Partida Rol por web

Con la fotografía de una niña desaparecida en tus manos, observaste como Rachel, tu compañera, se marchaba y te dejaba a solas. La capitán lo había dejado muy claro. Nada de investigaciones que tuvieran que ver con aquel caso, al menos directamente. Pero aquella pequeña debía estar en alguna parte y seguramente, aquel portero había hecho todo lo que podía para protegerla.

Pero sin ninguna pista directa que condujese a su localización exacta, tendrías que buscarla por tu cuenta y riesgo, usando lo que tenías o lo que buenamente se te ocurriese.

Quizás habría sido más sencillo con una compañera, pero la obsesión de la tuya por investigar el caso podía poner en peligro tu estatus y eso era algo a lo que no estabas dispuesto a renunciar, al menos no por el momento.

Bien, pues cada uno a lo suyo. Disponías de toda la tarde y la noche para investigar por tu cuenta, comidas y descanso apartes, claro estaba.

No quería llevarme mal con mi compañera y bueno, por mi parte esto tampoco iba a hacer que me llevara mal con ella. Pero sentí que no nos entendíamos.

No entendía por qué su empeño en investigar de forma ilegal el crimen de un líder. Es como ponerse a investigar porqué un jefe de la mafia mata a otro jefe de la mafia. Si alguien mata a Al Capone, hay que hacerle la ola, y ojalá se cargue a otro. Y ella debería saber eso. Además ¿Quién se le va a agradecer si lo resuelve? Nuestra capitana no, los otros líderes tampoco porque seguramente hay otros implicados, y la gente pobre menos. Además ella misma lo había dicho: cuando matan a un desgraciado nadie se preocupa porque hay demasiados; que sea ella la controladora que trabaja con los ricachones, a mi que me dejen con los necesitados.

Resoplé, darle más vueltas a la cabeza no me iba a servir de nada. Decidí centrarme en lo que me había propuesto.

El primer paso era consultar el registro civil la ficha del vigilante nocturno. ¿Está o estuvo casado? ¿Tiene hijos? ¿Dónde tienen el domicilio cada uno de ellos? Esa información no sería difícil de obtener desde un ordenador de la policía o desde el mismo edificio del registro civil, enseñar mi placa me daría prioridad.

Todo estaba registrado en las fichas almacenadas en el servidor de Control. Había muchos documentos físicos, pero llegar a ellos era complicado y un trabajo bastante tedioso. Así que tu primer objetivo era intentarlo por la vía sencilla.

El ordenador.

Lo importante con un ordenador no era llevarse bien, sino demostrarle quién mandaba allí. Tú eras el jefe; tú decías lo que había que hacer y lo que querías, y él debía responder sí o sí, porque sí.

Miraste a tu alrededor, antes de empezar a teclear. La actividad no era especialmente fuerte; la jefa hablaba con alguien por teléfono, quizás informado de que habíais solucionado el caso, y ya no había ni rastro de Rachel. No la entendías; no comprendías a tu compañera, que iba a complicarse la vida sin necesidad. Quizás tú también, la verdad, pero una niña era una niña; hasta ahí habías llegado con tu ética y no pensabas bajarte del burro en este caso.

Centrarme en algo ayudaría a mi equilibrio mental. Era una de las pocas cosas buenas de mi trabajo, que a veces podías pasarte horas concentrado en algo.

Ahora tocaba enfrentarse con la máquina. Manejarse con un ordenador podía ser fácil, o no. A veces pensaba que todos esos programas estaban diseñador por gente diabólica.

- Venga, pequeñín, ayúdame a encontrar una niña - Dije en voz baja, como si hablara con la computadora, mientras de reojo miraba a la jefe, esperando pasar desapercibido.

El ordenador parecía no querer proporcionar ninguna información. Cuando introdujiste el nombre del portero, te salió inmediatamente un nombre, y también su número de identificación/seguimiento. Era algo que todos los ciudadanos teníais, quisierais o no.

También te venía indicada la dirección, así como su ocupación.

Aún no se había registrado su deceso.

Sin embargo, no había nada relacionado con su familia, solo la información individual perteneciente a él, algo completamente lógico puesto que el ordenador se comunicaba con la base de datos de los controladores, en donde se registraban todos los individuos y sus delitos.

Si tenía una hija, allí no debía aparecer, salvo que hubiese hecho algo ilegal, lo que por lo que podías ver, no había sucedido.

No hay nada peor que creer que lo estás haciendo bien y que no sea así. Estaba bien buscar la información criminal, era a lo que estaba acostumbrado y nunca se sabe. Cotejé que la dirección que figuraba era a la que acudimos y lo mismo con su ocupación. La experiencia me decía que había que no había que dejar pasar ningún detalle.

