Partida Rol por web

- Le veo un poco contrariado Maese enano. No ha sido fructífera la expedición al poblado?  pregunto viendo como todavía el enano tenía la vena hinchada, y peor humor que de costumbre.

Escucho como el elfo me pregunta por mi labor con la gente de las ruinas, seguramente como siempre de manera sibilina para tratar de mofarse.

La verdad que no hicieron caso, prefirieron quedarse, algo estupido a la vez que valiente, aunque esta palabra a los vuestros os sonara extraña. Contesto tras escupir al suelo.
 

- Nadie dijo que los humanos fueran razonables. Es más, creo que en los años de mi vida, pocas veces he visto a la humanidad guiarse por la razón y no por los sentimientos. Bien, ellos deciden su futuro. Que mueran con honor.

Respondo sin mostrar el menos atisvo de intención ni sentimiento. Aparte, siendo prácticos, entretendrá a la horda de hombres bestia que nos pisan los talones, así que..... no hay mal que por bien no venga.

Su muerte no sera honorable, simplemente seran masacrados y en ello no hay ningun honor posible. Respondo pero con un tono de cierta pena recordando a aquella gente "Es cierto que ellos lo han elegido asi, pero no puedo evitar sentir pena por ellos" Honor en una muerte la habia cuando dos rivales se enfrentaban en igualdad, pero esa gente serian pisoteados como un oso pisotea unas hormigas.

Tras contestar volvia farfullar una maldicion en mi idoma inaudible para el resto.

En eso tengo que dar la razón al enano. -Dijo Karl, acercándose. -No tiene nada de honorable el quedarse a morir por un trozo de tierra y unas ruinas por mucho que sea tu hogar. Sino tienes nada mejor que eso, ni siquiera una defensa o guerreros suficientes para defender la plaza... es mejor batirse en retirada e intentar plantarles cara más adelante.

Las caras asustadas de los habitantes de aquella población eran más que evidentes, pero no había nada que hacer. Tenían suficiente trabajo con una caravana: no podían salvar a todo el Imperio.

  Albert escucho los comentarios del resto de viajeros con pesar, no queria que esa gente muriera pero si se negaban a abandonar sus tierras ellos no eran quien para obligarles a ello.

  -Es una pena que se niegen a huir, lo que no se es si es porque quieren pelear por sus tierras o simplemente porque no se fian de esta gente.

-  Hasta donde yo recuerdo, este pueblo ha estado a punto de tomar la misma decisión que el otro. Y alguno de esta caravana, quería quedarse a morir con ellos. No son tan diferentes.

Respondo queriendo dar por zanjada la discusión sobre la honorabilidad y la estupidez de los humanos.

Mientras los compañeros de armas discuten la caravana sigue avanzando y antes de anochecer los refugiados paran cerca del bosque, y mientras los ciudadanos plantan sus tiendas y preparan las comidas Gerhard dicta las guardias, parece que a vosotros os tocará dormir poco hoy.

La cena se celebra sin incidentes, y empieza la primera guardia que cumplirán como vigilantes Karl, Ragnar, Alexander y otro guardia. La segunda parte de la noche será cubierta por Albert, Valahuir, el leñador Hans y un miliciano. Anochece y todos excepto el primer grupo aprovechan para descansar...

La noche predice fría y no os cortais en abrigaros para la tal. Poco a poco el sonido del barullo de los civiles disminuye, y todo se queda en una inquietante tranquilidad. Los minutos se convierten en horas, pero os aferrais a vuestras armas con la esperanza de que nada perturbara el descanso de los demás, mientras el soldado que os acompaña se muestra extremadamente paranoico alertandose ante el menor sonido. Pero por el momento, aquella oscuridad no parecía esconder nada...

-Te encuentro nervioso!!- le comenta Alexander al guardia que les acompaña mientras voltean e inspeccionan la zona en busca de algo fuera de lo común, -no hay de que alarmarse, si algo a de ocurrir, ocurrida estés o no nervioso, además, con Karl y Ragnar estamos a buen recaudo, jeje, son magníficos guerreros-, Alexander intenta calmar al soldado dándole un poco de charla, lo último que necesitamos es un tipo paranoico.

Por si la noche fria no bastara o el hacer guardia, teniamos con nosotros un soldado paranoico asustado de su propia sombra. Cada dos por tres dando brincos, viendo cosas que no habia, comenzaba a estresarme sopesaba la idea de mandarlo a dormir al menos no molestaria.

No hay nada que temer con mi suerte seguramente lo que tenga que ocurrir, pase en la siguiente guardia. Por lo que sientate y no te muevas o juro que te atare a un puñetero carro. Le digo al paranoico soldado, tras lo que cierro mas la manta sobre mi cuerpo para aguantar lo que quedaba de guardia.

Tras escuchar las ordenes de guardia, cojo un poco de comida caliente. Sentándome apoyando la espalda en la gran rueda de madera de una carreta, mientras me meto en la boca la insípida pasta, que constituye hoy la gran cena.

Tras el frugal banquete, cojo mis enseres, y hago una pequeña e improvisada cama para dar una cabezadita hasta que llegue la segunda guardia.

