Partida Rol por web

- Que estás avergonzando a todos con cada palabra que sale de tu boca.

Le respondo con rabia, ya que si no fuera poco que hubiera perdido su wakizashi, también permitía ver que no había sido un acto deliberado sino un claro error. Acto seguido entro en la tienda, o de lo contrario acabaría cruzándole la cara por sus meteduras de pata.

*Esto no esta bien, casi no nos queda tiempo del día de hoy y ellos lo usan en discusiones. Mi mente daba vueltas al asunto y era necesario hacer que dejaran de discutir, aún sin autoridad sobre ellos. -¡Basta! esto no nos lleva a ningún lado ¿de verdad creen que tenemos tiempo para esta fútil discusión entre ustedes?-.
Me giro hacia Sichi, su actitud ya me tocaba las narices. -¿Qué te hace pensar que puedes venir a hablarnos así, como si fueses quien nos dirige? tu título, como el de cualquiera aquí, no te hace indispensable, tu lo sabes, yo lo se, y lo que es peor, los negociantes aquí también lo saben, pues varios responden ante personas de mayor rango al nuestro... Harías bien en recordar hasta donde llega tu posición y no subestimar a quienes te rodean ni a quienes te enfrentas-.
Ahora me giraba hacia Hitomi, también tenia palabras para ella. -Como bushi es mi deber en todo momento resguardar el bienestar de quienes acompaño y este hurto a demostrado mi fracaso, ten por seguro que esta pérdida no se a alejado de mi mente, pero debemos tener las prioridades claras, obtengamos información de relevancia hoy y luego recuperaremos lo que falta, de una manera u otra- termino de decir remarcando lo último *las situación se escapo de mi control, no dejaré que vuelva a suceder... tal vez se hora de un escarmiento.

Un aspaviento es lo único que saca de mi el Bayushi, que al igual que la otra también admitía sus errores en público y sin necesidad de ello.

Seguro que están aquí por esas estupideces.

Apreté los dientes. Era obvio que Sichi no entendía nada de lo que me pasaba. Decidí que lo mejor era dejarlo el tema de lado con él. -No se puede discutir con alguien que no tiene el más mínimo sentido de la etiqueta. Si hasta parece un cangrejo.-

Finalmente, me calmé un poco cuando entró a la tienda. Una vez que no estuvo con nosotros, me di vuelta hacia mi otro compañero. -Gracias, Chumoku-san.- Le dije con una reverencia. -Me siento más tranquila sabiendo eso.- Era cierto. Hasta ahora pensaba que estaba sola en esto. Luego de decir esto, me dirigí a todos. -Lo siento por mi comportamiento.- Sichi tenía razón en eso, me estaba descontrolando. -Deberiamos seguir con la investigación, por ahora.-

Tesoros sureños es un local grande de dos plantas, atiborrado hasta los topes de una inmensa variedad de cosas. Joyeria, libros, frascos misteriosos, armas no-samurai, y objetos extraños se entremezclan con animales vivos en jaulas o estanques, plantas, ropa vieja y trastos de cocina, solo por nombrar algunas de las innumerables mercancias que aqui se encuentran. Muchas de las cosas tienen apariencia de haber sido usadas, asi que probablemente tambien funcione como casa de empeño. 

El que atiende es un hombre de baja estatura y ojos duros. Viste un acolchado chaleco purpura que le llega hasta las rodillas, sobre un kimono negro de buena tela. Habla ahora con un ronin delgado y atletico, pero apenas traspasas el portal vuelve la mirada hacia t,i con seriedad grabada en el rostro.

¿Casualidad?

Pienso inmediatamente al ver la ropa del heimin, considerando enormemente que las casualidades no existen como bien me habían enseñado. No obstante, no me dirijo a él y en vez de ello empiezo a examinar las mercancias del lugar. Pasando por encima por las prendas y deteniéndome especialmente en los trastos de cocina para pasar poco después a los frascos misteriosos intentando recordar los nombres de las listas de Iesada en busca de más casualidades.

- ¿Todo está en venta?

Entrecierra los ojos con suspicacia, pero hace una ligera reverencia. El ronin detras guarda las formas y espera.

-Konbanwa, Shosuro-sama. En efecto... todo esto son productos disponibles al publico, de gran calidad y muy diversos origenes... Pero con gran pesar debo decirle que ya hemos cerrado por hoy. Si desea volver mañana, con gusto le hare una rebaja por la molestia ocasionada. 

Los frascos misteriosos no tienen etiquetas mayormente. Algunos contienen polvos, otros cremas o liquidos, algunos de colores muy vivos. Los que si tienen escritos dicen cosas como "Pocima de proteccion contra la mancha" "Fuego liquido" "Dulces amaneceres", o "Baba de caracol de las islas de la Seda"

Lentamente me giro para mirarle, como si en verdad hubiera oído mal y el comerciante no pretendiera echarme a pesar de que sus educadas palabras indicaban todo lo contrario. Poco después sigo a lo mío, agarrando un frasco de polvos sin nombre para poco después volverlo a dejar en su sitio, después súbitamente me giro hacia la selección de armas intentado localizar algún resto de sangre en ellas y, evidentemente, perdiendo bastante tiempo en ella conforme compruebo su "calidad", intentando poner más nervioso al comerciante con mi presencia.

Las armas son de muy diversa procedencia realmente y la mayoria con raspones o marcas de uso, aunque todas perfectamente limpias. No hay katanas ni ningun arma que pueda llamarse "samurai", solo armas campesinas o simples, desde vulgares bastones y abanicos tessen hasta arcos y yaris. Es probable que tengan su historia, pero las necesidades del comercio han borrado lo que pudiera haber en ellas. Sin embargo notas que al menos un par, una lanza y un baston, son realmente de calidad superior a la media... Puede que realmente valgan una suma interesante.

