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Tarde del día 18 del octavo mes del año 298

Tras salir, Vanesha se dirigió en busca de Berta. Preguntó a varios guardias hasta que le indicaron que Berte se encontrba en la torre del maestre. Probablemente se estaba tomando un descanso y nuevamente su inoportuno don de interrumpir, aunque fuese su descans, haría acto de presencia. Podría vivir con ello, desde luego.

Aprovechó también para pedir a algún sirviente o soldado (no sabía si los soldados podrían abandonar su puesto), que de ver a Lady Alia y al Capitán de la guardia, fuesen informados de que el Maestros de armas, estaba despierto y bastante recuperado). Cierto era que eso debía juzgalo Berta, pero los hechos hablaban por sí mismos. De estar postrado en cama, casi inconsciente y delirante, a ya estar pidiendo comida. Si no podía por fin salir de allí con el alta de Berta, a poco debía de estar.

Caminó despacio por la torre, sin armar mucho revuelo. Al llegar a la puerta de la habitación de Berta, se detuvo unos instantes, tal vez curiosa, intentando discernir algún sonido. Fuese como fuese, tanto si oía algo como si no, el golpear de aquella puerta era inminente.

Toc, toc, toc...-¿Berta?. Soy Lady Vanesha...mi señor padre ha despertado y parece estar bastante recuperado..-  Anunció quedándose a la espera en el umbral.

Tarde del día 18 del octavo mes del año 298.

Un soldado se os acerca directamente esta a punto de decir algo a Alia pero parecé pensárselo mejor.

Haciendo una leve inclinación a Zane. – Disculparme por interrumpiros señor. La señora Vanesha me ha pedido que le comunicara a la señora Alia que su padre el Maestro de Armas Cedric se ha despertado y está bastante recuperado.

Tarde del día 18 del octavo mes del año 298.

Alia se llevó la mano al pecho al oir la noticia, el corazón se le aceleró y no pudo contener que se le saltasen las lágrimas, sólo alcanzó a decir ¿Cómo? y al momento reaccionó Zane te tengo que dejar, luego nos vemos y salió a paso ligero, conteniendo el salir corriendo, hacia la habitación de Cedric

Zane se disponía a responder a Alia cuan desnudo se sentía sin su armadura —pese a que él estaba más acostumbrado a vestir de alta cuna—, pero la reconocida voz de un soldados le interrumpió. A sus disculpas respondió con un gesto de mano, restándole importancia al asunto para que siguiera hablando. A medida que le fue dando la noticia a la mujer Zane esbozó una sonrisa.

— Mira, solo hacía falta mencionarlo para que se recuperaran. — Eso o simple casualidad, lo que importaba es que ambos ya estaban bien. — No te preocupes y ve a visitarles. Nos vemos en el banquete. — Y una vez se fue él hizo lo mismo en dirección al castillo.

Mediodía del día 18 del octavo mes del año 298.

- Ya se verá como queda el tema de Lady Lysa, Lord Steven.- dice zanjando el tema del futuro.- Os estoy muy agradecido por compartir conmigo vuestras inquietudes y las habladurías de fuera de estos muros.

- Por otro lado, podríamos estar hablando de Zane y Lady Joanna. Sin duda emparejar a uno de mis hijos con una de vuestras nietas será un gran honor para ambas casas como ha sido la tradición, y dará dicha a vuestra casa. Pero si queréis, cuando estemos cenando hablaré directamente con vuestra esposa para ir tanteando el asunto.- dice levantando las cejas, impaciente por marchar ya a la cena.

Tarde del día 18 del octavo mes del año 298

Vi como mi niña abandona la habitación con mucha energía y me tranquilice apoyando las dos manos sobre la cama y recostando mi peso sobre ellas mientras solté un leve suspiro. Me sentía sucio por los sudores nocturnos de la fiebre y adolorido por haber pasado tanto tiempo en cama pero por alguna extraña razón estaba de buen humor.

