Partida Rol por web

Le mesera trae el udon, sake, y lo deposita en la mesa para ti mientras revisas la correspondencia. 

-Si desea algo mas, sama, por favor aviseme. +indica suavemente, dejandote a solas para tu labor. Unos minutos despues, los Dragones terminan de comer, dejando unas monedas sobre la mesa para luego retirarse. 

Daba la impresión que el Agasha no era un hombre muy honorable a pesar de las declaraciones obtenidas hasta el momento. Incluso daba la impresión que mi primera teoría sobre un amante no andaba muy alejada de la realidad, a pesar de que leyendo estas cartas lo único que podía sacar en claro era que no había tenido nada que ver con su muerte.

Quizás incluso se tratara de Jotomon ¿por qué alguien tan diestro no acabaría montando aquí su dojo?

Me pregunto aumentando más mi interés en la sensei "Kitsuki", aunque ni siquiera me había molestado el hecho de que se largara. Sabía donde encontrarla de ser necesario.

En cambio mi comida empezaba a enfriarse requiriendo apremiante mi atención, por lo que eché mano a mis palillos y me dispuse a empezar con el udón mientras en mi cabeza continuaba dándo vueltas a esos extraños nombres y qué relación podrían tener con la harina, el sake y la avena.

Me sentía completamente ida. Ni tan siquiera podía confiar en mis propias capacidades y la magnitud de mi fracaso hacía que, cada vez más, estuviera convencida que sólo mi propia sangre podría limpiar aquella mancha en mi nombre. Seguía como una sombra a los escorpión, si bien, por lo rápido que habíamos llegado esta segunda vez, no podía evitar pensar en que el camino tomado la primera vez había sido intencional, para que nos robasen. Y no, el que le hubieran robado el wakizashi a la Bayushi no cambiaba esa sospecha. Después de todo, ella podía recuperar más adelante su wakizashi, en mi caso no bastaba con recuperar los pergaminos, también debería asegurar que nadie los había leído o copiado... y dudaba que fuera así. 

Lo peor fue la pregunta del otro Bayushi. Si podía ayudarles, ignorando por completo la búsqueda de nuestros ladrones. Clavé mis ojos en él. 

- De modo que dejaremos que el rastro de los ladrones se enfríe. - dije de forma seca. Entrecerré los ojos - Si, miraré a ver qué pudiera interesar al Agasha, cuanto antes acabemos esta investigación, antes podré ir a buscar lo que me han robado. 

Miré la tienda, estaba llena de cosas superfluas, inútiles en su mayoría. Si, los perfumes olían mejor que la basura, pero no mejor que el aire limpio de las montañas o las flores. A decir verdad, había algo desagradable en el modo en que los mercaderes examinaban a todo el que pasaba o que la gente se centraba en cosas materiales despreciando lo espirítual. Pese a todo revisé la tienda buscando alguna pista...

Al oir eso miré hacia el cielo. Amaterasu ya había recorrido más camino del que me hubiese gustado y nosotros ibamos muy retrasados. Teniamos que darnos prisa y llegar a la casa de Izaru para investigar ahí, luego podriamos ir a por los pergaminos y mi wakizashi, ya que no soportaba un minuto más sin mi espada. Y ahora estabamos volviendo a tomar un desvío. No podía permitir que eso pase. Había que ir a por los ladrones lo más rápido posible para recuperar mi wakizashi.

-Perdonen, Chumoku-san, Kitsuki-san, pero no creo que estemos yendo por el camino correcto. Es improbable que encontremos alguna tienda donde frecuente el Agasha con tan solo entrar en ellas una por una. La única de la que estamos seguros es Tesoros Sureños, y no nos queda de paso con nuestro objetivo, el cual, si mal no recuerdo, es la Casa de Izaru.- Les recordé a los otros des samurais.

 *No es lo mismo cazar en el bosque que en la ciudad, en uno el rastro se forma por las marcas de la presa, en el otro se forma por la memoria de los transeúntes.

Estaba por contestar a la dragón, pero Hitomi-san se me había adelantado. -Recuerda la sugerencia de Sichi-san, ya que estamos en el distrito mercader podríamos revisar Tesoros Sureños, además...- me giro hacia la dragón -La mercancía de estos mercaderes podrían tener mas de una procedencia ¿no lo creen?-

 Miro ahora a las tiendas, mas bien los caminos que circundaban por ellas, tratando de memorizarlo y formar un mapa mental para guiarme por el distrito -En nuestro camino hacia allí, podríamos mirar levemente, en nuestro andar, la naturaleza de los productos vendidos en los locales.-

El distrito mercader es sumamente amplio, variado, y desordenado. Los magistrados tienen mas o menos idea general de las partes, aunque no lo han recorrido.