El comerciante suspira con aplomo durante este lapso. Hace una seña al ronin y este procede a comenzar a cerrar las pocas ventanillas del atiborrado local, y apagar las lamparas, privandote asi de luz para continuar examinando las mercaderias. Por su parte, el hombre bajito no enciende nada, sino que se queda donde el marco de la puerta deja pasar iluminacion, aguardando. 

Agarro la lanza y la sopeso, mido e incluso pruebo a intentar doblarla ligeramente para comprobar su flexibilidad para después volver a dejar en su sitio. Luego realizo el mismo proceso con el bastón, pero no lo vulevo a dejar.

- Aparta. ¿De que madera está hecho y dónde lo conseguiste?

Le ordeno e interrogo, claramente intentando examinarlo con algo más de luz. Aunque con bastante intención de quedármelo, tanto que sigo haciendo pruebas y continúo examinándolo.

Encoje los hombros. Mientras, el ronin ha terminado lo suyo y se pone detras de ti. 

-Quien sabe, sama. Hay cosas en el monton que han estado alli desde hace años... Un bo no es algo que recuerde de forma especifica, es un instrumento muy poco llamativo. Si lo aproxima a la luz podria decirle algo mas. +dice, invitandote a que te unas con el junto a la puerta.

Al peso al menos, se siente pesado y solido. No hay nada que decir de los detalles, ya que todo esta en penumbras ahora, pero por el tacto probablemente sea madera de roble rojo, como la de los bokken de mejor calidad.

- Daikoku debe sonreirme entonces.

Comento sin mucha emoción uniéndome al mercader junto a la puerta, aunque esta vez sosteniéndo el bastón firmemente con las dos manos, no fuera a ser que el ronin decidiera que fuera el momento ideal para atacarme si descubriera algo... en el chaleco púrpura que ahora quedaba claramente a la luz del exterior.

Mira el bo unos instantes, pero niega con la cabeza. Todo el camino el ronin te acompaña y se queda detras. Se coloca de forma que ya no puedes volver dentro de la tienda sin tener que apartarlo.

-Debo confesar que no tengo ni la mas remota idea de su procedencia, sama... Como le comentase, es un arma muy poco llamativa. Seguramente algun viajero me lo empeñase y nunca volvio por el. Veo que es madera de primera calidad, si... Pero no, no recuerdo... quizas provenga de tierras Unicornio, me atreveria a decir viendo la buena madera en que esta hecho y conociendo a mis viejos clientes, pero no deseo mentiros. Si os interesa, sin duda puedo dejaroslo a un buen precio... Pongamos 25 bu por las molestias...+dice, juntando las manos. 

- No me sonríe tanto como esperaba.

Le comento devolviéndole el bastón.

- Cambiando de tema, ¿dónde podría encontrar a Yasuki-san en estos momentos?

Recupera el baston y lo sujeta con firmeza, guardandolo detras del brazo. Al parecer, con la mencion de la señora, todo interes en venderte el arma ha desaparecido.

-No realmente, sama. +responde con suavidad+ Lo logico seria que este en su mansion, en el distrito Noble. Pero mi señora es una mujer sociable y puede estar a donde quiera. Desde luego no informa a su sirviente de eso... En todo caso, le recomiendo comenzar su busqueda por alli, si desea encontrarla...

- Gracias.

Le respondo mecánicamente para después despedirme con un extraño.

- Peculiar chaleco.

El hombre entrecierra los ojos, y ve que los otros magistrados siguen por alli afuera... Sonrie discretamente. 

-Domo arigato, sama. 

... dice, mientras cierra la puerta. El sonido de una pesada tranca llega apenas un par de segundos despues.

Los demas todavia estan por ahi, no tardaste mas que unos minutos en tu recorrido.

- Su chaleco no tiene marca alguna y salvo que mataran a Iesada con un bastón de roble rojo no parece ser nuestro asesino. De todos modos me quedaré por los alrededores.

Les anuncio despreocupado por lo que fuera que continuaran hablando.

- Hitomi-san, te recomiendo que busques tu wakizashi, el resto deberíais pensar en cenar.

Aconsejo ya sin ganas de discutir, pues tenía la impresión de que era el único que hacía algo por progresar en la investigación y si continuaban sin moverse era casi imposible que el mercader se decidiera por salir... salvo que tuviera otra entrada por atrás. Sin esperar respuesta alguna les vuelvo a dejar solos.

Una sonrisa interna se le apareció a Kasumi. Escorpiones, peleándose con sus pinzas. Enemigos de ellos mismos y a la vez aliados.

La conversación sin embargo le recordaba que no había sido lo único que se había robado.

- Debemos salir de aquí, ahora mismo no podemos hacer nada. - Aquél lugar la empezaba a frustrar, aquel hombre no había sido precisamente productivo. - Podría acompañarte Hitomi-san, hay más cosas que recuperar. Debemos poner los esfuerzos en recuperarlo todo.

Poco a poco, volvía a sentirme segura de mi misma. Cada vez más eran los miembros del grupo que se ofrecían a ayudarme a recuperar la wakizashi, cosa con la que no contaba para nada. No me engañaba, sabía que los dragones solo lo harían por las cosas que le robaron a la Kitsuki, pero aun así era un alivio.

-Gracias a ti también, Mirumoto-san.- Le contesté a ella también. Ahora había que ver si decidían que las cosas robadas eran más importantes que la cena o no. Si fuese por mi, iriamos a por los ladrones en ese mismo instante, pero no iba a apurar demasiado a los demás samurai, ya que no quería perder su favor.