Pero no era mi idea principal, mi idea principal era acceder desde aquí a los registros civiles: matrimonios, divorcios, padres, hijos, defunciones... Pero por lo visto no sabía como acceder a eso desde aquí.

Suspiré y me separé del ordenador. Me tocaría acudir en persona a las oficinas del registro civil. Recogí mis cosas y salí para allí.

La vuelta a la calle no resultaba nada sencillo. Después de todo, la última vez habías ido con una compañera y ahora lo hacías solo. No importaba. Habías estado solo toda tu vida y podías con ello perfectamente. Pero quizás habría estado mejor tener a alguien que protegiese tu espalda en lugar de tener que hacerlo tú mismo.

Cogiste el mismo coche y saliste del aparcamiento de la policía para enfrentarte de nuevo a una ciudad que no os quería.

El registro civil no estaba lejos, aunque llegar iba a resultarte más complicado de lo que pensabas, puesto que muy pronto, te encontraste con toda una revuelta o manifestación que había cortando la calle.

Media docena de controladores se habían situado justo delante para intentar frenarla, pero por tu experiencia parecía que les iba a resultar poco menos que imposible. Uno de ellos, a quien conocías, el oficial Paterson, te dio el alto y se asomó a la ventanilla de tu vehículo para hablar contigo.

-Hola, Teniente. No me diga que tiene que pasar por aquí. Pues le va a costar. No sabemos si se están quejando por la comida o por el aire, pero el caso es que será mejor que de un rodeo. Nosotros estamos esperando refuerzos.

Y más valía que les llegasen pronto o de lo contrario, no lo contarían. Más de una vez se habían producido aquella clase de problemas y casi siempre se saldaban con varias docenas de heridos y muertos, muchos de ellos, controladores. La verdad es que la situación en la ciudad era cada vez más caótica.

No era la situación deseada, pero era lo que había. Mi compañera se encontraba en lo que consideré que era un error. Algo de tanto calado que no compensaba el hecho de tener que ir solo.

A la hora de salir me encontré con la sorpresa de aquella manifestación. No era la primera, pero no me encontraba en un buen momento. El oficial Patterson me puso al corriente.

- De acuerdo. Gracias oficial - No desearía estar en el pellejo de estos hombres, pero todos tenemos nuestro peligro. Como muestra, esta misma mañana donde perfectamente me podrían haber disparado.

Salir de frente podía ser problemático. Pero sería peor porque sabía que en caso de intentarlo, no haría más que enardecer las masas, aumentar la tensión y hasta provocar alguna situación de riesgo.

Habiendo alternativas, me dispuse a dar un rodeo.

El rodeo te obligaba  a ir por el barrio antiguo. Eso significaba pasar directamente por los locales que tú mismo alternativas. El "Paradiso" estaba más adelante, y también el local cuya tarjeta habíais encontrado en el asesino suicida, el "Desire", solo que este parecía todavía más exclusivo que el tuyo, algo completamente lógico si tenías en cuenta que en los lugares a los que un Controlado podría entrar, no es que fuesen demasiado elitistas. El letrero podía verse desde bastante distancia pero los dos guardias que flanqueaban la puerta no dejaban lugar a dudas sobre la seguridad.

El registro quedaba a varias manzanas más allá, lejos de todo aquello, en donde comenzaba la zona gubernamental u oficial. Allí solo estaba la zona en la cual se confundían los deseos con las necesidades.

Y casi sin desearlo, viste un rostro conocido entre la gente que caminaba por las calles, Alexa.

Caminaba con andares elegantes, como siempre, pues aquella parecía ser su marca distintiva, y llevaba algo en la mano, una bolsa, quizás con ropa o comida, no lo sabías. El local no quedaba lejos de donde estaba por lo que no tendría que andar mucho. 

De repente, había muchos sitios posibles a los que ir y quizás no estuviese muy mal del todo no tener a tu compañera al lado.

Conducir me relajaba y poco a poco comencé a sentirme mejor. Pasé por una zona que me conocía bien. El Paradiso y me di cuenta de que el Desire quedaba cerca. Este parecía ser de más nivel, no al alcance de todos los bolsillos. 

Y dio la casualidad que vi a Alexa. Sin poder evitarlo se dibujó una sonrisa en mi rostro. Por una fracción pensé parar y saludar. Pero... prefería acudir a ella de incógnito. La experiencia me decía que era lo mejor para ambos. Así que contuve mis ganas y seguí en dirección al registro. Antes de anochecer podría ser una buena idea acudir a ella, pero hacerlo ahora supondría perder el resto de la tarde.

Suspiré, autocontrol. Lo del registro tampoco pensaba que me podía llevar demasiado tiempo.

Finalmente, pasaste de largo y no te detuviste para hablar con Alexa ni tampoco para comprobar el otro local en el que quizás pudieras encontrar información, y llegaste hasta el registro. Tu estómago protestó un poco porque la hora de comer estaba cerca, pero también tu curiosidad se quejaba y maldecía por lo bajo a causa de todo cuanto deseaba conocer.

