Partida Rol por web

"- ¡Por la gracia de Mahal, Ulrij... no es más que la cocinera!- le dije alzando una ceja, a modo de reproche por sus palabras-. He venido a este lugar a por los bandidos, los asesinos, no a dañar a una pobre mujer que lo único que tiene para defenderse es una sartén que igualmente sabe que no le servirá de nada- agregué mirando a mi compañero y también a la mujer que temblorosa estaba en el suelo".

Caminé unos pasos hacia ella pero sin acercarme demasiado, intentando no asustarla más de lo que ya estaba. Me mantuve en silencio unos segundos, sólo para que notara que mi intención era hablar.

"- Señora no queremos matarla, no vamos a hacerlo. Sólo entienda que no es la primera humana con quien nos topamos en este lugar y aquellos encuentros no fueron algo amistoso... eso puede afectar la compostura- comencé diciéndole de forma serena-. No es nuestra enemiga, nosotros tampoco somos enemigos de usted... solamente somos cautos. Tenga a bien colaborar, por favor-concluí intentando ser amable, con una sonrisa en el rostro, extendiendo mi mano para ayudarle a levantarse".

Me mantengo expectante ya que Ulrij le ha causado una gran impresión, pero parece ser de corazón fuerte porque no se ha muerto del susto.

- Tranquila señora, ya le hemos dicho que no le haremos ningún daño. Somos gente de bien... - la miro ya que soy el que parece menos peligroso de todos - ...cálmese y respire hondo. Suelte la sartén y dígame que hay tras cada una de las puertas....y luego le haré alguna otra pregunta, ninguna que no pueda responder... 

Me mantuve en silencio, pues las preguntas de mis amigos eran las que yo mismo podría hacer, y no quería agobiar a la señora, que parecía dispuesta a colaborar.

Miré a nuestra espalda, escuchando por si su repentino sobresalto atrajo a otros, y me quedo esperando respuestas. Sin duda la cocinera, de buenos modos, podría decirnos valiosa información. Después tendríamos que comprobarla.

Le sonreí de nuevo, brindándole confianza y conminándola a hablar.

-Por todos los dioses, ¡cállese! ¡ya está bien! ¡y baje esa cosa! Esto es ridículo... -dijo en descrescendo el dunlendino, apartando la lanza de la señora, más que seguro de que aquella cocinera no era más peligrosa que lo que sus voces pudieran alertar a quienes realmente sí lo eran.

Suspirando medio enojado consigo mismo por sus malos modales, medio enojado con el histerismo de la cocinera, Ulrij dio un paso hacia atrás y volvió a utilizar la lanza de apoyo, cambiando el peso de su cuerpo para descargar su pierna todo lo posible, de nuevo suspirando por lo maltrecho que andaba, nunca mejor dicho.

La mirada de la mujer seguía fija en Ulrij. Y no fue hasta que este habló cuando empezó a relajarse. No volvió a gritar, ahora gimoteaba por lo bajo mientras los mocos le comenzaban a asomar.

Seguía sentada en el suelo y bajó un poco la sartén aunque no la soltó. Debía de pensar que podría ofrecerle una gran defensa. De todos modos tampoco podía pasar desapercibido que habiendo podido coger un gran cuchillo lo que había elegido el objeto que más superficie plana tenía.

Aún así, su respiración era agitada y tardó el calmarse. Asintió con la cabeza y se fijó en mediano, de mirada más empática. Le dio la impresión de que ese ser sería incapaz de hacerle daño – S.. Si – Seguía nerviosa, pero ahora menos.

Se cambió la sartén a la mano izquierda y con la derecha señaló las puertas, en cada una de ellas fue pronunciando – La torre, los… los sótanos – Se limpió los mocos con la mano – El pasillo de las habitaciones (la que acababais de entrar) y el patio.

Cuando dijo “los sótanos” lo hizo señalando aquella pequeña portezuela que parecía una despensa

- Por favor no me hagan daño – Suplicó de nuevo

- Gracias por su colaboración. - le respondo al decirnos a que llevan cada una de las puertas de la sala.

Ahora quedaba en saber qué hacer con ella, podría liberar a los dos prisioneros y puede que alertar a los que nos quedan por neutralizar por lo que tenemos que tener sumo cuidado.

Miro al resto de mis compañeros y les digo:

- Tenemos que hacer algo con ella. Yo propongo atarla y dejarla aquí tranquilamente, ocultando los cuchillos o las cosas que puedan hacer que se libere y ayude a sus compañeros. Tenemos que minimizar los riesgos para nosotros.

