Partida Rol por web

Oías voces a tu alrededor, pero sonaban amortiguadas, como si estuviesen cerca sino bastante lejos de ti, o más bien, que se encontrasen detrás de alguna puerta o ventana, porque no eras capaz de distinguir nada de lo que decían ni tampoco identificar las voces, aunque tenías claro que era más de una.

No sabías en donde estabas ni tampoco comprendías bien lo que sucedía, aunque sí que recordabas perfectamente lo último que había sucedido. Rachel estaba entre tus brazos, muerta, y había alguien disparándote, intentando acabar contigo. Lo último que recordabas era haber sentido un dolor muy intenso en la cabeza y después... nada.

¿Te había dado? ¿Estabas muerto?

Querías hablar, responder, moverte, abrir los ojos, pero por algún motivo te costaba hacerlo. 

¿Estabas muerto?

Y entonces, por fin, las voces se aclararon y consiguieron llegar a ti con más claridad. Pertenecían a un hombre y a una mujer que hablaban entre ellos; la voz del hombre te era completamente desconocida pero la de la mujer, te sonaba familiar.

-Nunca hemos hecho algo así antes -dijo el hombre -. Ya sabe que hemos tenido problemas precisamente cuando...

-Lo sé perfectamente, doctor. Mejor que usted -le cortó la mujer, sin dejar que terminase -. Pero necesitamos saber hasta donde conoce y a quién ha informado. Eso es suficiente para despertarle. Si sus hombres no son capaces de mantenerlo prisionero mientras nos sea necesario... me decepcionará.

-No no se preocupe, no se preocupe. Sabremos como... -respondió con rapidez el hombre, por cuyo tono daba la sensación de estar asustado.

-Bien, eso es todo cuanto necesitaba oír.

Y por fin, abriste los ojos. Estabas en una especie de cápsula, con un cristal cubriéndote completamente. Al mirar hacia abajo viste que te encontrabas completamente desnudo y que estabas en perfecto estado. Entonces el cristal se abrió y un rostro familiar se asomó con una sonrisa.

La Consejera suprema.

-Bienvenido, agente. ¿Cómo se encuentra? Bueno, es una pregunta retórica, por supuesto. Se sentirá confuso, incapaz de conectar muchas cosas, y también sentirá que apenas puede mover los brazos y las piernas, ¿a que sí?

Y efectivamente, cuando lo intentaste, te diste cuenta de que apenas tenías fuerza para hacerlo. Por más que quisieras, no podías salir de allí, al menos en aquel momento.

¿Había muerto? ¿Me encontraba en el más allá? ¿Qué era lo que escuchaba? Mi mente navegaba entra los últimos sucesos, confusos, y una nueva realidad.

Me costó un rato adaptarme, centrarme, tomar conciencia de lo que me rodeaba. Cuando logré abrir los ojos y ver donde me encontraba, comencé a sospechar que estaba ocurriendo. Era lo que les había pasado a los clones. Aunque con una diferencia ¿Habían logrado transferir mi conciencia y mis recuerdos de algún modo a un cuerpo nuevo? No sabía que eso era posible, de serlo significaba de algún modo la inmortalidad ¿Tenían ese poder en el consejo?

Traté de recordar la conversación, fijarme en lo que decían y... luego vi la cara de aquella zorra. Comprobé si efectivamente me podía mover, pues hubiese sigo un gusto poder darle un puñetazo en la nariz.

Tenía que intentar averiguar si era capaz de hablar, carraspeé - Zorra - alguien tenía que decírselo a la cara. Me había mentido, traicionado, matado a mi compañera y a mi. Era el apelativo más cariñoso que se le podía decir.

Imaginaba que tratarían de sacarme información, torturarme tal vez. Y que simplemente por eso me habían revivido. Pero no iba a darles el gusto, ya me podían matar una segunda vez.

La consejera sonrió, visiblemente satisfecha.

-Tengo que darle la enhorabuena, doctor. Conserva todos sus recuerdos recientes -dijo, para enorme satisfacción del doctor, que se acercó a echarte un vistazo desde su espalda.

-Ha sido un trabajo muy interesante. Espero que esté a su completa satisfacción -le dijo a la consejera. Esta asintió con la cabeza y se volvió hacia ti. Te observó durante unos minutos y solo después, se decidió a hablar.

-Nos hemos tomado muchas molestias con usted, agente. Lo mínimo que debería hacer es mostrarse agradecido. De no ser por nosotros, ni siquiera podría hablar.

