Partida Rol por web

Brennan escuchó a sus compañeros, con la más leve sombra de una sonrisa en su rostro sombrío. Lo cierto era que comenzaban a conocerse más de lo que cualquiera de ellos habría esperado. Ninguna de las respuestas de los otros le había sorprendido,  como tampoco él  esperaba convencerlos. Incluso Gealach, a su lado, parecía tan relajada como cuando estaban solos en el bosque. 

-Está bien,  diré  que sí... -Gruñó ante la insistencia del gnomo, poniendo una mala cara que no sentía realmente. La compañía de los demás ya había disipado gran parte de su mal humor. 

-Sin embargo, compañero... -Añadió  mirando al hombre que acababa de sacar el oro. -Ya te he dicho que no acepto trabajos de desconocidos. Así que puedes empezar por presentarte... y contarnos por qué pagas tanto por dar caza a unos cultistas. Después, podremos hablar del transporte.

Eilan acompaño a sus dos nuevos conocidos y por lo que parecia futuros compañeros de viaje y proxima aventura.

Poco hablo mas....Eilan demostraba una observacion del mundo alrededor constante. Se coloco el broche sin demasiado miramiento, le gustaba las distinciones, asi que no le parecia mal, Yo solo he venido por la amenaza sobre mi cabeza, pero ya que estoy aqui...echare un cable sin dudarlo.

El hombre se ríe mientras endereza su espalda y se rasca la cabeza, -disculpen mis modales, mi nombre es Amberus, Amberus de Raftian, profeso la palabra de mi señor Kord- lleva la mirada hacia la bolsa de monedas y con un gesto casi pícaro vuelve a dirigirse a Brennan, -mis más valiosas posesiones en este mismo instante son ésta maza- dice acariciando el mango de su arma -y mi amuleto, no poseo tanto poder como desearía, pero mi más profundo deseo es poder erradicar el mal, qué mejor tesoro- se queda en silencio, pensando que aún no ha respondido del todo a la pregunta del Druida; -cierto… la comisión es directamente de parte de mi maestro Parbario, es quién me ha encomendado la misión-.

Nuevamente busca entre su mochila y toma un pequeño rollo de pergamino, -y en cuanto al transporte, este es nuestro boleto de ida- dice meneando el papel en su mano.

El hombre finalmente se había presentado como Amberus de Raftian, revelando que se trataba de un clérigo de Kord. Después de haber conocido brevemente a Lynn, Felsom no tenía en mucha estima a los clérigos. Sin embargo, al menos aquel humano era educado e iba a pagarles bien.

-¿Un pergamino de teletransporte? Adelante, úselo -le dijo el nigromante al clérigo, puesto que en principio no creía que sus compañeros quisieran poner más asuntos en orden en aquel lugar.

—Nunca les sacas más de dos monedas a estos, que asunto...—protestó. 

Pero ya había aceptado, así que tocaría mover un poco el esqueleto con sus compañeros de equipo. El humor de Brennan le divertía y ganas no le faltaron para pinchar un poco al druida. Aunque se contuvo y espero respuesta al comentario de Felsom. 

Quería ver qué tal iba eso del pergamino, jamás había usado uno. 

-Muy bien, Amberus, esto ya es otra cosa. -Contestó al clérigo, con una media sonrisa enigmática. -Yo soy Brennan, y la señorita ahí sentada es Gealach. -Añadió, haciendo un gesto hacia la loba.

Sin embargo, la expresión del druida cambió cuando Felsom le urgió para usar el pergamino que parecía creer contenía un hechizo para viajar instantáneamente.

-¿Teletransporte? -Repitió lentamente, como si hubiese escuchado mal, y luego miró al clérigo en busca de confirmación. -No creo que sea necesario algo así. Refugio Invernal no puede estar tan lejos, y el barco es más seguro que esas… cosas de magos.

-Escuché que una vez un hombre usó uno de esos y apareció con la cabeza puesta del revés. -Masculló, con evidente desagrado.