-Sharra, pásame otra copa de agua y dime si me he perdido de algo importante en estos días...- dije mientras mire a la doncella ya con un rostro mucho más relajado y con un poco más de color. Quería saber si me había perdido de algo importante estos días.

Tarde del día 18 del octavo mes del año 298.

El centinela de la puerta te deja pasar sin ningún problema aunque no le das tiempo a abrirte la puerta y lo haces tu misma.

Cuando llegas a la puerta oyes ruido de cajones pero no sabes que deben contener.

Nada mas llamar oyes a Berta caminando rápido. – ¿Él también? – Te dice antes de abrir la puerta.

Te das cuenta que lleva una túnica nueva de color gris perla que se sujeta para no chafarsela. – Ahora vamos, sólo necesito lograr encontrar un cinturón. Me estaba preparando para la cena y no se donde lo guarde. Nunca llevo y me insistieron en que me comprará uno.

Con una cada de preocupación. – ¿Puedes ayudarme un momento sino ya lo buscaré luego?

Tarde del día 18 del octavo mes del año 298.

-Sí..- Asintió sonriente. -Si aquí estaba, corriendo no ha salido- Bromeó.

Buscó por la habitación quizás con algo de exceso de curiosidad. Algunos pecaban de soberbios, otros de confiados...Vanesha de curiosa. Al ver aquellos frascos, se acercó con disimulo y los observó. Se sintió tentada cual gato de meter la zarpa...y como gato la metió. El sonido del cristal la sobresaltó. Se giró y miró a Berta inmovil, precisamente con esa cara de gato recien pillado haciendo una trastada. Tan solo movió su índice apuntado hacia abajo, hacia los frasquitos, como si de una estatua con mecanismo móvil se tratase.

-¿Qué son..? Preguntó con gran espectativa y los ojos muy abiertos ¿elixires...pociones de hierbas?, preguntó con cierto nerviosismo, pero más curiosidad, impresionada de los conocimientos que Berta debía atesorar.

Tarde del día 18 del octavo mes del año 298.

La ves un poco nerviosa mientras se acerca ti. – Vigila son medicinas para cuando alguno enferma. Así no las tengo que preparar y esperar horas a tenerla preparada.

Suavemente pero con la mano sujetándote firmemente la muñeca te lleva a otra parte de la habitación. – Allí seguro que no esta, lo habría visto siempre estoy revisando que no tengan demasiado tiempo y que hayan de todas.

Abre un cajón al azar y allí enrollado aparece. – Aquí esta, gracias Vanesha. ¿Vamos? – Te pregunta mientras va hacía la puerta poniéndoselo.

Tarde del día 18 del octavo mes del año 298.

Nada mas decírselo comienza a volver a llenar la copa. – Aquí tiene señor Cedric.

Se queda pensando unos segundos antes de responderte. – Importante que yo sepa no, las prisas y pequeñas cosas de cada año para que la celebración del día del nombre de Lady Catelyn.

Queda en silenció como dudando unos segundos antes de añadir. – Algunos de los que servían a los soldados en el patio decían que la comitiva de los Ferragut al venir se habían encontrado un columna de tropas de la Casa Arryn.

Algo nerviosa bajando la cabeza. – No se si será verdad o no yo estaba cuidando a la pequeña Catelyn por orden del señor Zane hasta que la señora Anna me envió a ayudar a la señora Vanesha a bañarse que justamente se ha recuperado hoy mismo hace unas horas. Yo no he hablado con ninguno de ellos.

Tarde del día 18 del octavo mes del año 298.

-No...¿de verdad?...- Pensó para sus adentros con sorpresa.

Aquella firmeza y rapidez con la que fue alejada de unas simples medicinas hizo que la imaginación de Vanesha volase con total libertad. Se dejó tirar del brazo dejándolo muerto, mientras avanzaba casi a saltitos de una forma ligeramente atropellada.

