Partida Rol por web

Tan pronto como el hombre serpiente hiere a Farid, comienza a recibir disparos desde la posición de Joan, de Adam y del propio Farid que agujerean su cuerpo. Ante tremenda ráfaga el cuerpo escamoso de la bestia cae desplomado sin vida a los pies del egipcio, que gravemente herido y con un puñal clavado intenta no desfallecer.

- ¡FARID! -grité asustada, solté mi revolver y acerqué la linterna a la herida de mi compañero para examinarla, esperando que no fuera tan grave como me había parecido.

Farid se dejó caer al suelo entre sudores. Con las pocas fuerzas que le quedaban sacó la daga que tenía clavada y un chorretón de sangre salpicó sus ropas caras. Mientras Joan le ayudaba, buscó entre su equipaje cualquier cosa que pudiera servirle, o si no, arrancaría una manga de su camina para improvisar un vendaje.

Después del tosco tratamiento, esperó unos minutos y acto seguido se levantó.

-Por muy mal que estén las cosas no podemos quedarnos aquí. Investiguemos un poco más. Quizá ya haya pasado lo peor. En cualquier caso, no debemos olvidar que en esta misión nos estamos jugando algo mucho mayor que nuestras propias vidas...

Farid comenzó a andar hacia otra de las entradas.

Adam frunció el ceño y no dijo nada. Las palabras de Farid no estaban faltas de razón, pero no estaba seguro de si iba a ser capaz de afrontar mucho más tiempo aquel terror en el que se estaban adentrando.

- Rotundamente no, señor El Seoud -dije tratando de recobrar la compostura, pero aún nerviosa al verle sangrar tan profundamente-. Nuestra misión era recuperar un objeto, probablemente un disco, dividido en tres partes. Por lo tanto que usted sobreviva y lleve una parte del disco a la asociación es fundamental: eso podría impedir la invocación, si es efectivamente el objeto que buscan. Ahora mismo se esta desangrando y estamos en territorio enemigo, con criaturas espantosas como estas esperándonos quizá en la próxima esquina. Si los tres caemos, tendrán como mínimo dos partes del disco, lo cual será el peor escenario posible.
Le ayudaremos a salir fuera de esta cueva. Y luego propongo dividirnos: usted y el señor Highlay se encargarán de buscar un médico que asegure su salud hasta que podamos partir, y la forma de poder salir de Cannich hacia Estados Unidos de América. No es una tarea fácil: además de su estado, quedan los demás miembros de la logia y no sabemos si la policía ha encontrado los cuerpos en la excavación, por lo que pueden ser detenidos en cualquier momento. Yo seguiré investigando la cueva, por si queda algo que podemos recoger de ella. Pero no deben esperarme si ya ha sanado lo suficiente como para poder viajar: es posible que no salga de aquí, en cuyo caso habré pagado mis pecados por haber matado seres humanos durante mi estancia en la sociedad.

Ya mucho más calmada, recogió de nuevo el revolver y dejó la linterna en el suelo para recargar las dos balas que había gastado. Estaba dispuesta a escuchar la réplica de sus compañeros, pero muy difícilmente iba a cejar en su empeño de dividirse para que su viejo amigo no se desangrase en una lúgubre cueva pagana.

-De ninguna manera pienso marcharme...-comenzó a decir Farid. No obstante, después de debatir la situación, el diletante se dio cuenta de que no iba a convencer a Joan en modo alguno.

-Está bien, pero que Adam se quede con usted. No hace falta que nadie me acompañe, pues la hemorragia está contenida y puedo caminar sin problemas. Volveré a Cannich a informarme donde está el lugar más cercano desde el que podamos tomar un barco hacia Estados Unidos y, si es posible, comenzar los preparativos. Eso si no me encuentro con problemas, efectivamente. Pero no nos queda otra. Tarde o temprano tenemos que buscar un modo de regresar a casa...

Farid se despidió y volvió hacia el pueblo.

-Tengan cuidado.

Aquella solución no me agradaba nada, pues seguía poniendo en peligro a Farid y estaría solo. Pero él había hecho un esfuerzo por aceptar mis condiciones, yo debía hacer otro por las suyas.

- ... Ya veo. No, no puedo dejarte solo en mitad de Escocia con los de la logia siguiéndonos, quizá también la policía, y una cuchillada en el estómago. Pero me has convencido: separarnos no es una buena opción, si salís fuera seguiréis estando en peligro. Volvamos a tu idea inicial: sigamos explorando, pero irás detrás. Delante, con quince o veinte pasos de ventaja, irá el señor Highlay o yo con la linterna, como foco; y al lado tuyo el otro. Si nos atacan de nuevo, tienes que huir mientras nosotros peleamos, porque tienes el fragmento. ¿Qué tal?

-Está bien-dijo Farid.

Adam asintió.

-Yo iré delante.

- Antes deberíamos registrar esta estancia, quizá haya algo en ella o en los cuerpos... de estas cosas.

-Tienes razón. Veamos si estas criaturas ocultaban algo que nos sirva en nuestra investigación.

Farid ayudó a registrar los cuerpos y otear la estancia mientras Adam vigilaba la entrada.

Echáis un vistazo a la caverna donde estáis y lo único que encontráis son huesos, posiblemente humanos, esparcidos por la sala con otros restos de animales. De los cadáveres de los hombres serpiente lo único que podéis obtener es una daga, aparte de la que tenía clavada Farid.

Después de registrar esta zona, os dirigís con rapidez hacia la entrada que queda tras el altar. Farid, herido, junto con Joan se colocan en segunda línea, y Adam va en cabeza para evitar sorpresas. Sospecháis que los disparos, que han retumbado por toda la caverna, habrán sido oídos por otros enemigos, así que es posible que os estén esperando, que vayan en vuestra busca o que hayan huido.

La entrada en cuestión da lugar a un pasillo de escalones que se dirige hacia abajo.

No quería imaginar cómo habían llegado allí restos humanos... Apreté los dientes y continué con el registro de la cueva.

La cueva seguía bajando, como un descenso a los infiernos...

Adam se guardó una de las dagas.

Mientras descendéis, tú oyes esto que proviene del final de la escalera.

-¿Habéis escuchado eso?

Farid hizo una pausa para intentar escuchar mejor.

-Es el llanto de un bebé... y proviene de allí abajo. ¿Qué demonios? Tenemos que bajar.

De pronto fue como si el dolor de su herida desapareciera y lo sustituyera una sensación de rabia. Si aquellos lugareños iban a sacrificar a un niño en uno de sus horribles rituales, tenían que impedirlo como fuera.

-Malnacidos...

Adam siguió descendiendo con el revólver preparado.

Continué bajando en silencio tras escuchar a mis compañeros. Yo no había escuchado nada, pero no dudaba de que en aquella caverna podríamos encontrar cualquier cosa.

Lamentablemente, parece que íbamos a tener otro encuentro...

Vais descendiendo escalón a escalón hacia el origen del llanto. La oscuridad os va envolviendo y el único sonido que oís es el de vuestras pisadas en la piedra junto con el lamento del bebé. Llegáis a una pequeña estancia de poco más de 2 metros de larga y apenas 2 meros de ancha, está totalmente vacía a excepción de un objeto en el centro de la habitación, una caja de madera cuyo interior está cubierto de sábanas.