Partida Rol por web

Para tu decepción, la medusa ya está muerta pero tal vez puedas disecccionarla si te das prisa. Tras abandonar el laboratorio, descubres que han traído a dos enfermos más que yacen en dos camillas. Sin embargo, lo que llama tu atención es la presencia de la única mujer del navío, que además es una de esos misteriosos Anubianos.

Al parecer la mujer estaba examinando a los otros dos, esa mujer, era una especie de sacerdotisa o bruja, los Annubianos eran todos misteriosos pero esa mujer lo era aún más, ya que a pesar de su sexo la respetaban.

Decidí dejar a los africanos con ella, no creía que les hiciera nada malo, más bien seguramente estaba preocupada por su estado de salud.

Decidí ir a diseccionar la medusa a fin de poder encontrar alguna respuesta a su llamativo color.

   La mano de la encantadora traía un agradable frescor a su cabeza, armonizado por la oración de su voz. No hacía tanto que el propio Aten pensaba así. Sonrió anticipándose al día en que sería capaz de ver más allá de la superstición, pero no era tarea suya decir nada, pues esa creencia era el tuétano mismo de los encantadores.

-La oración es de ayuda, pero... para restablecerse del paso por el Duat- calló tratando de ubicar mentalmente todas sus catalizaciones, preparados y compuestos. -Necesitaría que fueras a mi camarote, en la primera estantería por la derecha hay un par de redomas de piedra meteorítica. Ambas tienen pergaminos enganchados con alambre, pero una tiene la marca de Anubis.- Inspiró profundamente, lo que seguía era particularmente difícil para él.

-Por favor, lo necesito-

Sakar estaba en la enfermería y allí seria tratado de los golpes recibidos, aunque un buen descanso durante unos días le repondría parece que les necesitaban en condiciones.
El no podía hacer nada así que se quedo allí tendido esperando a que alguien se ocupara de el.

Aten dio muestras de lucidez y le comunicó lo que necesitaba en aras de mejorar. Abatwa escuchó y una vez hubo terminado la oración asintió levemente hacia el curandero y se encaminó al camarote de este como se le había solicitado.

El tono de su hermano había sonado levemente condescendiente cuando la indicó que la oración no era suficiente para sanar por si misma, pero lo pasó igualmente por alto. Era habitual que sus superiores en la jerarquía anubiana la tomasen por una ingenua. Después de todo, no eran conscientes de que si ella no había ascendido todavía un peldaño más, había sido por decisión propia. Era perfectamente consciente que la fé por si misma no podía solucionar todo, sin embargo sus propios superiores se cegaban a sí mismos con sus nuevos conocimientos empíricos y rechazaban rápidamente la verdad que hasta entonces habían estado tan seguros de seguir ignorando lo que la fé sí podía. Ella creía que seguramente a medio camino de ambas mentalidades se encontraba el ideal, por eso aún no había escogido un camino. En cualquier caso lo que Abatwa si sabía con certeza era que a pesar de cuanto se sabía, siempre quedaba por saber. Y esa, era su ruta.

Mientras divagaba, llegó al camarote de Aten. Estaba repleto de documentos y redomas conteniendo distintas sustancias. Frascos y bolsas con otros materiales "decoraban" la estancia. Algunos los conocía, otros no. En cualquier caso no había ido allí para observar la decoración. Recogió el pergamino de la redoma de piedra marcada con el símbolo de Anubis y se encaminó de vuekta a la enfermería.

No pudo por menos que esbozar una sonrisa, a pesar de su supuesta superioridad intelectual, había confiado subconscientemente la protección del pergamino a Anubis, dejándolo bajo su marca.

Cuando llegó de nuevo a la enfermería, todo seguía igual. Le entregó el pergamino a su hermano Aten y se dispuso a buscar unas sales que pudiesen despertar al Jehammedano con su aroma Y algún tipo de ungüento que pudiera aliviar el dolor que ambos guerreros seguramente estaban sufriendo. Más allá de eso, cuanto podían hacer era descansar.

Ajani había contemplado el combate con con atención, eran dos hombres poderosos y cualquier golpe bien colocado podría resultar definitivo.

