Partida Rol por web

Ante las pullas del elfo y la joven los tres hombres bestia cargan con decisión hacia ellos. Fârandar consciente de ello prepara su hoja para anticiparse a la carga y lograr ventaja pero al avanzar un paso para ejecutarlo pisa en una piedra húmeda que le hace escurrirse hacia delante errando el golpe y quedando expuesto a las dos bestias del caos que, aún así, no consiguen acabar con él.

El ungor que carga contra Lenna descarga un terrible tajo descendente con su enorme hacha a dos manos con la sana intención de cercenar su pierna izquierda, pierna a la que la hochlandesa tiene bastante aprecio por lo que interpone con soltura su arma desviando el terrible golpe.

Por su lado, el sigiloso cazador coloca una flecha en el cuerpo del ungor que acecha desde las alturas, recabando la atención de este que le dispara a su vez una flecha que se acaba clavando en el árbol junto a la que le disparó antes a Lenna.

- Bien, ha funciona...aaaa...aaa... ¡por Isha! - pensó el elfo, resbalando en una piedra mojada por el rocío de la noche. Casi muere por no fijarse en sus alrededores, pues ambas hojas pasaron muy cerca de él, aunque quizá, mirándolo por otro lado, ése movimiento repentino ha confundido a sus atacantes. 

El corazón le latía a toda marcha, justo como debía ser, aunque pronto recuperó su pose habitual tras agarrar el arma mejor. - Voy a tener que ponerle una tira de cuero a la empuñadura a ésta espada. - murmuró mientras casi gruñía intentando zafarse de los ataques de las dos criaturas. Su táctica había funcionado, casi demasiado bien. 

Quizá sus pasos medidos y meticulosos, en una superficie firme y relativamente conocida, estaban más que bien, pero ahora tocaba un andar algo menos ágil pero más firme y potente. Alzó el escudo y se movió hacia un lado para intentar evitar las armas de sus enemigos, pero estaba desconcentrado por el fallo y aún no se había recuperado del todo. - Mal..unos segundos de dudas conllevan la posible muerte, aprendiz. - escuchó en su cabeza la voz de su instructor, mientras veía los filos de los enemigos ir hacia él. 

Bestias. Bestias del Caos. Más de esos engendros nacidos de la corrupción de los Desiertos del Norte... más que capaces de las peores atrocidades si se les deja y, como no, el maldito orejas picudas vuelve a bailar haciendo el memo en vez de aprestar las armas y hender el cuerpo de esos seres. 

- ¡No empecéis la fiesta sin mí, mentecatos!- bramo mientras, hacha en alto, cargo sobre el que parece el líder de esos bichejos asquerosos y que está acosando al orejas picudas - ¡Métete con un guerrero de verdad, engendro!- le increpo mientras hago descender el arma dándole de refilón en la testa

La carga inicial es frenada por los héroes que consiguen mantener una línea entre el alto elfo y la humana a la que se une por un lateral el matador enano que consigue impactar, aunque de refilón, en la testa del gor que vuelve hacia él sus ojos rojos inyectados en sangre mientras un resoplido de rabia despide vaho de sus fosas nasales.

Por su parte el duelo entre tiradores se decanta a favor del cazador que consigue herir levemente a su rival que, mientras siga entretenido, no podrá disparar a sus compañeros que luchan contra los hombres bestia al descubierto...

La muchacha observó con tensión la carga enemiga, y respiró con alivio al ver que había podido despejar el primer envite del hombre bestia. Sin duda su idea de centrarse en la defensa ese primer momento había sido más que acertada. Pero ahora tocaba contraatacar.

Con un gemido agudo por el esfuerzo y marcando una línea ascendente, la muchacha lanzó una rabiosa respuesta con su hachuela. Tras el impacto, volvió a su posición y se mantuvo alerta a los movimientos de la tremenda hacha que la acosaba.

pese al disparo que me había disparado el hombre bestía, no me asusto, tenía una mala puntería, por lo que sin pausa pero sin prisa apunto sobre esa bestía del tejado para disparar la siguiente flecha.

El ungor que se bate con Burkhard vuelve a errar el disparo tras recibir otro certero impacto de éste; aún así no es suficiente para tumbarle...

Tras el fallido ataque de carga el ungor que se enfrenta a Lenna vuelve a alzar su terrible arma para descargarla sobre la cabeza de ésta pero un rápido movimiento de pies la quita de la mortal trayectoria golpeándose el hacha en la misma piedra que instantes antes sirviera para hacer resbalar al asur. Un tremendo golpe que la habría partido por la mitad pero que solo ha conseguido hender la piedra haciendo que la misma fuerza del golpe deje expuesto al ungor.

El gor, por su parte, tremendamente enfurecido por el golpe del enano sobre su testa traza un arco horizontal con su hacha para barrer al enano apuntando a sus piernas aunque, de manera increíblemente ágil salta por encima de la hoja del arma aprovechando para lanzar un terrible golpe sobre la cornamenta de la bestia.... Pero falla.

El golpe del gor, rabioso, se dirige hacia mí pero viendo sus intenciones no tengo más que dar un pequeño salto para eludir su malicioso golpe demostrando una agilidad que pocos esperarían en alguien de mi tallaje. 

