Partida Rol por web

La rencilla con el Druida termina en el momento en el que Lynn da media vuelta, al parecer el humor de las personas en la taberna se había calentado bastante desde la llegada de aquellos emisarios, ahora quedaba entre los tres aventureros decidir si abordar aquel barco y emprender camino a las tierras de Valikar o por el contrario rehusarse a la petición y seguir por su cuenta en Freeport. Ciertamente hace poco habían llegado y volver a la mar tal vez no era uno de sus planes, pero si el deber llamaba era otra cuestión.

La mujer y sus malas vibras se alejaron del grupo, Brennan estaba supremamente enojado por las palabras punzantes de aquella fémina, se podía cortar la tensión con un cuchillo, tanto que el Druida mantenía apretada con fuerza la madera de su lanza, conteniéndose para no hacerla girar y cortar algo más que la tensión.

Los nuevos se agruparon con los emisarios, alejándose por completo; la música volvió a llegar a sus oídos y las meseras volvieron a pasearse de mesa en mesa llevando los pedidos de aquellos aventureros y marinos que poblaban la taberna.

Pasaron los minutos, Frenni estaba totalmente ebrio, desparramado y casi dormido sobre la mesa, Felsom escribía en un pergamino una receta de la que tal vez prepararía en algún momento, claro, si se diera el caso de que pudiera cocinar las piernas del mediano, Brennan y Elentirell por su parte continuaban bebiendo, mirándose fijo luego de cada trago, como si esperaran cuál de los dos sucumbía ante el licor; fue entonces que un hombre, un tanto delgado y temeroso se acercó hasta la mesa del grupo, -disculpen, sé que estoy interrumpiendo su momento de diversión, pero me gustaría saber si pueden ayudarme…- el hombre entrelaza sus manos a la altura del pecho y les observa sin mantener la mirada, tal vez por nervios de cuando en vez la aparta hacia el manchado suelo de madera.

-He escuchado que han sido ustedes los que han descubierto la intrusión de los hombres lagarto- el hombre descuelga una mochila y con sus manos temblorosas toma lo que parece un libro, es algo rústico, pero se nota que se ha escrito bastante en él, -he estado estudiando la historia y las actividades de varias sectas demoniacas y mortales…- lo posa sobre la mesa, haciendo a un lado la jarra de Frenni y pasa un par de páginas, buscando un párrafo entre lo escrito, para luego señalarlo con su dedo dando un par de golpes; -hace aproximadamente un año que se han presenciado cosas extrañas en Refugio Invernal, al parecer esto ha sucedido desde que se ha visto en el sitio a Kalarel un sacerdote que es precedido por sus actos retorcidos… bueno, esto último no ha podido ser comprobado- hace una pausa y les mira, sobre todo a los tres que están atentos, -es por ello que vengo a ustedes a pedir su ayuda, para tal vez, desenmarañar la secta secreta que posiblemente esté llevando a cabo ceremonias sacrílegas en ese sitio-.

El delgado hombre cierra nuevamente el libro y lo aprisiona contra su pecho, pasando la mirada sobre los presentes esperando por alguna respuesta.

El paladín no quiso darle más importancia al suceso. Siendo Freeport un puerto que acogía viajeros de todas partes, era normal que estos difiriesen en sus costumbres y modos de ser, haciendo inevitable que surgieran hostilidades de vez en cuando. Conservando su propósito en mente, la atención del paladín gravitó hacia aquellos que mejor podrían encajar con sus convicciones.

 — Paréceme que el destino nos empuja en una misma dirección. — Dice con buen ánimo a la clériga y al hombre de pelo blanco. — Mi intención es atender al llamado del rey Valikar. ¿Cuáles son las vuestras? — Pregunta a ambos. — Más allá de nuestro parecer, debemos tener en cuenta que el castigo por negarse es la muerte. — Recuerda a los emisarios anunciar ejecuciones públicas.

