Partida Rol por web

El soldado escuchó todo lo que tenías que decir y aunque al principio dudabas de si creería tu historia, analizando su mirada llegaste a la conclusión de que estaba intentando recordar si tenía algo útil que decirte.

 - No me suena ese nombre, pero eso de los buitres sí que ha recordado algo - comentó mientras adoptaba una postura más alejada.

- No sé mucho más, pero sé que hace años había una antigua tienda de antigüedades, a saber si sigue en pié, y que estaba caracterizada porque de vez en cuando veían un buitre sobrevolar el lugar, algo muy extraño en esta ciudad ¿no crees? - dicho aquello volvió a coger el libro.

- Si estás pensando que si sé donde quedaba esa tienda, siento decirte que dudo si quiera que exista a día de hoy, en esta maldita ciudad abren y cierran diariamente todo tipo de negocios... así que con tu permiso, sigo a lo mío - dicho aquello cogió de nuevo el libro que estaba leyendo y salvo que hicieses algo demasiado grave, él te ignoraría.

-Que en tu camino encuentres siempre los oasis- dijo en agradecimiento alejándose de allí. Fue una buena idea usar lo del buitre, pues no era un detalle menor y era fácil de recordar. Una tienda de antigüedades, en donde un buitre solía sobrevolar a diario, que desapareció de la nada… Era bastante raro.

Salió de allí pensativa, aun con la necesidad de hacer algo más, pero sin saber bien si era conveniente moverse al siguiente punto de búsqueda. Alzó la mirada hacia el cielo, para saber cuántas horas quedaban para que oscureciera. Debía estar en el punto de encuentro justo cuando Padre Sol comenzaba a ser engullido por el horizonte.

La idea de quedarse esperando le molestaba mucho, pero también entendía que si algo le pasaba, por muy poco probable que fuera, a sus compañeros les costaría mucho más encontrarla.

-Espíritus del desierto, denme paciencia- dijo con un suspiro y encorvando sus hombros, para caminar con aburrimiento hacia el punto de reunión. Con suerte sus “simpáticos” compañeros estarían allí en poco tiempo.

No necesitaba preguntar la dirección de la posada, sólo tenía que seguir el recorrido contrario de los borrachos y el fuerte olor a alcohol destilado, callejeando incluso para llegar más rápido a mi destino. Esperé entre las sombras de la primera esquina mientras miraba la fachada, una leve inspección de todo lo que me rodeaba mientras me cubría mejor con la capucha, dejando que mis orejas se escondieran tras cabellos y tela.

Esperé hasta que un grupo de lo que supuse que serían amigos abandonara la entrada, internándome a paso rápido antes de pararme justamente tras la puerta. Miré el jolgorio que me rodeaba, buscando los huecos por los que pasar para no chocar con nadie, aprovechando las esquinas para aligerar mi paso.

Desde mi posición podía ver la barra y, casi de forma obligatoria, las exuberantes camareras. Nunca entendí el vicio humano y la manipulación que provocaban con su cuerpo. Perderse en el mundo carnal cuando su vida era casi tan larga como una cerilla, al menos comparado con la nuestra.

Oteé todo el espacio buscando una mesa céntrica vacía para sentarme. Todavía no quería preguntar, esperaba escuchar algunos murmullos que delataran información que quería o lenguas sueltas.

Sin llamar la atención llegaste a una mesa que estaba vacía y afinaste el oído para intentar obtener toda la información posible de tu alrededor. Realmente entre tanto ruido mezclado con risas y gritos te costaba entender algo decente.

Sí que hubo un comentario, que aunque no estuviese relacionado con vuestra investigación sobre Demitrev, te llamó la atención para un futuro.

Oye ¿y oíste eso? Sí, sobre que el Rey de Ardan buscaba mercenarios ajenos a la ciudad para escoltar una reliquia a Stond. ¿Otra vez quieren hacer las paces?¡Algo tramarán! Shhhh, no hables tan alto.

Agradecí la cobertura de la capucha para que no pudieran ver mi muesca de hastío ante el exceso de ruido. No podía escuchar nada, ni siquiera de los más cercanos. Por no escuchar hasta me costaba pensar con claridad, era todo confuso.

Sin embargo entre tanto jolgorio mis puntiagudos oídos lograron captar algo. Miré en su dirección mientras escuchaba, atenta para captar toda la conversación o parte de ella, ¿sería eso lo que tenían que hacer? Recordaba el nombre de Demitrev y todavía llevaba la carta consigo, tal vez…

Me levanté para acercarme a la barra y hablar con una de las camareras, dispuesta a entablar conversación y unirme al murmullo local.

De manera casi instantánea, una de las camareras se fijó en ti y se aproximó para atender cualquiera de tus necesidades (alcohólicamente hablando).

Te sirvió cualquier cosa que le hubieses pedido, siempre con una deslumbrante sonrisa, sin embargo parece que se percató que estabas allí por algo más. Se quedó mirándote a los ojos y utilizó de nuevo aquella sonrisa que ahora había empezado a antojarse espeluznante.