Nunca se sabe lo que nos deparará el futuro, ahora sólo está el presente, que es la dama asustada. No debíamos perder mucho tiempo con ella, aún no habíamos cumplido nuestra misión, y llevarla sería quizás más estorbo que ayuda.

-Cierto es que ella no sabe qué ha ocurrido con los soldados. No sabe que están en la habitación, así que creo que dejarla aquí con idea de volver a por ella debería ser suficiente  -digo en voz baja a mis amigos.

-Atémosla y amordacémosla, dejándola sin armas de por medio, sin asustarla más. Que los dioses decidan si merecemos su favor, y la mantengan confiada y en silencio. Después, partamos hacia... yo diría los sótanos. Es un buen lugar para comenzar. ¿Qué os parece?

-No estoy de acuerdo. Aquí no debería vivir otra cosa que humanos, ni orcos ni trolls ni otras abominaciones, así que las personas que estamos buscando vivirán sobre la tierra, no bajo ella, como si fueran gusanos. Yo voto por entrar en la torre y dirigirnos hacia la habitación más elevada, que será la del líder, y acabar con cuanto bellaco encontremos por el camino. Así vengaré la vida de mi hermano y podré descansar tranquilo -sentenció el dunlendino del grupo con voz grave, mucho menos animada y jocosa que de costumbre.

Ulrij no estaba ya para juegos, no quería ir bajando y subiendo escaleras inútilmente. Más tarde, si se hacían con el control de la fortaleza, bien podían inspeccionarla toda, incluyendo lo que hubiera en los sótanos, que bien seguro podían ser los tesoros arrebatados a comerciantes y viajeros de los caminos cercanos.

"Pues los enanos bien vivimos junto a la roca y no necesariamente en la superficie, pero de abominaciones nada tenemos y menos de gusanos", pensé y hasta mascullé haciendo chirriar mis dientes por el desagrado frente las palabras de Ulrij, pero no era momento para enojos pues aún quedaban cosas que hacer por delante.

"- Estoy de acuerdo, con atarla y amordazarla bien para evitar que se vaya o dé voz de alarma será suficiente. A nuestra vuelta podremos buscarle a ella y los otros dos para emprender el camino de regreso a la ciudad- opiné respecto al fin de la cocinera".

"- Por lo demás, sabemos que en el sótano está lo que prometimos llevar al orfanato de Aug Lamedon. No creo que estén allí los líderes, seguramente estén en plantas superiores de la torre como dice el compañero, pero nada quita que constatemos ello para cuidar nuestra retaguardia- dije y agregué-. En cualquier caso, supongo que lo mejor sería ir directamente a las habitaciones de ellos que sabemos que están en los primeros pisos. Y con cuidado, porque no creo que sean ajenos al enfrentamiento que se dio hace unos momentos sobre los muros".

El grupo finalmente decidió atar y amordazar a Treva. La llevasteis a las habitaciones con los otros dos, más que nada para que estuviese lejos de cuchillos y cosas que pudiesen hacer ruido. Una cosa menos de la que preocuparse.

En cuanto a la dirección que tomar Douervis opinó también que hacía arriba, pues parecía más probable que allí estuviesen los jefes de la banda, y cuando antes os encargarais de ellos, mejor.

Pasasteis de nuevo por la cocina y luego abristeis la puerta quedaba a la torre. Ante vosotros apareció un corredor que se abría a mano izquierda y que iba trazando una amplia curva. Tras avanzar unos pocos metros había que tomar la siguiente dirección en cuanto al camino. A la derecha había una puerta que daría a la parte más interior de la torre (aún en la planta baja) y siguiendo por el pasillo que había curva (seguramente siguiendo el contorno de la torre) Unas escaleras que comenzaban a subir hacía la primera planta.

-Mut, ¿podrías adelantarte sigilosamente? Echa una vistazo al otro lado de la puerta de la planta baja y dinos qué ves, o escuchas, si no te atreves a abrir la puerta. Si alguien saliera persiguiéndote, corre hacia aquí, le recibiremos con los "brazos abiertos"... -dijo con una sonrisa sarcástica el dunlendino.

Como ya había dicho, imaginaba que los humanos vivirían por encima del suelo, lo que ya implicaba allí mismo, en la planta baja. Difícilmente iba a pasar toda la tropa sin hacer ruido hacia arriba y sin despertar sospechas si quedaba alguien haciendo guardia en la planta baja, así que el guerrero humano prefería asegurarse de que no le fueran a atacar por la espalda. Nunca se es demasiado precavido cuando lo que está en juego es tu propio cuello...