— Sea como sea, creo que haremos bien en permanecer unidos. — Observa sus alrededores con cierta desconfianza. — El mal puede acechar donde menos se espera y, si tomamos la embarcación, mucho me temo que el viaje no será ausente de peligros. 

Freeport era un lugar mucho más extraño de lo que habían escuchado los oídos de la sacerdotisa. Lo cierto era que sabía de buena tinta que en aquel lugar se encontraba gente de la peor calaña. Marineros desertores convertidos en piratas, truhanes, asesinos, ladrones, escoria, etc... Toda esa gente era capaz de todo a cambio de dinero o un poco de ron. Quizás por eso se formaban peleas tan a menudo en las tabernas o cualquiera escogía un momento propicio o cualquier excusa para liarse a mamporros.

Las palabras del mestizo que estaba sentado junto a ella eran distintas a las que había oído desde que llegó a ese tugurio. El semielfo parecía un paladín por su porte y su armadura, además de que hablaba como tal. También le acompañaba un aura divina, imperceptible para los allí presentes, pero visible para Lynn, que detectaba el bien en aquel tipo de nombre Aleran.

- Los designios de mi deidad me han traído hasta este recóndito lugar del mundo. Como tú, pienso que el destino nos ha unido y nos ha puesto delante un camino, una prueba si gustas. Como dije, no perdemos nada en ir a ver qué se requiere. Busco aliados, camaradas si lo prefieres. Gente que tenga ideales parecidos para llevar la luz en esta época de oscuridad. - Sentenció la mujer mientras sonreía al resto.

Un rato más tarde, la normalidad parecía haber regresado a la taberna. O al menos, lo parecía, si no prestabas atención a los pequeños detalles. A pesar de la música y el ambiente, las conversaciones eran algo más quedas que antes, como si las amenazas de los emisarios reales persistieran en el ambiente como un humo pegado a las paredes.

Y con respecto al grupo que seguía en la parte más oscura de la posada, también había algunos detalles en su normalidad que podrían llamar la atención de quien los conociera bien. Tal vez fuera que Felsom estaba demasiado ensimismado, o Frenni demasiado borracho, o que Brennan y Elentirell mantuvieran un silencio más profundo de lo normal mientras bebían. O, especialmente, que Gealach estuviera sentada entre ambos con actitud protectora mientras miraba a la taberna en lugar de a la elfa.

Y fue entonces cuando un hombre algo inseguro se acercó a ellos, e hizo que cinco pares de ojos se levantaran hacia él, acompañados de un suave gruñido de advertencia de la loba.

-Esta noche todo el mundo parece dispuesto a interrumpirnos, así que adelante. -Contestó Brennan con cierta ironía cuando el hombre se acercó a ellos, suspirando. Al sentir que la actitud de su compañero no era hostil, Gealach cesó en su gruñido, pero continuó observándolo. -Pero creo que es costumbre presentarse antes de pedir ayuda a unos desconocidos.

Escuchó la petición de ayuda del desconocido, alzando una ceja cuando comenzó a establecer relaciones entre la secta de hombres-serpiente y los sucesos que narraba en otro lugar.

-Sinceramente, después de lo de hoy, tengo suficientes ganas de arrancarle la garganta a alguien como para sentirme con ganas de meterme en líos. -Gruñó, cuando el hombre cerró de nuevo el libro, mientras miraba a sus compañeros. -¿Qué pensáis?

-Supongo que la posibilidad de encontrar más lagartos podría ser suficiente para ti, Felsom… -Bromeó, intentando alejar la sombra del mal humor que el anterior encontronazo le había dejado.

-En cualquier caso… -Añadió, con una sonrisa torcida hacia el recién llegado. -¿Esa ayuda tiene ya un precio pensado?

Sin duda es un lugar extraño, no esperaba una entrada asi, ademas me habian dicho que era una tierra donde no habia mas que gobierno no reyes... A mi me parece bien ir juntos si nuestros caminos se han unido, por lo menos hasta que nuestras cabezas no peligren.

Eilan vestia con una armadura ligera, iba armado con varias armas arrojadizas y una mochila, no se podia clasificar demasiado sus habilidades.