- Veo que quieres servicios adicionales ¿qué puedo hacer por ti? - dijo aquello a la vez que se colocaba justo a tu lado, reduciendo distancias.

- Las personas como tú siempre buscan algo más, tengo un don para detectarlo... así que desembucha antes de que prefiera invertir mi tiempo en otro lugar -

Ahora tenías una oportunidad de oro para conseguir más información pero ¿qué vía utilizarías?¿tu carisma o tu bolsillo? parecía que eran las únicas cosas que podían someter a esa sonriente camarera.

Se notaba que debía ser una posada conocida puesto que no necesité nada más acercarme para que una de las camareras me atendiera. No quería alcohol, nunca le pillé el gusto amargo de las bebidas y, por costumbre o para recordar tiempos mejores, pedí un simple vaso de agua.

Esperé a que me sirvieran ante la sorpresa de ser la única (aparentemente) abstemia del lugar, dando un sorbo largo mientras esperaba cómo abordar el tema. Dejé el vaso en la barra, manteniendo su mirada unos segundos antes de rebuscar en la bolsa una de las monedas que había llevado. Sabía que podía intentar convencerla con la labia, pero todos los que me conocían tenían claro que la persuasión no era precisamente mi punto fuerte.

Levanté la moneda con dos dedos, enseñándosela.

Demitrev. ¿Qué puedes decirme?

La camarera te sonrió y no dudó en coger el dinero antes de proseguir.

 - ¿Demitrev? - se quedó pensativa, aunque algo te hizo pensar que estaba fingiendo esa tardanza en responder.

- Es raro que alguien pregunte por ese viejo, no por lo menos en estos tiempos - sonrió mientras se acercó más a ti.

- Ese tipo tenía una tienda de antigüedades, por desgracia hará unos años le quemaron el lugar y se reubicó ¿dónde? ni idea... pero dudo que en algún sitio visible después de lo que le pasó - después se levantó.

- Siento no poder ayudarte más cariño, tampoco intentaría sacar mucho el tema aquí, ese viejo no tenía muchos amigos en la ciudad - dicho aquello te dejó para atender a otros clientes que al igual que tú, esperaban recibir los encantos ¿o quizás la ayuda? de aquella camarera tan cooperativa.

Sujetaba la copa con ambas manos, repiqueteando con las uñas en el material mientras escuchaba e hilaba como podía toda la información que teníamos. Una tienda de antigüedades.- Bebí un sorbo, pensando donde podría estar la nueva ubicación en la gran ciudad, o al menos si alguien tenía más datos.

Gracias por la información.- Me despedí de la camarera con un asentimiento, observando cómo prácticamente danzaba hacia otro de los clientes. Esperaba que el resto hubiera tenido más suerte, al menos un hilo al que tirar.

Terminando el contenido de mi bebida, dejé el vaso en la barra y caminé hacia la entrada, alzando la mirada para ver el cielo. Todavía era pronto para ir al punto de encuentro y, aunque sabía que yo misma había puesto la norma de no alejarse demasiado del lugar escogido, no me gustaba estar quieta cuando teníamos un encargo pendiente.

Intenté recordar el camino que había recorrido y, tras meditarlo, decidí visitar a Ratko para ir al Ayuntamiento, esperando encontrar algún registro de la nueva tienda de Demitrev.

Decían que la paciencia era una virtud y Ratko era un tipo tranquilo que prefería ver venir las cosas y tomar cartas en el asunto antes que llevarse sorpresas desagradables. Por eso tras ver las dependencias municipales y el gentío en un principio se abrumó, pero tras respirar e inspirar varias veces decidió conservar la calma y observar, no tenía ni idea de por donde empezar pero quizás la solución se podía presentar... Con algo de suerte, claro.

El Ayuntamiento de Ardan, sede burocrática de la ciudad. Punto de reunión y encuentro de infinidad de habitantes... punto ideal para obtener información dentro del propio cuerpo funcionario pero... ¿a qué precio?

Recorriste los largos pasillos buscando alguien que pudiese ayudarte, pero aquel edificio era prácticamente un laberinto. Fue al cabo de un buen rato cuando te topaste con Ratko, el cual parecía querer marcharse de allí y no tenía cara de buenos amigos.

Para desesperación del demonio, aquel sitio era lo suficientemente complejo como para estar esperando horas y no ser capaz de encontrar nada, quizás la culpa era del propio Ratko por su falta de tacto en relaciones sociales se dijo a sí mismo que tendría que trabajar más seriamente en ese campo.

Mientras decidía abandonar el lugar con las manos vacías y salía por la puerta, su dorada mirada se cruzó con la Earendil, quien al reconocer a su compañera y "jefa" no dudó en aproximarse a ella.

- Te hacía en otro sitio-le dijo a su lado