Sonriendo ampliamente ante aquello enarbolo el arma y, con toda la furia que soy capaz de reunir, la descargo contra el corpachón de aquel ser impío, pero el salto me desequilibra lo justo para errar el golpe haciendo que el combate se mantenga igual que estaba por el momento

El hacha del enemigo golpeó con fuerza la cabeza de Fârandar, por suerte, no de lleno, si no con el plano de la hoja, aunque se abrió una brecha por la cual comenzó a manar sangre por el lateral, y las palabras de su maestro de armas resonaron en su cabeza con más intensidad que nunca. - Una distracción y se acabó. - ahora lo entendía y su comportamiento pasó de un danzarín juguetón a asentar ambos pies bien en el suelo, escudo ligeramente adelantado y en oblicuo y espada en paralelo al suelo, bien agarrada, con fuerza pero suelta, libre para golpear como una serpiente. Eso sí, con un buen zumbido en su cabeza.

De repente todas las técnicas que el maestro le habían enseñado acudieron a su mente, viendo los huecos y posibles rutas de ataque del enemigo. Al mover el cuerpo para golpear de nuevo, el elfo intuyó su oportunidad y atacó a fondo con la espada, clavándola en la garganta del enemigo. Luego alzó el escudo en lo que él esperaba fuera una ruta de intercepción al golpe que seguiría. 

La joven esbozó una ligera sonrisa al ver como su tajo era tan certero como eficaz, mientras su oponente inicial caía de espaldas al suelo con un estruendo.

Iba ella a soltar alguna chanza ingeniosa cuando vio como su apuesto compañero recibía un duro golpe en la cabeza.

–¡Fârandar! –gritó preocupada.

Lenna se movió alrededor del ungor, tratando de encontrar en el flanco un punto donde su defensa se resintiera.

Esperando el momento, soltó otra dentellada, esta vez dando al enemigo de refilón en un brazo.

con la tercera flecha, disparo al puercoespin que era el gor que se había intentado esconder, no había posibilidades, con lo herido que estaba debería caer pronto, y si Taal quería, esta flecha sería la que sentenciaría su vida y lo devolvería al abismo del que haya salido.

Tras el golpe sufrido por el ungor y el grito de preocupación de Lenna que tras despachar al energúmeno con el hacha a dos manos se lanza al rescate, Fârandar reacciona por fin asestando un tajo en la cabeza de la bestia que intenta parar con el escudo pero es lenta y no lo consigue. Aún estaba intentando recomponer su guardia cuando Lenna, por detrás, le clava su hacha en el brazo y con un fluido movimiento de su siniestra lo degüella con la daga.

El ungor del tejado, con dos flechas clavadas en su correosa piel, intenta bajar de las ruinas para huir pero al incorporarse para saltar al suelo una tercera flecha de Burkhard se le incrusta entre los omoplatos. La bestia deja caer el arco, extiende los brazos en cruz y, como a cámara lenta, se va inclinando más y más hasta que la gravedad lo llama y el suelo le da el beso final con un golpe seco. ¡TZUMPF!

El gor, al verse solo de repente, lejos de amilanarse, grita con toda la potencia de sus infectos pulmones escupiendo saliva hacia el enano y lanzándole un terrible golpe que, por poco, el enano consigue librar. El matador ha estado en suficientes combates como para saber que este golpe habría sido mortal de necesidad.

Fârandar agradeció con un gesto la ayuda, de nuevo, de Lenna y se giró hacia el Gor, que gritó con furia viéndose sólo y rodeado. - Acabemos con ésto, criatura. - dijo, lanzando varios golpes hacia la misma. 

Pensó que era agradable luchar con éstos compañeros a su lado, cada uno tenía su estilo, pero parecía que estaban acoplando muy bien. Quizá sería bueno seguir a su lado - Sobretodo al lado de la bella dama... - pensó Fârandar. - No te distraigas, pupilo. - sonó otra voz en su mente, la de su maestro. 

Quizá había sido el golpe reciente, pero empezaba a oír voces.  

Viendo como el restonde bestias sucumben mi enemigo parece intentar darlo todo aporreandonmis timpanos con sus berridos mientras su arma pasa rozando mi cuerpo

Sin dejarme impresionar lo más mínimo yo mismo le replico con otro berrido ¡Iiiaaaaaarrrrgh! mientras le golpeo nuevamente en la cabeza

Cierra esa bocaza, escoria! Te apesta el aliento! - la increpo mientras su sangre salpica el lugar

El enano responde al grito del gor con otro grito no menos cargado de rabia, esquivando el ataque de la bestia por los pelos y respondiendo con un golpe con el mango del hacha sobre su negro hocico, hacidendo que su cabeza se mueva hacia atrás por el golpe... Pero no es suficiente para matarle, aún no.

Por su parte Fârandar, libre del ungor que le acosaba, arremete contra el enemigo del enano por un lateral pero lo ve venir y con un  par de pasos laterales queda fuera del alcance de su centelleante hoja. Un hilillo de sangre corre por su hocico, goteando en el suelo.

Lenna guiñó el ojo al elfo cuando éste le agradeció la ayuda, y viendo que el líder era el último en pie y que su compañero se encaraba hacia él, ella hizo lo propio. 

Cogiendo impulso con un par de zancadas, la muchacha saltó por detrás de la bestia y descargó un hachazo en dirección a su cabeza.