Partida Rol por web

Un defecto que podía sacarle a la nueva integrante es que le gustaba conversar cuando las palabras sobraban, sobre todo teniendo en cuenta que necesitábamos guardar el aliento para futuros combates si se diera el caso. Por eso ante su pregunta me limité a mirarla brevemente y seguir el camino sin responder, siendo mi silencio lo suficiente esclarecedor para que no insistiera.
Por suerte no tardamos en encontrarnos con gente, sorprendiendome que el camino de ambos grupos volviera a coincidir.
Los saludé con una leve inclinación de cabeza mientras miraba las provisiones que nos quedaban y calculaba el trayecto por delante.
- Volvemos a vernos.- saqué el pequeño saco de piel donde guardaba las monedas para enseñarles una entre los dedos.- Cuánto por esto?

Ratko había pasado una noche tranquila al igual que sus compañeras, parecía que el viaje no empezaba con mal pie, tan apacible fue su sueño que no despertó por él mismo, sino por la mano de Shany, de manera inmediata se puso en marcha sin querer ser el responsable de un retraso por su súbita pereza.

Mientras caminaban le dedicó un tiempo de observación a su nueva compañera que parecía quererlos conocer y no encontraba la forma, no pudo evitar sonreir para sus adentros, Earendil no era precisamente una persona carismática y él... bueno, era mejor dejarlo a parte, aunque en el fondo tenía excusa... era un demonio, había toda una reputación de misterio y malignidad que debía mantener.

-Ustedes dos no son de hablar mucho ¿Verdad?

- Mas bien depende del tipo de conversación que se quiera mantener- le concedió para ser un poco cortés

Al ver a los nómadas susurró.

- Vaya... volvemos a encontrarnos con ellos- de manera inconsciente se posicionó al lado de la lider y esperó a ver que le ofrecían por la moneda- el alimento siempre es bienvenido- le dijo a la azul- tal vez merezca la pena invertir un poco más en eso- le sugirió

Eärendil ni siquiera se molestó en responderle, dedicándole una fría mirada para luego darle la espalda. De no ser porque era la líder y merecía cierto respeto, se habría acercado a su espalda y le habría dado un fuerte golpe en el trasero. Pero Shany mantuvo la compostura, después de todo, un líder debe mantener a sus súbditos con mano firme o ellos comenzaran a pensar que podrían hacerlo mejor. La Orumita se limitó a sonreír a la espalda de Eärendil, haciéndole lucir como una pantera enojada más que un humano luciendo un gesto confortable. Ratko fue mucho más amable, al menos se dignó a contestarle, siempre con esa forma misteriosa y sin decir mucho. Si sequia con esas miraditas lo arrojaría hacia un lado del camino y le enseñaría lo que era una verdadera mujer.

-Son algo aburridos- dijo al fin encogiéndose de hombros-. Casi me hacen desear encontrarnos con enemigos.

La llegada de los nómades provocó un pequeño alto en el camino, para comerciar con algo. Shany no dijo nada, pero les dedicó una escrutadora mirada, como si quisiera recordar sus rostros o planear como destriparlos en caso de querer atacarles. Cuando notó que ellos le conocían, relajó su postura, aunque siempre mantuvo una mano cerca de su empuñadura.

Cuando Ratko sugirió invertir más de una moneda, abrí el pequeño saco para coger una más y tendérsela a los comerciantes.

Intercambiemos.- Guardé el resto, una medida ahorrativa por si teníamos problemas en un futuro que debiéramos solucionar con dinero.

Los nómadas aceptaron gustosos el trato.

Habéis llegado a... Ciudad de Ardan

Tras dos jornadas de viaje, los miembros del gremio llegaron a la bulliciosa ciudad de Ardan. Esta gran ciudad, a pesar de no ser la capital de los reinos humanos vivía una época dorada de gran expansión, de ahí que fuese una ciudad que iba remodelándose continuamente, expandiéndose a pasos agigantados... algunos podrían decir que ostentan a alcanzar el liderazgo pero muchos otros piensan que pensamientos así solo traerían guerra y miseria.

Aún os encontrabais en las afueras, justo en la puerta de entrada donde decenas de desconocidas entraban y salían haciendo de su día a día una virtud o una maldición. Vuestro objetivo era muy claro, teníais que superar la prueba que os había impuesto "Demitrev", ¿vuestras únicas armas? una carta con un sello identificativo y unas dotes peculiares para resolver trabajos donde otros fracasan.

Tan solo existía un problema, un "pequeño" problema. Moverse por Ardan era casi como moverse por un laberinto, calles, edificios, más calles, personas empujando de un lugar a otro... ¿por dónde empezar? Tan solo teníais unas pocas opciones a la vista ¿serían suficientes? Por fortuna no os impusieron un límite de tiempo para resolver la situación pero ¿cuánto límite tenía vuestra paciencia?

Teníais toda una ciudad a vuestra disposición... ¡comienza la prueba real!