El Azotador parecía ser más rápido y fiero, pero el hombre blanco aguantó sus embates con estoicismo, tras un breve pero intenso intercambio de golpes el desafío finalizó y, para disgusto de los azotadores, quedó la contienda el final con el mejor resultado posible, al menos para el cuervo, un empate. Demasiado bueno, tal vez lo tuviese planeado, el Hoz prestaría más atención a Hakan a partir de ahora.

Un marino le informo de que su compañero anubiano se encontraba en la enfermería, malos presagios, enfrentarse a los feromantes sin el aceite marduk de Aten complicaba las cosas y mucho, y sería un peor si el curandero había quedado incapacitado por mucho tiempo, Ajani sabía que sin cualquiera de ellos tres el éxito de la empresa corría grave riesgo, así que se apresuró a interesarse por la salud de su compañero.

Cuando llegó a la enfermería se encontró con una escena dantesca: el saco de huesos que era Aten se movía lentamente y su voz era apenas un susurro, los dos combatientes yacían junto a él, el cuervo aun inconsciente y el azotador, aunque dolorido, esperaba paciente con los ojos abiertos... -¿donde diantres esta ese médico cuervo enmascarado?- penso

La situación del especimen es inaceptable. Entre el tratamiento recibido por los marineros y tu golpe de gracia, del organismo no ha quedado mucho que estudiar. Aún así, no dejas que la frustración te doblegue e inicias tu investigación sin dudar...

Terminada tu labor. Observas que ya casi ha anochecido y cuando vas a la enfermería, sólo ves al Anubiano desnutrido en la camilla y a un marinero que chapurrea Frankeño. Del cual logras entender una pregunta: -Cenar aquí o subir arriba?-

EN LA ENFERMERÍA.

El silencio es roto por los sonidos del barco y el latido de tambores en las bodegas, la respiración de los presentes, los bajos gemidos del Anubiano desnutrido y los improperios en Borqueño que de vez en cuando se filtran desde el laboratorio. La puerta se abre una vez más y aparece Abatwa portando lo que Aten le había pedido. (Aquí entra tu post Aten)

Poco después, la silenciosa e inquietante presencia del Anubiano Hoz hace presencia en la enfermería y el corazón del Azotador se encoge al ver como los tres representantes de los Ancestros confluyen en una misma instancia y lo miran a la vez, aunque de soslayo. Abatwa, con gesto delicado, intenta reanimar con un frasco de la enfermería al cuervo pero no sirve de nada, de hecho, su sueño parece hacerse más profundo y tranquilo.

Con una breve mirada de confusión, la Anubiana revisa de nuevo los armarios de la enfermería y vuelve con varios ungüentos que aplica de forma acertada en ambos guerreros. Sakar nota una agradable sensación de calor y se recuesta más comodamente. 

Aún sintiendo el inmenso peso de la mirada de la espantable presencia, me sobreviene una repentina y abrumadora sensación de vértigo. Tengo la impresión de caer a toda velocidad, aunque no estoy seguro de en qué dirección, o de si realmente me estoy desplazando siquiera por el espacio. Mi corazón da un vuelco cuando parezco ser testigo del paso de toda la eternidad, y aparecen ante mis ojos cerrados, con una rapidez cegadora, los rostros de todas las personas a las que he conocido en mi vida, muchos de los cuales ni siquiera recordaba. Tan veloz es la sucesión que algunas de esas caras parecen mezcladas unas con otras, como las esculturas de arcilla de un artista que hubiese cambiado de idea a mitad de su trabajo. Destellos parpadeantes que me marean se combinan con un silencio imposible de explicar que es más que silencio, el negativo de un ruido atronador, ensordecedor, si tal cosa fuese imaginable para una mente humana. Me descubro a mí mismo experimentando sensaciones y estímulos que no pueden percibirse mediante ninguno de los cinco sentidos convencionales. Siento que fluyo, impotente, indefenso, por la corriente de un sueño narcótico que inunda mis propias venas, consciente sin ser consciente de estar en mi propio interior. Soy Jonás* cayendo por las entrañas de la ballena que es Hakan.