Por cierto soy Eilan, aunque muchos me llaman eli.

El semielfo sonrió interiormente. Sabía que, en buena compañía, no había entuerto imposible de enderezar. El misterioso Eli parecía un sujeto más que capaz y Lynn le recordaba a los benévolos clérigos que, años atrás, habían compartido con él su fe y filosofía. De primera mano conocía los excepcionales poderes sanadores de los clérigos, y estimaba su valor más allá de lo que las palabras podían expresar.

 — Es un honor contar con vuestra compañía. — Dice a ambos. — Lynn, espero tener oportunidad para conocer mejor a tu deidad, pero no dejes que mi curiosidad te agobie. — Bromea con ligereza. — Por ahora, sugiero que nos alejemos de los vahos alcohólicos de esta taberna... Permitidme que pague vuestras bebidas. — Afirma, seguro de que en aquel lugar ya no tienen más que hacer.

— Propongo que nos encaminemos hacia el puerto. Si debemos coger un barco, no quiero arriesgarme a perderlo. — Se detiene un instante, antes de dirigirse al tabernero. — En cualquier caso, los marineros pueden ser mejor fuente de información que los que aquí se dedican a ahogar sus penas... — Concluye en un susurro, asegurándose de que el borracho que antes le increpó no pueda oírle.

 El grupo sigue tomando y hablando luego de aquel extraño encuentro con la guardia del "Rey" y los héroes novatos. Frenni lideró una revolución en su mesa y desobedeció a Brennan, tomando aún más cerveza y quedando en un completo beodo, como el borracho más hediondo del lugar. Por suerte estaba acompañado de sus compañeros, que elevaban un poco su imagen para que no quedara como un pobre miserable. Era un pobre miserable con amigos.

 En ese momento, un joven se acerca para hablarles, recordándoles su anterior aventura. Frenni ríe y se esfuerza por pararse sobre la mesa. Aunque no le gustaba que el chico se tomara la confianza de correr su jarra.

- ¡Por fin _*hic* nuestras hazañas son reconocidas! Nos merecemos gran respeto ^*hic* y alabanz- ¡Hey, no toques mi jarra! ¡Soy Frenni el- ¡OAH!

 El enano se tambalea en sus reproches y se cae para atrás, incapaz de terminar su oración. Dándole lugar al extraño para que hablase mientras el bardo recuperaba la compostura para poder seguir regodeándose de su popularidad. Aunque lo que llegó con aquel muchacho era otro pedido de ayuda. Mucho más cortes y menos coercivo que el del "Rey" de la ciudad libre. Brennan preguntaba por la opinión de sus compañero, pero en cuanto a Frenni la respuesta siempre sería la misma.

- ¡Es una aventura, Brennan! Solo los secos de corazón le dirían que no a una jornada de aventuras... ¡y yo tengo el corazón empapado de cerveza y gloria!

Por cierto soy Eilan, aunque muchos me llaman eli. 

El hombre de pelo cano se presentó. Había permanecido callado durante todo el tiempo, a excepción de alguna pregunta a los reclutadores sobre su montura. Cuando se presentó, La clérigo asintió con la cabeza y le sonrió, como devolviéndole el saludo gustosamente.

- Es un placer, Eilan. Seremos tres, entonces, los que nos dirigiremos a la cita señalada en el puerto. Dinos pues, amigo Eilan, cuales son tus habilidades. - Preguntó tímidamente al hombre.

En otra parte de la conversación, cuando fue preguntada por el mestizo, Aleran, Lynn no tuvo reparo alguno en mostrarle su escudo de armas, que iba adornado con un símbolo sagrado, perteneciente a todas luces a su deidad. Así mismo, mostró su símbolo sagrado también colgando de su cuello, en un pequeño medallón.