Al norte esta "las 2 puertas", el sector de muchos mercaderes extranjeros y de clase media. En esta zona estara Tesoros Sureños. Junto al agua, a lo que seria el Oeste del barrio, se encuentra el sector de "los Muelles". Alli hay almacenes, negocios de productos frescos, y la casa de Izaru que mencionara Sichi. Al Este, se encuentran los "Campos de Oro", la barriada heimin mas rica de la ciudad, la cual se extiende hasta el distrito Templo y toca el distrito Noble al sur.

La ultima parte, al sur-sureste, es donde estan ahora. Se le conoce como "la Cuesta". Ademas de los puentes que conectan a las barriadas pobres, aqui esta el embarcadero que lleva a la Isla de la Lagrima, el distrito Licenciado. Los mercaderes de esta zona son mayormente afiladores, fabricantes de sillas y monturas, artesanos, escultores... Tambien hay numerosos puestos moviles de comida y bebida. El trafico es igual de intenso y cerrado que en el distrito Pescador, aunque parece alivianarse a medida que se alejan de los muelles hacia sus distintos destinos. 

Supe que jamás recuperaría los pergaminos. Después de todo, su naturaleza era distinta a la de un wakizashi. Si bien estaban escritos con el código dragón, o bien los venderían en el mercado negro o los quemarían. A diferencia de un wakizashi, quien los adquiriese podría negar su procedencia con más facilidad. 

- Cultivaba sus propias hierbas medicinales, es improbable que las comprase. Salvo aquellas que no se puedan obtener en este clima. También tenía la despensa llena, empezaría por aquellos comercios con productos... únicos.  - Y no es que creyera que realmente fuera a haber pistas en lo que compró. Parecía más probable que quien asesinó al Agasha fuera uno de sus pacientes o visitantes habituales, que estaba borracho y recibió una mala noticia.

Lo cierto es que cada vez me sentía más desesperanzada. No sólo por la falta de apoyo de los escorpión, que había sido obvia desde un principio, si no porque tras mi terrible fracaso y pérdida de honor, dudaba de mis propias capacidades. 

Kasumi había permanecido observando en todo momento lo que habían hablado. Sobretodo se lamentó de no haberse dado cuenta a tiempo del robo, la mano de quienquiera que fuese hubiera dejado al brazo correspondiente. En cuanto a la wakizashi de Hitomi que había sido robada, si la conseguía ella le debería un gran favor y aparte el honor que hubiera supuesto su recuperación.

De momento lo más lógico era visitar 'Tesoros Sureños', le extrañaba que no se hubieran dirigido allí primero. Alisó los ropajes que habían sido movidos en aquel distrito, entonces reparó en la cajita que llevaba en el obi. Ya no me acordaba de esto, debería haberlo dejado en las estancias. Terminó de alisar el kimono y miró al distrito del mercado. Había cierto bullicio, cosa lógica, pero nada en comparación con la trampa de ratones en la que estaban metidos antes, allí por lo menos las calles no eran extremadamente estrechas. 

Miró a los alrededores en busca de alguien sospechoso, crispada por el asunto exterior. Alguien que mirase con demasiada frecuencia debería ser lo suficientemente sospechoso.

- Lo mejor será ir a Tesoros Sureños - dijo sin añadir más, simplemente aconsejando a Aiko, se acercó a ella lo más que pudo, pero sin entrar en contacto con ella.

Al ver que todos optaban por el camino largo, no tuve más remedio que morderme la lengua y hacer caso a lo que los demás decían. -Muy bien, Kitsuki-san. Investigaremos la tienda.- Fue lo único que dije, derrotada.

No entendía por qué era que la dragón hacía esto. Por la impresión que me daba, creía que recuperar sus pergaminos sería su prioridad, pero parecía que no le preocupaban en lo más mínimo. -Como creí.- Pensé. -No puedo confiar en los dragones para cazar a los ladrones. Voy a tener que apañarmelas sola, o con mis compañeros escorpión si tengo suerte.- Aunque tampoco me gustaba la idea de involucrar a Sichi en este asunto.

Hay demasiadas personas para hacer distinciones. Ciertamente, no falta gente sospechosa, tanto entre los criados que pasean cargando productos como entre los mercaderes que negocian aqui y alla. Por si fuera poco, etas armados con bastones y portando pañuelos blancos atados al brazo, patrullan el area con firmeza. Llama la atencion que la gente les cede el paso, asi como la forma rapida aunque educada, en que calman a algun mercader o cliente alborotado. Parecen ser alguna clase no-oficial de guardias. 

Pero, aun con todo esto, no percibes a nadie especialmente interesado en ustedes y que luzca sospechoso.

Dado el acuerdo, el grupo se dirige hacia el otro extremo de la ciudad, a Tesoros Sureños. A su izquierda estan los grandes edificios de la zona de Muelles, dedicados principalmente a almacen pero tambien a negocios de gran envergadura. Por el otro lado, a la derecha tienen los mas pequeños y lujosos, de los campos de Oro. En estos prima sobre todo los articulos de elite, como joyeria, bonsais, artesanias y ropa fina, pero tambien se ven objetos de primera necesidad, como grano y madera. Las personas en ambos lados tambien difieren, siendo los del "campo de oro" más opulentos en sus ropajes coloridos, asi como elegantes y calmos, con el aspecto de gente que ya tiene asegurada una buena vida. 

