Partida Rol por web

- Iré con ustedes a entrevistar a esas personas - dijo el Doctor Call.- Al fin y al cabo, si las visiones que han tenido les han afectado a su estado emocional, puede decirse que soy la persona más indicada para hablar con ellos.

Os dáis cuenta, de que uno de esos mendigos, no es otro que el mismísimo James Raven, archiconocido actor casi irreconocible en estos momentos. Tiene la mirada perdida y aunque os mira, parece no veros.

-Eh! ¿Ése no es...? ¡Sí que lo es! Es ese actor tan conocido, Raven, James Raven. -dice señalando con la cabeza a uno de los pordioseros que se encuentran cerca de la entrada.- ¿Estará ambientándose para un papel? Pero... está raro, con la mirada perdida. -de pronto se da cuenta de algo.- Un momento... ¡es el actor del Príncipe de Babilonia! ¡Pues claro!

Uno de los dos contactos a entrevistar. Lo tenían allí delante. Por un momento se había despistado, por el aspecto del actor.

-Es el que nuestro cliente dice que está loco. Debió trastornarlo lo que le ocurrió allí. Vamos, aprovechemos...

Se acercó al grupo, mientras hablaba con los demás. Y se dirigió al hombre en cuestión.

-James Raven, ¿verdad? Hola, me llamo Hughie McDonald. ¿Podemos hablar un momento con usted? Somos seguidores de sus películas. ¿Quizá podamos invitarle a algo mientras charlamos? ¿Un café, o una copa?

Marion se mantuvo a una distancia prudencial de la muchedumbre, por experiencia sabía que la gente podía ser realmente grosera y aquellos no eran de los parecieran que supieran mantener los modales.

Es una lástima, que una persona pueda perder la cabeza de esa forma.- Miró alternativamente a Milo y Henry, pensando en los horrores que debían haber visto y por un instante sintió pena, quizás con el tiempo todos estuvieran como aquel desdichado hombre.

Antes de que lleguéis a su altura, el vigilante parece gritar algo y el tal James sale disparado como una exhalación, el resto de mendigos parecen hacerle la cobertura, pues por un momento se ponen delante y cuando lográis apartarlos, James se ha perdido calle abajo entre los edificios.

Marion se gira furibunda y encara al vigilante.- ¡¿Pero qué demonios le pasa?!.- le espeta mientras intenta asimilar las palabras de aquel hombre.

La reacción del vigilante y la huída del actor le tomó por completa sorpresa. Por lo que no atinó a reaccionar a tiempo de evitar que el hombre se perdiera entre la gente, se quedó clavado en su sitio, con la palabra en la boca y la sonrisa puesta.

Mirando como un perfecto bobo como se alejaba una de las pistas.

Henry agarró por la pechera al vigilante y lo empujó contra la pared. Pocas veces perdía la paciencia, pero la fuga de aquel hombre había sacado el poco mal caracter que tenía y hacía sobresalir aún más su caracter impulsivo y buscabroncas. Aunque normalmente no estaba acostumbrado a golpear sin haber recibido -normalmente de  forma totalmente merecida- un golpe, Henry no se había cortado ni un pelo, en su intento por intimidar al vigilante.

—¿Por que cojones ha hecho eso maldito afeminado hollywoodiense?

Milo puso la mano sobre el hombro de Dewey con la suficiente fuerza como para hacerle soltar al vigilante. Aquel hombre no parecía una mole de músculos pero al lado de Dewey era como ver a David y Goliath, pero sin honda. Lo último que quería era una pelea... si conseguía meter algo de miedo en el cuerpo de aquel hombre quizá si obtuviese una confesión. Pero eso no iba a suceder con violencia física. 

- Tranquilízate, muchacho... Dime tu nombre. Que sepas que estás despedido. Estamos al servicio de los estudios y acabas de meter la pata hasta el fondo chaval. Espero que no tengas familia, hijos y esas cosas... porque no creo que mañana puedas poner nada de comer en su mesa. Presentaré informe sobre ti y estarás en la calle en menos que canta un gallo. Dime... ¿de qué tratabas de advertir a Raven? ¿Te parecemos de la Comisión de Apuestas? Eres un imbécil y te vas a arrepentir de lo que has hecho. Te lo garantizo.

El guardia vizqueó y contestó nervioso

- Yo no le estaba advirtiendo señor -tragó saliva, parecía tener un nudo en la garganta -yo... esos mendigos molestan a los Señores que vienen aquí todos los días... por eso les espanto, tengo órdenes de no dejar que merodeen por aquí, no sé quién es ese James... lo juro. Por favor, tengo dos hijos pequeños...

Milo se dio cuenta que había pulsado el botón apropiado y, lejos de simplemente creer al tipo, le apretó un poco más las tuercas. 

- Mira... si crees que puedes convencerme de que no has reconocido a James Raven. Por cierto que nadie te ha dicho que se llamase James... es que piensas que somos más idiotas de lo que es mínimamente educado considerar. Ya estás largando la verdad o te juro que no llegas a final de ésta semana en los estudios.

Milo se dirigió un momento a sus compañeros para afianzar la treta.

- Menudo imbécil... éste se cree que nos chupamos el dedo. 

De nuevo se encaró con el vigilante.

- ¿De qué le advertías? ¿Quién crees que soy, berzotas? ¿Eh...? Habla. ¿Hay alguien que quiera hacer daño a Raven? 