Poco a poco sentías algo de calor extendiéndose por tu cuerpo. Podías moverte, pero poco. Desde luego, no lo suficiente como para marcharte de allí o golpear aquella despreciable cara.

Pero te hubiese gustado a hacerlo.

Mi insulto no sirvió para nada, por lo visto solo para confirmarle que el experimento había sido un éxito  - Cabrona...

- ¿Agradecido por matar a mi compañera? ¿Agradecido por mentirnos y traicionarnos? Si... les estoy muy agradecido - Les dije con sarcasmo.

Ahora la cuestión era que coño querían de mi, pero no pensaba darles la satisfacción de preguntar. Simplemente me centré en mi. En mi estado, en lo que me podía mover y en lo que veía a mi alrededor.

Supongo que este es el sitio en el que "nacieron" los clones. El sitio en el que queríamos entrar. Pero aún había muchas incógnitas en el aire.

La consejera no perdió su sonrisa e incluso te dio unos golpecitos cariñosos sobre uno de tus hombros.

-Bueno, bueno. Son cosas que pasan, pero supongo que no dispondrás de mucho tiempo para lamentarte por ello. O sí; todo depende de que nos digas lo que queremos saber. ¿Quién más está trabajando con vosotros, contigo y tu... difunta compañera, y qué es lo que habéis averiguado? Si me respondes a eso, habremos acabado y podrás tener una vida feliz y sin problemas.

La mujer te observó durante unos momentos como si estuviese comprobando si estabas bien y eras como esperaba, o no.

-Supongo que en tu cabeza existirá cierta confusión, como por ejemplo, cómo te llamas, cómo era tu madre y cosas por el estilo. ¿Verdad que no las recuerdas? No, claro que no. Es imposible, porque verás, cuando clonamos a alguien, la memoria genética es limitada y solo se conservan los últimos recuerdos, semanas como mucho, pero poco más. Así que ya ves, nos puedes dar lo que queremos, pero después, serás quien tú quieras ser, Scott. ¿No es maravilloso?

Ya, no sé de que me sorprendía. Los de su calaña no tienen remedio. Fui demasiado optimista esperando algún tipo de reacción por su parte.

- Señora, hay todo un departamento de policía trabajando con nosotros - Si, ahora me estaba yo burlando un poco de ella - ¿Los va a matar a todos? - Le pregunté divertido.

Y si, sabía lo que quería, pero iba a borrar de mi mente esa parte, si no me acordaba de mis inicios, pues tal vez se pierda algo más de información por el camino. Al menos que yo supiera tampoco tenía pruebas, y si las tenía, veía absurdo que me lo preguntara a mi, pues apenas sabía nada.

También obvio que no me creía ni una sola palabras de esa bruja, ninguna promesa me iba a convencer, para mi tenía cero credibilidad.

Sus otras preguntas solo me parecieron más estupideces - Si, el mundo es un lugar maravilloso  - Sobre todo para una minoría elitista - pero no sé de que coño quiere de mi, dar con usted fue pan comido ¿No se da cuenta? 

La mujer sonrió ante tus palabras.

-No, no hace falta. Solo tú estabas detrás de la verdad. Los demás son inteligentes y se dedican a vivir detrás de sus placas. Pero tú aún dispones de una oportunidad, la segunda y última oportunidad. Los demás no están aquí para eso, sino para lo que fueron creados.

Al decirte aquello, hizo un gesto con el brazo para que mirases a tu alrededor y vistes allí varias cápsulas más, con varios cuerpos iguales al tuyo, clones, que a diferencia de ti, permanecían con los ojos cerrados y completamente quietos.

-No necesitamos que ellos se despierten, así que no lo haremos. Pero tú... tú estás aquí, pensando, hablando, y tienes una posibilidad. Siempre y cuando sepa hasta dónde han llegado tus investigaciones. ¿Qué sabes? ¿A quién le has contado lo que has visto? ¿Quién trabajaba contigo... además de tu difunta compañera... Rachel?

Escuchar el nombre de Rachel en labios de aquella zorra resultó duro, aunque no tanto como verle la cara de satisfacción. Con gusto le habrías aplastado la nariz.

En ese momento, una voz familiar sonó a lo lejos, aunque no lograste identificarla. Era una voz de mujer, conocida, desde luego, pero a la que no le ponías rostro.

-¿Qué hacemos con este clon, señora? ¿Quiere que lo enviemos a la zona de gestión de alimentos?

Entonces le viste la cara. Era una de aquellas... pero no sabías quién.

Tenía muy claro que una cosa tenía que ser lo que pensara, y otra lo que expresara y no solo con palabras, el lenguaje no verbal también se incluía.

