Partida Rol por web

Sora asintió y sigilosamente se acercó a la ventana para dar un vistaso, mientras que el mundae por su parte vigilo los alrededores con la mirada. Si bien la Villa daba un aire de tranquilidad y quietud, algo hacia sentir incómodo a Aramiel. Había una sensación que sentía en la parte posterior de su cabeza, esa sensación de que alguien te observaba. Primero lo asocio a que era el nerviosismo el que le pasaba una mala jugada, pero recordó que ha veces el instinto es mucho más acertado que la mente. Había alguien observándolos y para mala suerte, el no podía ver quien era y de donde lo observaban. .

- mi señora Sora -empezó con un susurro- creo que alguien nos observa, aunque no puedo decir quien o donde se encuentra -el no apartó su vista de las casa que rodeaban el lugar en el que se encontraba, mientras susurraba a Sora- ¿ha visto algo en en el interior de la casa?.

Sabiendo que mi compañero me cubría las espaldas vigilando el exterior, me centré en mirar a través de la ventana hacia el interior de la casa. Pero todo estaba demasiado oscuro allí dentro, dificultando saber si el lugar estaba vacío. De todas formas no me pareció que hubiera vida en su interior así que, frustrada al no haber conseguido nada, me dirigí a Aramiel.

—No se ve nada pero tengo la sensación de que no hay nadie dentro.

Sabiendo como era de prudente y recto Aramiel, debatía conmigo misma si sería una buena idea proponerle entrar en la casa, más aún cuando él parecía estar convencido que alguien nos espiaba desde las sombras del exterior. Entrar en la casa sin permiso y que alguien nos pillara, nos haría meternos en un gran lío que impediría que pudiéramos seguir adelante con la misión. Pero por otra parte, no seguir investigando también nos colocaría en un punto muerto.

—Podríamos colarnos ahí dentro para intentar sacar algo en claro... —Se notaba la duda en mi voz—. Pero si estás convencido de que alguien nos observa quizás no sea buena idea. Puedo intentar entrar yo mientras tú vigilas el exterior y me cubres las espaldas...

Dejé caer la idea para ver si Aramiel la aceptaba o, por el contrario, se le ocurría algo mejor.
 

Aramiel sopeso la idea de Sora unos momentos, mientras aún escrita a las sombras en busca de la "presencia" que lo incomodaba. No era un mal plan, ya que el mundea carecía de las habilidades de sigilo que su compañera poseía. Pero también estaba en juego el ser descubiertos, más aún con esa "presencia" en la oscuridad. Al mundea se le vino a la mente fugazmente el escenario de la cueva y decidió nuevamente confiar en su compañera.

-No tenemos otra opción que esta- susurro nuevamente sin apartar la mirada hacia la oscuridad- Recuerda sólo dos cosas. No entres en combate directo si nos es extremadamente necesario y avísame de cualquier problema con una señal que pueda reconocer fácilmente para ir en tu ayuda. Estaré vigilando afuera, cualquier indicio de personas que quieran entrar, realizare el sonido un búho. Que los espíritus te guíen con pies ligeros, mi señora Sora.

Aramiel estaba cada vez más tenso, pues pocas veces había tenido que recurrir al allanamiento de una morada. Sus habilidades estaban enfocadas en la diplomacia y en la curación. Aún así, la vida del mercenario raras veces se ajustaba a como quería que fueran sus misiones. Por suerte contaba con Sora y al menos esperaba que no cometiera ninguna imprudencia en lo que concierne a ser discretos.

Moviéndome con sumo cuidado y de forma silenciosa, observé las posibilidades que me ofrecían tanto las ventanas como las puertas, para saber si podía entrar por algún sitio, pero todo parecía estar muy bien cerrado. Intenté por varias veces forzar la puerta ya que tenía miedo que, en las ventanas, el cristal que las protegía se rompiera con el conseguiente ruido que alertaría a todo el pueblo.

