Partida Rol por web

-Les tengo que contar algo extraño, agentes. El rictus de horror, el tiro en la cabeza y el papel en su mano apuntan a un forcejeo. Es como si hubiera tirado de un papel que al final se llevó otra persona y él sólo se quedó con una esquina. Este es el papel: Es una firma en la que pone Julius Hunt. Sin embargo, el tiro es a quemarropa en la frente y la pistola estaba enganchada por el rigor mortis en su mano. Desde luego cuando murió la tenía apreteada. Tenía incluso apretado el gatillo. Esto sería normal en una lucha de no ser que el tiro fue de tan de cerca y la bala salió de esa misma pstola o de una muy parecida. Por tanto tenemos. Un forcejeo y un suicidio. Estoy tan confuso como ustedes.

Los guardias se miran confusos e incómodos. Miran a los recién llegados.

-El alcaide no espera a nadie y tenemos órdenes expresas de que no se le moleste...

- Entiendo. - Deimos y Phobos dejan las maletas de forma pesada en el suelo. Abro una de las maletas y dejando ver una cantidad bastante grande de resplandeciente oro, saco unos lingote con el emblema del vaticano. 

Entregando tres de los lingotes a los dos guardias digo. - Por favor, tomad estas piezas como mi presentación. ¿Seguro que pensáis que vamos a ser una molestia para el Alcaide? Unas inofensivas personas de fe. 

Los guardias se hacen a un lado. Uno de ellos entra con Aedalus y Victoria y os acompaña por la entrada de la torre hacia un anexo donde están las habitaciones de los soldados, la enfermería, la cocina y las oficinas y habitaciones del Alcaide. Encontraron al Alcaide cenando en un saloncito. El guardia, con pinta de susto le susurró al oído mientras el rostro del alcaide enrojecía de cólera y sus ojos se abrían de codicia.

Cuando se quedaron los tres solos, el alcaide se disculpó, lamió los dedos, limpió y se sentó junto a ellos, señalandoles butacas.

-¿Qué desean, señores?Es un viaje muy largo desde el Vaticano. Soy Johann Lutz, alcaide de esta cárcel.

- Encantado, Johann Lutz. Quiero hablar con usted sobre uno de sus reclusos. - Phobos deja una de las maletas encima de la mesa de Lutz.

- Von Die. -  

- Me gustaría hablar con él a solas. - Después de que Lutz mire el contenido de la maleta añado. - Mis superiores me han pedido hacer justicia y llevar al Vaticano a Von Die. Comprendo que las leyes de Agartha son las que reinan aquí pero he venido aquí a hacer cumplir designios divinos y por ello estoy habilitado en... - Me paro un momento como si estuviera intentando traducir alguna palabra del latín. - Invertir.  Queremos hacer que la justicia se parezca a los designios de Dios puesto que sabemos que Von Die es inocente. -

-Señor... Su generosidad es ...maravillosa... -sus ojos brillan de codicia- Pero el señor Von Die será puesto en libertad mañana. Ha sido liberado por sus abogados por posible "error en la investigación". Podrían tener su entrevista mañana mismo n mi oficina una vez sea libre... Como ve aquí en Agartha somos gente de bien y no condenamos a gente inocente. -No deja de mirar la superficie dorada de los lingotes.

-No me va a creer, pero imaginaba algo por el estilo, Daniel, Martins fue atacado por algo más peligroso que el plomo y la mafia pero tranquilo daremos con ello.

Dirigiendose al doctor.

-Muchas gracias por su trabajo.

A todos

-Estaré en mi despacho en la comisaria echando una cabezada antes de caer desmayado en cualquier momento.
 

- Me alegra ver que sigue habiendo gente bondadosa en este mundo, que protege a los ciudadanos - hago una pausa y añado casi susurrando - pero me gustaría poder visitar al señor Von Die, para hablar con él y ayudarle en todo lo que podamos para que su alma siga los pasos dictados por el creador, y alejarle de posibles futuros malentendidos, como el que le han encerrado esta vez - sonrío leve y piadosamente, agachando la cabeza y con una voz dulce añado - ¿podría permitirnos verle?, por favor.

....Cómo...¿Ahora mismo?

- Nunca es tarde para salvar el alma de una persona - dudo por un instante - si a usted le parece bien, claro. - dedico una mirada de soslayo la bolsa con el oro y le vuelvo a mirar, agachando la cabeza en señal de "respeto".

Me despierto y me siento un tanto mareada. No estoy segura de cómo me encuentro.

Te molesta el pecho al moverte pero tu naturaleza fuerte y propia de tu condición hace que el dolor no te paralice. Estás un poco aturdida pero se va pasando rápidamente.

Me miro el pecho para ver como es la herida. Después me levanto y me camino por la casa buscando a alguien o la salida.

Es una herida grande en el pecho, vertical de unos 10 cms.

Ves a una chica joven leyendo sentada cerca tuyo.

¿parece una criada o más bien no?

No, no lo parece. Está vestida de blanco.

- ¿Hola?

Un tanto reticente, el alcaide llama a un guardia y le manda conduciros a la celda de Von Die.

Son como 10 pisos, 200 escalones. Llegáis exhaustos pero llegáis. 

Von Die dormita en una silla, en camisa.

Mientras recuperáis el aliento os miráis el uno al otro, a ver quien comienza.

En el piso hay dos guardias y con el que os ha acompañado ahora son tres. Hablan bajo pero animadamente entre ellos.

Solo hay 2 celdas ocupadas de las 10 del piso circular. Una la de Von Die y en la otra hay un amasijo de ropas que quiere parecer una persona en una esquina.

El puerto está animado, pero hay demasiada gente y música y ruido. Vyktor decide ocultarse tras sus sombras y se deja crecer una barba y un bigote envidiables. Después, se dirige al barrio nuevo con intención de encontrar alguna habitación en alguna pensión. Lleva dinero de sobra encima.

- Te dejo a solas con Von Die. Yo distraeré a los guardias. - Digo en voz baja a Victoria. 

Junto con Deimos y Phobos me acercó a los guardias. Mis dos guardias se mantienen detrás mio observando fijamente a los guardias. Aprovecho para hablar con ellos.