Partida Rol por web

No sea desagradable, compañero...no tenemos porque hablar de olores a perro delante de él únicamente porque sea extranjero...va a pensar que somos unos racistas cuando no tenemos nada en contra de los suc.. de los árabes ¿Y que hace tan lejos de su tierra mi buen señor? Roy giro la cabeza e modo que pareciese que tenía interés, pero en realidad comprobaba donde estaban sus compañeros. Para ganar aún un poco más de tiempo continuó

No es bueno para la salud salir de la tierra de uno para ir a otra tan distinta. Creo que vamos a tener que enseñarle nuestro material especial para su protección ¿no es así compañero? Y no se preocupe por el precio, es todo muy barato

- ¡no vírgenes si morir por rayo! - gritó nervioso, la mera idea parece que aterrorizaba al hombre - yo Cabildo de Abd El- Krim Marruecos- se da varios golpes en el pecho tras estas palabras y añade -Lejos, muy lejos. Radio encendida - en efecto, podíais oir la voz del locutor de radio proveniente de algún lugar de la casa. Era difícil entender a aquel hombre.

- Ah... querido amigo. No sabe como le entiendo. Cuando uno se siente sólo no hay mejor compañía que la radio; las noticias, los seriales... la buena música de hoy en día. Jajajaja... ¿Es así mi querido Mustafá? ¿Está usted sólo?

Nigel hizo una breve pausa. Qué duda cabía que la respuesta a tan "casual" cuestión era de suma importancia pero de una manera o de otra, tras la respuesta del árabe, el británico prosiguió sin dar cuartelillo.

- Es que... claro...  imagínese que está usted sólo y le ocurre uno de esos comunes accidentes de los que hablábamos antes, ¿verdad? ¿Quién le socorre...? ¿A quién podría usted acudir...? No es una cuestión baladí, mi buen amigo Mustafá.

A pesar de lo accidentado y torpe de nuestra entrada, parecía que el plan estaba marchando bien. Al fondo del pasillo se veía a Nigel hacer aspavientos mientras hablaba y entretenía al tipo de la casa. Rápidamente me moví para flanquear la entrada al salón por uno de los lados, señalando el otro con el dedo para que Herbert tomara posiciones allí.

En cuanto ambos estuvimos listos, con la espalda apoyada contra la pared, saqué mi revólver y asentí a Herbert para que supiera que estaba listo. Una vez en posición, me asomé un poco para que Nigel y Roy me vieran y les hice una señal con el dedo pulgar.

En cuanto el tipo volviera a entrar iba a encañonarle y a hacerle cantar.

Tras ver el gesto de Lew, Roy decidió que ya era hora de acabar con su magnifica interpretación de dos corrientes vendedores por lo que volvió a sonreir ampliamente dejando ver toda su dentadura, tal y como Nigel le había indicado y sin mover un músculo rígido añadió:

Si le parece continuamos hablando dentro, o al final la muerte nos sorprenderá por algo tan poco digno cómo un resfriado

- ¡Amigos ! ¡ dos ! protege... -se escucha un ruido a su espalda y el moro se gira.

Escucháis el sonido de una puerta al abrirse, por ella aparece un moro algo más alto que el de la puerta de salida, la sorpresa del moro es total al ver a dos hombres con las armas a punto en el interior de la casa.

En ese momento, el moro de la puerta de la calle se da la vuelta y os ve en el interior.

- ¡Bah! ¡A la mierda con esto! - dije apuntando con el revólver al tipo que acababa de entrar en escena.

No tenía claro si se había alertado por el ruido, porque el mamón de su amigo se había puesto a gritar como un imbécil o porque estaba cagando y casualmente terminaba justo en aquel momento. Pero aquello poco importaba, si no actuábamos rápido la casa se iba a llenar de indeseables como aquellos, mejor matarles antes.

El tipo parecía sorprendido, de modo que apenas me llevó un instante fijarle como objetivo. Apreté el gatillo, se escuchó el cañonazo y la bala se clavó en el cuerpo del moro dejando atrás un rastro humeante.

Ya le advertimos que tenía que haber comprado nuestros productos- añadió Roy cuando vió a Lew encañonar al hombre. El profesor fue a pegarle un puñetazo pero antes de que pudiese hacerlo el disparo de Lew le hizo fallar.

Roy se quedó unos segundos confuso, con la sangre del árabe manchando su camisa...

Jodidos moros...Ni morirse pueden sin joderle la vida a uno...ahora tendré que comprar otra camisa

Herbert, estaba sorprendido, primero por que el moro no se diera cuenta tras el ruido que había producido su entrada y la de Lew y luego tras escuchar a Roy y Nigel estaba anonadado con su pasmosa verborrea.