Al cabo de una hora llegan a donde ambos barrios confluyen, las Dos puertas. El terreno aqui es mas similar a la Cuesta donde empezaron, abundando la clase media-baja de mercaderes. La diferencia radica en lo que ofrecen, mayormente productos y servicios de ningun interes para los samurai, como reparacion de carros, vestidos campesinos, fabricas de pergaminos, etc, aunque tambien hay algunas posadas medio escondidas. 

Tesoros sureños resulta facil de localizar tras un par de preguntas. Es un local grande de dos plantas, atiborrado hasta los topes de una inmensa variedad de cosas. Joyeria, libros, frascos misteriosos, armas no-samurai, y objetos extraños se entremezclan con animales vivos en jaulas o estanques, plantas, ropa vieja y trastos de cocina, solo por nombrar algunas de las innumerables cosas que aqui se encuentran. 

El que atiende es un hombre de baja estatura, sonrisa servil y ojos duros. Viste un acolchado chaleco purpura que le llega hasta las rodillas, sobre un kimono negro de buena tela. 

-Konbanwa, samurai-samas!! Konbanwa!! +saluda con suave alegria+ Mi nombre es Sasayaku, pero mis amigos me dicen Susurro... Espero que tambien lo seamos. ¿¿En que puedo servirles??

Kasumi observaba con curiosidad o quizás con atención los alrededores, podría ser por la situación anterior, con las manos sobre su daisho. Su cara reflejaba tranquilidad a pesar de todo ello, se la veía caminar sin muchos problemas y con la vista al frente, girándola sólo de vez en cuando. Habían preguntado cómo llegar a Tesoros Sureños y habían llegado sin problemas. Cuando entran en el local se aparta un poco para echar un vistazo en la exposición de objetos que tenía aquel hombre, aparte de apartar las manos de sus armas. Había dicho llamarse Sasayaku, pero aquello no es lo que llamó su atención, lo que llamó su atención es su ropaje púrpura. Obviamente despertaba sospechas en ella, pero actuó con tranquilidad e impasiblemente buscando algo aprovechable para la investigación.

Para ello se apartó un poco de su protegida, dejándola al cargo de Shiro temporalmente, para dar un vuelta y observar mejor. En ningún momento llegó a pronunciar palabra, ni tampoco cambió su rostro tranquilo, que seguía observando.

Los comentarios serán cuando el conocimiento esté sobre nosotros. Pensó. Dejaré a Aiko actuar con el tendero, es ella quién tiene la misión.

No me gustó la mirada de Sasayaku. En general no me gustaba la gente cuya mirada no decía lo mismo que su expresión y sus palabras. Personas falsas y engañosas. Que llevara un chaleco púrpura no hacía si no empeorar las cosas. No pude evitar preguntarme si bebería con frecuencia o habría más empleados que vistieran aquel chaleco. Consideré por un momento que, tal vez, el chaleco junto a las ropas gaijin*, indicaba que trabajaba para los unicornio. 

Pero de momento eso era irrelevante. Lo importante era buscar pruebas y pistas que apuntasen al asesino. Recordé lo que sí sabía: no habíamos encontrado el arma, que era con toda seguridad un objeto contundente. Así que empecé a revisar los objetos de la tienda. Con calma, como si fuera una posible compradora, buscando alguno que, o bien fuera claramente manufactura dragón y obtenido de entre las propiedades del Agasha o, si era extremadamente afortunada, el objeto con el que golpearon al Agasha. Alcohol, harina y cebada eran algo que tampoco debía descartar, pero parecía más fuera de lugar allí. 

Miré por un segundo a los dos Bayushi e hice un leve asentimiento, apenas perceptible. Si en algún momento "Susurro" se ponía nervioso por las preguntas o los objetos que mirábamos, entonces sería una indicación de que escondía algo. Pese a ello, no me sentía especialmente animada o capaz. Después de todo, no había podido evitar que me robasen pese a que había reconocido a alguno de los etas que nos seguían. ¿Cómo iba a descubrir al asesino con todo en contra? E incluso si lo descubría, una parte de mi no podía evitar preguntarse qué relación había entre el asesinato y el robo. Como si lo hubieran hecho para que hiciéramos una investigación precipitada y poco minuciosa, un modo de distraernos y apartarnos del objetivo. 

De forma mecánica empecé por lo más evidente, las armas gaijin. Claro que era más probable que debiera revisar los objetos que pudiesen interesar al agasha, bien podía haberse usado un "arma improvisada". Claro que ni un libro ni un jarrón tenían la resistencia para partir un cráneo. Debía pensar más bien en madera endurecida o metal...