-¿Y si fueran exóticos y peligrosos venenos...y Berta fuese en realidad la "ejecutora" de Lord Kevan?... ¿quién mejor que ella?...Atiende a los heridos y enfermos, es quien da las explicaciones pertinentes de enfermedades y fallecimientos...¡¡Vaaaaya!!- No pudo evitar sonreir ante aquella posibilidad, aunque solo se diese en su imaginación, con una mirada que iba más allá de aquella habitación.

Durante un momento pareció ida en su propia fantasía.

-¿Qué, cómo?- Pareció volver en sí ante el hallazgo de Berta. -Ah, sí, perdonad...vamos, vamos.-

Tarde del día 18 del octavo mes del año 298.

Lord Steven atiende atentamente tus palabras sobre los sucesos del Valle los del pasado y lo que pueden provocar en el futuro dará la muerte de Jon Arryn en Desembarco del Rey y la vuelta de su viuda con su heredero el pequeño Robert Arryn.

El que le digas en quienes estabas pensando para la boda le alivia el semblante.

Por lo menos si mi esposa también lo sabe en estos momentos no estaré completamente en la ignorancia. – Si deseáis comentárselo en la cena adelante intentaré no estropeados la sorpresa pero esa mujer parece capaz de leerme la mente en ocasiones.

Cuando acabas de hablar se da por aludido y comienza a levantarse de la silla apoyándose en los reposabrazos. – Si tenéis razón mejor nos preparamos para la cena.

Alia llegó lo más rápido que pudo a la habitación de Cedric. Llamó a la puerta y al abrirle Sharra la saludó haciendo un gesto a la vez que decía hola Sharra disculpame y pasó por al lado dirigiéndose hacia Cedric corriendo y abrazándolo fuertemente, deseo darle un beso pero se contuvo te he echado de menos Cedric alcanzó a decir.

Tarde del día 18 del octavo mes del año 298.

Me quede pensando unos segundos en las palabras de Sharra mientras daba sorbos pequeños a la copa de agua. Sonreí ante su comportamiento un segundo y luego la despedí de mi habitación antes de sumirme en mis pensamientos, mientras esperaba que Berta apareciera.

Tras algunos minutos, un golpe en la puerta llamo mi atención. -Maldición, Vanesha si que se tomo prisas avisándole a Berta...- Pero enseguida oí la voz de una mujer conocida en la sala de estar y sonreí.

Fue una entrada tempestuosa y afectiva, fiel reflejo de su personalidad. -Yo también te he echado de menos...- Dije en un susurro. La abracé fuertemente pero enseguida me separe de ella con delicadeza. -Suficiente, que la peste aún no me abandona del todo y temo enfermarte. Hazme compañía unos minutos hasta que llegue Berta y de su veredicto; y mientras esperamos cuéntame algo, que la maldita fiebre me he dejado fuera varios días...- 

Tarde del día 18 del octavo mes del año 298

Vanesha entró en las dependencias del Maestro de Armas sin llamar, a la sala común. -¡¿Padre...?!. Anunció en voz alta su presencia. -¡Berta está conmigo para atenderos!.- Aquello le podría dar unos segundos de reacción en caso de no estar presentable, o simplemente adormilado. Se dirigió entonces hasta la puerta de su habitación y golpeó la puerta con los nudillos. -Padre...con permiso.- Dijo mientras comenzaba a abrir la puerta con lentitud, lo suficiente para poder adquirir visión de su interior. Velocidad que con seguridad se vería aumentada abriendo de par en par la puerta, en caso de recibir una respuesta afirmativa.

Tarde del día 18 del octavo mes del año 298

Apenas habíamos logrado sentarnos unos segundos a hablar con Alia, cuando sentí los ruidos de la puerta y la voz de mi hija que llamaba.

-Espero que Berta ya me deje salir de aqui o tendré que escaparme...-

Cuando senti que la puerta se abría conteste. -Adelante Vanesha, haz pasar a Berta.-

Espera a ver como la puerta se abría del todo para poder ver la cara de mi niña, con una enorme sonrisa cubriendo todo mi rostro y un poco avergonzado por no haber podido limpiarme aún todo el sudor tras la noche de fiebre.