Cuando llegaste al edificio del registro, no tuviste ninguna dificultad para entrar, mostrando tu identificación, ni tampoco en ser atendido por una hombre, el encargado de todos los archivos.

-Buenos días. Soy el Organizador del Registro. ¿En qué puedo ayudarle... Teniente Scott? Supongo que hay algo que desea encontrar y que no aparece en los ordenadores, ¿me equivoco?

Pensaba estar haciendo lo correcto. Primero el registro, luego comería algo y ahí seguramente me plantearía cual sería el siguiente paso a dar. 

Enseñar la placa ayuda en estos casos, pero la amabilidad también solía hacerlo - Buenos días señor... - Lo dejé ahí para que él completara mis palabras con su nombre.

Luego le dediqué una sonrisa - Efectivamente. Estoy investigando una posible desaparición - Era justo lo que estaba haciendo, no hacía falta mentir. Ahora el momento de concretar - Necesito saber si el señor Edward Lawson tenía alguna hija, como se llama, si es su padre quien está al cargo de ella, y su tutor legal y dirección actual en caso de no ser así.

Con esto debería ser suficiente para comenzar. Si el hombre era bueno haciendo su trabajo, sabría perfectamente que era lo que necesitaba saber.

El hombre asintió en silencio. Actuaba con formas muy calmadas, hasta el punto de que daba la sensación de mostrarse indiferente a todo. Pero no era así, o al menos, no fue esa la sensación que te dio al responderte.

-Llámeme solo... Organizador. Con ese título es suficiente.

-Sí, desde luego -te dijo, anotando en una libreta todos los datos -. Supongo que lo necesita para alguna investigación en curso, ¿no, Teniente? Por desgracia, en los registros, esa información está almacenada físicamente, por lo que creo que tardaremos un poco. Si regresa dentro de una semana espero que hayamos encontrado algo. También puede ir usted mismo a buscar, si dispone de tiempo. Muchas veces es incluso lo mejor; todo depende de la prisa que tenga. 

Al ver que por tus gestos, no te esperabas aquella respuesta, intentó aclarártelo.

-Verá, Teniente. Cuando acuden a nosotros es porque hay información que no está almacenada en los servidores. Es algo muy habitual, porque se han perdido multitud de datos con el tiempo. Pero lo que es físico, aquello que se puede tocar, permanece durante mucho más tiempo. El problema es que hay tanta información que resulta complicado organizarla y por ese motivo podemos llegar a tardar todo ese tiempo. Sin embargo, toda ayuda es poca. Si quiere puede empezar la búsqueda ahora mismo.

Enarqué una ceja cuando me dijo "solo organizador", podría empezar a llamarme yo "solo controlador". Era un poco estupidez, pero daba la impresión que el tío se las daba de importante.

- Ajá... - Investigación en curso era, pero no le dije que no oficial, era "mi investigación en curso" al menos le devolví lo de "solo organizador"

Pero tipo no dejaba de sorprenderme, me dejó literalmente con la boca abierta cuando me dijo lo que iban a tardar. Alucinante que en esta sociedad que se las daba de tan moderna, no tuvieran toda esa información ya volcada en los ordenadores. Pero claro, esta sociedad "nuestra", tenía muchas peculiaridades. Al menos el tipo tuvo a bien ofrecerme una alternativa.

- Comprendo - Dije sin ocultar mi resignación.

- Está bien, empezaré a buscar ya mismo. Indíqueme donde están esos archivos - Al menos tendría la tarde ocupada - bien por mi día libre, que buena forma de emplearlo... - Pensé con ironía

El "Organizador" no tuvo ningún problema en acompañarte a través de los pasillos, hasta un ascensor, y acto seguido, descender durante varias plantas, tres en concreto.

-Los archivos del personal de la ciudad se encuentran en el sótano inferior. No parece que les importen mucho, por lo que yo deduzco, dado que hay filtraciones desde las aguas subterráneas. Pero quién soy yo para criticar -te explicó.

Cuando las puertas se abrieron, entendiste por qué motivo se iba a tardar tanto.

El lugar era simplemente enorme.

-Bien, ahí lo tiene. Puede quedarse hasta las ocho de la tarde, que es cuando cerramos. De nueve a ocho, ese es nuestro horario. Mañana puede volver a venir y continuar buscando. Buena suerte.

Cuando te despediste, se volvió hacia el ascensor, dejándote a solas con todos aquellos documentos, muchos de los cuales se encontraban en un estado lamentable.