Avanzábamos sigilosamente, con el halo de misterio e inquietud que siempre rodea a las incursiones en territorio desconocido, donde cualquiera puede perder la vida.

-Sí, mejor no dejar habitaciones detrás de nosotros sin registrar. Quizás haya alguien que pueda atacarnos más tarde, o dar aviso a otros. Mut, si te parece bien, vé y te cubriremos. Con todo mi respeto, maese hobbit, eres pequeño y sigiloso. Eres quien mejor puede otear qué ocurre ante nosotros.

- Sin problemas - respondo mientras me adelanto.

Me acerco con cautela a la puerta aunque mi poco peso y el ir descalzo favorece que no haga mucho ruido. Con cuidado apoyo la oreja para ver si escucho algo en su interior. Intento controlar la respiración para escuchar lo más nítido posible lo que suceda al otro lado de la puerta.

Les hago un gesto para que avancen mientras escucho por si las cosas se pusieran tensas o detectara enemigos en el interior.

Decididos ya respecto de la mujer que habíamos encontrado, nos lanzamos por el pasadizo de la cocina para comenzar a recorrer la torre. Sin dudarlo un momento, sujeté con fuerza el escudo y volví a tomar mi maza para prepararme ante lo que pudiésemos encontrarnos adelante.

La decisión respecto de corroborar que no hubiese enemigos tras la puerta que nos habíamos topado en el corredor me pareció de lo más acertada, por lo que me limité a asentir con la cabeza y moverme ante el gesto de Mut, posicionándome fuera de la línea de visión de la puerta en caso que llegasen a aparecer enemigos.

Ulrij avanzaba con parsimonia, ya acostumbrado a la herida y la presión en la pierna. Avanzaba con su escudo y su lanza, apoyándose en esta última, pero atento a lo que sucediera a continuación para poder actuar en consecuencia. Bien había demostrado ya que era capaz de usarla con puntería mortífera, aunque el uso del escudo había quedado más en entredicho. No obstante, todo había que decirlo, se había visto superado en número.

Por supuesto, el guerrero dunlendino esperaba que en esta ocasión las condiciones de batalla fueran mejores. Al fin y al cabo, por muy heroico que quede en las canciones, sacrificarse en una lucha no llevaba a ninguna parte. Ahora, por ejemplo, sería estúpido, estando tan cerca de su venganza.

Dejando la cocina y el patio atrás el grupo se internó por el pasillo que daba a la torre. Las paredes eran de impresionantes piedras macizas y no estaba demasiado iluminado, tampoco era muy amplio por lo que solo pasaba una persona a la vez de forma cómoda. Al menos en esta sección no habían ventanas.

La primera opción que se encontraron fue aquella puerta que decidieron investigar. El Hobbit en primer lugar puso la oreja. Hizo un gesto para que los demás se acercaran. Al no percibir nada empezó a empujarla lentamente y...

En un primer momento no habías escuchado nada, por eso te decidiste a empujar. Ibas a entrar de forma decidida cuando te llamó la atención un débil y peculiar sonido, como a... ¿Viento? ¿Algo agitándose o dando vueltas? El sonido provenía de muy cerca, es posible que de detrás de la puerta o la habitación contigua

Estás con la puerta a medio a abrir. Por el momento lo que es está a la parte izquierda (ya que la puerta bate a la derecha). Es un amplio salón con suelo de madera, ves también parte de una mesa grande y sillas a su alrededor.

Abro la puerta a la mitad y les hago un gesto de que escucho un ruido. Luego susurro:

- Escucho ruido de viento tras la puerta...es posible que haya alguien o algo... - hago una pausa y añado - ...es un salón con suelo de madera, veo sillas y parte de una mesa...puede ser donde coman...

Cargo una flecha en el arco y me preparo para cubrir al valiente que abra la puerta. Vuelvo a susurrarles a mis compañeros:

- Uno de vosotros debería abrir la puerta mientras yo apunto...así si hay alguien podré dispararle...

Atento a los sentidos del mediano, esperando su respuesta, traté de relajarme y así tranquilizar el ritmo de mi respiración. Si algo me sucedía en situaciones así, era el emocionarme frente a una pelea inminente al punto llegar a bufar cual caballo.

Visto el gesto de Mut, me puse atento por si algo sucedía pero aún no estábamos seguros de la presencia de enemigos en la habitación próxima.

Ante su pedido, comencé a caminar hacia el hobbit hasta ponerme a su lado, dejándole espacio para un disparo cómodo. Acerqué la mano derecha a la puerta, cerrada pues sostenía aún la maza, y miré a Mut.

"- Sólo dime cuando estés preparado y empujaré la puerta- le susurré".