Luego de una larga caminata, en donde el silencio estuvo a la orden del día, para molestia de Shany, llegaron al fin a la ciudad de Ardan. Ni siquiera estaban cerca de comenzar su misión, pues deberían encontrar primero a su empleador. De no ser por el aburrido viaje, Shany se habría molestado de tantas vueltas, pero era de agradecer algo de acción, aunque solo fuera ir preguntando por ahí. La ciudad era lo suficientemente emocionante para que la Orumita sonriera.

-Creo que iré a los barracones para recabar algo de información, tengo facilidad para que a los soldados se les suelte la lengua- por alguna razón, hizo tronar sus manos de forma muy poco femenina. No estaban seguros de sus métodos, pero parecía contar con las herramientas necesarias para salir de casi cualquier apuro-. A menos que tengan una mejor idea… como mirar fijamente a la gente haciéndolas sentir incomodas- lo último le salió casi sin pensar, por suerte lo dijo en voz baja.

Ratko miró con cierto desaliento la abarrotada ciudad, el demonio prefería los sitios tranquilos y tenía una cierta de alergia a la acumulación de personas, eso no quería decir que le fueran a salir ronchas pero pensar en tener que relacionarse con gente le inquietaba, era terriblemente malo en dotes sociales, por lo que aquella misión se le antojó un mundo. Y puesto que al final de lo que se trataba era de inspeccionar Ardan, tras unos segundos de meditación convino que quizás la mejor opción para él consistía en observar sin tener que hablar, por lo que la posada, la torre de guardia y los barracones quedaban descartados.

-Creo que iré a los barracones para recabar algo de información, tengo facilidad para que a los soldados se les suelte la lengua-

- Buena idea- aprobó la decisión de su compañera procurando no hacer mucho caso a sus gestos, aquella era toda una guerrera musculada y Ratko un demonio raquítico... ¡Tenía todas las de perder!

A menos que tengan una mejor idea… como mirar fijamente a la gente haciéndolas sentir incomodas- lo último le salió casi sin pensar, por suerte lo dijo en voz baja.

Pues por mala suerte, el demonio si que la escuchó y el que se quedó mirando a Shany fue él

- Buena idea... eso es precisamente lo que voy a hacer- sonrió sarcástico sacando su vena demoniaca que se atisbaba con el brillo dorado de sus ojos y sus afilados colmillos, razón por la que casi nunca sonreía de manera abierta- me encargaré de la plaza de la Ayuntamiento, se me da mucho mejor mirar que preguntar.

No me gustaban las ciudades, mucho menos las grandes. Demasiado concurridas, demasiada gente, demasiado jaleo, demasiado “demasiado”. Andaba evitando chocarme con todos los que nos cruzábamos aunque no pareciera en ocasiones que ambas partes hiciéramos lo mismo, incluso llegué a ponerme la capucha de mi capa con tal de pasar desapercibido ante la multitud.

Cuando logramos encontrar un lugar donde comenzar teníamos cientos de caminos disponibles y pocas horas de margen, surgiéndome una duda que ambos respondieron rápido. No sabía si separarnos era lo mejor, sobre todo al estar en un escenario tan amplio, pero dudaba que fueramos atacados o que intentaran detenernos, al menos si no estuviera toda la ciudad compinchada con el remitente de la carta.

La taberna es el mejor lugar para comenzar. El alcohol libera la lengua de los humanos, dirán más que los propios guardias.- Era algo que había visto y vivido, el mundo desinhibido que la bebida hacía y toda la información que podías soltar con un simple vaso lleno. Realmente creía que era la mejor opción.- Me ocuparé de esa zona.- Alcé la mirada hacia el cielo, intentando averiguar el ciclo de día/noche y las horas que teníamos por delante antes de bajarla para centrarme en ellos.- No os expongáis demasiado, hay que intentar no llamar demasiado la atención.- Especialmente me centré en Shany, quien todavía no estaba segura de sus dotes sociales.- Nos veremos con el último rayo de sol aquí mismo. Aparte intentar no moveros demasiado de vuestra localización, para que podamos encontraros si terminamos en nuestra respectiva zona.

Shany decidió dar una vuelta por los barracones de la ciudad.

Gracias a que por lo menos en aquel lugar no había cometido ningún tipo de delito su presencia allí no era un contratiempo.

Pudo comprobar con normalidad como los guardias allí descansaban de sus turnos de trabajo. Algunos se dedicaban a charlar, otros a dormir y otros en cambio jugaban a juegos de cartas. ¡Todo valía para pasar el rato y desconectar!

Una cosa estaba clara, no era muy frecuente que un civil estuviese merodeando por el lugar, pero hasta que nadie le dijese lo contrario a la orumita ¿porqué no seguir?

Comprobó con claridad, como de entre todo en gentilicio de soldados había uno que estaba separado del resto, como leyendo un libro (¿quién decía que los militares no eran cultos?). Era la oportunidad perfecta para intentar sonsacarle información...

 - ¿Eh? - dijo fijándose en ti y cerrando el libro. - ¿Qué haces aquí? ¿Qué buscas? - no parecía hostil, pero tampoco el más afable.