- Joder ¿Me han copiado? - Hacer cara de sorpresa no me resultó difícil, pues en parte si lo estaba, era cuanto menos, inquietante.

A lo lejos vi... Si, una de ellas, pero hice como si nada. No sabía si era una de las copias que sabían la verdad o no. Quizá mi esperanza de salir vivo de aquí dependiera de ello. Pero no estaba en mi mano. Solo tratar de ser convincente.

La consejera dice que los demás no están para eso, cosa que no acabo de comprender. La parte buena es que mi historia, la historia real, no requería de mentiras pues había llegado hasta aquí y en la investigación, sin necesidad de los clones.

- Pues llegamos a la escena del crimen y... - Le conté todo, solo omitiendo lo relacionado con los clones. Las ganas de descubrir la verdad por parte de mi compañera y mía. El vigilante, el niño desaparecido (cosa que podrían cotejar), y el querer saber más de la persona asesinada. Era una historia que se sostenía porque era la verdad.

La consejera atendió con una sonrisa a tu comentario y también al relato de todo cuanto te había ocurrido. En apariencia, le estaba resultando interesante, aunque no podías asegurarlo. Mientras eso ocurría, la chica, no recordabas bien quién era, parecía estar haciendo comprobaciones de rutina o algo por el estilo, ignorando lo que ocurría contigo.

Cuando la chica se acercó a preguntar, el hombre se apresuró a responder.

-No este... es diferente. Gracias, continua con lo demás. Por cierto... me resultas familiar. ¿No... nos hemos visto... antes? -le preguntó a la chica?

Esta sonrió.

-Claro, trabajo aquí.

-Ah, sí, sí, claro. 

Mientras tanto, la consejera acabó de escuchar tu historia y lanzó un largo suspiro cuando acabaste de contarla.

-Ah, entiendo. Muchas gracias, cariño. Por lo que veo no habéis descubierto gran cosa. Eso me complace enormemente. Doctor, creo que ya pueden disponer de este clon. Procure que tenga una vida feliz y tranquila hasta que entre en la zona de manufactura.

Y entonces, la Consejera se retiró, saliendo de la sala y dejándote tan solo con la chica y el doctor.

-Bueno, lo lamento, pero al final, solo eres un clon y sirves para lo que sirves. Oh, creo que aún no lo sabes. Eres comida. Disponemos de tan pocos alimentos en la ciudad que creamos aceleradamente seres y los transformamos en alimentos. Es una buena idea, ¿verdad? -te dijo, sonriendo con satisfacción.

Pero su sonrisa no duró demasiado. Oíste una especie de ruido apagado y de pronto, el gesto de su rostro se apagó, cayendo al suelo, y dejando a la vista a la chica, que tenía una especie de tubo con el que parecía haberle golpeado.

-Sí, una idea estupenda, cabrón -dijo, antes de mirarte y encogerse de hombros -. No he podido resistirme. 

La parte buena es que no me iban a torturar y que se creyó que no sabía más. Bien, no sabía mucho más, pero ya tenía la sospecha... de la parte mala, que de todos modos no iba a salir de aquí con vida. Pero por eso mismo, al menos me iría con la satisfacción y la esperanza de que esas clones les dieran un poco... por donde más les duele.

La consejera me liberó de su presencia, que me repugnaba, pero me dejó con un tipo que se estaba esforzando por repugnarme del mismo modo.

Comida, he de confesar que se me pasó por la cabeza cuando descubrimos de que se encargaba el consejero muerto. Pero no pude creerlo, una parte de mi cerebro se negó tan siquiera a considerar esa posibilidad. Demasiado truculento.

- ¿Y si es para comer, porqué no clonáis una puta vaca? - ¿Quedaban vacas? En la ciudad desde luego no, pero siempre pensé que afuera las había, granjas, fábricas de comida...

Mi pregunta quedó sin respuesta, cuando escuché aquel sonido y el tipo cayó al suelo tengo que confesar que me alegré.

- Bien hecho ¿Me ayudas a soltarme de estos cables y tubos? - Y tenía otra pregunta - ¿Eres de las que conozco?

Cuando la chica se libró del hombre, te miró con los ojos muy abiertos.

-Claro, para eso estoy aquí -dijo, acercándose a ti y empezando a soltarte. Mientras, te miraba de tanto en tanto -. Soy Cosima. Ya sé que Rachel... ha muerto. Nosotras logramos que me infiltrara por casualidad, robando una tarjeta de identificación, aunque nunca pensé que llegaría tan lejos.