Era incapaz de disimular lo abrumado que me sentí. Lo que me remató fue aquello de las filtraciones de aguas subterráneas. Solo me faltaría comprobar que las ratas se estaban comiendo el papel. Aquí se reflejaba perfectamente la importancia que le daba el gobierno a la población. Los papeles de los ciudadanos pasto de las filtraciones subterráneas. No si... al final ese grupo terrorista no va a ser tan terrorista como lo pintan...

Y el problema no era solo eso. El problema era que si la vida de una niña estaba en juego, era descorazonador pensar que la investigación iba para días ¡Para días! Ese sentimiento abrumador se transformó en rabia. Pero eso si que lo disimulé, este hombre no tenía la culpa de nada.

Pero no tenía mucho a lo que agarrarme, quizá no había desaparición, pero al menos mi conciencia estaría tranquila.

Suspiré - Gracias organizador, lo avisaré cuando termine por hoy - El hombre se había portado, qué menos que ser educado.

Después de varias y desesperadas horas, apenas habías logrado arañar la superficie de lo que te interesaba encontrar. Allí estaban todos los habitantes de la ciudad, pero la manera en la cual estaba organizada era auténticamente lamentable por lo que finalmente, sintiendo que no estabas ni remotamente más cerca de conseguir tu objetivo, diste por terminado el día. Si tenías que hacer aquello solo, ibas a tardar, no una semana, sino un año entero.

Subiste a despedirte de mala gana de aquel "Organizador", que más bien era un "Desorganizador" y "Pasota", por lo que habías visto, y saliste del registro más que harto de todo y de todos.

Aquella niña era de alguien y continuaba perdida, y tú no eras capaz de encontrar su nombre en ninguna parte. ¡Estupendo!

Te alegraste de volver a respirar aire puro en lugar del viciado y húmedo que había allí abajo. Solo el pensar que todavía debías visitar aquel lugar, no uno sino varios días al menos, se te encogía el alma, pero era lo que tenía el trabajo policial, aunque de nuevo, te vino a la cabeza algo tan sencillo como que solo lo ibas a tener mil veces más difícil que acompañado.

Menuda mierda.

Frustración, era la palabra que definía perfectamente como me sentía. Y aunque hubiese aceptado el chantaje de mi compañera, ¿Qué me costaría? ¿La mitad de tiempo? La mitad de una eternidad seguía siendo una eternidad. Pero era lo que había, y no podía hacer más.

Hoy era el día perfecto para ir... mejor dicho, arrastrarme hasta el Paradiso. Más que pasarlo bien, lo que necesitaba era olvidarlo todo, y hoy por hoy, era el único sitio en el que lo podía conseguir. Es más, era mi único salvavidas, lo que me salvaba de la locura o de ideas... mucho más tenebrosas. ¿Suicidio? Aparté aquel pensamiento, no deseaba profundizar en aquel sentimiento que se albergaba en algún recóndito lugar de mi mente.

Volví al presente, primero tenía que cambiarme y dejar el coche oficial.

La mayor parte del día lo pasabas lejos de casa, puesto que no había nada que te retuviera en ella. No existía la posibilidad de sentir que estabas mejor allí que en cualquier otro lado, porque tu llegada pasaba tan desapercibida como las facturas que te llegaban al buzón, antes de que cobraras.

Así que te fuiste a casa, para cambiarte de ropa, cuando una voz inesperada te sorprendió.

-Veo que se toma usted su tiempo, señor Scott -dijo la voz.

Al volverte, viste una figura oculta entre las sombras de tu apartamento, desconocida para ti, pero que sonaba segura y decidida, la voz de un hombre que tendría unos cuarenta o cincuenta años que procuraba no salir a la luz.

Le diste rápidamente al interruptor pero éste no funcionó, así que el hombre permanecía en la penumbra.

-Discúlpeme por haberle asustado, pero me temo que no puedo entretenerme mucho más. Y no se preocupe por la luz, solo he aflojado la bombilla. Ahora vayamos al grano. Creo que está buscando a una niña desaparecida, ¿me equivoco?

Lo que ocurrió en mi apartamento fue toda una sorpresa. Aquella voz me sobresaltó.

En los primeros instantes traté de evaluar si mi vida estaba en peligro. Y a partir de ahí se agolparon en mi mente una infinidad de interrogantes.

Estaba en desventaja, el factor sorpresa corría de mi inesperado visitante. Sopesé actuar de forma agresiva, pero lo descarté pues tenía la esperanza de que el extraño me ayudara en mi investigación. Al fin y al cabo si quería matarme ya lo habría intentado. Así pues le seguí el juego.

- No se equivoca - Le confirmé. Era evidente que no me iba a decir quien era, y casi seguro que no me iba a responder a la pregunta, pero lo tenía que intentar - ¿Cómo lo sabe? - Me pareció la pregunta más interesante que le podía hacer. Solo mi compañera sabía que andaba buscando a la niña. Bueno, y aquel tipo del registro ¿Habría informado él?