El Ayuntamiento de Ardan, sede burocrática de la ciudad. Punto de reunión y encuentro de infinidad de habitantes... punto ideal para obtener información dentro del propio cuerpo funcionario pero... ¿a qué precio?

Recorriste los largos pasillos buscando alguien que pudiese ayudarte, pero aquel edificio era prácticamente un laberinto. Fue al cabo de un buen rato cuando encontraste una sala donde más de una veintena de personas aguardaban cola para ser atendidos por el personal. Allí deberían estar las respuestas que buscabas pero... ¿¿cuándo??

Tenías que tomar una decisión, o armarte de paciencia y esperar a que tu turno llegase... que podría ser bastante. O armar suficiente jaleo para que te atiendan pero con el riesgo de que aquello pueda traerte problemas.

El Oso Borracho, la mejor "iglesia" para muchos de los ciudadanos de Ardan. Ya de por sí el exterior del local animaba a entrar debido a que se escuchaba tanto bullicio como risas que indicaban que la diversión estaba asegurada.

Poner un pié dentro implicaba un derroche de estímulos: buena música haciendo de telón de fondo de un espectáculo etílico donde más de una treintena de campesinos, comerciantes e incluso soldados ahogaban sus penas al igual que celebraban sus victorias del día a día. Aquel local estaba regentado por un inmenso oso negro disecado que colgaba del techo como un macabro recordatorio del nombre del lugar.

El edificio, a pesar de no disponer de una planta superior, era lo bastante grande como para acoger a tantos "parroquianos". Las mesas se contaban por decenas y la barra estaba atendida por exuberantes camareras que con una sonrisa incitaban a beber y comer por un módico precio.

Ahora tan solo había que centrarse en el objetivo: encontrar pistas sobre Demitrev, la pregunta era... ¿de qué modo? El tiempo apremiaba, pero igual con una jarra en la mano se hace más apetecible. 

-Mierda. ¿Podías hacer eso?- preguntó muy sorprendida viendo la leve sonrisa de Ratko, como si el mago se hubiera quitado la cabeza y la hiciera rodar por una mano-. A mí se me da mejor actuar que mirar…

Se giró hacia Eärendil, escuchando sus impresiones con atención. Tenía toda la razón, en la taberna sería más sencillo encontrar pistas, pero ella sabía que no siempre se debía confiar en las palabras de un borracho. Estaba segura que su líder lograría sonsacar la verdad a quien sea, tenía una mirada ideal para borrar las brumas del alcohol.

 -Puedo ser muy discreta- dijo con una sonrisa, alejándose de allí con paso seguro. A diferencia de sus compañeros, la Orumita no temía apartar a quien no lo hiciera con sus brazos y hombros, para dedicar una fría mirada a quien se quejara. Sus últimas palabras quedaban empañadas por el amplio camino que abría a su paso.

El barracón olía a sudor, grasa de armas, acero y cuero. Sin duda habría terminado en un lugar así si el gremio no le hubiera abierto sus puertas. Aunque en un lugar así no duraría mucho, demasiado aburrido, demasiado tiempo muerto entre vigilia y vigilia. Y esto se notaba en como la dejaron deambular por ahí casi sin problemas, en su tribu, mínimo tendría varios aceros sobre el cuello. Estaba segura que con un pequeño grupo de sus compañeras, podría degollar a la mitad de la guarnición antes de que dieran la alarma.

Un sujeto llamó su atención, leía un libro, algo bastante raro para ella, pero que también le intrigaba mucho. Normalmente no le interesaban las letras, pues concentro gran parte de su vida en cultivar su cuerpo más que su cerebro, pero cualquier cosa nueva despertaba su curiosidad. Dicen que la curiosidad mató al gato, pero en este caso, la curiosidad seria asesinada por Shany.

-Hola- saludo acercándose. El tipo estaba sentado, por lo que la guerrera se elevaba bastante por encima de él. De todos modos su postura y facciones no eran amenazantes, no pretendía comenzar una pelea-. Lo siento. Te vi con el libro y pensé… creía que eras él…- tragó saliva, como si sintiera mucha sed… todo fingido obviamente, pero había notado que las expresiones eran muy importantes cuando se construía una mentira-. Mi hermano, Shakar. Creí que podría estar trabajando aquí. Fue contratado por un sujeto y no supimos más nada- ladeó su cabeza-. Un Orumita alto, grueso. Parece un gigante. Seguro que es fácilmente reconocible- tomó el nombre de su primera pareja, por lo que le nombre y la descripción salió sin problemas. Murió hace mucho, así que no esperaba que estuviera por ahí-. El que le contrató tenía un nombre raro y usaba buitres como mensajeros… debimos saber que eso sería un mal presagio- apretó los dientes, pues fue lo que pensó al ver al animal alejándose al dejar el paquete-. El nombre del que le contrato era Demi… Demitae o algo así…

Recordaba el nombre, pero no quería decirlo en voz alta, al menos no hasta saber que el tipo se había tragado la historia.