Cuando te soltó, se separó.

-No sabía... para qué nos habían creado, pero ahora ya lo sabemos, ¿no? -dijo, con el rostro descompuesto por la verdad, una difícil de asimilar, pero más aún complicada de reparar -. Tengo una tarjeta pero no sé cómo vamos a salir. Si te ven... bueno, supongo que antes tendrás que vestirte, claro, aunque no voy a quejarme si te paseas por ahí así.

Entonces sacudió la cabeza, como si despertara de un sueño.

-Bueno, a ver. Tenemos la zona en donde procesan los... bueno, ya sabes, por ahí detrás, y la puerta principal. No creo que podamos salir por la puerta principal, así que, me parece que deberíamos ir por detrás.

Si, era una de ellas. Eso era bueno, teníamos una posibilidad. 

Asentí con la cabeza cuando dijo lo de Rachel - Si. Y... lamento también no haber podido ser de más ayuda. Nos tendió una emboscada un francotirador - Dije bastante apenado. También había sido más que frustrante. Aunque ahora mismo no había tiempo para lamentaciones.

La chica tenía picardía. En otras circunstancias, sobre todo fuera de aquí, su comentario podría haber dado más juego. Pero mi estado anímico estaba al borde del shock. Eso no quería decir que no agradeciera unas palabras amables o de ese estilo.

- Claro, vestirme... - Había noqueado a aquel doctor. Me apresuré a quitarle la ropa, dejándolo solo en ropa interior. Pues eso me haría perder tiempo y no se iba a ver de todas formas. No sé hasta que punto podía ser de mi talla, pero la chaqueta, llevándola abierta hacía un buen apaño.

Mientras me vestía todo lo rápido que podía, traté de racionalizar todo y pensar. 

- Lo veo razonable, vamos por detrás - También miré en los bolsillo de lo que me acababa de poner, por si había algo útil.

En el bolsillo de la bata del doctor había una tarjeta de acceso, sin duda la suya, que te permitiría entrar en diferentes localizaciones de las instalaciones sin problemas, aunque lo que necesitabas en aquellos momentos era salir, para lo que esperabas sirviese de igual manera.

Con ella en la mano, tú y Cosima os dirigisteis hacia la salida de atrás, que tal y como había dicho, daba la zona de procesamiento.

La visión era bastante desagradable, porque los cuerpos de todos los clones parecían ir en una especie de cintas transportadoras hasta un depósito en donde comenzaban a sufrir alguna clase de tratamiento.

Aunque en un principio muchos de los cuerpos iban cubiertos, algo más adelante los visteis completamente desnudos y habían algunos que correspondían al clon de Cosima y las demás. La muchacha volvió la cabeza al verlos; era una visión demasiado desagradable para ella... y para casi cualquiera.

Por lo demás, aquel lugar parecía bastante desierto y en eso estabais teniendo suerte.

-No puedo permitir esto, Scott. Tengo que... lo siento... Debo acabar con todo -te dijo Cosima entonces, localizando un panel de control y empezando a accionar algunos controles -. Voy a generar una sobrecarga del sistema. Será mejor que salgas de aquí antes de que suene la alarma. Pero yo... voy a destruirlo todo; to-do.

En la ropa del doctor había una tarjeta, podía serme útil.

Pero lo que vimos a continuación no solo le resultó desagradable a Cosima. Esto era algo que no tenía nombre, una completa barbaridad. Los cuerpos, como en un proceso industrial, cuerpos con conciencia.

Me encontraba vestido, pero sin mi arma me encontraba casi igual de desnudo. Daría lo que fuera por una. Pero no era el caso.

La chica llegó a su límite y me expresó su intención. Pero en seguida supe la mía - No, me quedo contigo. Solo dime cómo puedo ayudar - Ya había muerto una vez, si este iba a ser mi final sería uno a lo grande; pero no iba a huir, a esconderme como una rata. Haría frente a esto y podría todo mi empeño en destruir estas instalaciones. También era una forma de darle significado a la muerte de Rachel.

- Reventemos todo esto - me reafirmé

Cosima sonrió al ver tu reacción y se lanzó a darte un abrazo, que te cogió desprevenido pero que una vez te acostumbraste, se sintió tremendamente reconfortante. Cuando se separó de ti, hasta te parecía que lloraba o estaba a punto de hacerlo.

-Está bien. Este es el panel de control de toda esta zona. Si conseguimos cerrar el flujo de refrigerante, el sistema explotará por sí mismo en unos minutos. Solo tengo que conseguir acceder a los sistemas, una vez traspase la seguridad.