 La afirmativa de Brennan relajó la insistencia de Frenni, que dejó de molestar al druída y simplemente se tiró en la mesa, abrazando un pedazo de pan a medio comer. Dejó que sus compañeros arreglasen los detalles de la misión, aunque cuando vio aquel pergamino misterioso que sacó Amberus no pudo evitar fascinarse automáticamente con la idea de ser teletransportado. Como un niño que se fijaba en el primer chuche que veía en la juguetería.

 Irónicamente, la anécdota de advertencia que Brennan había mencionado solo logró emocionar más al borracho joven.

- Uhhh... ¡quiero probarlo! ¡quiero probarlo!

Amberus ladeo la cabeza observando a Felsom, -tele…trans- lleva la mirada al pergamino y esboza una agradable sonrisa, negando con la cabeza, -no mi señor, esto no es un pergamino de portal mágico o teletransporte, ya desearía yo que me dejaran usar una cosa de esas- el delgado hombre suspira y desenrolla el trozo de papel, -concuerdo con ello mi señor Brennan; esto es un pase para ir en barco, he podido contratar un balandro, no es muy grande, pero será suficiente para nosotros-.

El joven hombre organiza sus cosas, acomoda su mochila y se encamina hacia la salida de la taberna, -supongo que necesitan prepararse para el viaje, comprar cosas y demás…- mira el atuendo del grupo y añade, -espero que no se ofendan por lo que voy a decir, pero sería buena idea que compraran algo de ropa, una más abrigada, hacia donde vamos puede que no tengamos un clima tan delicioso como este-.

A pesar de que había mantenido la compostura, en cuanto el sacerdote explicó que el papel que sostenía era simplemente un pasaje de barco, y no un pergamino de teletransportación, Brennan se relajó visiblemente, y la sonrisa regresó a su rostro ante la perspectiva de un viaje tranquilo, sin un uso excesivo de la magia arcana ni posibilidades de que su cabeza apareciera dada la vuelta.

-Bueno, no pasa nada. -Contestó, palmeando la pequeña espalda de Frenni con buen humor. -Seguro que en otra ocasión tenéis opción de probar esos portales para hacer un viajecito. Mientras, un poco de brisa marina en la cara nos vendrá bien. -Miró al clérigo en busca de más información. -¿Entiendo que saldríamos mañana por la mañana?

Escuchó el consejo de su nuevo contratante con una sonrisa condescendiente en la cara. Los habitantes de la ciudad siempre eran así, conservadores con respecto a los viajes. Pero él había aprendido a considerar al clima un compañero de viaje más. A veces indulgente, a veces cruel.

-Hemos viajado por montañas mucho más frías con esta ropa, Amberus. -Añadió, acariciando el pelaje de Gealach, que respondió a las atenciones de su compañero frotando el hocico contra su pierna. -Pero tienes razón, nos vendrá bien prepararnos para el viaje. Según dicen, el tiempo es traicionero en ese lugar, y las tormentas no tienen piedad de los incautos.

-Mhmm… Frenni, Felsom… ¿Creéis que podríais ocuparos de conseguir comida para el viaje? -Preguntó a sus dos compañeros, y luego miró a la elfa con cierta intención. -Mientras, Elen y yo podríamos ir a buscar esa ropa de abrigo.

El rostro de Felsom mostró una palpable decepción y una honda tristeza al escuchar que el pergamino de Amberus no se trataba de un pergamino de teletransporte mágico, como había intuido inicialmente.

-Oh... pensé... pensé que era uno de esos pergaminos... -comentó el nigromante, con una fingida teatralidad-. Ahora moriré sin saber lo que es teletransportarse... -indicó, cubriéndose el rostro con una de las manos y fingiendo un ligero sollozo.

No obstante, a pesar de sus locuras, Felsom sabía cuándo debía parar, por lo que cuando se quitó las manos del rostro estaba ya de nuevo sereno, preparado para escuchar a Amberus, quien indicaba que el pergamino era un pase para viajar en un barco.