Haciéndome entender le indiqué el marinero que comería allí, después de todo ya había indicado los peces que se podían comer y potabilizado el suficiente agua como para aguantar hasta el otro día.

Es extraño. El organismo está sin duda muerto. Así lo constatas al rociar su cuerpo de cloruro de sodio y no observar ningún movimiento reflejo. Sin embargo, a pesar de la muerte del núcleo, constatas que los tentáculos siguen vivos y que además, no son partícipes primarios del organismo principal si no que viven en una especie de comensalismo. Sin los microorganismos, el organismo principal es inofensivo pero los microorganismos alojados por los filamente en forma de cortina generan una potente toxina que logras aislar. Por desgracia, apenas logras extraer dos dosis de veneno del ejemplar antes de que los mircoorganismos perezcan. Sin embargo, si lograses reunir más especímenes, tal vez podrías ser capaz de estudiar y quizás en el futuro, sintetizar el veneno. Pero lo primero es usar una de esas dosis en alguna coballa experimental. Un animal pequeño, quizás un ave marina sería adecuada para dicho trabajo.

Con aquel descubrimiento, sonrío por debajo de la máscara, sin dudas era algo que nos serviría en el futuro.

Tomo notas en mi cuaderno antes de decidir que hacer con la medusa, lo mejor sería calcinarla, arrojarla al mar solo contaminaría a otros peces, aunque la podría usar de carnada para alguna gaviota o pájaro carroñero.

Mientras me puse a limpiar todo esperando que me trajeran la cena.

Pantera negra tenía claro lo que había que hacer, sin embargo tenía algunas ramificaciones que son imprevisibles. Cuando entró el capitán el corpulento Neolibio con la pistola humeante en su mano se acerca y le da la mano. Luego le señala un asiento frente a la mesa donde están el escriba y su amigo Akash, enfrascados en copias de documentos, pero en un callejón sin salida sin el libro de cuentas.

Pantera negra se queda de pie, mirando unos momentos al capitán. Empieza a hablar mientras camina por el atestado camarote.

-Capitán, quiero ser sincero con usted, pero sincero de verdad, algo que haga que nuestra confianza suba, que cuando salgamos de aquí cada uno sepa exactamente lo que el otro piensa- muevo la mandíbula mientras aprieto los dientes- Mi situación es delicada, ahora mismo necesito el libro de Cuentas. Este es su barco, y estoy seguro que si no lo tiene, lo puede conseguir. Quiero que entienda mi resolución, que no queda ninguna duda que esta expedición la voy a llevar yo.

Pantera negra respirando como un fuelle, apaga el puro en un cenicero, donde ya había dos más, y busca hueco para acomodarse entre la ceniza. Los tres integrantes del camarote se quedan confusos y paralizados, pero el que más es el otro Neolibio Akash, el cual ahora tiene una pistola pegada a su cabeza. El cañón caliente todavía no intimida al Neolibio que ya conoce el temperamento de Pantera Negra, y casi sonríe, pero no le da tiempo. El sonido del disparo resuena en el estrecho camarote como un cañón y los sesos del, hasta ahora, escriba de la expedición, saltan por los aires. Toda la pared se vuelve roja y el cuerpo cae de la silla, ayudado por Pantera Negra. Luego el expeditivo Neolibio se sienta poniendo el arma sobre la mesa.

-Bien, he tenido que tomar esta decisión por las circunstancias, me han obligado- pone los dedos entrelazados entre si- estoy dispuesto a hacer una oferta mejor por su trabajo, subiré el tanto por ciento que le prometió el difunto Engé, necesito sinceridad, él- señala al cuerpo que se convulsa en el suelo- era mi amigo, le tenía aprecio, a usted a penas lo conozco capitán-deja las palabras en el aire un tiempo, luego vuelve a coger la pistola y se levanta- ¿Estamos de acuerdo que sólo puede haber un líder en esta expedición? ¿Está usted a la altura de las circunstancias?.

Tras entregar aquello que su hermano la había solicitado y habiendo comprobado que había hecho cuanto podía por los dos guerreros dañados por su propio ego, Abatwa abandonó la enfermería en dirección a la cubierta del barco. Hablaría con Aten cuando se encontrase en condiciones por ahora el sanador, contaba con la compañía y protección de Ajani.