Tarde del día 18 del octavo mes del año 298

Terminó de abrir la puerta de par en par al oir a su padre. Sujetó la puerta para que pasase Berta. Era evidente que no quería que perdiese ni un segundo aunque fuese con la entrada. Sin ocultar su sonrisa, se giró un instante para cerrar la puerta, aunque cuando la tuvo prácticamente para encajar, se giró desde la entrada.

-Padre... ¿preferís que salgamos mientras Berta os examina?.- Por su gesto mientras formulaba la pregunta, casi pareció caer en la cuenta de que sería lo más correcto. Miró a Alia con cierto gesto travieso, ya que seguramente ella ya habría visto a su padre en paños menores, aunque en distinta circustancia.

Finalmente alternó su mirada entre Berta y su padre, que no dejaban de ser los realmente implicados.

Tarde del día 18 del octavo mes del año 298

Alia no había caído en la cuenta, estaba tan emocionada que no se percató de que Berta tendría que examinar a Cedric y que ella allí en ese momento no debería estar. Tienes razón Vanesha, esperaré fuera. Sin más, e impaciente por que le corroborasen de que ya estaba bien, salió de la habitación y esperó.

Tarde del día 18 del octavo mes del año 298

Me sonroje un poco. Me sentía un poco culpable cada vez que algo relacionado con Alia salía frente a Vanesha. Estaba por decir que no había ningún problema cuando Alia salio por su propia voluntad. Suspire un segundo antes de hablar.

-Si quieres quedarte hija y escuchar lo que recomiende Berta no tengo inconveniente alguno.- dije con una sonrisa. -A fin de cuentas solo veras canas y el cuerpo arruinado de un viejo de 40.- Solté una risa muy corta y espere a que tomara su decisión antes de volverme hacia la curandera.

-¿Necesitas que me saque la camisa Berta verdad?- Comencé a quitarme la camisa de dormir, que destilaba un olor a sudor bastante fuerte y volví a sonrojarme un poco por verguenza.

Tarde del día 18 del octavo mes del año 298.

Berta asiente ante las palabras de Cedric y se dispone a examinarlo sin mas dilaciones.

Esta acostumbrada a que cada uno sea mas celoso o menos de su intimidad y ella se adapta a lo que ellos desean siempre que pueda acceder a lo que desea comprobar. Si quieren que los curé o certifique su restablecimiento ya saben todos a que atenerse.

– Si señor Cedric, tiene que quitársela quiero asegurarme de que ya respira con normalidad y escuchar si su corazón ya va a su ritmo normal.

Nada mas quitártela se coloca delante tuyo dándoos la impresión de que esta llevando una cuenta mental. Con una expresión imperturbable que no os deja deducir como va la cosa apoya su cabeza sobre el pecho de Cedric concentrada en su labor.

Se aparta un par de pasos antes de hablar de forma que también ve a Alia y a Sharra que esta detrás de ella ansiando saber si Cedric ya se encuentra bien después de días con las fiebres.

– Buenas noticias, ya esta recuperado pero ahora tiene que bañarse para quitarse el olor a sudor. Lady Selyse no estaría precisamente contenta de que os sentarais cerca de ella y sus parientes sin haberlo hecho. Aunque ya es algo tarde. – Moviendo la cabeza con contrariedad mientras parece consultar con la mirada a Sharra. – Ninguna sirvienta estará libre a estas horas para vaciar la bañera y volverla llenar trayendo el agua desde las cocinas, y – mirándoos a las dos, – ahora estarán todos los mozos de cuadras haciendo cola en los barriles de cerveza y difícilmente le harán caso a Sharra que ahora no contada con la presencia de la señora Anna, la mayordoma en el patio para reforzar sus ordenes. Tendréis que acompañarla y asegurados de que obedezcan.