Su entranamiento militar le hizo entender las instrucciónes de Lew rápidamente, se coloco al otro lado de la puerta, apoyando su espalda contra la pared. Miro la recamara de su fusil para comprobar que estaba cargada cuando de repente aparecio en medio del pasillo un moro gritando. El factor sorpresa se había perdido y había que reaccionar lo más rapidamente posible. Tanto Lew como Herbert debieron pensar casí lo mismo, apuntaron con sus armas y dispararon casí al unísono.

Se escuchan disparos en el interior de la casa, dos disparos casi seguidos. Parece que Lew y Herbert han disparado a alguien, pero el moro que está frente a vosotros no ha sido el objetivo, por lo que deducís que hay alguien más.

Roy trata de dar un puñetazo al moro de la entrada que está de espaldas, pero inexplicablemente, no logra darle. En ese momento, el moro se da la vuelta y saca un arma de debajo de su blanca túnica.

Los dos tiros se suceden rápidamente, uno de ellos ha dado al moro en el abdomen, pues la túnica se llena de sangre a esa altura.

El moro pone los ojos en blanco y apunto está de desmayarse, de venirse abajo, pero haciendo acopio de toda su resistencia física, logra aguantar en pie. Es más, de debajo de la chilaba saca un arma de grandes dimensiones que empuña con las dos manos.

Escucháis ruidos por toda la casa...

- Oh, cielos... - suspiró alarmado Nigel. Ya estaban otra vez en esa tesitura. Cómo hubiese deseado el doctor británico dedicar su juventud al noble deporte de la caza en lugar de a... otras cosas menos aprovechables ahora. 

De forma casi instintiva, mientras el moro se rebuscaba entre las túnicas para extraer un arma, Nigel abrió su maletín de doctor y dispuso la suya. Sólo casbía esperar que esta vez la puntería le fuera más favorable. De cualquier modo, la sangre golpeaba sus sienes con furia por lo que sus sentidos comenzaban a nublarse.

Parecía que volvían a tener que utilizar las armas...Bueno, un moro menos no sería nada malo...al contrario. Roy sacó rapidamente uno de sus revolveres y apuntó al árabe con su sonrisa de vendedor aún en el rostro.

-¡Bang!-gritó mientras apuntaba al hombre y se disponía a apretar el gatillo

La suerte estaba echada... otra vez. Casi tenía la sensación de que siempre acababa todo de la misma forma. Esperaba que Nigel y Roy pudieran ocuparse del tipo de la entrada, mientras tanto era de vital importancia eliminar al tipo al que había herido, principalmente porque estaba dispuesto a defenderse pero también porque había que tomar posiciones para abatir al resto de tipejos que seguro había en la casa a juzgar por los ruidos que comenzaban a escucharse.

Volví a apuntar al sangrante moro que trataba de empuñar su arma, algo aún indeterminado pero de grandes proporciones, y un nuevo cañonazo impactó en su cuerpo haciendo saltar sangre por todas partes. El tipo se desplomó, dejando caer el arma que no había tenido ocasión de utilizar.

Me paré un instante para tratar de identificar los ruidos, necesitaba saber de donde venian para poder tomar posiciones adecuadas antes de la acometida.

Cuando el moro se desploma muerto a consecuencia del disparo siempre preciso de Lew, Herbert señala la puerta tras el moro (el que acaba de caer derribado) en la que se ve el cañón de un arma que empieza a cantar.

Jamás escuchásteis tiros como aquellos, ese arma no sonaba como ninguna que conociérais y eso que ambos érais casi expertos en la materia.

Uno de los impactos dio en la puerta a vuestra espalda (no la de salida ni la de la salita , sino la de la derecha) y otro de ellos hizo que fragmentos de yeso del techo cayeran sobre vosotros.

Al parecer había al menos otra persona detrás de la puerta, aunque no asomaba la cabeza sino que se había limitado a disparar a ciegas asomando sólo el cañón del arma.

Empuñando su fusil dispara contra Roy al que tiene encima, el fusil que lleva es extrañamente rápido y preciso y en un abrir y cerrar de ojos el moro dispara dos tiros a Roy, el cual cae al suelo desplomado con la boca abierta en una mueca siniestra.

- ¡JALALALALALALLALAL!

Se juega el todo por el todo y dispara a la pared con su fusil al lugar dónde intuye que pueda estar el atacante, justo a la izquierda del marco de la puerta.

Hace fuego con su fusil  a través de la pared, en la que se abre un agujero pero ningún ruido o quejido se escucha del otro lado.

Escucháis como el moro de la puerta de entrada da un grito de guerra y dispara varias veces.