Pero la puerta, por más que lo intenté, no parecía querer ceder. Me empezaba a frustrar, dudando de mis propias capacidades, pero también ese obstáculo que tenía delante y que tanto esfuerzo estaba requiriendo de mi parte, me hacía pensar que lo que se ocultaba en el interior de la casa era importante.

Ante la incapacidad de poder abrir la puerta, intenté probar suerte con una de las ventanas la cual, al igual que ya había ocurrido anteriormente, tampoco quiso abrirse. Pero lo que quedó claro fue que la fortuna había huido de mi lado pues, cuando menos lo esperaba y en el silencio de la noche, la piedra con la que tropecé y que no había visto hizo que lanzara un juramento por la sopresa y, a pesar de no haberlo dicho en voz alta, resonó como si de un grito se tratara.

—Es imposible entrar aquí, está todo muy bien cerrado. —Me sentía muy enfadada con la casa que no dejaba descubrir sus secretos y conmigo por mi torpeza—. Creo Aramiel que será mejor que nos vayamos. Seguro que alguien me ha oído.

La mirada persistente en las sombras en busca de la presencia, se vio interrumpido por los ruidos provocados por Sora. Aramiel siento una oleada de miedo y nuevamente escudriño la oscuridad por sí alguien salía para ver que sucedía. Pero el alivio inicial entre no ver a nadie, paso a trasformarse en sospecha ¿porque nadie venía? ¿No siquiera una luz en alguna casa que indicara que alguien se despertó? El mundae estaba entre el temor de ser descubiertos y ante la sospecha que había algo mas. 

- Nadie viene, mi señora Sora- respondió en un susurro- extraño, aún así una oportunidad. Diría que lo intentara nuevamente o busque otro sitio por donde buscar. Pero no podemos irnos ahora, pues no tenemos ni una pista más- Aramiel siguió mirando a la oscuridad- siempre tenemos una segunda oportunidad, mi señora Sora. Aprovechela.

Aramiel tenía razón, no podíamos darnos por rendidos en esos momentos. Habíamos conseguido llegar hasta allí y tendríamos que descubrir que misterio se encerraba en aquella casa, tan discordante del resto de la aldea. Sólo esperaba que tanto esfuerzo sirviera para algo.

—De acuerdo... Lo volveré a intentar.

Pero empezaba a dudar de mis capacidades, tanto tiempo había pasado inactiva por culpa de la falta de trabajo, que me daba la sensación que había perdido práctica y quizás por ese motivo, por el hecho de estar perdiendo mi confianza, me puse nerviosa a medida que daba vuelta a la casa para encontrar otra ventana que resultara más fácil de abrir. En esa ocasión lo conseguí, pero con gran esfuerzo que se tradujo en un ruido mayor que el que había hecho anteriormente.

Si antes nadie había asomado a las puertas y ventanas, en esa ocasión seguramente se levantaría todo el pueblo, perros ladradando alborotados incluidos.

Un escalofrío recorrió el cuerpo de Sora en cuanto el "click" de haber forzado la cerradura de la ventana provocó que un trozo de cristal se cayese al suelo. El ruido perfectamente podría haber alertado al pueblo, incluso Aramiel se percató del estruendo... pero tan solo hubo silencio como respuesta. ¿No era demasiado extraño?

Ahora teníais acceso completo a la casa, un lugar bastante corriente en su interior.

Ambos, una vez dentro, podríais comprobar que la escasez de luz en el interior os brindaba una ocultación perfecta, allí todo estaba silencioso al igual que el exterior y con un poco de intuición podíais orientaros a paso lento pero seguro.

Vuestra posición actual era el salón comedor, bastante descuidado, como si el lugar estuviese abandonado ¿encajaba ese detalle con vuestras impresiones? de hecho de haber alguien en la casa probablemente se hubiese alertado por el ruido.

Existían unas escaleras que llevaban a la planta superior, ¿qué sería lo mejor?¿explorar el piso actual?¿ir a la planta de arriba?¿o dividirse?

