Partida Rol por web

Legado Oscuro I: Vitae

Escena Personal: Justine Lesauvage

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17/05/2016, 18:20
Justine Lesauvage

El juramento que me realizó Jean-Paul sonó serio y sincero. Una parte mía se alegró de escuchar esas palabras, aunque las siguientes que pronunció, no me gustaron tanto. Después de lo ocurrido en el bosque entre ambos, después de descubrir lo ocurrido con Eric, de ver a una familia destrozada y el dolor en mis ojos, creí que Jean-Paul me sostendría en sus brazos hasta que me desahogase... o hasta que me durmiese en ellos. A fin de cuentas seguía siendo una mujer que necesitaba sentirse segura y protegida.

Solté la mano de Jean-Paul y volví a sujetar el vaso de té, el cual me bebí de golpe. Si quería dormir, me iba hacer falta eso y quizás mucho más. Esta bien. Le respondí con un tono triste y apagado mientras me levantaba. Te veré mañana. Descansa.

Le dije casi sin mirarle. Caminé lentamente hacia las escaleras, cabizbaja y con la mente casi perdida. Subí cada peldaño de la escalera que daba a los dormitorios, la cual me pareció interminable. El recorrido hasta mi dormitorio, eterno. Todo me había trastocado y dolido, pero quizás más aún ese abrazo que tanto necesitaba y que no llegó, esta vez no.

Abrí la puerta de mi habitación y entré como un zombi. No sólo me quité el vestido, sino que lancé a un lado toda la ropa que llevaba puesta. Me asee bien antes de meterme en la cama, esperando que el té hiciese su trabajo en mi cuerpo y mi cabeza. Luego me puse el camisón y me tumbé en la cama, cubriéndome con las sábanas, me quedé mirando hacia la ventana.

Luego miré hacia el techo.

Me tumbé de lado y cerré los ojos nuevamente.

Me volví hacia el otro lado, buscando la mejor postura para dormir.

Finalmente me abracé a la almohada, imaginé que era Jean-Paul y que estaba entre sus brazos. La apreté con fuerza hacia mi. Quería llorar, pero debía seguir siendo fuerte aunque sabía que mi almohada me guardaría el secreto de lo vulnerable que era en ese instante, como tantos otros que albergaba en su interior. Casi tantos o más que los plumones que la formaban. Y así permanecí, esperando a que el sueño se apoderase de mi y toda esa pesadilla quedase atrás.