-Bueeeeno, a veces los barcos me marean, pero puedo soportarlo -reconoció el nigromante. Al escuchar la recomendación del hombre sobre comprar ropa, asintió. Ropa invernal para que fuesen más abrigados. Con suerte, no sería muy cara. Miró a Brennan cuando indicó que él y el gnomo se ocupasen de comprar la comida para el viaje-. De acuerdo -accedió, dirigiéndole una sonrisa a Frenni, sabiendo que le tocaba ir con él-. Lástima que la clérigo de antes ya se haya marchado. Podría haber servido para cocinarme algo de lengua... -comentó, y aunque Amberus podía pensar que era una broma, todos sus compañeros sabían que los gustos culinarios del caníbal no eran una broma en absoluto.

Vaya, que fracaso había sido este emisario cuando no tenía entre sus manos lo que esperaba el resto, así que torció el gesto al escuchar que irían por mar y no le pareció tan mal. Si no toleraba a alguno de sus compañeros, lo podía sumergir por un buen rato y ya estaba. Lo bueno es que con su sonrisa desbordante de malicia, una que ya los presentes conocían de memoria, se acercó a Brennan cuando éste propuso de ir juntos por la ropa. 

—Me vale, voy con este—comentó sin más—. No tengo problema con el frío, pero algo conseguiremos así no se padece. 

Y sin más miró al medio elfo con un gesto cómplice. 

—Perfecto, nos encontramos en un punto a tal hora. Al menos necesito dos... 

Bromeó claramente, aunque para asesinar 5 minutos le bastarían. Pero bueno, le tocaba hacer compras y a ver si podían hablar un poco. 

Atrevida como nadie pero buena a la hora de ser sigilosa, arañó la espalda de Brennan y le susurró. 

—Hm... A solas, las cosas que podemos hacer. 

 El grupo se había hecho una idea equivocada, que Amberus tuvo que aclarar matando las ilusiones de los presentes. Salvo Brennan, quien no tenía interés en aquellas "nuevas experiencias". Frenni, por su parte, resolpló con decepción y se sentó en canasta en la mesa, apoyando su cabeza en sus manitas mientras escuchaba el resto del plan.

- Bueno, viajar en barco siempre me inspira con mis baladas de altamar... y quien dice, quizá consiga enamorar a alguna sirena en el camino.

 El simpátcio bardo sacó su flautín de su mochila con la intención de tocar algunas melodiosas notas de ejemplo. Sin embargo, la borracherra del gnomo hizo que terminase soplando por uno de los agujeros equivocados, produciendo una cacofonía poco elegante de la que esperaba que nadie se acordase en el futuro. Guardo nuevamente su instrumento, esperando para usarlo cuando el beodo dejara de afectarle los sentidos.

- A conseguir comida, entonces... solo tengo que asegurarme de que Felsom no me meta en la bolsa de provisiones.

Brennan estaba satisfecho. Mezclar a Frenni y Felsom parecía una idea arriesgada, especialmente cuando el nigromante había declarado muchas veces su interés en el sabor del pequeño músico, pero con el tiempo parecían haber llegado a un equilibrio. Además, Freeni se encargaría de conseguir comida más normal, mientras que lo que Felsom comprara podría compartirlo fácilmente Gealach.

-No creo... -Bromeó con el gnomo cuando éste habló de la posibilidad de convertirse en parte de las provisiones. -Él sabe que es mejor mantenerte fresco para una emergencia. 

Una afilada sonrisa se formaba en sus labios, cuando de pronto dio un respingo, alterado, y se giró para encontrarse con los ojos de Elentirell que lo observaban. 

-Bien, nos encontramos en la calle del cuervo en una hora. -Asintió, y luego desvió la mirada imperceptiblemente hacia la loba. -Gealach tendrá hambre, la dejaré en casa cenando. Y cuando tengamos todo, nos vemos todos en casa.

Por un momento, se sorprendió de lo que acababa de decir. En casa. Como si aquellas ruinas que habían, de algún modo, conquistado, se hubieran convertido en una suerte de hogar. Pero, tras pensarlo un momento, se dio cuenta de que se equivocaba. Esas ruinas eran simplemente una húmeda cueva que no echaría de menos cuando la dejaran atrás. 

