Partida Rol por web

Justo en ese momento aparece por la puerta del establo Giorgio arreando a los caballos que ya tiran de la carreta y en ella ya estan preparadas las pertenencias de todos vosotros. Al fondo de la misma esta Auria esperando, siempre tratando de adelantarse a lso deseos de su marido y señor.

Cuando se posiciona frente a vosotros os saluda.

- El destino ya esta fijado mis señores. ¿Marchamos?

Siguiendo la linea habitual, Leonor no responde a la pregunta de Giorgio. Su única respuesta es dejar sus cosas en el carro y esperar a que los demás decidan ponerse en marcha. La verdad, es que prefiere caminar un poco antes de subirse a la carreta. El camino siempre se vive diferente si se anda.

Mira hacia el cielo. Parece que, de momento, hará un buen día para continuar el viaje.

Magnus tampoco contestó a la pregunta, simplemente depositó en el carro los trastos más voluminosos y molestos de transportar encima y luego cogió por la cintura a su mujer, alzándola en los aires como si fuera una niña para dejarla igualmente sobre el carro. Él caminaría.

No hacía falta ni mencionarlo, Magnus era el tipo de carga que reventaba caballos y lo sabía a la perfección. Sólo imaginarse un caballo de tamaño apropiado para transportar a alguien de la envergadura del semi-gigante hacía pensar en una fortaleza inexpugnable móvil. Una visión así sería digna de verse y temible en batalla. Más todavía de lo que ya era enfrentarse a Magnus, a quien un jinete podía mirar a los ojos sin que se hubiera subido a ninguna parte...

Notas un leve cosquilleo en la nuca, te rascas un poco y se te pasa.

Algo en todo eso... no invita a continuar. Incluso le extraña que los animales quieran seguir por ese camino y que no se muestren disconformes con eso. Una esencia maligna surge de ese bosque. Esta vez no se distrae por el camino mantiene su atención a lo que se encuentra delante. 

El mal acecha. O eso cree ella.

Te fijas que a unas varas mas adentro del bosque esta el cadaver de un animal a medio roer. No acaba de estar comido, pero te fijas que esa rodeado de bastantes huellas que parecen de un perro gigante o un gran lobo.

Por otro lado una sensacion rara se te sube por la nuca, como un hormigueo. Bastante a lo lejos, dentro del bosque crees ver una especie de brillo malva con un cariz que te recuerda a los limites de una Regio. Acercandote quizas podrias extraer mas informacion.

En cuanto Giorgio confirma que está listo para partir y pide nuestra confirmación le asiento, para subirme a la parte de atrás, no sin antes acariciarle la cabeza a Nube al pasar junto a ella.

Durante el comienzo del camino me mantengo en silencio. Se nota que quiero decir algo, que me muerdo la lengua, pero que la indecisión no me deja seguir adelante. Varias veces dirijo miradas furtivas a Leonor, tras lo que vuelvo a bajar la cabeza como avergonzado. Otras veces miro de reojo a Angelus y mi rostro se vuelve un poco triste; otras es a Mia y parece que recobro fuerzas para animarme a hablar. Miro una última vez a Leonor y después a todos.

- Te… - me entrecorto; me aclaro la voz – Tengo que deciros algo… - consigo arrancar, pero me vuelvo a parar indeciso.

>> No… no me es fácil decíroslo… - la vergüenza saliendo por mis poros

Vuelvo a callar.

- Este… este no es mi aspecto real – digo al fin y parece que me quito un peso de encima.

>> Mi aspecto real me suele traer… problemas… - reconozco con vergüenza – y por eso suelo esconderlo con una ilusión… - explico.

>> Mi intención no era engañaros. Lo siento. – me disculpo aunque no he hecho nada malo.

Después levanto de nuevo mi mirada. Se nota el alivio que siento tras haberme confesado y ahora espero las reacciones de los demás.

Mientras, el carro llega hasta el punto donde no puede seguir.  Me tenso levemente mientras entrecierro los ojos. Miro a los demás.

- Hay… algo extraño en ese bosque… no es como los bosques mundanos… ni tan siquiera es por esencia de faerica… es otra cosa… y…. – me recorre un leve escalofrío – creo que no me gusta lo que es… - los miro preocupado.