Oh Ancestros! Pero qué mierdas ha hecho éste jodido demente?!-pienso. Evito mirar el cuerpo sin vida del escriba que se deja caer sobre el sillón como si estuviera reposando cómodamente y observo al asesino. Nada, ni un rastro de arrepentimiento o pena por lo que ha hecho, ni siquiera aburrimiento. Nada, como si solamente hubiera aplastado una mosca o se hubiera hurgado la nariz. Ancestros... éste hombre es el mal. No hay duda de que está loco y que es un asesino peligroso, tengo que avisar a alguien de la tripulación o...

En ese momento me mira y veo el negro pozo que es su alma. Escucho su amenaza y mi mujer y mis hijos aparecen en mi cabeza. No, prometí que volvería y éste es mi último viaje... si tengo que pactar con un demonio para que todo vaya bien...

Entonces termina de hablar y permanece en silencio, aguardando una respuesta sin soltar la pistola. Entiendo el mensaje y finjo una voz tranquila mientras rezo a quien sea que cuide de mí que me saque de éste lugar sano y salvo.

-Lo he comprendido perfectamente. Usted paga y yo trabajo. El mismo acuerdo que tenía con el difunto Engé, mi pago ya ha sido entregado y a mí me da igual a quién servir mientras no se rompa el contrato.- señalo al otro escriba que observa la situación con una expresión de terror en los ojos. -a él debo tratarle como ayudante- pregunto para que aquel monstruo desvíe su atención.
 

Comedor del Orgullo.

Llega el anochecer y la campana de la cocina resuena en todo el Orgullo alegrando a muchas bocas hambrientas. Muchos de los comensales intercambian saludos e historias en el abarrotado comedor, partiendo el pan con compañeros de profesión, fieros y orgullosos azotadores o taciturnos cuervos que degustan su comida en silencio, observando como más caras desconocidas o simplemente olvidables entran y buscan asiento en el abarrotado comedor.

El menú es transmitido por los camareros y consta de tes variantes según el estatus.

Tripulación.                                        Azotadores/Anubianos/Cuervos                   Anubianos/Neolibios/Capitán/Simba

1-Café con galletas de marinero.             Sopa de pescado                                 Sopa de pescado o salpicón hibrispano

2-cazuela de pescado.                            Cazuela de pescado                              cazuela de pescado o filete sangrante

3-naranja hibrispana.                             naranja hibrispana                                naranja hibrispana o jugo de azúcar.

Llegado el segundo plato, el descontento de algunos Dufu se hace palpable al recibir pescado en vez de carne el día previo a la batalla: de donde sacaremos las fuerzas para arrasar al enemigo? argumentan. Resuenan las risas cuando, harto de comportamientos infantiles, un hosco Hondo hunde la cabeza de uno de los jóvenes en el ardiente guiso y es aplaudido por el Chaga. Por lo que se puede observar, la tripulación está alborozada ante la llegada al punto de partida de la expedición... y no faltan las historias fabulosas de grandes riquezas y peligros que aguardan a que los más osados y emprendedores acudan a buscarlas. Lo cuervos, que conocen la verdad de las grises tierras de Europa, niegan con la cabeza con incredulidad y se limitan a permanecer en silencio. -Idiotas fantasiosos- susurran para sí- pronto descubriréis lo que es Franka en realidad.

En la segunda mesa, donde se agrupan los Azotadores, el ambiente se divide entre la algarabía y la expectación y un hosco, áspero y tenso silencio descontento que ha permanecido intacto desde avanzada la tarde. Varios de éstos últimos continúan murmurando y negando con la cabeza incrédulos. La alabanza del Chaga a un esclavo es un insulto para la manada y cuando el Chaga, desde la cabecera, pregunta a qué viene semejante actitud. El más iracundo de los descontentos se alza y responde:

-Mis respetos Chaga, pero los Ancestros no están contentos con lo que has hecho. No pueden estar contentos con semejante decisión.-

