¡Ay! ¡Se estaba volviendo loca!

George parecía realmente confuso ante la actitud de su hija, parecía otra completamente distinta, aunque lo más importante es que también la veía mucho más feliz y enérgica que de costumbre, con una actitud mucho más positiva en la vida. Sonrió una vez más antes de irse, no sin antes pronunciar. - No me acuerdo del nombre la verdad... Nunca he ido a ese restaurante de mala muerte en el que curras cielo, pero estaba al lado de esa empresa de traducción tan grande. - ignoró completamente el hecho de que su hija no recordara ni donde trabajaba, todo porque la veía feliz.

Y sin darle más tiempo a contestar, subió cojeando rápidamente escaleras arriba ¡que empezaba su jornada! Ashley decidió vestirse y hacer lo propio, aunque no encontró ningún uniforme, lo que le hizo pensar en dos opciones ¿se lo daban en el trabajo? ¿O se lo dejó en casa de Dylan?

Como fuera, no perdió el tiempo y al llegar al lugar, un tipo muy desagradable le estaba esperando en la puerta.

¡Es tu tercera falta! - comentó malhumorado, con los brazos cruzados, la tripa hacia fuera y dando golpecitos en el suelo con el pie. - ¿Y sabes que significa eso? ¡Qué te toca quedarte a hacer horas extras sin cobrar! - parecía muy serio en lo que decía y más aún, un manda más.

Ashley revisó el reloj, parecía que eran las ocho y cinco minutos y que el restaurante ni tenía clientes, ni parecía estar en marcha en general aún. ¿Se quejaría Ashley de esa situación? ¿O callaría y trabajaría como una mandada?

"¡Pero si no hay nadie! Ni de coña, estoy casi segura de que eso es ilegal." negó con la cabeza. Quizá fuera porque todo era tan rarísimo para ella que parecía estar viviendo en una vida que no era la suya. O quizá era porque estaba hasta los santos ovarios de todo. O quizá era porque sabía que las cosas podían ir a mejor, como su vida anterior, y estaba dispuesta a luchar para conseguirlo. Pero desde luego que no se iba a dejar explotar por un random en un trabajo random que ni siquiera recordaba por qué tenía y por qué estaba trabajando en lugar de ir a clase.

Marco se sorprendió enormemente ante la actitud rebelde de Ashley, algo que se notó en que se quedó boquiabierto y con los ojos bien abiertos. Se recompuso rápido ¡no iba a dejar que una empleada le hablara así! - ¿Sabes que más es ilegal? ¡La gran cantidad de gente que anda ahí fuera, que además cobran poco y trabajan mucho! - replicó, con una sonrisa ciertamente maligna.

Así que si no quieres que te sustituya por alguien mucho más deportable que tú y que me va a traer mucho menos dolores de cabeza, discúlpate por llegar tarde y da las gracias por darte la oportunidad de hacer horas extras en vez de echarte. - se cruzó de brazos y una sonrisa de superioridad absoluta apareció en su rostro.

Humph... esto no iba bien del todo... ¡Pero no iba a echarse atrás! ¿Que tenía que estar agradecida de ser explotada laboralmente? ¡Y un cuerno! "Por llegar tarde, sí, jefe, me disculpo. ¿Pero dar las gracias de tener la oportunidad de hacer horas extra sin pagar?" negó con la cabeza. "Ni de coña. No cuente con eso. Ni con que las haga. Estoy harta." porque asumía que ya venía haciendo horas extras gratuitas. Además, empezaba a caerle mal el jefe. Seguro que ya le caía mal de antes, claro, antes de perder la memoria de repente y recordar otra vida mucho mejor. Que de hecho seguía sin saber por qué no renunciaba directamente. Quizá lo hiciera, sí, quizá debería hacerlo.

¡Inaceptable! ¡INACEPTABLE! - gritó Marco al escuchar la respuesta de la chica. - ¿Te tengo que recordar quien fue el que contrató a una chica sin estudios ni esperanzas en la vida? ¿Te tengo que recordar quien vino llorando hasta a mí porque nadie la contrataba y quería irse de casa para mudarse con su novio y librarse de su padre, que era un insoportable y solo quería fastidiar la bonita relación de los tortolitos? - se puso rojo como un tomate, se alzó un poco poniéndose de puntillas y levantando un brazo, señalando la puerta, gritó. - ¡A la puta calle, desagradecida!

Ah, bueno. Pasó lo que tenía que pasar. Se quitó el delantal que acababa de ponerse y lo dobló, colocándolo con cuidado sobre la mesa de la barra. "Gracias por la oportunidad de trabajar con usted." dijo educadamente antes de marcharse. Había algo de lo que había dicho que no le gustaba, y no eran las formas, sino el recordatorio. ¿En serio esa era ella? ¿Esas palabras tan horribles habían salido de su boca? ¿Pero por qué? ¿Por qué sería así de... mala? ¿Por qué estaría tan resentida? Aparte de la mala influencia que era Dylan... ¿Era porque en esta... especie de realidad extraña, Papá no tenía dinero suficiente para pagarle los estudios? ¿Por eso estaba resentida con él?