Si se había referido a ese lugar como casa, era simplemente por aquellos con quienes la compartía. Brennan sacudió la cabeza, y dejó escapar un bufido. Menuda locura. Un gnomo idealista, un mago caníbal, una elfa asesina, una loba y... y él. No tenía el más mínimo sentido.

Y sin embargo, el druida sonreía.

El hombre atiende a la pregunta de Lynn, -a lo mucho serán tres días de viaje, no es muy lejos de aquí- ahora vuelve su mirada hacia el Elfo, llevando su mano hacia su mentón acariciando su poblada barba, -es realmente un misterio hasta ahora, nuestra armada realmente no tiene tiempo para ese tipo de investigaciones, por ello se ha decidido contratar a un grupo de aventureros- el hombre hace un par de gestos y los soldados en la embarcación comienzan e levar el ancla y soltar los cabos, -partiremos de inmediato, pueden ponerse cómodos y si necesitan comida o alguna otra cosa, pueden preguntar a la primer oficial, ella quedará a cargo de ustedes- hace un gesto cortés antes de retirarse y se encamina hacia el timonel.

Un par de horas más tarde del incidente de la taberna, Brennan caminaba a paso rápido por las callejas del puerto. Después de ultimar los detalles con su nuevo contratante para zarpar al día siguiente, había acudido a una carnicería, y había comprado la pieza de ganado más apetitosa que había podido encontrar antes de volver al subterráneo que usaban como base.

Allí, después de dejar a Gealach satisfecha y entretenida con su inesperada y lujosa cena, había cogido una buena cantidad de monedas y había apalabrado con un comerciante local la compra de unos cuantos abrigos gruesos. Por una propina extra, el vendedor había aceptado llevárselos directamente al barco en el que viajarían.

Lo que le dejaba, esencialmente, el resto de la noche libre. Y era por eso que caminaba por el puerto, rumbo al lugar con el que había quedado en reunirse con Elentirell.

La luna brillaba, casi llena, y una suave brisa nocturna llegaba, saturada de sal, desde el oscuro océano, y acariciaba su piel y su pelo, agudizando sus sentidos y haciendo que su piel se erizara. O, tal vez, fuese la expectación por lo que pudiera suceder lo que hacía que se sintiera extrañamente vivo aquella noche.

Sus pasos se ralentizaron hasta detenerse junto al embarcadero en el que debían encontrarse, pero no vio rastro de la estilizada figura de su compañera. A esas horas de la noche, ya pocos quedaban que pasearan fuera de las tabernas y posadas, así que Brennan se limitó a sentarse en una de los grandes rollos de sogas, y dejó que sus ojos vagaran por los reflejos plateados que la luna arrancaba a las olas.

No se molestó en tratar de buscar a la elfa, o de adivinar cuándo llegaría. Eso sólo lo pondría nervioso, y ella era lo suficientemente sigilosa como para no ser vista cuando pretendía acercarse con cuidado.

Y además, aunque puede que no lo admitiera en voz alta, anhelaba ser sorprendido por ella.

Había sido una jornada bastante aburrida para alguien de acción como Elentirell, aún así pensó que sería divertido vagar por las calles sin buscar nada en especial. No sólo hizo sus propias tareas, sino que anduvo en solitario quizás para organizar sus pensamientos y poner en orden alguna que otra cuestión interna que por el auge de la batalla, las recompensas y demás, no había podido procesar como corresponde. Es que pese a su máscara de mujer dura, determinante, existía una mujer que necesitaba calor en su corazón y sus faltas a la hora de relacionarse, no ayudaron en disfrutar de buenos ratos en compañía. 

Por esa razón es que ahora con Brennan se abrieron las puertas a algo más, entre tanto juego, provocación y algún que otro anhelo, pudo conectar con él pese a sus diferencias en cuestiones de personalidad. Ya ataviada como de costumbre con sus ropas negras, ese pantalón bien ceñido al cuerpo y su blusa bien ajustada al cuerpo, le permitió cuando esa capa se movía, lucir un bonito escote. Además su actitud no era como la de siempre, estaba más relajada. Aunque en algo sí que no cambió, no cuando se mantuvo en las sombras esperando al medio elfo, un poco al acecho pero más por diversión. 