El Doctor Call posó la mano en el hombro de Milo Shackleton justo antes de empezar la clásica representación teatral del policía bueno y el policía malo, en esta ocasión él mismo sería el policía bueno.

- Cálmese, señor Shackleton - le dijo con voz calmada.- Este hombre ya está suficientemente nervioso, no lo hagamos más difícil - se dirigió después al guardia.- Verá, debe usted saber que su negación de colaboración entorpece directamente una importante investigación que se está llevando a cabo y, supongo, que usted no quiere hacer eso ¿verdad? - no dejó que contestase.- Seguro que no... Bien, colabore con nosotros y así no tendrá que recibir una carta que diga que debido a su intervención una investigación costosísima fue un absoluto fracaso... con todo lo que ellos conlleva, por supuesto...

El hombre pone cara de póker, aquellos hombres eran muy listos y él un completo imbécil -sí señor... ése era James Raven, le conozco, es uno de los grandes que ha caído en desgracia, está loco y habla del fin del mundo y de monstruos horribles que acechan en las profundidades, asusta y molesta a la gente de bien, me han ordenado que no le deje estar por aquí. Siempre que le veo le doy un grito para que se vaya, normalmente sale espantado y corre como si le fuera la vida en ello, como acaban de ver -la amenaza de la carta daba sus frutos y el hombre cantaba como un colibrí -les doy mi palabra que no le he advertido ni ando metido en nada, voy del trabajo a casa y de casa al trabajo, ¡Lo juro!

El cabo había dado unos pasos tras Raven mientras sus compañeros intentaban sacarle al guarda algo de lo que supiera. Pero desistió en seguida, era imposible saber hacia dónde había ido, al mezclarse entre la gente justo en el primer cruce de calles. El frustrado Hughie no pudo saber cuál de ellas había tomado, regresó con el rabo entre las piernas.

Cuando vio cómo estaba cantando el pobre hombre, se encogió de hombros. Allí no había nada más que lo que se estaba viendo. Un pobre loco trastocado por una escena de pánico, alejado de lo que había sido su propia casa por aquellos que ahora le habían dejado solo.

Únicamente murmuró más para sí mismo que para el resto:

-No vamos a sacarle nada más... no hay nada más, es todo lo que sabe. Joder...

¡¡Que se le va a hacer!!— la furia de Henry había pasado a convertirse resignación y se volvió hacia Hughie.—Bueno, seguimos con el plan...Hughie...levate a la prince...a Marion a ver las peliculas a ver si veis algo. Y cuida de ella no vaya a ser que algún productor rico se la quiera llevar a su mansión y nos quedamos sin la belleza del equipo.... Salvo la mía, claro.

Por un momento a Henry se le había pasado una idea por la cabeza pero era demasiado arriesgada para una dama y no sería el quien la propusiese.

La visita dura más de dos horas, los estudios no son tan interesantes como pensábais al principio. Os cruzáis con varios actores y actrices conocidos, además de con dos centenares de personas de todo tipo y condición. Véis media docena de decorados diferentes que se corresponden con el abanico de películas que está rodando el Estudio en estos momentos. El único lugar de interés, es el despacho del director del "Príncipe de Babilonia", Von Varnstein. El mismo guardia con el que tenéis el incidente os abre el despacho y os dice que os dejará registrarlo a fondo pero que en dos horas se producirá el cambio de turno y tendréis que dejarlo hasta mañana.

Le dáis las gracias y os quedáis a solas en el despacho, se trata de una habitación de unos 3x4,5 m que contiene un escritorio, una papelera y un armario de madera lleno de fichas. Hay papeles por todas partes, por el escritorio, en el armario, en el suelo... os llevará un buen rato echar un vistazo a todo.

Vaya!, esto parece realmente divertido.- Comenta la joven mirando a Henry y seguidamente a todos los papeles que les rodean.- Hughie, cariño, quieres acompañarme a ver esa película, no siempre se tiene la oportunidad de asistir a un preestreno tan exclusivo.

Mientras espera la reacción del soldado comienza a echar un vistazo a su alrededor, curioseando entre los papeles, quizás hubiera alguna escena inédita...

Si algo había aprendido Milo de su anterior vida como matón a sueldo era que la gente que quiere ocultar algo tiene dos maneras de proceder, a saber. Si son personas ricas y/o inteligentes suelen hacer uso de cajas fuertes o sistemas de consigna de documentos privada; bancos, etc. Sin embargo si son tontos, torpes o simplemente pobres, lo tiran directamente a la basura. Y no es que Milo tuviese certeza alguna en la estupidez del propietario del despacho, el señor VOn Varstein... es que, sencillamente, las posibilidades de encontrarse con una persona inteligente en los tiempos que corren son cada vez más bajas.

Milo se acuclilló junto a la papelera y, con sumo cuidado comenzó a revisar algo de lo que se hallaba en su interior.

- Vamos, gente... debemos darnos prisa si queremos revisar todo este desastre antes de que nos descubran. No os entretengáis.

El Doctor Call decidió buscar algo que no estuviese a la vista, por lo que le habían contado sus compañeros de anteriores encuentros, las personas relacionadas con la Logia del Crespúsculo de Plata en sus múltiples formas se cuidaban de no dejar a la vista documentos incriminatorios y posibles pistas. Un hueco secreto tras un cajón, un caja fuerte tras un cuadro o una hoquedad en la pared tras un armario parecían opciones más que posibles, al fin y al cabo registrar los papeles que había por ahí tirados era más bien una cuestión de tiempo más que de astucia y agudeza visual.