Pero fue empezar a navegar por los sistemas, y saltar una alarma de seguridad ensordecedora, y casi como si fuese una respuesta automática, empezasteis a oír voces acercándose.

Sin duda alguna, guardias dispuestos  a acabar con quien fuese.

-Necesito un poco más de tiempo, Scott -te suplicó. Al final, conseguir que toda la instalación saltase por los aires, iba a requerir un esfuerzo adicional.

Aquel abrazo me pilló por sorpresa, pero fue muy agradable. Yo también la estreché, pensando en que quizá sería el último contacto con una persona. Y es que tras todo lo acontecido hasta ahora no podía evitar sentirme pesimista.

Pero no había mucho tiempo y había que ponerse manos a la obra. Entendí lo que pretendía hacer y Cosima empezó a manipular el sistema. 

Casi de inmediato la alarma comenzó a sonar - Te daré todo el tiempo que pueda - Le dije y mi mente comenzó a trabajar con rapidez.

Primero, de donde venían las voces ¿Podría atrancar o bloquear la puerta? Segundo, armas. Una barra de hierro, una llave inglesa, necesitaba algo con lo que hacer frente a quien quisiera entrar. Sino... siempre me quedarían los puños, o tender una emboscada al primer guardia que entrara y robarle el arma, eso también parecía una buena idea.

En aquellos momentos estabais en mitad de la sala de procesamiento, o una de ellas, y había dos puertas situadas en extremos opuestos. Los pasos y las voces parecían provenir de la que estaba enfrente de vosotros, justo al lado de la cuba, pero para cuando fuiste capaz de darte cuenta de ello, ya fue demasiado tarde.

Un guardia entró con una porra y viste que detrás de él parecía venir toda una fila, aunque algo más lejos. El guardia ni siquiera se detuvo al verte, sino que directamente se lanzó a por ti para golpearte con el arma. Lo único que tenías en esos momentos, eran tus puños.

Mientras eso sucedía, Cosima trabajaba a toda velocidad, intentando introducirse en el sistema de refrigeración, tal y como te había explicado, y anularlo. Pero todavía necesitaría unos segundos más antes de conseguirlo, segundos que solo tú podías proporcionarle.

Tan solo esperaba que no acabaran conmigo con tanta rapidez como aquel francotirador. 

Pero la situación no era nada buena, yo solo disponía de mis puños. Aunque a decir verdad, quizá no era necesario vencer, solo lograr el tiempo suficiente para Cosima.

Tal vez si lo venciera podría quitarle la porra y con ella, y cerrando la puerta... En fin, primero a por este.

- Eh... ¿No te da vergüenza atacar a alguien desarmado? - No esperaba respuesta, lancé mis puños contra él.

Ni siquiera tuvo oportunidad de responder. El puño en su cara lo tumbó de un solo golpe, dejándolo inconsciente en el suelo. A la vista de que muchos más se dirigían hacia la puerta en aquellos momentos, decidiste cerrarla, conteniendo así a los problemas que parecían estar llegando en oleadas y que si no lo hacías, Cosima no dispondría del tiempo que necesitaba.

En cuanto la puerta se cerró, empezaron a golpearla para intentar abrirla o echarla abajo, pero por lo menos tardarían un rato, dado que era de metal y la cerradura parecía bastante sólida.

No es como si fuese a durar para siempre... pero sí el tiempo que necesitabais.

Pero había otra puerta en el extremo opuesto. Esta se encontraba cerrada, pero no significaba que no pudieran echarla abajo. Eso sí, ahora estabas armado... aunque fuese con una porra. La agarraste y te dirigiste rápidamente hacia ella. 

Cosima no apartaba la mirada del panel, pero al menos dispuso de un segundo para trasladarte cómo iba.

-Ya casi estoy. Diez segundos; quince a lo sumo -te comunicó.

Mientras tanto, tú llegaste a la otra puerta, que se abrió de golpe, dejando entrar a dos guardias que se lanzaron contra ti.

La primera acción fue bien. Por fin un poco de suerte. Una vez dejado KO me aseguré de que la puerta quedaba cerrada y que no la podían abrir. Tomé la porra y miré al otro extremo de la sala, había otra puerta.

- No sé si los tenemos... - Le dije a Cósima cuando pasé junto a ella en dirección a la otra puerta. 

Y justo antes de llegar la puerta se abrió. Al menos ahora tenía un arma. Traté de hacerlo lo mejor posible y lo mismo de antes, aunque me dieran una tunda, que Cósima tuviera el tiempo suficiente.