Cuando lo vio allí lo siguió con la mirada, esperó tranquila a que se acomode y en cuestión de minutos ya estaba Elen detrás de su espalda mientras sus labios acariciaron la oreja de Brennan. 

—Siempre te confías tanto—dijo en un tono juguetón mientras su dedo dibujó una línea en su cuello—. Un corte muy limpio me dejarías. 

Tras aquella amenaza, sólo dejó un dulce beso húmedo en ese lugar y se separó para ver su reacción. 

Ella estaba detrás de él.

De algún modo, Brennan lo supo. Lo cierto era que no había escuchado nada, ni tampoco sus otros cuatro sentidos lo habían advertido. Pero había algo en la forma en la que sus entrañas se habían encogido de pronto que no podía explicar de otro modo. Y en ese momento, la voz de la elfa llegó hasta él como un susurro justo detrás de su oreja, y el dedo de ella pasó por su cuello.

-Si tengo que morir, mejor por un corte limpio… -Trató de contestar con picardía, pero sus últimas palabras se entrecortaron cuando sintió los labios de ella en su cuello, y un sonido grave y anhelante, en mitad de un ronroneo y un gemido, se escapó de su garganta.

Lentamente, se giró hacia ella, y sus ojos oscuros recorrieron su silueta, deteniéndose un poco más de lo necesario en las zonas donde sus ropas dejaban ver su piel que brillaba, pálida como el mármol, a la luz de la luna.

-¿Siempre ejecutas así a tus presas? -Preguntó, con esa sonrisa ligeramente salvaje que solía esbozar cuando se dejaba llevar por sus emociones. -Tal vez debería poner precio a mi cabeza...

Con cuidado, se levantó del rollo de cuerda en el que se había sentado para dar un paso hacia ella, acercado su rostro al suyo.

Esas respuestas le gustaron en demasía a Elen mientras se quedó a la espera de una reacción, incluso descubrió varias hasta que el rostro de aquel medio elfo quedó cerca del suyo. En ese momento la asesina se mordió el labio inferior muy tentada por la cercanía e incluso se atrevió a acortar aún más las distancias, todo con tal de que el roce de sus labios al hablar, lo sienta Brennan como si fuera una ligera caricia. 

—Deberías. 

Y no dijo más, simplemente la tensión estaba latente hacía ya tiempo entre los dos y sin una loba que esté molesta por la cercanía, la asesina aprovechó que éste era el momento para terminar de acortar toda distancia y así besar los labios de su compañero con ganas, hacía tanto tiempo que no tenía un momento así que se sintió extraña y a su vez, si el druida se lo permitía, lo disfrutaría con ganas.

—Deberías. 

Brennan sintió esa palabra tres veces, cada una de las cuales más amplificada que la anterior. La sintió suavemente en el susurro pronunciado por la elfa que llegó hasta sus oídos. La sintió, tenue pero profundamente, en la forma en la que sus labios rozaron los suyos al moverse. Y la sintió, recorriendo todo su cuerpo como un escalofrío, cuando su aliento se mezcló con el suyo.

Pero incluso eso quedó relegado al olvido cuando Elentirell hizo desaparecer la última distancia que los separaba y unió su boca con la suya, desterrando cualquier atisbo de pensamiento.

Los labios de la elfa eran cálidos y suaves, y por un momento Brennan creyó sentir en ellos también una tierna vacilación, como si no estuviese segura de cómo iba a reaccionar él.

Se apresuró a disipar esas dudas. Cerró sus manos tras la espalda, y acercó su cuerpo al suyo, sintiendo las curvas de su pecho contra él. Besó sus labios con premura, con necesidad, como un peregrino del desierto bebería de las aguas de un oasis. Dejó que sus labios recorrieran los suyos antes de abrirlos y buscar el roce de su lengua sobre la suya, de unir sus alientos en uno solo.

Y tras un instante interminable, acabó separándose de ella para recuperar el aliento, mientras el corazón le martilleaba en sus oídos con tanta fuerza que había dejado de escuchar incluso el rumor de las olas.