El oscuro rostro del Chaga se ensombreció antes de responder. -No he visto a los Anubianos decir nada al respecto. Te preocupas más de mis actos que de los tuyos, me parece.-

-Si ellos no dicen nada, yo sí lo diré por respeto a sus nombres.- se detuvo un instante. -Chaga, me has parecido un Dufu deslumbrado por las habilidades de un demonio cuervo y has insultado a los ancestros al...-

No tuvo a tiempo a decir nada más. En menos de un segundo, el potente puño del Chaga golpeó el estómago del Hondo, haciéndolo caer de rodillas, donde vació toda la copiosa cena que hasta ahora había ingerido. Aturdido, el guerrero trató de ponerse de pie pero un potente rodillazo del Chaga en la mandíbula y el crujido de su mandíbula lo derribaron de espaldas ésta vez. El guerrero trató de levantarse entre gemidos pero su oponente tuvo tiempo de sacar su poderoso miembro viril y descargar toda su orina sobre su rival antes de que éste lograse incorporarse de nuevo.

-Recuerda ésto Molien y recuerdalo bien. El único que ha desonrado a los Ancestros eres tú al cuestionar las decisiones de tu Chaga y de tu Simba. Te despojo de tu rango y de tu honor y serás un Dufu hasta que aprendas a no mezclar a los Ancestros con tus propias emociones. Ahora márchate de aquí. Te niego el privilegio de comer con la manada.-sentenció el Chaga antes de regresar a su asiento y reanudar la comida. Durante unos instantes tras la marcha del guerrero, el comedor permaneció en silencio. Todos observaban al Chaga y se maravillaban del poder y la capacidad de liderazgo de aquel gran guerrero. En su interior, algunos Hondo se preguntaron por qué el Chaga hacía aquello pero tras sopesar las duras palabras de su superior, la mayoría decidió confiar en la sabiduría del veterano azotador.

En la última mesa, más pequeña y ornamentada que las otras. El simba observaba en silencio la escena sin prestar mucha atención a la esmerada cena que el cocinero había preparado. En los otros comensales había algo distinto, sus instintos se lo gritaban con fuerza que aquellos no eran los mismo hombres y mujeres que se habían sentado con él ésta misma mañana: El capitán engulló su cena en tiempo récord para excusarse alegando que debía vigilar el rumbo, los Anubianos parecían más taciturnos que de costumbre, aparte de que faltaba el más sociable (Aten), el escriba muhammad parecía al borde del colapso y... Pantera Negra, ese corpulento individuo que siempre parecía tranquilo y transparente, hoy casi sonreía. El Simba no conocía la causa de que la situación fuera aquella por lo que se dedicó a estudiar la expresión de su Chaga. Bajo la aparente sonrisa relajada, él veía la pura furia que sentía el guerrero ante aquella falta de respeto y en opinión del propio Simba, el Chaga había sido muy blando con el guerrero rebelde. De haberle faltado el respeto de esa manera, habria arrojado al irreverente Hondo por la borda.

Pero bueno, quizás ya es hora de concentrarse en la comida-pensó.

Justo en ese momento, las puertas del comedor se abrieron y los dos polémicos combatientes de ésta tarde hicieron acto de presencia. La ira se esfumó del interior del Chaga y empezó a aplaudir ruidosamente seguido de los Azotadores y de la confusa tripulación. -Aquí! Sentáos a mi lado como os dije y reponed fuerzas o mañana no podréis seguirme el ritmo.- Al ver al esclavo comer en su misma mesa, la expresión de mucho Azotadores se agrió en contraste con la gran sonrisa sarcástica que blandía el Chaga como si de una lanza se tratara.

Enfermería del Orgullo

Un camarero no tarda en traer la comida al Spitaliano, tal y como ordenó, constando del menú selecto del que gozan los pasajeros especiales como los Neolibios o el líder de los Azotadores. A falta de mesa, buena opción es una camilla con ruedines. Desde la pared de cristal grueso que separa la enfermería de la cubierta, las últimas luces del día ofrecen una vista extraña, casi onírica, del mar.

Las dos figuras que entran por la puerta del comedor sois Skar y tú.