Necesitaba saberlo. ¿Estaba o no estaba matriculada? Se fue a un parque a mirar, desde el móvil, si estaba o no matriculada en filología.

Ashley se marchó del lugar, enfadada, frustrada, sin entender nada en general. Se sentó en un banco que había en un parque que cercano al lugar y no dudó en revisar su móvil. Como era evidente, no estaba matriculada en filología, ni en ningún otro tipo de carrera, pues compaginar un trabajo abusivo, con ir a clases y encima hacer trabajos... No le daba la vida a nadie para todo aquello, al menos no para hacerlo en condiciones.

Algo que le llamó a atención era la existencia de una aplicación bancaria, con curiosidad, revisó su cuenta bancaria y algo que le llamó la atención es que tenía cerca de mil dólares ahí guardados, dinero insuficiente como para independizarse o incluso pagar la renta de más de dos meses, pero se notaba que estaba ahorrando para ello.

Sumado a los comentarios de Dylan por mensaje, de su jefe y de su padre, estaba claro que no le quedaba mucho para irse aunque fuera en unas condiciones de mierda... Pero un mensaje sacó a Ashley de todos aquellos pensamientos.

Desde que... ¿llegó? a esta extra-vida había intentado ante todo mantenerse fuerte y tratar de arreglar las cosas, por extraño que fuera el mundo y la realidad en la que estaba. Intentó hacer como que no pasaba nada, como que podía arreglarlo. Intentó tomar las riendas de la situación y no dejarse avasallar. El despido no fue el golpe de efecto, ya que en cierto modo se lo buscó ella misma. El golpe de efecto fue descubrir que no estaba matriculada en la Universidad. El mundo se le cayó encima. Vio la cuenta bancaria con sus ahorros, todo lo que debería haber sufrido para acumularlos... "Joder..." se secó lágrimas que habían empezado a salir, fruto de la presión que hasta ahora había estado aguantando, todo se le vino abajo.

Mientras escribía en su nuevo diario-móvil lo que acababa de pasar, justo le llegó un mensaje...

La respuesta de David fue bastante tranquilizadora, pues ahora Ashley ya tenía un destino al que ir y dónde sabría que no la echarían a patadas... Ashley recordaba haber visto una gran empresa de traducción cerda del lugar donde la habían echado a patadas por "mala" empleada, por lo que tenía que ser allí.

Pero ¿realmente iba a acudir a aquella empresa que no conocía? ¿Con un tipo de quien no conocía las intenciones? Eso era algo que solo Ashley podía decidir.

Se secó las lágrimas y se encaminó hacia la empresa de traducciones. Al menos ese día tendría una alegría, para variar. ¡Algo es algo! Tenía que mantener esa positividad que tan lejos la había llevado siempre. Aunque nunca, nunca era fácil, y menos hoy... Matricularse en la Universidad... Ojalá. Pero ¿podría Papá pagarle los estudios? No quería tener que tocar ese dinero que, de todo corazón, aunque estuviera en su cuenta bancaria sentía como que no era suyo...

Ashley llegó a aquella gran empresa de traducción, entró en la recepción y vio como no paraba de entrar y salir gente. La verdad es que en su vida como filóloga, se había informado de aquél lugar y había visto que hace un tiempo no tenía tanta clientela como ahora, pero hace poco tiempo, desde que cambiaron de director, se había vuelto una de las más importantes de la ciudad.

Trabajar allí era un sueño para cualquiera que quisiera estar todo el día entre libros y sin embargo, su yo que trabajaba en una cafetería y había rehusado de los libros, era la que más acceso tenía a aquello. ¿Cómo habría conocido a David? ¿Y quién era el tal David dentro de la empresa?

Como fuera, intentó acercarse como pudo a recepción, pero había demasiada gente, una cola terrible, sería casi imposible reunirse con nadie allí. Pero embobada, mirando de un lado a otro, no se dio cuenta que tropezó con una pequeña mujer rubia. Por suerte, ninguna de los dos llevaba nada encima, por lo que nada acabó en el suelo, aunque este hecho hizo que la mujer rubia arqueara una ceja. - ¿Dónde está tu libro? Y no me digas que en un pen drive. - suspiró. - Como me digas que en un pen drive te saco a patadas de aquí.

Qué nervios... no es como si la fueran a contratar, claro que no. Esto sólo era una visita guiada. Pero igualmente tenía los nervios a flor de piel. Tanto que ni se dio cuenta de que venía alguien y se terminó chocando con ella. "¡Ah! ¡Lo siento!" revisó el suelo pero por suerte no se le había caido nada. Le preguntó que dónde estaba su libro. ¿Su libro? ¿Qué libro? "¡Oh! Uh, hum... no, no. Y-yo estoy aquí de visita, estoy esperando a David Seehan. E-es que algún día me encantaría trabajar aquí como filóloga... y me iba a enseñar la empresa, me ha dicho que espere aquí en recepción..."