- Este es el símbolo de mi señora, pues sirvo a Lyris¹, quién guía mi destino. Ella controla la rueda del destino, dando a cada uno su justa recompensa o castigo, en función de su forma de actuar. Es dura, pero es justa. También me guía en el combate y me alienta cuando todo parece desfavorable. - Informó al semielfo en particular, pero incluyendo a Eilan en la misma conversación pues aunque no fuera una deidad común, tenía su propio panteón entre guerreros, clérigos y paladines de todo tipo.

A la propuesta sobre salir de la taberna y dirigirse hacía el puerto, a la cita señalada, la mujer asintió a sus nuevos camaradas, mientras se colocaba su mochila a la espalda para salir del lugar. No sin antes dar las gracias al paladín por la invitación.

- Te lo agradezco paladín. Espero que en el camino me informes también de a qué deidad profesas tu fe. - Le comentó pues aunque no era una deidad maligna, a todas luces, el interés de un clérigo por el resto de deidades era asumible, más sabiendo que su propia deidad era neutral.

Soy investigador, viajo sin demasiado rumbo intentando entender el pasado, el presente y el posible futuro del mundo y de los seres vivos. 

Una diosa curiosa, por algun lado anote algo sobre ella en un templo que visite bastante lejos de aqui. Era curioso porque rezabais al mediodia verdad? sois pocos...

Tan tranquila se mantuvo Elentirell que no le importó la contradicción que había tenido Brennan con la paladin, al parecer en las tabernas siempre había un aura combativo porque siempre alguna gresca se generaba y nunca terminaban bien. Al menos en esta ocasión no fue demasiado lejos, aunque teníamos al medioelfo un poquito alterado, algo que le divirtió a la elfa ya que lo miraba con cierto aire travieso. 

Pero antes de decir nada, apareció un sujeto que tenía una nueva oferta y ésta no pareció del todo mala, así que mientras disfrutó de la cerveza, escuchó a sus compañeros para que ellos vayan pintando el panorama. No sólo eso, sino que también ayudaría a Elen para tomar una decisión. 

—Primero, tu te calmas —dijo divertida y le sacó la lengua—. Tan tenso... Hm. 

Estaba claro que se estaba metiendo con Brennan, le gustaba hacerlo y a la hora de dar una opinión, suspiró como era habitual. 

—No sé que diantres tenemos que ver con estos religiosos perturbadores, pero bueno no me importa hacer una limpieza más que apestan y se reproducen los malditos—comentó tras escuchar a Frenni y Bren—. Eso, de cuanto dinero hablamos. No trabajamos gratis. 

Luego miró a Frelsom, era quien debía opinar. 

- Eso depende. - Contestó la clérigo. - En un día normal primaveral y una región de clima templado, podría ser. Pero en mi orden lo que buscamos es el equilibrio, por eso en esas circunstancias oramos al medio día.  En invierno o con lluvia, tempestad y situaciones dispares, siempre es preferible hacerlo a primera hora, pues ese equilibrio que buscamos es más caótico. - Comentó a su compañero, que parecía saber sobre su deidad.

Era una suerte que aquella dichosa mujer se hubiera alejado del grupo. Felsom no tenía nada contra las mujeres, ni contra las clérigos, ni contra las mujeres clérigo, pero estaba seguro de que si la discusión con Brennan hubiera continuado, era cuestión de tiempo de que todo terminase en sangre, sudor y muchas lágrimas.

Por suerte, al final la cosa había quedado en nada, por lo que Felsom pudo destinar su atención a escribir una receta en un pergamino. Sus compañeros podía observar que el nigromante se había puesto unas lentes sin cristales para escribir, adoptando una actitud bastante callada y severa para lo que acostumbraba en él. El lanzador de conjuros no desvió la mirada de aquel pergamino mientras escuchaba las palabras del hombre delgado que se les había acercado con intención de contar con sus servicios.

-Como dice el compañero, no solemos trabajar gratis, pero, ¿cuál sería la recompensa? -preguntó, alzando la mirada. Felsom se quitó las gafas y se llevó una de las patillas a la boca, donde sus dientes amarillentos comenzaron a mordisquearla-. Has mencionado a un tal Kalarel, un... sacerdote. En un día como hoy, diría que no necesitaría de una recompensa muy elevada si hay que enfrentar a un clérigo -declaró, pues era evidente que luego del incómodo rato con Lynn, a Felsom no le importaba tener que enfrentarse a algún clérigo remilgado-, siempre y cuando se me permita tomar las partes más tiernas...