Cierro los ojos, y sin quererlo vienen a mi mente recuerdos. Un rostro, las caricias de unas manos suaves y aterciopeladas, el sabor de unos labios dulces como la miel........... parecía como si viera su rostro nuevamente frente a mi. Sonriente, exhultante de vitalidad. No sabía lo que había ocurrido en aquel maldito pueblo, pero había avivado recuerdos que pensaba haber enterrado muy dentro de mi.

-Tan amable como siempre...

Karl se limitó a arrebujarse en su manta y acercarse todo lo que pudo al fuego. La noche era fría y la marcha había sido dura, la compañía no era agradable y además el soldado que les acompañaba demostraba menos valor que un niño pequeño, pero aún así Karl agradeció que la guarda fuese de cuatro guerreros. -Es preferible una espada más a una espada menos, aunque esté temblando... bien sea de frío o de miedo.

Pasan un par de horas y se acerca el cambio a la segunda guardia, cuando de repente el soldado que os acompañaba salta de su sitio alertado mirando hacia el bosque, mientras os busca con la mirada nerviosamente.

- ¡He visto algo!- os comunica exasperado-. ¡algo se desliza en el interior del bosque!

Cuando todo parecia ya en calma y que la guardia acabaria el soldado vuelve a gritar y dar un salto. Otra vez esto se convertia en demasiado comun.

Si claro supongo que como las otras veces. Contesto con el tono del que ya esta aburrido de oir de nuevo esa frase. Pero tambie otra idea me surge "¿Y si el maldito cobarde tiene razon?" Obviamente no era el vigia mas fiable, pero estaba de guardia y por mucho que me molestara detras tenia un monton de gente indefensa.

Esta bien, veamos que clase de monstruo se esconde. Me levanto algo enfadado y miro hacia el bosque fijandome bien, tomando mi hacha y luego comenzar acercarme a la zona. "No me fiaba del tipo, pero aun asi preferia estar alerta"

Como no haya nada juro que te ato al carruaje. Digo en bajo para mi pero lo suficiente para que se entere nuestro vigia.

Alexander, cansado de las paranoicas acciones del soldado, se dirige hacia el con muy malas maneras, -esta bien muchacho! de veras has visto algo? pues vayamos a comprobarlo- cogiendo al soldado de la pechera de este y con un brusco empujón lo introduce en el interior del bosque. Con su ballesta preparada pos si el soldado tuviera razón se introduce en el bosque tras él "espero que solo sea otra imaginación del tipo este."

Avanzando con cuidado y con el menor ruido posible, se dirige hacia el interior del bosque, ojeando cualquier sombra que se le cruce en su camino y sin perder de vista al soldado que avanza, tembloroso, unos metros más adelante.

Mientras los demás se alejaban, Karl permaneció en su sitio. Alguien tenía que seguir en el puesto por si ocurría cualquier tipo de imprevisto, dar la voz de alarma. Inclinándose un poco hacia delante, dijo en un susurro audible: -Eh, Alexander, yo me quedo en el puesto. Volved cuanto antes y si os encontráis en problemas grita y pondré en aviso a los demás.

Tras seguir las indicaciones del temeroso soldado, examinais la zona que señalaba en busca de algo sospechoso. Todo está en absoluto silencio, sólo se oye el crujir de vuestros pasos sobre una tierra seca. Tras un par de miradas cautelosas y examinar alrededor no parece haber nada extraño, hasta que de repente...

- ¡Uh uh! -ulula un buho cruzando la cara del cazarrecompensas a escasos centimetros mientras se lanza en picado y caza un roedor del suelo para volver a una rama de arbol mirandoos mientras se deleita con su presa

Miro al soldado, miro al buho y vuelvo a mirar al soldado, aprieto mi puño, comenzando este a tomar un color palido por la falta de riego y marcandose las venas al igual como otra vena aparecia en mi cuello "Contente es un pobre crio" Me digo, me muerdo el labio y respiro fuerte casi pareciendo un gruñido. Vuelvo a mirar al soldadito y me giro direccion a donde estabamos antes, pasando de largo del muchacho.

Soldado vuelve a los carros y acuestate, si pregunta algo tu superior que venga a hablar conmigo, pero por tu bien acuestate. Con un tono serio casi amenazante, aunque mas bien era como el que se usa cuando estas cansado de repetir algo y al que se lo has dicho vuelve hacerlo. Tras las palabras sigo caminando tratando de calmarme "Humanos a cualquier cosa llaman soldado este muchacho deberia aun estar tomando leche de la teta de su madre no jugando con escudos y espadas. He compartido batallas con soldados humanos recios y duros casi como un enano, pero tenian mas barba que este crio, mal van las cosas si ahora mandan a este tipo de soldado al frente." Me digo mientras ando.

Alexander caminaba tras el soldado sin ver ni oír nada en su camino, no parecía haber nada fuera de lo común, de repente desde la oscuridad un graznido de búho rompe el silencio -¡Uh uh!- se le escucha al búho mientras desciende violentamente a la caza de un roedor. Alexander se agacha repentinamente en un intento de esquivarlo y que no golpeara su cara, "maldito pajarraco".

Tras el intento de ataque que acaba de sufrir se fija en el malhumorado Ragnar "y no le falta razón" piensa a la vez que contempla al asustadizo soldado, -Sera mejor que hagas caso al enano, yo no me haré responsable de lo que te ocurra si vuelves a molestar con tus estupideces- le dice al soldado mientras recorren el sotobosque de regreso al campamento.