Me giro a Giorgio asintiéndole.

- Lleváis razón. Sería mejor que os quedéis aquí. Gracias por cuidar de nuestras cosas – le agradezco con sinceridad.

─Giorgio que se quede ─sentenció el grandullón sin más─ Y tú, Alejandro, sería más fácil que nos mostraras tu aspecto y ya está. ¿Qué crees, que nos vas a asustar?

No, era poco probable que, al menos a Magnus, fueran a impresionarle unos simples cambios de aspecto. Él era habitualmente el que asustaba a los demás por su enorme tamaño y su cara no era precisamente muy agraciada.

─¿Esperábais un campo de flores? ─preguntó finalmente el enorme Ex-Miscellanea antes de encabezar la comitiva adentrándose entre la maleza del bosque.

Desde luego, si lo que iban era a la caza del origen de un monstruo come-niños, muy bonito no tenía pinta que fuera a ser el asunto. ¿Habría demonios implicados? ¿Duendes oscuros? Se vería, pero iba a distar mucho de ser un paseo por el campo.

Te fijas que a unas varas mas adentro del bosque esta el cadaver de un animal a medio roer. No acaba de estar comido, pero te fijas que esa rodeado de bastantes huellas que parecen de perro gigante o algun gran lobo.

Tras finalmente decidirnos, hacemos camino rumbo al destino de aquella extraña luz que salió del cuerpo que Magnus abatió. Por el camino me mantengo pensativa. Tengo cosas que hablar con todos los sodales, pero no es el momento, así que contengo esa curiosidad y camino en silencio. Al llegar a la linde del bosque, simplemente asiento con un cabeceo en respuesta a Giorgio, aunque lo que me llama la atención es la respuesta de Magnus sobre lo del aspecto.

- No debe de ser nada tan raro, o ya lo sabríamos, sospecho. -dejo caer con tranquilidad- Pero todos aquí tenemos un pasado. -lanzo una mirada directa a Alejandro- Pero personalmente me gustaría saber con quién comparto el pan. No obstante, dejemos el tema ahora, hay cosas más acuciantes.

La forma de decirlo del gigante, por supuesto, era bastante menos sutil. Pienso decirle algo al respecto, pero nuevamente, simplemente tomo aire y avanzo. Sigue sin ser momento ni lugar.

─Ahí ─señaló simplemente el gigante del grupo para llamar la atención de los demás sobre algo de lo que se había percatado.

Unas varas más hacia el interior del bosque podía percibirse el cadáver de un animal a medio roer. Sin acabar de estar consumido, sí está rodeado de bastantes huellas, aparentemente de perro gigante o algún gran lobo.

─Si alguien sabe rastrear, éste es su momento ─sentenció, dando a entender a la vez que él no tenía mucha maña en ello y que algún otro podía tomar el relevo desde ahí.

Me encojo un poco cuando Magnus se dirige a mí; quiero que me caiga bien, pero su tamaño y maneras aún me siguen asustando un poco. El recuerdo de su mazazo a esa criatura anoche vuelve a mí para no olvidar que es peligroso, con o sin Artes. Aun así asiento tímido a su pregunta.
- Sí… me da miedo que os pueda asustar… - reconozco sin mirarlo directamente – En el pasado ha habido sodales que se han asustado de mi aspecto… - reconozco cabizbajo y auto-lástima.
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Asiento a las palabras de Mía, aceptando que me de al menos algo de tiempo hasta que deba revelar mi aspecto. Quizás de aquí a que terminemos con la amenaza que sea se olviden de que uso un disfraz… Soñar no cuesta nada, ¿verdad?
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Aprovecho que Magnus vuelve a desviar la atención de mí a temas más acuciantes para empujar en esa dirección y tratar de mostrarme útil.
Me acerco hasta el animal, procurando no pisar las huellas de los animales, para situar mi mano en las heridas que tiene.
- No sé seguir rastros de animales, pero quizás pueda aportar información sobre las bestias que hicieron esto… - digo antes de tomar aire y exhalar lentamente para vaciar mi mente.

-Tu aspecto no es más extraño que el mío, "Alejandro". Si tú no te aceptas como eres, ¿cómo podremos nosotros? Aunque creo que deberías hacerlo cuando estés cerca del agua, por si alguien le da por incendiar cosas. Pero es tú decisión.