Luego de pagar por la comida y bebida en la taberna, se encaminan hacia el puerto que les habían mencionado, el sol está brillando en lo alto del cielo y pueden observar cómo hay bastante bullicio en el lugar, pueden notar como cargan y descargan algunos de los barcos; otros preparan sus velas y levan anclas. Cuando llegan al muelle indicado, pueden ver a dos guerreros con armaduras similares a los de los emisarios, quienes cortan el paso antes de que puedan continuar a bordo; los emisarios llegan justo tras ustedes y con un gesto hacen que les den vía libre a bordo.

Cuando se encuentran abordo uno de los emisarios se pone frente a ustedes, se quita el yelmo y lo pone bajo su brazo, -muy bien, al parecer son los únicos que han atendido el llamado, realmente no se busca ejecutar a nadie, tan solo es parte de nuestro trabajo mantener a raya a estos piratas y contrabandistas, que creen poder hacer de las suyas por siempre- el hombre suelta un bufido y con un movimiento de cabeza indica a un guardia que se acerque, éste le entrega el yelmo y acto seguido se retira; el emisario toma de su bolsa un pergamino, quita la cinta que lo enrolla y procede a desplegarlo; ante ustedes hay un mapa de lo que parece ser una villa, hay marcados unos lugares que de los cuales se destaca un punto en lo que parece ser un molino.

-El líder del pueblo, un viejo mediano un tanto robusto y de cabello blanco llamado Gerard, ha notificado que un oso ha atacado el caserío y han solicitado ayuda- levanta la mirada para ver si prestan atención y continúa, -tendrán alojamiento y comida gratis mientras resuelven el problema, además de la paga, claro está-. El hombre enrolla de nuevo el pergamino y lo entrega a Lynn, -cuando lleguemos a tierra firme tendrán un carromato que les acercará hasta la villa- también les entrega a cada uno un broche, se trata de una letra V al revés cruzada por una serpiente; -con esto podrán identificarse como enviados de Valikar, el resto de información la obtendrán de Gerard, en Espuma Blanca-.

El delgado hombre se intimida por la Elfa, se le puede notar como sus mejillas se tornan de color rojo y de inmediato baja la mirada, aun tembloroso, mueve hacia adelante su mochila y pone sobre la mesa una bolsa con monedas, -dentro de la bolsa hay quinientas monedas de oro… las pueden contar si gustan-. El hombre levanta una ceja al escuchar lo de las partes tiernas, comentario proveniente de Felsom, -supongo que sí- dice un tanto confundido.

-Es una hipótesis pero, tal vez el culto sacrílego tenga algo que ver con lo que se llevaba a cabo en Freeport- levanta la cabeza observando alrededor, como si esperase que nadie hubiera escuchado su comentario, -puede que sean cultistas que se hayan replegado hacia Refugio Invernal o de donde provinieron los que estaban aquí- el hombre pareciera divagar y aunque estaba hablando con ustedes, pareciera que hablara para sí mismo.

-¿Podrán ayudarme con este encargo?-

Aquel hombre había resultado más "educado" de lo que esperaban, pues incluso se disculpó a su manera sobre el tema de las ejecuciones por no acudir a la llamada.

La sacerdotisa escuchó lo que tenía que decirles aquel emisario, mucho más cuando les explicaba el trabajo a llevar a cabo y les mostraba aquella especie de mapa.

- Mi nombre es Lynn, servidora de señora Lyris y aceptaré ayudar en este entuerto, pues parece que en Espuma Blanca tienen serios problemas. - Comentó la joven. - Solo una cosa, señor. ¿Cuánto tardaremos en llegar a Espuma Blanca? - Preguntó al caballero que se quitó el yelmo.