O en aquel pueblo la gente dormía profundamente o algo extraño estaba pasando pues, ante el estruendo del cristal rompiéndose contra el suelo, nadie acudió a curiosear. Inconscientemente había retenido el aire en mis pulmones, esperando a que lugareños enfurecidos y atemorizados acudieran a la casa pero nadie vino y, cuando me di cuenta que me estaba faltando el aire, lo solté de golpe dispuesta a colarme por la ventana y descubrir, de una vez por todas, qué estaba pasando en ese lugar.

—¿Vamos? —Susurré a Aramiel antes de perderme en el interior de la casa.

Una vez me fui acostumbrando a la oscuridad que reinaba allí dentro, pude comprobar el aspecto que presentaba la sala donde nos encontrábamos, la cual tenía toda la pinta de ser el comedor. Por lo poco que llegaba a ver, me daba la impresión de que la casa llevaba bastante tiempo deshabitada.

Me fijé en las escaleras que llevaban a la segunda planta e, indecisa, me quedé parada con un pie puesto en el primer escalón.

—Si nos dividimos tardaremos menos en recorrer la casa aunque, por otra parte, también corremos el riesgo de que nos sorprendan más fácilmente, si es que hay alguien aquí. —Miré primero a Aramiel para desviar después la mirada hacia el final de las escaleras—. Si quieres tú puedes quedarte a investigar aquí abajo y yo subo al otro piso, ¿te parece bien?

Sabiendo cómo era Aramiel de puntilloso con ciertos temas, prefería preguntarle educadamente para no molestarle.

El ruido ensordecedor hizo que el mundae se pusiera inmediatamente en guardia con su bastón, mientras caminaba hacia Sora sin dejar de mirar la oscura noche. El se maldecía en silencio al haber confiado en Sora, pero duro poco al recordar que el mismo había fallado en ciertas ovaciones. Aún así, un pequeño grito de rabia en el fondo de su mente que fue acallado momentaneamente por el miedo. Esperó 5 segundos, nada. 10 segundos, nada. 1 mi uno y nada. Eso no le ayudo a relajarse a Aramiel. Sus sospechas eran más profundas y se sentía como si fuera una trampa ¿acaso sucedió lo mismo a los demás? La pregunta se quedo pegada en su mente cuando Sora entro en la casa.

- De acuerdo. No era el mejor lugar para discutir, además de que no tenía otra opción.

Al entrar lo primero que notó el mundae fue lo descuidado que estaba el comedor hasta el punto de parecer abandonado. Un sensación en su nuca comenzó a crecer lentamente, esto no estaba bien, nada cuadraba en este lugar. Sora inmediatamente puso las opciones enfrente de Aramiel. 

- Mi señora Sora, eso cuadra. Nada en este lugar. -susurró el pelirrojo- no me gusta la idea de separarnos. Tengo un mal presentimiento, pero no puedo negar que es la mejor opción- miro la sala descuidada y suspiro- tenga cuidado y no dudé en pedir mi ayuda, como yo lo haré con usted. 

Sora subió las escaleras poco a poco, buscando que la delicadeza y la discreción fuesen un ejemplo a seguir.

En pocos segundos llegaría a la planta superior, una zona bastante más despejada que los interiores en el sentido de que toda la planta de arriba se había convertido en una especie de dormitorio gigante.

Allí seguía sin haber nadie, pero sí que había bastantes detalles que analizar:

Por un lado, la cama era de matrimonio, o allí viven (o vivían dos personas) o hay alguien de corpulencia destacada.

Existe una gran cantidad de armarios, todos ellos de corte clásico acorde a lo que se puede esperar del pueblo.

En una de las esquinas se podía encontrar... ¿una cuna? parecía parcialmente desmontada y como era de esperar totalmente vacía.

¿Qué era lo más llamativo de entre todos aquellos detalles? La decoración del cabecero de la cama, ya que estaba adornado con ¿oro? además parecía estar en relieve, como si se pudiese tocar.