Una vez acabada la conversación, demasiado ha hablado ya, se dispone a entrar en el bosque asintiendo a las palabras de Magnus. Algún animal, y bastante grande, se ha dedicado a dejar los restos de su desayuno frente a ellos. Y eso no es que sea muy buena señal. El animal regresará a por su presa. O su presa serán ellos. Cualquiera de las dos cosas, no es que sean muy alentadoras.

Pero lo que más le llama la atención no es eso. El brillo malva que se puede entrever en el interior del bosque atrae su mirada. Mágico y enigmático. La llama a descubrir todos sus misterios.

-Hay algo en el interior del bosque.

- Tus ojos son normales al lado de los míos. – contesté conteniendo la ira, quizás fuera yo ahora la que le prendiera fuego al bosque – Tus ojos solo tienen un brillo que se reconoce si sabes lo que estás buscando. La gente no sale corriendo santiguándose cuando te ve. No te atrevas a compararnos, ni mucho menos a juzgarme sin tan siquiera molestarte antes en conocerme. – la tensión acumulándose con cada palabra - No soy yo quien no me acepta, son los hu… - me corté a tiempo – son los demás los que no me aceptan. Así es como menos gente sale herida.

>> Y ahora, déjame concentrarme en estas heridas. – terminé bufando antes de acuclillarme junto al animal caído.

-¿Tanto te importa que los otros te acepten? En realidad aceptan a tus ilusiones, no a tu persona real. Pero puedes enfadarte conmigo si es lo que buscas.

Mira a Alejandro.

-De todas formas, tú te atreves juzgarme sin conocerme. Te atreves a insinuar que oculte mi apariencia para que otros no se asusten de mí. Perdona que te diga... pero aquí quien nos compara eres tú.

Se adentra en el bosque, alejándose de los demás sin importar demasiado el ataque de algún animal peligroso y salvaje. Hay algo que le atrae más que un animal muerto a medio comer.

En tu mente ves la imagen de unos lobos grandes, muy grandes y grises con tintes negros, con un aspecto altamente amenazador.

La llegada al bosque tenía a Angelus en un constante estado de excitación. Sus ojos danzaban de un lado a otro, tratando de absorber los detalles de aquel paraje desconocido. La parte de él que entendía el peligro de esta misión ahora quedaba sepultada por su lado curioso y ávido de conocimientos. Aquel ambiente turbador solo era un acicate para adentrarse en el bosque y descubrir sus secretos.

─¿Perdón? ─respondo al comentario de Leonor acerca de "incendiar cosas"─. No sé como creeis que es mi magia, pero no pierdo el control tan facilmente y menos atacaría a un sodalis.

Sin ganas de empezar una nueva disputa se inclinó junto a Alejandro y dejó que Leonor se adentrase por su cuenta. No pensaba detenerla y no creía que se fuera a alejar demasiado del grupo como para ponerse en peligro.

─Seas como seas no cambia nada ─dijo a Alejandro─. En cualquier caso estamos entre sodales, si aquí no te puedes sentir comodo, ¿dónde pues? ─termino con una amplia sonrisa, tratando de transmitir el mensaje de "pase lo que pase, estoy contigo". En verdad ahora le picaba la curiosidad por el verdadero aspecto de su amigo y esperaba que se decidiera a mostrarlo, a ser posible pronto.

La discusión comenzó tan repentinamente que no me la esperaba, y me moví para ponerle fin, aunque esa palabra no dicha por "Alejandro" me hizo fruncir el ceño repentinamente, bajando las manos que estaba por alzar hacia ambos en ese instante. En cualquier caso, termina por sí sola cuando Leonor se larga hacia el bosque, y se me nota que hago un notable esfuerzo por contenerme en la crispación que recorre cada movimiento.

- Vamos. Haya lo que haya en el bosque, ya sabe que estamos aquí tras este numerito. -indico- Por el bien de lo que estamos haciendo, me reservaré mis opiniones, pero no estoy contenta. -digo solamente, antes de girarme hacia el animal medio comido* y emplear un hechizo sobre él empleando gestos de Intellego y Animal.