Mientras recibía el pergamino de manos del extraño emisario, la clérigo volvió a abrirlo para echarle un vistazo, antes de volver a enrollarlo y guardarlo a buen recaudo junto con las cosas que llevaba encima. Al coger el broche, optó por colocárselo a la altura del pecho, a un lado, haciéndolo visible para cualquiera. De esta forma, pensaba, no se perdería y no tendría que andar sacándolo y guardándolo.

Aleran disfruta un momento de los rayos de sol mientras intenta caminar con rapidez, sin estorbar el ajetreo de los trabajadores del muelle. Junto a sus compañeros, alcanza el que pronto será su barco y escucha con atención las palabras del emisario. Que las ejecuciones públicas quedaran en mera amenaza tranquiliza sus ánimos, librando su conciencia de la idea de estar sirviendo a un tirano.

— Espero que los daños del caserío no sean severos, pero me pregunto... ¿Qué habrá causado la ira del animal? — El semielfo se rasca la barbilla. — Los osos cavernarios no son depredadores carnívoros; son ermitaños y no suelen atacar sin provocación. — Intenta recordar sus escasos estudios al respecto. — Forzosamente debe estar hambriento, enfermo o motivado por alguna otra causa que desconocemos. — Añade.

— Quizás podamos encontrar una solución que no implique su muerte. — Piensa detenidamente. — En cualquier caso, yo secundo las intenciones de mi compañera, Lynn. Gerard puede contar con mi ayuda. —  Dice, mientras se ajusta el broche con la insignia de Valikar.

El tintineo de las monedas de oro que colocó el hombre delgado sobre la mesa fue como música para los oídos de Felsom. El nigromante acercó una mano a la bolsa y la agarró, manteniendo la mano sobre si estuviese pesando aquella bolsa, casi como si estuviera valorando si merecía la pena trabajar por esa cantidad de oro.

-Para mí, es un pago muy aceptable -afirmó, decidido a embarcarse en aquella misión. Con suerte, habría órganos y partes de cuerpos suficientes como para tenerle bien alimentado una temporada-. Sí, podemos ayudarte con el encargo. Al menos de mi parte, estoy dispuesto a ayudar -dirigió una mirada a sus compañeros para saber con seguridad si ellos también estaban a favor de embarcarse en ese nuevo encargo.

—No tengo problema alguno, al contrario. Acepto también el pago y la misión en si—dijo Elen tras Felsom—. Siempre hay tiempo para desentrañar misterios y dejar carne tierna para mí compañero. 

Claramente hablaba de los monjes o lo que sea que estén detrás de todo esto. No tenía mucho por hacer ahora mismo, así que le vino bien un poco de adrenalina, buen pago y quizás, consigan algo mayor en medio de todo esto. 

 La bolsa con monedas que aquel joven hombre depositó en la mesa despertó los sentidos de Frenni, que aunque estaba tumbado sobre la mesa por el beodo se arrastró de a poco para sentir las monedas de oro a través de la fibra de la bolsa con sus pequeñas manitos. Era una sensación dulce, aunque el alegre bardo hubiera zarpado a la aventura por cualquier monto. Era, después de todo, un aficcionado a la aventura. Pero bueno... más dinero signficaba más cerveza en el futuro.

- ¡Pues decidido en^*hic*tonces! Nos embarcaremos en esta nueva aven_*hic*tura y-

 Frenni se detuvo a si mismo, mirando a la última persona en la mesa  ala que le faltaba confirmar su decisión. Brennan, que era desconfiado por naturaleza y ya había tenido sus encontronazos en aquella velada, quizá lo pensara más detenidamente antes de decirle que si al hombre. Pero Frenni quería que el druida se dejara llevar por la aventura.

 Acercándose a su compañera, Frenni lo mira con ojos de borrego y las manos jutnas en forma de plegaria. Y también se podía sentir, debido a la corta distancia, el aliento a alcohol que el muchacho emanaba.

- Brennan, di que si... va^*hic*mos, di que siiiii...